/ sábado 19 de junio de 2021

De pescador a rescatista de barcos

David “El Rojo” Calvario ha hecho de todo en la pesca, pero lo que más le gusta es bucear, oficio que practica desde los 34 años de edad

Mazatlán, Sin.-David Rojo Calvario aprendió de niño a nadar en charcos y albercas de Guadalajara. A los 14 años su madre lo trajo a Mazatlán para que se quedara con su padre, quien se dedicaba a tatemar pescados y a la compra-venta de mariscos, aquí aprendió a pescar escama con chinchorro de arrastre como se usaban en los 60, después embarcaría pescado y trabajaría de chofer echando viajes a Guadalajara, Ciudad de México y Brownsville, Texas.

Por un tiempo, también se embarcó en la flota camaronera, en su primer viaje de pavo terminó como cocinero, ya que se enfermó el “chef” de la embarcación a la mitad de la travesía y así siguió por varias temporadas.

David Rojo Calvario con su esposa y dos de sus hijos. | Foto: Cortesía David Rojo

Antes de embarcarse en la pesca de camarón, lo hizo en la de escama durante varios años, donde tuvo la experiencia de sufrir un naufragio en el Golfo de California, a la altura del puerto de Loreto, en una nave que se llamaba Valle de Mena, de la cooperativa Allende, al que se le abrió un boquete en la parte trasera, con 12 tripulantes a bordo.

Tanto él como sus compañeros tuvieron que nadar desde las 3:00 de la mañana hasta el amanecer, para tocar orilla en las playas de Agua Verde, Baja California; de ahí, la Armada los trasladaría a Loreto donde subieron al Ferri que los trajo a Mazatlán, después de 26 días de haber naufragado.

También puedes leer: El buzo que saca la basura del mar de Mazatlán

Con el paso del tiempo, “El Rojo”, como lo llaman sus amigos, se independizó y aprendió el oficio de buzo, habilidad que lo llevaría a la pesca de ostión y pulpo de manera libre, y a trabajar como rescatista de barcos hundidos y varados no solo en las costas de Sinaloa, sino también a lo largo del litoral del Océano Pacífico y el Golfo de México; en su cuenta, enumera entre 30 y 50 barcos rescatados, entre ellos camaroneros, buques y hasta un barco petrolero.

Él y un grupo de compañeros buzos participaron en el rescate de cuando menos 6 barcos camaroneros que naufragaron durante el huracán Ismael, en el año 1995.

Foto: Cortesía David Rojo

Actualmente tiene 72 años, y aunque ya no cuenta con la fuerza y la habilitad de antaño, cuando sacaba hasta 6 arpillas de ostiones que vendía a 50 o 60 pesos, él sigue en la captura de moluscos y, en tiempos de veda que se prolonga de mayo a septiembre, se dedica a la pesca del pulpo en las zonas rocosas de Mazatlán, en las que se llegan a extraer hasta 20 kilos de este espécimen.

Cuando está el agua caliente salen buzos hasta debajo de las piedras, hay muchos, pero en tiempo de frío, los que nos dedicamos a eso somos pocos, no todos le entran por lo helado, tenemos nuestro traje y sí nos da frío, pero no es igual, así cuando está el agua caliente duramos 4 horas buceando ya sea en el ostión o el pulpo, donde sea, pero en tiempos de frío de 2 y media hora, cuando mucho 3 horas, porque se empieza uno a enfriar muy feo”, expresó.

A LA PESCA DE OSTIÓN Y PULPO

Don David recuerda que inició en la pesca de ostión de manera fortuita cuando tenía alrededor de 34 años de edad, en tiempos de Piojillo; ese día visitó Playa Norte con su esposa e hijos, ahí les tocó ver a un pescador conocido que sacaba ostiones sobre un salvavidas, él se acomidió a ayudarle. Se trataba de Julián Juárez, a quien apodaban como El Alma Grande.

Lo conocía, le ayudé a sacar el tubo y me regaló los ostiones quebrados, le pregunté si había ostión y me dijo que mucho, le dije que si cualquiera podía sacar, y me dijo que sí, al siguiente día, conseguí un tubo, le agarré una barra a mi suegro, de las que usan los albañiles, y amarré al salvavidas una bolsa de mandado de orejas y llegué temprano a la playa; el Alma Grande andaba buceando y me dio pena meterme porque no sabía, esperé que se fuera y me metí”, cuenta.

