/ lunes 18 de julio de 2022

Bendito el paraíso y su calor infernal

En este paraíso de calor infernal, bendecidos somos por toda la corte celestial y el Santo Malverde bajo este calor intenso que solo lo amansan dos ballenas y un aguachile mixto, con callo, no le hace, con salsa maleficio de la roja de chile de árbol o la vuelve a la vida verdecita de cola de rata o serrano. Hay quien prefiere la negra (bueno), que trae soya kikkoman y habanero sorrascado, o con puro chiltepín molido. ¡Ayyyy qué sed, Dios mío!

Sinceramente hasta el calor es una bendición. Sí, no se me acelere, tengo una razón que lo sostiene. La temporada de calor y lluvias traen sus manjares a la mesa: la temporada de ciruelas, por ejemplo, que son un suspiro (dura poco), un cultivo que requiere poco cuidado y agua. Esta generosa plantita nos da una fruta tan fresca y sabrosa, sembrada en cerros piedrientos (llenos de piedras) donde no se da nada, donde el suelo es barrial y tiene pocos nutrientes, ahí nacen las ciruelas, (cirgúelas pa' los compas) que se conservan secas para agua, se cuecen con sal y se tienden en un catre o sobre unos costales de jarcia en el suelo. También las hay en dulce, las que les llamamos ciruelas negras, las que acompañan la nieve de garrafa, se cuecen verdes, a fuego lento y con azúcar. Hay quien les avienta otros gegeres como clavos de olor y otras cosas raras. La verdad es que azúcar y agua hasta hacer caramelo es suficiente; bueno hasta lo brotitos tiernos (las hojas chiquitas) se comen con sal, Estas delicias las encuentras en el Rosario y Escuinapa por los rumbos de Aguacaliente de Garate.

Si te haces al centro por la costa encontrarás Eldorado, este lugar vale su territorio en oro, pues no solo tiene buena pesca y camarón, también tiene mangos, yacas, guanábanas, cañas y las grandiosas litchies: esta frutita china que te comes una caja de 6 kilos y no te llenas. Son muy huesudas pero son deliciosas. Por ahí anda una mermelada de unos griegos ocurrentes, ¡qué cosa, hermano, tan deliciosa!

Arranca pa' arriba, pa' la sierra de Cosalá, pa' San Ignacio, y comete una pitaya, en nieve o mermelada, chamoy o solitas sin nada. Las pitayas gorditas, las picas tantito y se pelan solas, de estas sabrosas tunas dieron el nombre los cahitas a esta tierra tan fértil y hermosa, Sinaloa, “la pitaya bola o redonda”, la tierra de las sinhas.

Los lugares donde se pesca camarón, de alguna manera funcionan como cooperativas, y una de las gestiones constantes a cada político que llega a estas congregaciones pidiendo el voto, y prometiendo sueños, es que hagan una cancha de basquetbol. Cualquiera pensaría que en ese lugar se impulsa el deporte o que de cada pesquería sale una estrella para la NBA. La verdad es que lo que la gente necesita es una explanada de cemento para secar su camarón al sol, una barridita, lo tiran cocido y escurrido y lo van separando del de la comadre con un corral de cubetas y escobas viejas pa' saber cuál es de quién. El camarón se cuece con sal y luego se pone al sol en la explanada, se va cuidando de la nublasón, las gallinas y la lluvia hasta quedar al término, bien seco, tres cuartos o mediano, este último conservar su dulzor y algo de blandura. De ahí a la bolsa y pal pueblo a vender en los mercados y puestos callejeros o hasta en los semáforos.

El camarón que esta término medio se guarda en el refrigerador y te sirve muy bien para botanas con puro chiltepe (chile de botella) y limón; si quieren una receta de camarón seco, escríbanme en la publicación de la columna y con todo gusto se las hago llegar.

En este paraíso de calor infernal, bendecidos somos por toda la corte celestial y el Santo Malverde bajo este calor intenso que solo lo amansan dos ballenas y un aguachile mixto, con callo, no le hace, con salsa maleficio de la roja de chile de árbol o la vuelve a la vida verdecita de cola de rata o serrano. Hay quien prefiere la negra (bueno), que trae soya kikkoman y habanero sorrascado, o con puro chiltepín molido. ¡Ayyyy qué sed, Dios mío!

Sinceramente hasta el calor es una bendición. Sí, no se me acelere, tengo una razón que lo sostiene. La temporada de calor y lluvias traen sus manjares a la mesa: la temporada de ciruelas, por ejemplo, que son un suspiro (dura poco), un cultivo que requiere poco cuidado y agua. Esta generosa plantita nos da una fruta tan fresca y sabrosa, sembrada en cerros piedrientos (llenos de piedras) donde no se da nada, donde el suelo es barrial y tiene pocos nutrientes, ahí nacen las ciruelas, (cirgúelas pa' los compas) que se conservan secas para agua, se cuecen con sal y se tienden en un catre o sobre unos costales de jarcia en el suelo. También las hay en dulce, las que les llamamos ciruelas negras, las que acompañan la nieve de garrafa, se cuecen verdes, a fuego lento y con azúcar. Hay quien les avienta otros gegeres como clavos de olor y otras cosas raras. La verdad es que azúcar y agua hasta hacer caramelo es suficiente; bueno hasta lo brotitos tiernos (las hojas chiquitas) se comen con sal, Estas delicias las encuentras en el Rosario y Escuinapa por los rumbos de Aguacaliente de Garate.

Si te haces al centro por la costa encontrarás Eldorado, este lugar vale su territorio en oro, pues no solo tiene buena pesca y camarón, también tiene mangos, yacas, guanábanas, cañas y las grandiosas litchies: esta frutita china que te comes una caja de 6 kilos y no te llenas. Son muy huesudas pero son deliciosas. Por ahí anda una mermelada de unos griegos ocurrentes, ¡qué cosa, hermano, tan deliciosa!

Arranca pa' arriba, pa' la sierra de Cosalá, pa' San Ignacio, y comete una pitaya, en nieve o mermelada, chamoy o solitas sin nada. Las pitayas gorditas, las picas tantito y se pelan solas, de estas sabrosas tunas dieron el nombre los cahitas a esta tierra tan fértil y hermosa, Sinaloa, “la pitaya bola o redonda”, la tierra de las sinhas.

Los lugares donde se pesca camarón, de alguna manera funcionan como cooperativas, y una de las gestiones constantes a cada político que llega a estas congregaciones pidiendo el voto, y prometiendo sueños, es que hagan una cancha de basquetbol. Cualquiera pensaría que en ese lugar se impulsa el deporte o que de cada pesquería sale una estrella para la NBA. La verdad es que lo que la gente necesita es una explanada de cemento para secar su camarón al sol, una barridita, lo tiran cocido y escurrido y lo van separando del de la comadre con un corral de cubetas y escobas viejas pa' saber cuál es de quién. El camarón se cuece con sal y luego se pone al sol en la explanada, se va cuidando de la nublasón, las gallinas y la lluvia hasta quedar al término, bien seco, tres cuartos o mediano, este último conservar su dulzor y algo de blandura. De ahí a la bolsa y pal pueblo a vender en los mercados y puestos callejeros o hasta en los semáforos.

El camarón que esta término medio se guarda en el refrigerador y te sirve muy bien para botanas con puro chiltepe (chile de botella) y limón; si quieren una receta de camarón seco, escríbanme en la publicación de la columna y con todo gusto se las hago llegar.