/ sábado 21 de octubre de 2023

La UAS y las tristes mentiras sobre el famoso ranking: datos y metodología

A mis fabulosos y legendarios estudiantes

En fechas recientes, trascendió la noticia de que la UAS es, supuestamente, la tercera mejor universidad del país. Se trata de una afirmación envuelta en falsedades. Cuánto quisiera que fuera verdad, pero la mentira no nos ayuda. Engañar a la comunidad o engañarnos, así, a nosotros mismos no nos beneficia. Por el contrario, nos perjudica.

Se dijo que el ranking es elaborado por la prestigiosa Universidad de Oxford. Eso es falso. El ranking de la publicación conocida como Times Higher Education ha pertenecido a diferentes empresas, entre ellas, News Corporation, del mismísimo Rupert Murdoch. Actualmente, pertenece a una empresa llamada Inflexion. Por lo tanto, es falso que es elaborado por la Universidad de Oxford.

También se dijo que la UAS es la ‘tercera mejor’ universidad de México solo después del Tec de Monterrey (‘primer lugar’) y de la UNAM (‘segundo lugar’). Eso es falso en 4 sentidos. Lo explicaré partiendo de lo menos grave a lo más grave de la falsedad.

1. No se toma en cuenta que, en el ranking, un sinfín de universidades empatan en el puntaje obtenido. Un lector descuidado creerá, al ver en el listado que la universidad ‘A’ aparece por encima de la universidad ‘B’, que entonces la primera es ‘mejor’ que la segunda, cuando en realidad tienen el mismo puntaje. Por ejemplo, después de la UAS aparece la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), pero eso no significa que la UAM, aunque tenga el mismo puntaje, ocupe la ‘cuarta’ posición del país. Sabiendo esto, cualquier lector notará rápidamente que una infinidad de universidades empatan en su puntaje. De hecho, al ver el ranking en su globalidad, se aprecia que solamente las primeras 29 universidades del mundo no empatan. Las mejores, según este ranking, son: Oxford, Stanford, MIT, Harvard, Cambridge, Princeton, entre otras. Del 0 al 100, sus puntajes son respectivamente: 98.5, 98.0, 97.9, 97.8, 97.5, 96.9. De la posición 30 en adelante comienzan los empates y, conforme se avanza, estos se vuelven más recurrentes. A partir de la posición 201 a 250, ya no se distingue qué universidad ocupa el lugar 201, el 202, el 203, etc., sino que todo ese grupo empata y se engloba en ese rango. Así sucesivamente, del 251 al 300, del 301 al 350, etc. Además, los rangos se amplían cada vez más. El Tec de Monterrey se encuentra, a nivel mundial, en el rango del 601 al 800. La UNAM en el rango del 801 al 1000. La UAS se encuentra en el rango del 1201 al 1500. Su puntaje, del 0 al 100, está entre 22.8 y 28.2. Se trata, por lo tanto, de una lectura descuidada o engañosa de los datos. Pero hay más.

2. Los resultados de la UAS son, por ejemplo, 13.5 en enseñanza, 12.1 en ambiente para la investigación, 15.9 en industria, entre otros. Eso, trasladado a nuestras calificaciones escolares usadas en México, equivale, del 0 al 10, a 1.3 en enseñanza, 1.2 en ambiente para la investigación y 1.5 en industria. Son cifras muy malas. La calificación en la que, no obstante, se observa un patrón diferente es el denominado ‘calidad de la investigación’, en el que la universidad obtiene un resultado mucho más favorable de 46.7 puntos. Es en realidad este último apartado lo que compensa el resultado e impulsa el promedio un poco hacia arriba. Pero lo que no se toma en cuenta es que muchas universidades mexicanas no participan en el ranking. En México, hay fácilmente una veintena de universidades, yo diría, mejores que la UAS. Sin embargo, en el ranking solo aparecen 20 universidades mexicanas. Lo diré así de simple: es engañoso decir que la UAS es la tercera mejor universidad de México (¡de México!) si en el ranking no se contemplan todas las universidades mexicanas y, sobre todo, si se excluyen universidades clave de nuestro país.

