Con menos rating que la mañanera de Palacio Nacional, pero a caso igual de aburrida, este lunes 29 de enero se estrenó “La Conferencia de la Verdad”, de Xóchitl Gálvez. Alejada del huipil, enfundada en un traje rosa, que recuerda al mundo Barbie, Xóchitl se lanzó contra el presidente y algunas de sus pifias, en un acto que pareciera dirigido exclusivamente al público femenino. Sin ángel, sin creatividad, sin emoción. Pan con lo mismo. ¿Es el preámbulo de una campaña presidencial condenada al fracaso?
El telón de fondo, sobrio y minimalista, en tonos de rosa mexicano, contrasta abiertamente con la escenografía abigarrada y populachera de la mañanera del presidente. Es como si Xóchitl y su equipo de campaña dijeran, sin decirlo, ahí les va la nuestra, pinches chairos. Para fortuna de todos, ella incluida, alguien la convenció de que se deshiciera del huipil, o al menos, que lo escondiera debajo del saco también teñido de rosa mexicano. Una acierto, si no fuera porque la hace ver como alguien que busca dirigirse exclusivamente a un público femenino ¿Y los hombres? ¿Esos no votan? O tal vez las encuestas, las benditas encuestas, indican que el público con el que Xóchitl podría asegurar más votos, es precisamente el público de las mujeres de nivel socioeconómico medio y alto. Al menos la candidata ya entendió que el enorme segmento de los pobres y los marginados de este país, tiene dueño. Le pertenece a López Obrador y a Claudia Sheinbaum. Por ahí ni buscarle.
Con un ojo puesto en el discurso y el otro en un la cámara, Xóchitl, maquillada con aire juvenil, en su “conferencia” no nos dice nada que no sepamos. Que si las mentiras cotidianas del presidente; que si nos dan atole con el dedo; que si estamos peor que nunca. Por instantes se ve incómoda ante las pausas de los reporteros (que nunca aparecen a cuadro) al momento de plantear sus preguntas. Preguntas a modo, muy similares en tono y condescendencia, a las que los reporteros de Palacio Nacional, tipo Lord Molécula, suelen plantearle a López Obrador.
La nueva Xóchitl
Ni rastro queda de aquella Xóchitl campirana y orgullosa que aparece en los anuncios de televisión y radio, donde lo que se pretende es vendernos al personaje de la mujer humilde, que salió de la pobreza y se hizo a sí misma a base de chamba. Un discurso que al parecer no conmovió a nadie. Y mucho menos a un público joven. ¿De veras se piensa que para un chavo que va a votar por primera vez en las próximas elecciones, ese tipo de narrativas podrían convencerlo de que Xóchitl es la mejor opción? Un chavo quiere ver gente joven, o al menos, gente con la que pueda sentir alguna afinidad. Y no a una doña, solitaria y malhumorada, vestida con huipil, que además, habla con tono regañón. ¿Quién, a sus 18 años, podría considerar atractivo votar por su abuelita? Todo eso explica de alguna forma por qué alguien como Samuel García, el gober mi rey de Nuevo León, comenzaba a ser tan exitoso en su muy breve paso como candidato a la presidencia. Guste o no, Samuel y su esposa, con el uso de las redes sociales, lograron crear un discurso (basado en la estulticia y la espontaneidad, eso sí) que conectaba de lleno con un público joven. Cómo olvidar el “fosfo, fosfo”, el cual se hizo viral en unas cuantas horas.
El discurso opositor
Exactamente como podría esperarse, el discurso de Xóchitl en La Conferencia de la Verdad está enfocado en lanzar una crítica feroz a los desaciertos y excesos del presidente, tal y como lo hiciera él mismo cuando fue opositor del régimen. Está comprobado que la estrategia funciona. Y más cuando hay tanta tela de dónde cortar. Aun así “la conferencia” de Xóchitl tendría más sentido, si además de denunciar y condenar lo que se ha hecho mal, se nos propusieran soluciones razonables para enderezar los entuertos, que no son pocos. No más puntadas. Ya no nos hablen de generalidades, háblenos como gente que conoce el tema que está abordando. Como alguien que se ha asesorado con expertos. Si nos van a tirar el rollo de que para terminar con la inseguridad, la respuesta está en darles capacitación a los soldados-gendarmes de la Guardia Nacional y subirles el sueldo, mejor ahórrense la rechifla.
Mujeres de hierro
Hasta ahora, tanto Xóchitl como Claudia, se han mostrado ante la opinión pública como dos mujeres solitarias, cuyos hijos y maridos son como fantasmas. Nunca los vemos. En su comunicación, ni la familia ni el hogar son importantes. Es muy posible que si le preguntásemos a un mexicano de a pie cuál considera que es la situación marital, tanto de una candidata como de la otra, la respuesta sea que ambas están divorciadas o separadas. O al menos lo parecen. ¿Y eso favorece o es un obstáculo? En el caso de Sheinbaum, da lo mismo. Alguien que posee una ventaja de más de veinte puntos sobre su más cercano competidor, no tendría por qué preocuparse demasiado. Pero para Xóchitl la situación es distinta.
¿Cómo desea posicionarse entre sus probables votantes? ¿Cómo desea ser recordada cuando escuchen su nombre? ¿Como una mujer de hierro, dura y respondona, o como una madre de familia mexicana, chingona y rifada, la cual posee el talento para gobernar un
país en llamas? El posicionamiento lo es todo. Es la manera como la gente ve a un candidato. Más vale que caiga bien.
¿Por cuál vota?
En los llamados focus group (investigación de mercado) un producto que está a punto de ser lanzado masivamente, digamos una nueva mayonesa, es sometido al escrutinio del consumidor potencial para medir su aceptación. Se invita a un grupo de personas con características similares en cuanto a sexo, edad y nivel socioeconómico a que prueben el mentado producto y opinen qué les parece. A veces se les pide que llenen un cuestionario. Una pregunta frecuente en ese tipo de cuestionarios es: ¿si la mayonesa X fuese una persona, usted confiaría en esa persona? En este sentido, si quisiéramos calar a la candidata opositora del PRIAN en uno de estos focus group, podríamos simplemente preguntar: ¿después de ver la Conferencia de la Verdad, usted votaría por un producto como Xóchitl?