/ miércoles 10 de febrero de 2021

Los Concursos de Belleza: la otra perspectiva.

La Cámara de Diputados aprobó las adiciones del concepto de violencia simbólica y violencia mediática a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida libre de Violencia promovida, es así como la violencia simbólica quedó definida como la expresión, emisión o difusión por cualquier medio, ya sea en el ámbito público o privado, de discursos, mensajes, patrones estereotipados, signos, valores icónicos e ideas que transmiten, reproducen, justifican o naturalizan la subordinación, desigualdad, discriminación y violencia contra las mujeres en la sociedad.

Al respecto es importante mencionar que la violencia mediática se entiende como la expresión a través de cualquier medio de comunicación de contenidos que, de manera directa o indirecta, promueven imágenes de las mujeres encasillándolas en roles de género, es decir, estas que se promueven y las muestran de manera exclusiva como encargadas de labores domésticas. Otro ejemplo es el prototipo de la perfección del cuerpo femenino, exaltando para ello la delgadez extrema, así como la reproducción de imágenes que humillen, exploten, degraden, y discriminen a las mujeres, basta recordar algunos comerciales de cerveza o de deportes como el box y el fútbol.

En este sentido ¿cuál es el papel de los concursos de belleza y por qué se encuentran en observancia ante esta nueva legislación? Observemos con detenimiento y re pensemos, como es que través de ellos se promueven estereotipos sexistas que se basan tan solo en el cuerpo y terminan en nuestra cultura en la discriminación de las mujeres a partir de su apariencia y exigiendo un estándar de belleza. Estos mecanismos y parámetros de concurso fomentan la cosificación de las mujeres ya sea directa e indirecta, pensemos en cuántas imágenes sobre esto se nos vienen a la mente tan solo de revistas y periódicos para elevar sus ventas y gran mercado que existe.

Sé que seguro en casa o con sus amistades han tenido este debate, y es importante para ello la precisión, no es que los concursos de belleza estén prohibidos, cada persona podrá elegir tanto participar, como el promover su subsistencia, lo que sí cambia es que deben observarse estas nuevas disposiciones marcadas en la ley, sobre todo: el recurso público no puede estar destinado a donde se promueven roles y estereotipos de género que causan discriminación y violencias, y es este el parteaguas más importante a destacar.

La visibilización de la violencia mediática, se retrata también en el caso de las mujeres que destacan en la política, y quienes son atacadas constantemente por su forma de vestir, de peinarse o simplemente por ocupar un cargo público, poniendo en duda sus capacidades, aludiendo que solo los hombres tienen las facultades para gobernar y que las mujeres de ven más bonitas calladitas, lavando trastes o justamente ocupándose únicamente de la apariencia, quisiéramos pensar que eso ya es cosa del pasado, pero las declaraciones de funcionarios y legisladores, incluso la reproducción de notas en medios de comunicación nos dicen lo contrario.

La legislación federal avanza a una cultura de igualdad, hace falta hacer lo propio en los congresos locales. El cambio asusta y rompe inercias, celebremos todo aquello que nos dignifica como humanidad.

La Cámara de Diputados aprobó las adiciones del concepto de violencia simbólica y violencia mediática a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida libre de Violencia promovida, es así como la violencia simbólica quedó definida como la expresión, emisión o difusión por cualquier medio, ya sea en el ámbito público o privado, de discursos, mensajes, patrones estereotipados, signos, valores icónicos e ideas que transmiten, reproducen, justifican o naturalizan la subordinación, desigualdad, discriminación y violencia contra las mujeres en la sociedad.

Al respecto es importante mencionar que la violencia mediática se entiende como la expresión a través de cualquier medio de comunicación de contenidos que, de manera directa o indirecta, promueven imágenes de las mujeres encasillándolas en roles de género, es decir, estas que se promueven y las muestran de manera exclusiva como encargadas de labores domésticas. Otro ejemplo es el prototipo de la perfección del cuerpo femenino, exaltando para ello la delgadez extrema, así como la reproducción de imágenes que humillen, exploten, degraden, y discriminen a las mujeres, basta recordar algunos comerciales de cerveza o de deportes como el box y el fútbol.

En este sentido ¿cuál es el papel de los concursos de belleza y por qué se encuentran en observancia ante esta nueva legislación? Observemos con detenimiento y re pensemos, como es que través de ellos se promueven estereotipos sexistas que se basan tan solo en el cuerpo y terminan en nuestra cultura en la discriminación de las mujeres a partir de su apariencia y exigiendo un estándar de belleza. Estos mecanismos y parámetros de concurso fomentan la cosificación de las mujeres ya sea directa e indirecta, pensemos en cuántas imágenes sobre esto se nos vienen a la mente tan solo de revistas y periódicos para elevar sus ventas y gran mercado que existe.

Sé que seguro en casa o con sus amistades han tenido este debate, y es importante para ello la precisión, no es que los concursos de belleza estén prohibidos, cada persona podrá elegir tanto participar, como el promover su subsistencia, lo que sí cambia es que deben observarse estas nuevas disposiciones marcadas en la ley, sobre todo: el recurso público no puede estar destinado a donde se promueven roles y estereotipos de género que causan discriminación y violencias, y es este el parteaguas más importante a destacar.

La visibilización de la violencia mediática, se retrata también en el caso de las mujeres que destacan en la política, y quienes son atacadas constantemente por su forma de vestir, de peinarse o simplemente por ocupar un cargo público, poniendo en duda sus capacidades, aludiendo que solo los hombres tienen las facultades para gobernar y que las mujeres de ven más bonitas calladitas, lavando trastes o justamente ocupándose únicamente de la apariencia, quisiéramos pensar que eso ya es cosa del pasado, pero las declaraciones de funcionarios y legisladores, incluso la reproducción de notas en medios de comunicación nos dicen lo contrario.

La legislación federal avanza a una cultura de igualdad, hace falta hacer lo propio en los congresos locales. El cambio asusta y rompe inercias, celebremos todo aquello que nos dignifica como humanidad.