3. Ahora un dato revelador: ¿sabe usted, estimado lector, quiénes suministran los datos al ranking? Al revisar detenidamente la metodología utilizada por el Times Higher Education, uno descubre que los datos los suministran las propias universidades. De hecho, el ranking no solo ha sido criticado por ser, en realidad, un modelo de negocios (véase el texto de la London School of Economics escrito por Morten Hansen y Astrid Van den Bossche), sino que ha sido objeto de señalamientos por la metodología utilizada y por el suministro tergiversado de datos (véase el caso de la Universidad de Tsukuba).

4. ¿De verdad no hay mejores universidades en México que la UAS? Entre las universidades populares (orientadas a educar al grueso de los jóvenes mexicanos), son excelentes universidades el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la UAM, la UNAM. Entre las universidades públicas elitistas de México, son también excelentes el Colegio de México (Colmex) y el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Entre las universidades presentes en los estados, son igualmente excelentes la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), la Universidad de Guadalajara (UdeG), la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, la Universidad de Guanajuato (UG) y la Universidad Veracruzana (UV). Entre las universidades privadas, son muy buenas el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), la Universidad Iberoamericana (Ibero), el Tec de Monterrey (ITESM) y la Universidad Panamericana (UP). No obstante, falta agregar los centros públicos de investigación de alto nivel que tiene nuestro país, tales como el Instituto Mora, el Colegio de la Frontera Norte, el ya mencionado CIDE, el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV). ¿De verdad la UAS es la tercera mejor universidad del país? ¿De verdad solo hay dos mejores universidades por encima de la UAS? En este recuento, he señalado tan solo 18 universidades, sin contar otras universidades que se me escapan y otros centros de investigación de alto nivel del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) que no he mencionado aquí (son en total 27). ¿Qué sentido tiene aludir facciosamente a un ranking en donde no aparecen todas las universidades mexicanas? ¿…un ranking en el que no aparece el Colmex, el CIDE o el ITAM? ¿Se es realmente mejor en algo cuando tu competencia no aparece en la competencia?

Imagine competir por un cargo público sin su competencia. Es como aquella ocasión en que José López Portillo compitió por la presidencia de la república sin contendiente alguno. ¿Quién ganaría la elección? ¿Acaso López Portillo? Fue un síntoma de una anomalía autoritaria: la campaña, los trámites, los formalismos sin contendientes. Lo que quiero decir es que competir sin tu competencia difícilmente puede ser llamado competir.

Yo he abordado, casualmente, los temas de educación universitaria en otras entregas (véase mi texto ‘Las universidades mexicanas de calidad en cifras’, de julio de 2022). En mi opinión, la docencia es una función básica de las universidades, pero es difícil medirla. Por ello, podemos poner nuestra mirada en otro ámbito. Dado que las universidades son centros de conocimiento, una forma de estimar su desempeño es observando las cifras relativas a la generación de conocimiento, es decir, mediante la investigación. Le propongo al lector considerar la cantidad de profesores que pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y la cantidad de posgrados que forman parte del Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC, ahora llamado SNP) ambos dependientes del Conacyt.

En Sinaloa, en 2022, la UAS contaba con 402 integrantes del SNI. De ellos, 8 eran nivel 3. Por su parte, la UNAM contaba con 4,812 miembros del SNI en 2019; la UdeG con 1,298; el IPN con 1,257; y la UAM con 1,135. Aunado a ello, consideremos que algunas de esas instituciones –como el CINVESTAV– son muy pequeñas y, no obstante, sus indicadores son altísimos. Las instituciones con más investigadores nivel 3, en 2019, fueron la UNAM (841), el CINVESTAV (220) y la UAM (141).

En cuanto a los posgrados pertenecientes al PNPC, la UAS contaba con 49 programas en 2019. La universidad con la mayor cantidad de posgrados PNPC en 2019 fue la UdeG con 204 programas; seguida de la UNAM con 190; la UANL con 117, el IPN con 106 y la UAM con 83. Nuevamente destaca el caso del CINVESTAV pues, aunque posee ‘pocos’ programas PNPC (66 posgrados) y no tiene la población de las macrouniversidades, la mitad son de doctorado. De hecho, si consideramos únicamente los doctorados PNPC, en 2019, en primer lugar estuvo la UNAM con 44, seguida de la UdeG con 43 y el CINVESTAV con 34.

