/ sábado 10 de octubre de 2020

El Pionero de los “diablitos” en Mazatlán

“El Güero” Beltrán logró tener 8 puestos en el puerto; combinó la docencia con el comercio para sacar adelante a su familia

Mazatlán, Sin. - Por “cambalache”, Manuel “El Güero” Beltrán aprendió hacer “diablitos” en su ciudad natal Guasave, ya que un amigo le pidió de favor le enseñara a tomar fotografías con una cámara Pentax a cambio de mostrarle la fórmula para elaborar el mejor raspado del norte del estado, lo hizo por amistad, más que por necesidad o interés.

No obstante, ante la insistencia de su amigo de que era un buen negocio, a su regreso a Mazatlán, donde estudió la carrera de Ciencias de la Comunicación y ejerce la docencia como maestro universitario, puso el primer puesto en las puertas de la UAS y fue tanta la aceptación que tuvo, que llegó a operar 8 carritos, uno de ellos en Villa Unión.

Fue el pionero de los “diablitos” en Mazatlán, empezó en el año 1998 y durante 4 años, fue el único que vendió ese producto norteño en tierras sureñas del estado, poco a poco proliferaron los puestos de la competencia, pero nunca han podido igualar el sabor de la receta original, cuya fórmula guarda celosamente “El Güero” Beltrán, como lo llaman conocidos y amigos.

La diferencia de su receta frente a la competencia es que su producto no lastima la garganta y además quita la sed, ya que se elabora con ingredientes originales, licuados naturales y pulpas de marcas tradicionales.

Actualmente, Manuel es maestro de tiempo completo en la Universidad Autónoma de Sinaloa, en la carrera de Ingeniería, y está asignado al área de Servicio Social en esa facultad.

“De aquí ha salido todo, estos negocios son bien nobles, dedicándole tiempo y atendiéndolo bien, porque si no se atienden bien, no se dan las cosas. Nos pusimos a trabajar toda la familia, nomás que ya parte de la familia terminaron sus estudios, agarraron un trabajo formal, y yo conservé este puesto y el de la UAS, los estamos atendiendo yo, mi esposa y mis hijos, ya quedó en la familia, con la gente no se pudo, decidimos quedarnos pura familia”, expresó.

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

Uno de sus hijos es doctor, otro acaba de recibirse de biotecnólogo, el penúltimo está en tercer año de preparatoria, quiere estudiar agricultura o Ciencias del Mar, le gusta la biología pesquera, y el último está en la secundaria.

Comentó que debido a la pandemia tuvo que cerrar el puesto de la UAS, así que solo conserva el de la avenida Ejército Mexicano, esquina con Río San Lorenzo, a un costado de Coppel América, casi en frente de la Ley Vieja.

“Este negocio lo traemos de Guasave, ya existía, tenía más de 10 años, y nosotros ya tenemos más de 22 años aquí en Mazatlán, aquí en el puerto nadie vendía ‘diablitos’, nosotros fuimos los pioneros, tuvimos como unos 4 años vendiendo solos, tuvimos varios puntos de venta: en la Ley del Mar, en la Santa Rosa, en la Insurgentes, en Villa Unión, en El Conchi, en la UAS y en Ejército Mexicano, llegamos a tener como 8 puestos”, recordó.

El Güero Beltrán conserva a sus clientes de antaño, quienes constantemente le aseguran que son los mejores “diablitos” de Mazatlán, no por nada su dicho desde que inició fue: “Si no le gusta, no me lo paga”, y “Al cliente, lo que pida”. Más de uno se ha atrevido a decirle que no le gustó, pero cuando le pide que le devuelva el raspado, sonriendo le pagan.

Si bien algunos, le piden los ingredientes a su gusto, la receta original se mantiene y lo único que revela es que la clave está en los polvos de chile que le pone.

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

PRIMER PUESTO

Manuel reconoce que la idea de poner un puesto de “diablitos” no fue suya, sino la de un amigo que le insistió mucho en que aprendiera.

