Mazatlán, Sin.- Dentro de los atractivos que existen en Mazatlán se encuentran las actividades de turismo náutico, que son muy demandadas por los visitantes nacionales y extranjeros.
Juan Carlos Moreno Silva tiene trabajando 14 años en la playa. Inició en la renta de sombrillas y ya ha recorrido algunos deportes acuáticos, como los jetsky, veleros y paracaídas, este último es el que más le gusta y disfruta.
En los paracaídas se puede tener una panorámica de la ciudad desde las alturas, se disfruta de la vista más impresionante de Mazatlán mientras se “vuela” por los aires porteños.
"Subimos a la gente de todo tipo, jóvenes, mujeres y algunos adolescentes, los paseamos y atendemos como se merecen, quienes buscan más los paracaídas es el turismo nacional, que viene de Guadalajara, Durango y Torreón".
En principio, parece que para “montar” en paracaídas se requiere fuerza, pero no es tan difícil mantenerse en el aire, porque el encargado te coloca el paracaídas, que es arrastrado a toda velocidad por la lancha y lo eleva a una altura máxima de 50 metros durante 30 minutos que dura el trayecto.
Desde las 10:00 de la mañana, Juan Carlos ya está en la playa de la Zona Dorada para ofrecer sus servicios, sobre todo en estos últimos meses, que a pesar de la pandemia por el Covid-19, cada fin de semana llegan vacacionistas nacionales de los estados vecinos del puerto y ya empiezan a arribar también los extranjeros.
Él sostiene el paracaídas de múltiples colores y una vez que convence al cliente, hace las maniobras y una lancha se acerca a la orilla lo más que puede, tira suavemente de la cuerda y luego se detiene.
El “parachutero” pone el arnés al cliente, chaleco salvavidas y radio, quien atento recibe indicaciones. La lancha avanza lentamente, el paracaídas se abre, se eleva y toma altura.
"Es mucha adrenalina, se debe de tener valor para pasearse, el paracaídas es muy seguro y es lo que más le gusta a la gente, seguido de la banana, entre los paseos que ofrecemos en la playa".
Comenta que el propietario del permiso de operación cumple con todos los protocolos de seguridad que exigen Protección Civil y Capitanía de Puerto.
El joven de 37 años de edad relata que llegó a la playa en el 2006, con su hermano que ahí trabajaba y desde entonces se quedó, le gustó convivir con los visitantes, platicar, atenderlos lo mejor que se pueda, para que se vayan contentos.
Para estas actividades las temporadas buenas son Semana Santa y el periodo vacacional de verano, sin embargo, para poder realizarlas depende mucho del clima, si hay aire, no se puede volar, para no arriesgar a los paseantes.
"Si hay mal tiempo, por huracanes o frentes fríos, no podemos trabajar, pero aquí estamos, nosotros ya sabemos cuándo va a hacer un buen día, todo eso no los va enseñando los años, la experiencia".
Para el joven mazatleco la pandemia del coronavirus afectó muy fuerte a todos los que integran la cadena turística, ya que con el cierre de las playas, estuvieron sin trabajar más de tres meses, afortunadamente los últimos cuatro meses han sido buenos, pero más septiembre y octubre.
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"Me tuve que meter a chambear de peón de albañil, no había más, fue muy difícil para todos, ahorita en esta temporada ha habido mucha gente, cuando normalmente septiembre es muy bajo, la gente se vino y nos ayudó mucho".
Confía en que de aquí al cierre del año, la demanda de los deportes acuáticos siga bien, además la llegada de los americanos les beneficia mucho, ya que a ellos les gusta mucho este tipo de actividades y les dejan buenas ganancias.
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