/ viernes 19 de enero de 2024

La voz del cácaro | Ecuador: el Destino los Alcanzó

Finalmente la bomba estalló en Ecuador. Al más puro estilo de Felipe Calderón, el gobierno de Daniel Noboa le declaró la guerra al narco. Y para hacerlo oficial emitió un decreto en el que se reconoce la existencia un conflicto armado interno. Con ello se desataron toques de queda, requisas en las calles y mano dura en las cárceles. ¿Lo que está ocurriendo en Ecuador podría replicarse en México? ¿O será que ocurre desde hace largo tiempo y hemos preferido cerrar los ojos?

El primer aviso se dio hace un poco más de cinco meses con el asesinato de Fernando Villavicencio, candidato a la presidencia de Ecuador. Se supone que quien planeó y financió en ataque fue Adolfo Macías, alias “Fito”, jefe de “Los Choneros”, una de las bandas de mañosos más violentas del país. El caos se desató cuando el mentado “Fito” se fugó de una prisión en Guayaquil. Lo que siguió fue una arremetida violenta: motines en cárceles, secuestros, ataques con explosivos y vehículos incendiados. Nada que no hayamos visto en México durante las últimas décadas. Por supuesto, en México esta clase de zafarranchos resultan menos visibles que en Ecuador, dado el tamaño del país. Eso sumado al empeño del presidente López Obrador de negarse a reconocer que su política en seguridad ha sido un estrepitoso fracaso.


Balazos más que abrazos

En efecto, muy distinta a la postura de López Obrador, ha sido la postura del presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, quien al primer encontronazo decretó el estado de excepción en el país y de paso resolvió echarle toda la fuerza del Estado a los mañosos. Mas aun, también les pidió a los gringos y a los argentinos que lo apoyen con tropas y armas. Eso, a simple vista, deja ver que Noboa, durante su breve periodo como presidente, se ha negado a pactar con las mafias del narco ecuatoriano. ¿Pero se podría decir lo mismo tanto de clase política ecuatoriana como de su policía y su ejército? Y es que aquí y en Ecuador, para que la maña pueda hacer de las suyas, necesita estar coludida con la autoridad. No hay de otra. El mismo Noboa ya les advirtió a jueces y fiscales que en caso de dictar resoluciones favorables a los delincuentes, serán considerados como terroristas.

¿Será?

La estrategia de “balazos y no abrazos” de Noboa es la misma estrategia implementada por Nayib Bukele, presidente de El Salvador, contra las maras (pandillas). En su momento, Buekele usó todos los instrumentos legales, económicos y militares a su alcance para acorralar a la delincuencia. Al mismo tiempo creó la prisión más grande del continente americano (Centro de Confinamiento del Terrorismo) con capacidad para albergar a 40 mil malandros. Al final de cuentas resulta más redituable tener un país en paz, que uno en llamas. También es cierto que siempre será menos complicado poner en paz a un territorio pequeño, que uno del tamaño de México. Eso sin contar que tenemos de vecino a Estados Unidos, país de donde proviene un poco más del ochenta por ciento de las armas usadas en hechos de violencia en México. Si por ahí nos cae una bala perdida, es muy probable que sea made in USA.

Derecho de piso


Pero enfrentar al narco en Ecuador ha traído otros dolores de cabeza, tanto para el gobierno que se fue, como para el que llegó con Noboa. En 2023 hubo un aumento escalofriante en la cifra de delitos que en apariencia no están relacionados con el tráfico de drogas, como la extorsión, el robo y el secuestro. Antes de que Noboa asumiera la presidencia, en Guayaquil la extorsión había crecido 390% y los homicidios 70%. Algo muy parecido a lo que ha ocurrido en México, donde la delincuencia, ante la inacción y el contubernio con la autoridad, se dedica a cobrarle a la gente un derecho de piso por permitirle trabajar; una especie de “impuesto pirata” sobre la renta. Es esa misma delincuencia la que también levanta migrantes centroamericanos en las carreteras, y les exige una cuota por cruzar México en su viaje hacia la frontera norte.