Durante años se ha dicho, al interior de nuestra institución, que la UAS es la tercera mejor universidad del país. No es verdad. Una mentira repetida mil veces no se convierte en verdad. Si no fuera una locura bananera, sería simplemente triste. Pero algunos profesores prefieren ignorarla, mirar hacia otro lado tristemente y repetir la mentira. Otros, por un tema de identidad, les ofende la refutación. Otros más me preguntan que, si es así, por qué mejor no me voy de la universidad. Es exactamente lo mismo que me han señalado cuando critico a México por la inseguridad, por los feminicidios, por los homicidios, por el sistema de salud o por las desapariciones. Ante un país salvaje, me parece triste la sugerencia.

Ya lo he dicho antes: no es lo mismo ser crítico que criticón. También he dicho que la manera de forjar el espíritu crítico en los estudiantes es haciendo ejercicios de crítica, discusión y debate con ellos sobre los asuntos públicos. La ciudadanía se construye forjando el interés por lo público, por lo compartido. También he dicho que la función del ciudadano no es defender políticos, sino ser vigilante, exigente y crítico frente a ellos. Mi familia es de aquí. Yo soy de aquí, aquí he vivido y aquí vivo. Tengo incluso amigos sinaloenses que no tienen ninguna relación con la UAS (porque ni ellos ni su familia estudiaron allí) y, no obstante, comparten el mismo interés por lo que ocurre en ella, pues se financia con sus impuestos, con recursos públicos, y es parte de los asuntos públicos que nos deben preocupar a todos los ciudadanos.

Lo que se ha dicho sobre el tercer lugar es una mentira. Como también es una mentira cuando los integrantes de cierto partido político dicen que ‘defienden la autonomía universitaria’, siendo que son ellos precisamente quienes la violan. Esto es la inauguración de la triste posverdad en nuestra universidad: ahora resulta que lo que es, no es. Que lo que hemos visto todos, no ha ocurrido. Son mentiras dentro de una red de mentiras en una guerra de propaganda derivada de una lucha entre dos partidos políticos que se disputan la universidad. En medio de ambos bandos, quedamos los profesores, quedamos los apartidistas, los ciudadanos. Y, en medio, quedan los más importantes: los alumnos.

No es posible que prefiramos la excelencia simulada por encima de la excelencia genuina. No es posible que prefiramos la mentira antes que reconocer las deficiencias y combatirlas. ¿Cómo vamos a mejorar si somos incapaces de reconocer nuestra posición y deficiencias? ¿Es realmente buena una universidad en la que no se puede discrepar con quienes detentan el poder? Nuestros alumnos descubrirán con tristeza que ante la mentira muchos de los profesores preferimos mirar hacia otro lado.

Como ejemplo de lo anterior, viene a mi mente la obra de teatro titulada ‘Enemigo del pueblo’ del noruego Henrik Ibsen, en la que se relata la historia del doctor Stockmann, quien tiene un enfrentamiento con el gobierno municipal, la prensa y el pueblo de su localidad. Stockmann descubre que el balneario del pueblo (una atracción turística y eje de la economía local) se encuentra envenenado, generando una amenaza a la salud de los habitantes y turistas. Él confía en que la verdad debe ser señalada. Sin embargo, para su sorpresa, todos rehúsan la verdad al ver amenazado su bienestar.

Como universitarios nuestro compromiso está con la ciencia, con el conocimiento y con la verdad. Los invito a que seamos fieles al espíritu universitario y, para ello, recordemos algunos lemas universitarios: ‘La verdad nos hará libres’. ‘Lux et veritas’ (Luz y verdad). ‘Alere Flammam Veritatis’ (Alentando la llama de la verdad). ‘Sapientiae Dilectione Augebitur Nos’ (El amor a la sabiduría nos engrandecerá). ‘Libertas Perfundet Omnia Luce’ (La libertad ilumina todas las cosas). ‘Ciencia y libertad’. ‘Luz, ciencia y verdad’. Son variantes de una misma idea. Ese espíritu de trascendencia, libertad y excelencia está en el lema de nuestra universidad. ‘Sursum Versus’ (Hacia la cúspide). Presupone dos cosas: el anhelo de excelencia y, por otra parte, la excelencia aún no lograda, pero por ello deseada. Porque solo se desea lo que no se tiene, diría Platón. El anhelo de excelencia es, me parece, un bellísimo anhelo. Sursum Versus.