“Esto se dio porque un amigo de nosotros, allá en Guasave, que trabaja un puesto de ‘diablitos’ en la Parisina, quería trabajar en un periódico de fotógrafo, y como yo soy comunicólogo, y tenía una cámara Pentax que utilizaba para fotos de turismo, me dijo que porqué no intercambiábamos experiencias, tú me enseñas a tomar fotos y yo te enseño a hacer ‘diablitos’, esa fue la forma en que aprendí”.

Aceptó el “cambalache” incrédulo: “Me dijo, nombre vas a pegar allá, le dije no, no hay problema, me dijo: tú hazlo y verás que vas a pegar, y sí, yo soy maestro universitario, lo traje y lo puse en la UAS, en la pura entrada de la ECA”.

El negocio funcionó al grado que tuvo que extenderse a 8 puntos en Mazatlán, incluso, uno de ellos en Villa Unión, que después tuvo que cerrar por una “grilla” que le hicieron los mismos comerciantes al ver la aceptación que tenía el producto.

Foto: Archivo │ OEM

Toda la familia se integró al negocio, los hijos más grandes terminaron sus estudios y tuvo que cerrar algunos de los puestos, ya que no se pudo adaptar a trabajadores contratados, solo se quedó con el de la UAS y el de la avenida Ejército Mexicano.

“Cuando he puesto empleados se batalla porque no le calculan bien los ingredientes, si le falla va a quedar desabrido, si te pasas queda ácido y le va a molestar la garganta al cliente”, apuntó.

Manuel explica el proceso de producción, el raspado lleva hielo a la mitad, se mezclan pulpas y licuados de naranja, limón, mandarina, tamarindo, ciruela, chabacano y tejocote con jugo de manzana, pero la clave está en un polvo de chile que le añade, se le agrega más hielo hasta llenar el vaso, y se le coloca, serpentinas, tarugos y paletas de tamarindo dulces o picosas.

“El ‘diablito’ nació en la región del norte, todo lo que es Guasave y Guamúchil, ahí es donde nace, se llama ‘diablito’ por lo rojo, no por lo picoso, este ‘diablito’ a diferencia del raspado de dulce, sí te quita la sed por los cítricos y lo saladito, te hidrata”, comentó.

Foto: Archivo │ OEM

CLIENTES FIELES

Más que la pandemia del coronavirus que lo obligó a cerrar uno de los dos puestos, el que opera en la UAS, Manuel Beltrán asegura que lo que más le ha afectado en las ventas son las copias de los “diablitos” que vende la competencia, pues elaboran el producto muy enchiloso y ácido, y la gente cree que todos saben igual.

“Lo que tiene este raspado es que son licuados de ciruela y chabacano natural, no es de chamoy, ese es el problema de la competencia, hacen una bomba con el chamoy que le ponen, la gente les compra, pero ya no vuelve, y como ya le cayó mal, ni conmigo tampoco viene, lo bueno es que los clientes nuestros se mantienen, los que ya nos conocen desde hace muchos años”.

Foto: Carla González │ El Sol de Mazatlán

El Güero Beltrán confiesa que le hubiera gustado ser corresponsal de televisión, ya que eso fue lo que lo trajo de Guasave a Mazatlán, en la década de los 90, en ninguna otra parte del estado había la carrera de Ciencias de la Comunicación; aprendió el oficio de la construcción, por su padre que era ladrillero, su primer trabajo en el puerto fue en una constructora, ahí aprendió a poner tirol, pegar piso, plomería, electricidad, de todo.

Puedes leer: Se adaptan comerciantes del Centro a la nueva normalidad

Tuvo la oportunidad de presentar un proyecto de medios audiovisuales en la escuela de Ingeniería de la UAS, y se quedó a crear el Departamento de Medios Audiovisuales de Ingeniería, después estudió la maestría en Educación en el Centro de Estudios Superiores del Sur de Sinaloa, campus Mazatlán.