El costo de la guerra

Con tanques y helicópteros el presidente Noboa ha retomado el control de las cárceles del país. Esa es la muestra de que, al menos en Ecuador, la fuerza del estado es más poderosa que la de los malandros. Bueno, por ahora. Porque ya salió el viceministro de economía ecuatoriano a decir que se requiere un poco más de mil millones de dólares, tan sólo en el primer año, para ganar la guerra contra el narco. ¿Y quién va a pagar la mentada guerra? El pueblo. ¿Quién más? De manera que Noboa, ni tardo ni perezoso ya le planteó a la Asamblea Nacional un aumento en el IVA, que va de 12% a 15%. Habrá qué ver qué tan dispuestos están los ecuatorianos a aflojar más dinero, a cambio de la promesa de una vida en paz.

¿Y en México? ¿Si el gobierno de la 4T se decidiera realmente a lanzar todos sus recursos contra la delincuencia, lograría hacerse del control de la seguridad? Es muy posible. Aunque por ahora parece que nos quedaremos con la duda. Porque de aquí a lo que resta del mandato de López Obrador, lo más probable es que la política de “los abrazos…” se mantenga sin cambios. Es año electoral y la maña también tiene su corazoncito. Y sobre todo, tiene mucho dinero para financiar campañas.

Claro que si en el sexenio que viene las cosas continúan en México como hasta ahora, no pasará mucho tiempo antes de que la próxima presidenta y su gabinete, les guste o no, se vean forzados por las circunstancias a abrir los ojos y enfrentar al monstruo, tal y como lo han hecho Noboa y Bukele. Por ahora esa chamba la hacen las guardias vecinales y las autodefensas en estados como Guerrero y Michoacán, siempre con la posibilidad de que tales grupos terminen convirtiéndose en aquello que juraron combatir. Y eso, no sólo en México, sino en toda Latinoamérica, ocurre con demasiada frecuencia.

Finalmente la bomba estalló en Ecuador. Al más puro estilo de Felipe Calderón, el gobierno de Daniel Noboa le declaró la guerra al narco. Y para hacerlo oficial emitió un decreto en el que se reconoce la existencia un conflicto armado interno. Con ello se desataron toques de queda, requisas en las calles y mano dura en las cárceles. ¿Lo que está ocurriendo en Ecuador podría replicarse en México? ¿O será que ocurre desde hace largo tiempo y hemos preferido cerrar los ojos?

El primer aviso se dio hace un poco más de cinco meses con el asesinato de Fernando Villavicencio, candidato a la presidencia de Ecuador. Se supone que quien planeó y financió en ataque fue Adolfo Macías, alias “Fito”, jefe de “Los Choneros”, una de las bandas de mañosos más violentas del país. El caos se desató cuando el mentado “Fito” se fugó de una prisión en Guayaquil. Lo que siguió fue una arremetida violenta: motines en cárceles, secuestros, ataques con explosivos y vehículos incendiados. Nada que no hayamos visto en México durante las últimas décadas. Por supuesto, en México esta clase de zafarranchos resultan menos visibles que en Ecuador, dado el tamaño del país. Eso sumado al empeño del presidente López Obrador de negarse a reconocer que su política en seguridad ha sido un estrepitoso fracaso.


Balazos más que abrazos

En efecto, muy distinta a la postura de López Obrador, ha sido la postura del presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, quien al primer encontronazo decretó el estado de excepción en el país y de paso resolvió echarle toda la fuerza del Estado a los mañosos. Mas aun, también les pidió a los gringos y a los argentinos que lo apoyen con tropas y armas. Eso, a simple vista, deja ver que Noboa, durante su breve periodo como presidente, se ha negado a pactar con las mafias del narco ecuatoriano. ¿Pero se podría decir lo mismo tanto de clase política ecuatoriana como de su policía y su ejército? Y es que aquí y en Ecuador, para que la maña pueda hacer de las suyas, necesita estar coludida con la autoridad. No hay de otra. El mismo Noboa ya les advirtió a jueces y fiscales que en caso de dictar resoluciones favorables a los delincuentes, serán considerados como terroristas.