A mis fabulosos y legendarios estudiantes

En fechas recientes, trascendió la noticia de que la UAS es, supuestamente, la tercera mejor universidad del país. Se trata de una afirmación envuelta en falsedades. Cuánto quisiera que fuera verdad, pero la mentira no nos ayuda. Engañar a la comunidad o engañarnos, así, a nosotros mismos no nos beneficia. Por el contrario, nos perjudica.

Se dijo que el ranking es elaborado por la prestigiosa Universidad de Oxford. Eso es falso. El ranking de la publicación conocida como Times Higher Education ha pertenecido a diferentes empresas, entre ellas, News Corporation, del mismísimo Rupert Murdoch. Actualmente, pertenece a una empresa llamada Inflexion. Por lo tanto, es falso que es elaborado por la Universidad de Oxford.

También se dijo que la UAS es la ‘tercera mejor’ universidad de México solo después del Tec de Monterrey (‘primer lugar’) y de la UNAM (‘segundo lugar’). Eso es falso en 4 sentidos. Lo explicaré partiendo de lo menos grave a lo más grave de la falsedad.

1. No se toma en cuenta que, en el ranking, un sinfín de universidades empatan en el puntaje obtenido. Un lector descuidado creerá, al ver en el listado que la universidad ‘A’ aparece por encima de la universidad ‘B’, que entonces la primera es ‘mejor’ que la segunda, cuando en realidad tienen el mismo puntaje. Por ejemplo, después de la UAS aparece la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), pero eso no significa que la UAM, aunque tenga el mismo puntaje, ocupe la ‘cuarta’ posición del país. Sabiendo esto, cualquier lector notará rápidamente que una infinidad de universidades empatan en su puntaje. De hecho, al ver el ranking en su globalidad, se aprecia que solamente las primeras 29 universidades del mundo no empatan. Las mejores, según este ranking, son: Oxford, Stanford, MIT, Harvard, Cambridge, Princeton, entre otras. Del 0 al 100, sus puntajes son respectivamente: 98.5, 98.0, 97.9, 97.8, 97.5, 96.9. De la posición 30 en adelante comienzan los empates y, conforme se avanza, estos se vuelven más recurrentes. A partir de la posición 201 a 250, ya no se distingue qué universidad ocupa el lugar 201, el 202, el 203, etc., sino que todo ese grupo empata y se engloba en ese rango. Así sucesivamente, del 251 al 300, del 301 al 350, etc. Además, los rangos se amplían cada vez más. El Tec de Monterrey se encuentra, a nivel mundial, en el rango del 601 al 800. La UNAM en el rango del 801 al 1000. La UAS se encuentra en el rango del 1201 al 1500. Su puntaje, del 0 al 100, está entre 22.8 y 28.2. Se trata, por lo tanto, de una lectura descuidada o engañosa de los datos. Pero hay más.

2. Los resultados de la UAS son, por ejemplo, 13.5 en enseñanza, 12.1 en ambiente para la investigación, 15.9 en industria, entre otros. Eso, trasladado a nuestras calificaciones escolares usadas en México, equivale, del 0 al 10, a 1.3 en enseñanza, 1.2 en ambiente para la investigación y 1.5 en industria. Son cifras muy malas. La calificación en la que, no obstante, se observa un patrón diferente es el denominado ‘calidad de la investigación’, en el que la universidad obtiene un resultado mucho más favorable de 46.7 puntos. Es en realidad este último apartado lo que compensa el resultado e impulsa el promedio un poco hacia arriba. Pero lo que no se toma en cuenta es que muchas universidades mexicanas no participan en el ranking. En México, hay fácilmente una veintena de universidades, yo diría, mejores que la UAS. Sin embargo, en el ranking solo aparecen 20 universidades mexicanas. Lo diré así de simple: es engañoso decir que la UAS es la tercera mejor universidad de México (¡de México!) si en el ranking no se contemplan todas las universidades mexicanas y, sobre todo, si se excluyen universidades clave de nuestro país.