Foto: Cortesía David Rojo

Al principio batalló para identificar los ostiones debajo del agua, ya sabía bucear pero no los conocía, hasta que vio uno quebrado, le pegó un marrazo y se despegaron los demás.

El primer día sacó alrededor de 120 ostiones y cómo no sabía abrirlos, los despedazaba, pero aun así los echó en una bolsa que vendió al dueño de la marisquería El Changuirongo, Pedro “El Chino”, que en ese entonces era apenas una carreta de mariscos a la altura de las oficinas de la CFE, quien le dio 3 pesos por su producto.

Pronto aprendió el oficio, en ese entonces sacaba alrededor de 600 ostiones. Un día conoció a José Luis, a quien le decían “La Vaca”, él le mostró como pescar pulpo y le ofreció comprarle el ostión que capturaba a 6 pesos.

Posteriormente buscó clientes y consiguió vender su ostión a El Mamucas, La Cueva, Los Arapes, entre otros establecimientos.

Se agregó con el grupo de ostioneros que iban a Marmol, que partían de la colonia Obrera y de la Juárez, llegó a sacar entre 4 y 6 arpillas al día, pagaba entre 15 y 20 pesos por arpilla a quien lo llevaba en la camioneta, y vendían el producto a 50 y 60 pesos el saco.

Por un tiempo dejó de trabajar en la pesca de ostión y pulpo, pero a los 40 años se incorporó de nuevo, varios de ellos formaron una cooperativa de ostioneros a la que llamaron Punta Cerritos, en la que duró varios años, pero volvió a independizarse, compró una camioneta y empezó a llevar gente, así el cobro por arpilla era para la gasolina y lo que capturaba le quedaba libre.

Se volvió a independizar y desde entonces trabaja solo en la pesca de ostión y pulpo, a veces lo invitan a bucear para la playa Colorada, Reforma y Dautillos, en Culiacán.

AL RESCATE DE BARCOS

Al trabajar como pescador de ostiones, “El Rojo” conoció a Roberto “El Güero” Zazueta, de El Walamo, ayudante de Juan Hernández Arreola, El Chaney, quien se dedicaba al rescate barcos y buques, con quien hizo amistad y al independizarse, lo invitó y le enseñó el oficio.

Otro pescador a quien le decían El Macanas, que se dedicaba también a sacar barcos siniestrados, lo invitó en una ocasión para que lo acompañara, ya que le pidieron rescatar un barco hundido a la altura del Río Bravo, cerca de Brownsville y Matamoros, y no sabían el camino, así que le pidió fuera su guía y ayudante.

Desde entonces participó con uno y otro en el rescate de más de 30 barcos.

La barra que utiliza como ostionero muestra el desgaste por los años de trabajo. | Foto: Cortesía David Rojo

No tengo cuenta de cuántos barcos, pero yo creo que son como unos 30 o 50 embarcaciones en los que he participado en su rescate, sacamos un petrolero en Veracruz, en el Río Tuxpan, pero ese no estaba hundido, sino varado por un lado, así he conocido el país de un lado a otro”, indicó.

David Rojo describe el trabajo de buzo como peligroso, pues en varias ocasiones ha estado a punto de morir ahogado o agredido por tiburones, que le han pasado por encima de él.

Como ostionero, dice haberse enfadado de trabajar en grupo, debido a que se batalla mucho con la gente, y prefiere trabajar solo, desde hace tiempo su esposa le regaló un celular por si le pasaba algo tuviera con qué comunicarse, pero agradece a Dios que siempre lo ha guardado, asegura que mientras tenga fuerzas y salud, seguirá buceando porque es una práctica que le sirve de terapia y relajación, además de generarle un ingreso para vivir de la pesca de ostión y pulpo.

Él y uno de sus hijos, acaban de poner un negocio de marisquería, donde venden producto fresco y a buen precio, en la colonia Monte Bello, sobre la avenida El Walamo, que esperan mantener, a la par con la pesca de ostión y pulpo.

CIFRA

  • 72 años de edad tiene don David Rojo Calvario, de los cuales más de 30 se ha dedicado a la pesca de ostión y pulpo en Mazatlán.