Sin embargo, el negocio familiar de los “diablitos” es lo que le ha dado todo para salir adelante, combinándolo con su carrera. “Estos negocios son bien nobles, pero requiere de tiempo, dedicación, porque si no, no se dan las cosas”, concluyó.



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Mazatlán, Sin. - Por “cambalache”, Manuel “El Güero” Beltrán aprendió hacer “diablitos” en su ciudad natal Guasave, ya que un amigo le pidió de favor le enseñara a tomar fotografías con una cámara Pentax a cambio de mostrarle la fórmula para elaborar el mejor raspado del norte del estado, lo hizo por amistad, más que por necesidad o interés.

No obstante, ante la insistencia de su amigo de que era un buen negocio, a su regreso a Mazatlán, donde estudió la carrera de Ciencias de la Comunicación y ejerce la docencia como maestro universitario, puso el primer puesto en las puertas de la UAS y fue tanta la aceptación que tuvo, que llegó a operar 8 carritos, uno de ellos en Villa Unión.

Fue el pionero de los “diablitos” en Mazatlán, empezó en el año 1998 y durante 4 años, fue el único que vendió ese producto norteño en tierras sureñas del estado, poco a poco proliferaron los puestos de la competencia, pero nunca han podido igualar el sabor de la receta original, cuya fórmula guarda celosamente “El Güero” Beltrán, como lo llaman conocidos y amigos.

La diferencia de su receta frente a la competencia es que su producto no lastima la garganta y además quita la sed, ya que se elabora con ingredientes originales, licuados naturales y pulpas de marcas tradicionales.

Actualmente, Manuel es maestro de tiempo completo en la Universidad Autónoma de Sinaloa, en la carrera de Ingeniería, y está asignado al área de Servicio Social en esa facultad.

“De aquí ha salido todo, estos negocios son bien nobles, dedicándole tiempo y atendiéndolo bien, porque si no se atienden bien, no se dan las cosas. Nos pusimos a trabajar toda la familia, nomás que ya parte de la familia terminaron sus estudios, agarraron un trabajo formal, y yo conservé este puesto y el de la UAS, los estamos atendiendo yo, mi esposa y mis hijos, ya quedó en la familia, con la gente no se pudo, decidimos quedarnos pura familia”, expresó.

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

Uno de sus hijos es doctor, otro acaba de recibirse de biotecnólogo, el penúltimo está en tercer año de preparatoria, quiere estudiar agricultura o Ciencias del Mar, le gusta la biología pesquera, y el último está en la secundaria.

Comentó que debido a la pandemia tuvo que cerrar el puesto de la UAS, así que solo conserva el de la avenida Ejército Mexicano, esquina con Río San Lorenzo, a un costado de Coppel América, casi en frente de la Ley Vieja.

“Este negocio lo traemos de Guasave, ya existía, tenía más de 10 años, y nosotros ya tenemos más de 22 años aquí en Mazatlán, aquí en el puerto nadie vendía ‘diablitos’, nosotros fuimos los pioneros, tuvimos como unos 4 años vendiendo solos, tuvimos varios puntos de venta: en la Ley del Mar, en la Santa Rosa, en la Insurgentes, en Villa Unión, en El Conchi, en la UAS y en Ejército Mexicano, llegamos a tener como 8 puestos”, recordó.

El Güero Beltrán conserva a sus clientes de antaño, quienes constantemente le aseguran que son los mejores “diablitos” de Mazatlán, no por nada su dicho desde que inició fue: “Si no le gusta, no me lo paga”, y “Al cliente, lo que pida”. Más de uno se ha atrevido a decirle que no le gustó, pero cuando le pide que le devuelva el raspado, sonriendo le pagan.

Si bien algunos, le piden los ingredientes a su gusto, la receta original se mantiene y lo único que revela es que la clave está en los polvos de chile que le pone.

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

PRIMER PUESTO

Manuel reconoce que la idea de poner un puesto de “diablitos” no fue suya, sino la de un amigo que le insistió mucho en que aprendiera.