3. Ahora un dato revelador: ¿sabe usted, estimado lector, quiénes suministran los datos al ranking? Al revisar detenidamente la metodología utilizada por el Times Higher Education, uno descubre que los datos los suministran las propias universidades. De hecho, el ranking no solo ha sido criticado por ser, en realidad, un modelo de negocios (véase el texto de la London School of Economics escrito por Morten Hansen y Astrid Van den Bossche), sino que ha sido objeto de señalamientos por la metodología utilizada y por el suministro tergiversado de datos (véase el caso de la Universidad de Tsukuba).

4. ¿De verdad no hay mejores universidades en México que la UAS? Entre las universidades populares (orientadas a educar al grueso de los jóvenes mexicanos), son excelentes universidades el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la UAM, la UNAM. Entre las universidades públicas elitistas de México, son también excelentes el Colegio de México (Colmex) y el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Entre las universidades presentes en los estados, son igualmente excelentes la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), la Universidad de Guadalajara (UdeG), la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, la Universidad de Guanajuato (UG) y la Universidad Veracruzana (UV). Entre las universidades privadas, son muy buenas el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), la Universidad Iberoamericana (Ibero), el Tec de Monterrey (ITESM) y la Universidad Panamericana (UP). No obstante, falta agregar los centros públicos de investigación de alto nivel que tiene nuestro país, tales como el Instituto Mora, el Colegio de la Frontera Norte, el ya mencionado CIDE, el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV). ¿De verdad la UAS es la tercera mejor universidad del país? ¿De verdad solo hay dos mejores universidades por encima de la UAS? En este recuento, he señalado tan solo 18 universidades, sin contar otras universidades que se me escapan y otros centros de investigación de alto nivel del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) que no he mencionado aquí (son en total 27). ¿Qué sentido tiene aludir facciosamente a un ranking en donde no aparecen todas las universidades mexicanas? ¿…un ranking en el que no aparece el Colmex, el CIDE o el ITAM? ¿Se es realmente mejor en algo cuando tu competencia no aparece en la competencia?

Imagine competir por un cargo público sin su competencia. Es como aquella ocasión en que José López Portillo compitió por la presidencia de la república sin contendiente alguno. ¿Quién ganaría la elección? ¿Acaso López Portillo? Fue un síntoma de una anomalía autoritaria: la campaña, los trámites, los formalismos sin contendientes. Lo que quiero decir es que competir sin tu competencia difícilmente puede ser llamado competir.

Yo he abordado, casualmente, los temas de educación universitaria en otras entregas (véase mi texto ‘Las universidades mexicanas de calidad en cifras’, de julio de 2022). En mi opinión, la docencia es una función básica de las universidades, pero es difícil medirla. Por ello, podemos poner nuestra mirada en otro ámbito. Dado que las universidades son centros de conocimiento, una forma de estimar su desempeño es observando las cifras relativas a la generación de conocimiento, es decir, mediante la investigación. Le propongo al lector considerar la cantidad de profesores que pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y la cantidad de posgrados que forman parte del Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC, ahora llamado SNP) ambos dependientes del Conacyt.

En Sinaloa, en 2022, la UAS contaba con 402 integrantes del SNI. De ellos, 8 eran nivel 3. Por su parte, la UNAM contaba con 4,812 miembros del SNI en 2019; la UdeG con 1,298; el IPN con 1,257; y la UAM con 1,135. Aunado a ello, consideremos que algunas de esas instituciones –como el CINVESTAV– son muy pequeñas y, no obstante, sus indicadores son altísimos. Las instituciones con más investigadores nivel 3, en 2019, fueron la UNAM (841), el CINVESTAV (220) y la UAM (141).

En cuanto a los posgrados pertenecientes al PNPC, la UAS contaba con 49 programas en 2019. La universidad con la mayor cantidad de posgrados PNPC en 2019 fue la UdeG con 204 programas; seguida de la UNAM con 190; la UANL con 117, el IPN con 106 y la UAM con 83. Nuevamente destaca el caso del CINVESTAV pues, aunque posee ‘pocos’ programas PNPC (66 posgrados) y no tiene la población de las macrouniversidades, la mitad son de doctorado. De hecho, si consideramos únicamente los doctorados PNPC, en 2019, en primer lugar estuvo la UNAM con 44, seguida de la UdeG con 43 y el CINVESTAV con 34.

