/ lunes 18 de marzo de 2024

El secreto de Doña Victoria Castañeda: preparar tamales con “palo de Brazil”

Doña Victoria Castañeda lleva 40 años en la elaboración de los tamales que se cocinan con el “palo de Brasil”, con el cual se le da el color

Mazatlán, Sin.- En el municipio de Escuinapa se tienen cientos de historias de mujeres de trabajo, las cuales en la mayoría han tenido que emprender algún pequeño negocio en el que han podido potencializar sus dotes culinarios para poder ganarse la vida y así sacar adelante a su familia.

Una de ellas es la señora Victoria Castañeda Galindo, una mujer que durante casi 40 años se ha dedicado a elaborar y vender los llamados “tamales colorados”, los cuales le han servido para ganarse la vida y poder sacar adelante a sus hijos.

Puedes leer: Bernardo Valdez hace el atole más tradicional en el mercado Hidalgo de Escuinapa

Pese a tener ya casi 70 años de edad, en Escuinapa es común ver a doña Victoria recorrer en su bicicleta cargada con su cubeta y a grito abierto anunciar los “tamales colorados”, escuchándose desde varias cuadras.

El inicio

Su historia en la elaboración y venta de sus tamales fue cuando tenía apenas 30 años de edad, ella vivía en el poblado de El Camarón, una comunidad ubicada en lo alto de la sierra de Escuinapa, lugar de donde tuvo que bajar a la cabecera, con el fin de buscar el sustento y generar recursos para tratar de aliviar a una de sus hijas quien se encontraba enferma pero desafortunadamente falleció.

La receta para elaborar sus tradicionales tamales se la dio una hermana que vivía en Escuinapa; fue así que comenzó a prepararlos y venderlos. En sus inicios solamente eran de masa, sin ningún otro ingrediente más, receta que fue mejorando, ya que luego los elaboró con camarón entero y también picadillo de camarón.

“Antes solamente eran de pura masa, pero hubo una ocasión en que una clienta que estaba embarazada me dijo que tenía antojo de tamales colorados pero que llevaran camarón, fue esa la primera ocasión en que les puse camarones, el sabor fue bueno y de ahí más gente inició a pedirlos”, comenta.

La elaboración del tamal colorado conlleva varias horas de trabajo, para poder darle la sazón y la consistencia correcta, ya que de lo contrario no se alcanzan a formar. Tan solo el maíz, se tiene que cocer con ceniza de leña, pero esta ceniza tiene que ser de madera árbol especial como lo es tepemezquite, güinol o capomo, ya que de no ser de estos árboles la masa queda agarrosa y no se puede comer.

Este platillo es una receta de su familia. Foto: Jesús López / El Sol de Mazatlán

Tras haberse cocido el maíz, este tiene que ser lavado y molerlo (trabajo que hace en un molino manual), para luego pasar a batirlo hasta que la masa queda espesa y posteriormente se pone la masa en la hoja y se le pone el camarón, picadillo o solamente de pura masa.

El tamal ya en forma, se pone a cocer en agua que previamente se había hervido con el “palo de Brasil” el cual la pinta de colorada, por lo cual el tamal se pone también en tono colorado, de donde surge el nombre.

Aunque este resulta ser un trabajo algo pesado, doña Victoria continúa elaborando y vendiendo sus tamales, ya que además de ganarse un peso, asegura que es algo que la llena de energía.

“Saber que la gente me espera todos los días para comprarme tamales me motiva para seguir haciéndolo”, señala.

Mazatlán, Sin.- En el municipio de Escuinapa se tienen cientos de historias de mujeres de trabajo, las cuales en la mayoría han tenido que emprender algún pequeño negocio en el que han podido potencializar sus dotes culinarios para poder ganarse la vida y así sacar adelante a su familia.

Una de ellas es la señora Victoria Castañeda Galindo, una mujer que durante casi 40 años se ha dedicado a elaborar y vender los llamados “tamales colorados”, los cuales le han servido para ganarse la vida y poder sacar adelante a sus hijos.

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Pese a tener ya casi 70 años de edad, en Escuinapa es común ver a doña Victoria recorrer en su bicicleta cargada con su cubeta y a grito abierto anunciar los “tamales colorados”, escuchándose desde varias cuadras.

El inicio

Su historia en la elaboración y venta de sus tamales fue cuando tenía apenas 30 años de edad, ella vivía en el poblado de El Camarón, una comunidad ubicada en lo alto de la sierra de Escuinapa, lugar de donde tuvo que bajar a la cabecera, con el fin de buscar el sustento y generar recursos para tratar de aliviar a una de sus hijas quien se encontraba enferma pero desafortunadamente falleció.

La receta para elaborar sus tradicionales tamales se la dio una hermana que vivía en Escuinapa; fue así que comenzó a prepararlos y venderlos. En sus inicios solamente eran de masa, sin ningún otro ingrediente más, receta que fue mejorando, ya que luego los elaboró con camarón entero y también picadillo de camarón.

“Antes solamente eran de pura masa, pero hubo una ocasión en que una clienta que estaba embarazada me dijo que tenía antojo de tamales colorados pero que llevaran camarón, fue esa la primera ocasión en que les puse camarones, el sabor fue bueno y de ahí más gente inició a pedirlos”, comenta.

La elaboración del tamal colorado conlleva varias horas de trabajo, para poder darle la sazón y la consistencia correcta, ya que de lo contrario no se alcanzan a formar. Tan solo el maíz, se tiene que cocer con ceniza de leña, pero esta ceniza tiene que ser de madera árbol especial como lo es tepemezquite, güinol o capomo, ya que de no ser de estos árboles la masa queda agarrosa y no se puede comer.

Este platillo es una receta de su familia. Foto: Jesús López / El Sol de Mazatlán

Tras haberse cocido el maíz, este tiene que ser lavado y molerlo (trabajo que hace en un molino manual), para luego pasar a batirlo hasta que la masa queda espesa y posteriormente se pone la masa en la hoja y se le pone el camarón, picadillo o solamente de pura masa.

El tamal ya en forma, se pone a cocer en agua que previamente se había hervido con el “palo de Brasil” el cual la pinta de colorada, por lo cual el tamal se pone también en tono colorado, de donde surge el nombre.

Aunque este resulta ser un trabajo algo pesado, doña Victoria continúa elaborando y vendiendo sus tamales, ya que además de ganarse un peso, asegura que es algo que la llena de energía.

“Saber que la gente me espera todos los días para comprarme tamales me motiva para seguir haciéndolo”, señala.

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