“Esto se dio porque un amigo de nosotros, allá en Guasave, que trabaja un puesto de ‘diablitos’ en la Parisina, quería trabajar en un periódico de fotógrafo, y como yo soy comunicólogo, y tenía una cámara Pentax que utilizaba para fotos de turismo, me dijo que porqué no intercambiábamos experiencias, tú me enseñas a tomar fotos y yo te enseño a hacer ‘diablitos’, esa fue la forma en que aprendí”.

Aceptó el “cambalache” incrédulo: “Me dijo, nombre vas a pegar allá, le dije no, no hay problema, me dijo: tú hazlo y verás que vas a pegar, y sí, yo soy maestro universitario, lo traje y lo puse en la UAS, en la pura entrada de la ECA”.

El negocio funcionó al grado que tuvo que extenderse a 8 puntos en Mazatlán, incluso, uno de ellos en Villa Unión, que después tuvo que cerrar por una “grilla” que le hicieron los mismos comerciantes al ver la aceptación que tenía el producto.

Foto: Archivo │ OEM

Toda la familia se integró al negocio, los hijos más grandes terminaron sus estudios y tuvo que cerrar algunos de los puestos, ya que no se pudo adaptar a trabajadores contratados, solo se quedó con el de la UAS y el de la avenida Ejército Mexicano.

“Cuando he puesto empleados se batalla porque no le calculan bien los ingredientes, si le falla va a quedar desabrido, si te pasas queda ácido y le va a molestar la garganta al cliente”, apuntó.

Manuel explica el proceso de producción, el raspado lleva hielo a la mitad, se mezclan pulpas y licuados de naranja, limón, mandarina, tamarindo, ciruela, chabacano y tejocote con jugo de manzana, pero la clave está en un polvo de chile que le añade, se le agrega más hielo hasta llenar el vaso, y se le coloca, serpentinas, tarugos y paletas de tamarindo dulces o picosas.

“El ‘diablito’ nació en la región del norte, todo lo que es Guasave y Guamúchil, ahí es donde nace, se llama ‘diablito’ por lo rojo, no por lo picoso, este ‘diablito’ a diferencia del raspado de dulce, sí te quita la sed por los cítricos y lo saladito, te hidrata”, comentó.

Foto: Archivo │ OEM

CLIENTES FIELES

Más que la pandemia del coronavirus que lo obligó a cerrar uno de los dos puestos, el que opera en la UAS, Manuel Beltrán asegura que lo que más le ha afectado en las ventas son las copias de los “diablitos” que vende la competencia, pues elaboran el producto muy enchiloso y ácido, y la gente cree que todos saben igual.

“Lo que tiene este raspado es que son licuados de ciruela y chabacano natural, no es de chamoy, ese es el problema de la competencia, hacen una bomba con el chamoy que le ponen, la gente les compra, pero ya no vuelve, y como ya le cayó mal, ni conmigo tampoco viene, lo bueno es que los clientes nuestros se mantienen, los que ya nos conocen desde hace muchos años”.

Foto: Carla González │ El Sol de Mazatlán

El Güero Beltrán confiesa que le hubiera gustado ser corresponsal de televisión, ya que eso fue lo que lo trajo de Guasave a Mazatlán, en la década de los 90, en ninguna otra parte del estado había la carrera de Ciencias de la Comunicación; aprendió el oficio de la construcción, por su padre que era ladrillero, su primer trabajo en el puerto fue en una constructora, ahí aprendió a poner tirol, pegar piso, plomería, electricidad, de todo.

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Tuvo la oportunidad de presentar un proyecto de medios audiovisuales en la escuela de Ingeniería de la UAS, y se quedó a crear el Departamento de Medios Audiovisuales de Ingeniería, después estudió la maestría en Educación en el Centro de Estudios Superiores del Sur de Sinaloa, campus Mazatlán.

Sin embargo, el negocio familiar de los “diablitos” es lo que le ha dado todo para salir adelante, combinándolo con su carrera. “Estos negocios son bien nobles, pero requiere de tiempo, dedicación, porque si no, no se dan las cosas”, concluyó.



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