¿Será?

La estrategia de “balazos y no abrazos” de Noboa es la misma estrategia implementada por Nayib Bukele, presidente de El Salvador, contra las maras (pandillas). En su momento, Buekele usó todos los instrumentos legales, económicos y militares a su alcance para acorralar a la delincuencia. Al mismo tiempo creó la prisión más grande del continente americano (Centro de Confinamiento del Terrorismo) con capacidad para albergar a 40 mil malandros. Al final de cuentas resulta más redituable tener un país en paz, que uno en llamas. También es cierto que siempre será menos complicado poner en paz a un territorio pequeño, que uno del tamaño de México. Eso sin contar que tenemos de vecino a Estados Unidos, país de donde proviene un poco más del ochenta por ciento de las armas usadas en hechos de violencia en México. Si por ahí nos cae una bala perdida, es muy probable que sea made in USA.

Derecho de piso


Pero enfrentar al narco en Ecuador ha traído otros dolores de cabeza, tanto para el gobierno que se fue, como para el que llegó con Noboa. En 2023 hubo un aumento escalofriante en la cifra de delitos que en apariencia no están relacionados con el tráfico de drogas, como la extorsión, el robo y el secuestro. Antes de que Noboa asumiera la presidencia, en Guayaquil la extorsión había crecido 390% y los homicidios 70%. Algo muy parecido a lo que ha ocurrido en México, donde la delincuencia, ante la inacción y el contubernio con la autoridad, se dedica a cobrarle a la gente un derecho de piso por permitirle trabajar; una especie de “impuesto pirata” sobre la renta. Es esa misma delincuencia la que también levanta migrantes centroamericanos en las carreteras, y les exige una cuota por cruzar México en su viaje hacia la frontera norte.

El costo de la guerra

Con tanques y helicópteros el presidente Noboa ha retomado el control de las cárceles del país. Esa es la muestra de que, al menos en Ecuador, la fuerza del estado es más poderosa que la de los malandros. Bueno, por ahora. Porque ya salió el viceministro de economía ecuatoriano a decir que se requiere un poco más de mil millones de dólares, tan sólo en el primer año, para ganar la guerra contra el narco. ¿Y quién va a pagar la mentada guerra? El pueblo. ¿Quién más? De manera que Noboa, ni tardo ni perezoso ya le planteó a la Asamblea Nacional un aumento en el IVA, que va de 12% a 15%. Habrá qué ver qué tan dispuestos están los ecuatorianos a aflojar más dinero, a cambio de la promesa de una vida en paz.

¿Y en México? ¿Si el gobierno de la 4T se decidiera realmente a lanzar todos sus recursos contra la delincuencia, lograría hacerse del control de la seguridad? Es muy posible. Aunque por ahora parece que nos quedaremos con la duda. Porque de aquí a lo que resta del mandato de López Obrador, lo más probable es que la política de “los abrazos…” se mantenga sin cambios. Es año electoral y la maña también tiene su corazoncito. Y sobre todo, tiene mucho dinero para financiar campañas.

Claro que si en el sexenio que viene las cosas continúan en México como hasta ahora, no pasará mucho tiempo antes de que la próxima presidenta y su gabinete, les guste o no, se vean forzados por las circunstancias a abrir los ojos y enfrentar al monstruo, tal y como lo han hecho Noboa y Bukele. Por ahora esa chamba la hacen las guardias vecinales y las autodefensas en estados como Guerrero y Michoacán, siempre con la posibilidad de que tales grupos terminen convirtiéndose en aquello que juraron combatir. Y eso, no sólo en México, sino en toda Latinoamérica, ocurre con demasiada frecuencia.