APOYO EN SINIESTROS

  • David Rojo ha participado en el rescate de 30 a 50 barcos hundidos o varados en las costas del Oceáno Pacífico, Golfo de California y Golfo de México.



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Mazatlán, Sin.-David Rojo Calvario aprendió de niño a nadar en charcos y albercas de Guadalajara. A los 14 años su madre lo trajo a Mazatlán para que se quedara con su padre, quien se dedicaba a tatemar pescados y a la compra-venta de mariscos, aquí aprendió a pescar escama con chinchorro de arrastre como se usaban en los 60, después embarcaría pescado y trabajaría de chofer echando viajes a Guadalajara, Ciudad de México y Brownsville, Texas.

Por un tiempo, también se embarcó en la flota camaronera, en su primer viaje de pavo terminó como cocinero, ya que se enfermó el “chef” de la embarcación a la mitad de la travesía y así siguió por varias temporadas.

David Rojo Calvario con su esposa y dos de sus hijos. | Foto: Cortesía David Rojo

Antes de embarcarse en la pesca de camarón, lo hizo en la de escama durante varios años, donde tuvo la experiencia de sufrir un naufragio en el Golfo de California, a la altura del puerto de Loreto, en una nave que se llamaba Valle de Mena, de la cooperativa Allende, al que se le abrió un boquete en la parte trasera, con 12 tripulantes a bordo.

Tanto él como sus compañeros tuvieron que nadar desde las 3:00 de la mañana hasta el amanecer, para tocar orilla en las playas de Agua Verde, Baja California; de ahí, la Armada los trasladaría a Loreto donde subieron al Ferri que los trajo a Mazatlán, después de 26 días de haber naufragado.

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Con el paso del tiempo, “El Rojo”, como lo llaman sus amigos, se independizó y aprendió el oficio de buzo, habilidad que lo llevaría a la pesca de ostión y pulpo de manera libre, y a trabajar como rescatista de barcos hundidos y varados no solo en las costas de Sinaloa, sino también a lo largo del litoral del Océano Pacífico y el Golfo de México; en su cuenta, enumera entre 30 y 50 barcos rescatados, entre ellos camaroneros, buques y hasta un barco petrolero.

Él y un grupo de compañeros buzos participaron en el rescate de cuando menos 6 barcos camaroneros que naufragaron durante el huracán Ismael, en el año 1995.

Foto: Cortesía David Rojo

Actualmente tiene 72 años, y aunque ya no cuenta con la fuerza y la habilitad de antaño, cuando sacaba hasta 6 arpillas de ostiones que vendía a 50 o 60 pesos, él sigue en la captura de moluscos y, en tiempos de veda que se prolonga de mayo a septiembre, se dedica a la pesca del pulpo en las zonas rocosas de Mazatlán, en las que se llegan a extraer hasta 20 kilos de este espécimen.

Cuando está el agua caliente salen buzos hasta debajo de las piedras, hay muchos, pero en tiempo de frío, los que nos dedicamos a eso somos pocos, no todos le entran por lo helado, tenemos nuestro traje y sí nos da frío, pero no es igual, así cuando está el agua caliente duramos 4 horas buceando ya sea en el ostión o el pulpo, donde sea, pero en tiempos de frío de 2 y media hora, cuando mucho 3 horas, porque se empieza uno a enfriar muy feo”, expresó.

A LA PESCA DE OSTIÓN Y PULPO

Don David recuerda que inició en la pesca de ostión de manera fortuita cuando tenía alrededor de 34 años de edad, en tiempos de Piojillo; ese día visitó Playa Norte con su esposa e hijos, ahí les tocó ver a un pescador conocido que sacaba ostiones sobre un salvavidas, él se acomidió a ayudarle. Se trataba de Julián Juárez, a quien apodaban como El Alma Grande.

Lo conocía, le ayudé a sacar el tubo y me regaló los ostiones quebrados, le pregunté si había ostión y me dijo que mucho, le dije que si cualquiera podía sacar, y me dijo que sí, al siguiente día, conseguí un tubo, le agarré una barra a mi suegro, de las que usan los albañiles, y amarré al salvavidas una bolsa de mandado de orejas y llegué temprano a la playa; el Alma Grande andaba buceando y me dio pena meterme porque no sabía, esperé que se fuera y me metí”, cuenta.

