Mazatlán, Sin.- En la actualidad, el futbol y arbitraje femenil toman cada vez más fuerza, ya que son más las mujeres que se pueden observar en la cancha, pero pocas se atreven a agarrar un silbato y ser el juez central de un encuentro de futbol.
A pesar de ello, Leslie Burgueño Benítez ha asumido un reto que pocas se animan hacer, ya que ella se pone los taquetes, las espinilleras y toma el balón para jugar con su equipo de Fut 11 y luego agarra las tarjetas y el silbato, para ser el árbitro del encuentro.
Ella prácticamente se crió entre las canchas de arcilla y arena, jugando con su hermano y con su papá, hasta que lo convenció de jugar en un equipo de futbol, cuando tenía 7 años edad y fue donde todo comenzó.
“Mi papá siempre me trajo en los campos, él traía equipos de Primera Fuerza municipal, a mí siempre me gustó seguirlo, hasta que logré entrar en un equipo que se llamó Tigres-Jaguares y ahí comencé dentro del deporte”, recuerda.
A Leslie siempre le han llamado la atención todos los deportes y se ha motivado ella misma para la mejor, y el mismo tiempo le daría la razón, pues nunca quitó el dedo del renglón, hasta ser una mediocampista con mucha clase.
Burgueño ha vestido múltiples playeras del futbol femenil, como la de Tec de Monterrey, Escuela Municipal en Escuinapa, Itesus, Cantón, Amigas del Pasos, Súper La Puerta, OGA y Yellow People, equipo en el que milita ahora en la Liga Femenil Municipal.
Su talento la han llevado la han llevado a participar en Estatales y Nacionales, en la categoría Libre, pero ella sabe que hay un Estatal en especial que le marcó demasiado, ya que era ese campeonato que siempre había buscado.
“He jugado muchos, Nacionales, Estatales, hasta Copas Telmex, pero el que más me marcó, fue la final que disputamos en Santiago Papasquiaro, Durango, cuando caímos en ese juego. Yo iba como refuerzo y perdimos esa final, fue muy frustrante, porque fue algo histórico para Sinaloa”, enfatizó.
SUS COMIENZOS COMO ÁRBITRO
El carácter que tiene la jugadora, la ha ayudado a tomar el silbato, “trabajo” que comenzó como un hobbie y hasta ahora también ha logrado silbar en nacionales, demostrando ese talento que tiene al sacar las tarjetas dentro de la cancha, para impartir justicia.
“Un día mi hermano Alan me dijo que un compañero del trabajo (Héctor Lora, del Campo de la Esmeralda) que necesitaba un árbitro, que porque no me animaba, y ahí comenzó todo, hasta me terminó gustando”.
Aunque ella hace un doble papel en la cancha, Leslie sabe que ser futbolista y árbitro es una pasión que tendrá para toda la vida.
“Tengo 25 años jugando futbol y lo seguiré haciendo hasta que Dios me dé piernas para hacerlo, es mi forma de vida. Y el arbitraje, voy para 8 años y me ha hecho madurar mucho como persona, he desarrollado mi seguridad, mi presencia, mi personalidad, siendo que antes era una persona muy tímida e insegura. Me encantan las dos facetas”, agregó.
Otra de las cosas que Burgueño sabe son los riegos que ella tiene dentro del arbitraje, pues últimamente se ha vuelto muy peligroso y sobre todo la “´pasión” por un deporte, se va más allá de eso, un deporte.
“La verdad, considero que el trabajo de arbitro se ha vuelto muy peligroso, tengo compañeros que han sido víctimas de agresiones físicas, por personas que creen saber de fútbol. Cuando suceden este tipo de casos uno la piensa en seguir por miedo de que le suceda algo. Por eso me preparo pero a veces no es suficiente para los demás”.
Burgueño sigue echándole ganas a su trabajo y a su profesión, ya que es profesora de educación física, cosa que combina muy con el deporte y que en su momento la orilló a decidirse por ser futbolista profesional o amar una profesión, que combina con su deporte favorito.
“Ahora me motiva el ser ejemplo para las mujeres que vienen detrás de mí, que vean que las mujeres también podemos llevar partidos de fútbol, mi motivación siempre será mi familia, que se sientan orgullosos de mi. Mi plan a futuro seguirme preparando en el ámbito de la docencia y formar un colegio de árbitros de puras mujeres”, explicó.
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