Durante años se ha dicho, al interior de nuestra institución, que la UAS es la tercera mejor universidad del país. No es verdad. Una mentira repetida mil veces no se convierte en verdad. Si no fuera una locura bananera, sería simplemente triste. Pero algunos profesores prefieren ignorarla, mirar hacia otro lado tristemente y repetir la mentira. Otros, por un tema de identidad, les ofende la refutación. Otros más me preguntan que, si es así, por qué mejor no me voy de la universidad. Es exactamente lo mismo que me han señalado cuando critico a México por la inseguridad, por los feminicidios, por los homicidios, por el sistema de salud o por las desapariciones. Ante un país salvaje, me parece triste la sugerencia.

Ya lo he dicho antes: no es lo mismo ser crítico que criticón. También he dicho que la manera de forjar el espíritu crítico en los estudiantes es haciendo ejercicios de crítica, discusión y debate con ellos sobre los asuntos públicos. La ciudadanía se construye forjando el interés por lo público, por lo compartido. También he dicho que la función del ciudadano no es defender políticos, sino ser vigilante, exigente y crítico frente a ellos. Mi familia es de aquí. Yo soy de aquí, aquí he vivido y aquí vivo. Tengo incluso amigos sinaloenses que no tienen ninguna relación con la UAS (porque ni ellos ni su familia estudiaron allí) y, no obstante, comparten el mismo interés por lo que ocurre en ella, pues se financia con sus impuestos, con recursos públicos, y es parte de los asuntos públicos que nos deben preocupar a todos los ciudadanos.

Lo que se ha dicho sobre el tercer lugar es una mentira. Como también es una mentira cuando los integrantes de cierto partido político dicen que ‘defienden la autonomía universitaria’, siendo que son ellos precisamente quienes la violan. Esto es la inauguración de la triste posverdad en nuestra universidad: ahora resulta que lo que es, no es. Que lo que hemos visto todos, no ha ocurrido. Son mentiras dentro de una red de mentiras en una guerra de propaganda derivada de una lucha entre dos partidos políticos que se disputan la universidad. En medio de ambos bandos, quedamos los profesores, quedamos los apartidistas, los ciudadanos. Y, en medio, quedan los más importantes: los alumnos.

No es posible que prefiramos la excelencia simulada por encima de la excelencia genuina. No es posible que prefiramos la mentira antes que reconocer las deficiencias y combatirlas. ¿Cómo vamos a mejorar si somos incapaces de reconocer nuestra posición y deficiencias? ¿Es realmente buena una universidad en la que no se puede discrepar con quienes detentan el poder? Nuestros alumnos descubrirán con tristeza que ante la mentira muchos de los profesores preferimos mirar hacia otro lado.

Como ejemplo de lo anterior, viene a mi mente la obra de teatro titulada ‘Enemigo del pueblo’ del noruego Henrik Ibsen, en la que se relata la historia del doctor Stockmann, quien tiene un enfrentamiento con el gobierno municipal, la prensa y el pueblo de su localidad. Stockmann descubre que el balneario del pueblo (una atracción turística y eje de la economía local) se encuentra envenenado, generando una amenaza a la salud de los habitantes y turistas. Él confía en que la verdad debe ser señalada. Sin embargo, para su sorpresa, todos rehúsan la verdad al ver amenazado su bienestar.

Como universitarios nuestro compromiso está con la ciencia, con el conocimiento y con la verdad. Los invito a que seamos fieles al espíritu universitario y, para ello, recordemos algunos lemas universitarios: ‘La verdad nos hará libres’. ‘Lux et veritas’ (Luz y verdad). ‘Alere Flammam Veritatis’ (Alentando la llama de la verdad). ‘Sapientiae Dilectione Augebitur Nos’ (El amor a la sabiduría nos engrandecerá). ‘Libertas Perfundet Omnia Luce’ (La libertad ilumina todas las cosas). ‘Ciencia y libertad’. ‘Luz, ciencia y verdad’. Son variantes de una misma idea. Ese espíritu de trascendencia, libertad y excelencia está en el lema de nuestra universidad. ‘Sursum Versus’ (Hacia la cúspide). Presupone dos cosas: el anhelo de excelencia y, por otra parte, la excelencia aún no lograda, pero por ello deseada. Porque solo se desea lo que no se tiene, diría Platón. El anhelo de excelencia es, me parece, un bellísimo anhelo. Sursum Versus.