Foto: Cortesía David Rojo

Al principio batalló para identificar los ostiones debajo del agua, ya sabía bucear pero no los conocía, hasta que vio uno quebrado, le pegó un marrazo y se despegaron los demás.

El primer día sacó alrededor de 120 ostiones y cómo no sabía abrirlos, los despedazaba, pero aun así los echó en una bolsa que vendió al dueño de la marisquería El Changuirongo, Pedro “El Chino”, que en ese entonces era apenas una carreta de mariscos a la altura de las oficinas de la CFE, quien le dio 3 pesos por su producto.

Pronto aprendió el oficio, en ese entonces sacaba alrededor de 600 ostiones. Un día conoció a José Luis, a quien le decían “La Vaca”, él le mostró como pescar pulpo y le ofreció comprarle el ostión que capturaba a 6 pesos.

Posteriormente buscó clientes y consiguió vender su ostión a El Mamucas, La Cueva, Los Arapes, entre otros establecimientos.

Se agregó con el grupo de ostioneros que iban a Marmol, que partían de la colonia Obrera y de la Juárez, llegó a sacar entre 4 y 6 arpillas al día, pagaba entre 15 y 20 pesos por arpilla a quien lo llevaba en la camioneta, y vendían el producto a 50 y 60 pesos el saco.

Por un tiempo dejó de trabajar en la pesca de ostión y pulpo, pero a los 40 años se incorporó de nuevo, varios de ellos formaron una cooperativa de ostioneros a la que llamaron Punta Cerritos, en la que duró varios años, pero volvió a independizarse, compró una camioneta y empezó a llevar gente, así el cobro por arpilla era para la gasolina y lo que capturaba le quedaba libre.

Se volvió a independizar y desde entonces trabaja solo en la pesca de ostión y pulpo, a veces lo invitan a bucear para la playa Colorada, Reforma y Dautillos, en Culiacán.

AL RESCATE DE BARCOS

Al trabajar como pescador de ostiones, “El Rojo” conoció a Roberto “El Güero” Zazueta, de El Walamo, ayudante de Juan Hernández Arreola, El Chaney, quien se dedicaba al rescate barcos y buques, con quien hizo amistad y al independizarse, lo invitó y le enseñó el oficio.

Otro pescador a quien le decían El Macanas, que se dedicaba también a sacar barcos siniestrados, lo invitó en una ocasión para que lo acompañara, ya que le pidieron rescatar un barco hundido a la altura del Río Bravo, cerca de Brownsville y Matamoros, y no sabían el camino, así que le pidió fuera su guía y ayudante.

Desde entonces participó con uno y otro en el rescate de más de 30 barcos.

La barra que utiliza como ostionero muestra el desgaste por los años de trabajo. | Foto: Cortesía David Rojo

No tengo cuenta de cuántos barcos, pero yo creo que son como unos 30 o 50 embarcaciones en los que he participado en su rescate, sacamos un petrolero en Veracruz, en el Río Tuxpan, pero ese no estaba hundido, sino varado por un lado, así he conocido el país de un lado a otro”, indicó.

David Rojo describe el trabajo de buzo como peligroso, pues en varias ocasiones ha estado a punto de morir ahogado o agredido por tiburones, que le han pasado por encima de él.

Como ostionero, dice haberse enfadado de trabajar en grupo, debido a que se batalla mucho con la gente, y prefiere trabajar solo, desde hace tiempo su esposa le regaló un celular por si le pasaba algo tuviera con qué comunicarse, pero agradece a Dios que siempre lo ha guardado, asegura que mientras tenga fuerzas y salud, seguirá buceando porque es una práctica que le sirve de terapia y relajación, además de generarle un ingreso para vivir de la pesca de ostión y pulpo.

Él y uno de sus hijos, acaban de poner un negocio de marisquería, donde venden producto fresco y a buen precio, en la colonia Monte Bello, sobre la avenida El Walamo, que esperan mantener, a la par con la pesca de ostión y pulpo.

CIFRA

  • 72 años de edad tiene don David Rojo Calvario, de los cuales más de 30 se ha dedicado a la pesca de ostión y pulpo en Mazatlán.

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