/ lunes 28 de febrero de 2022

Las perspectivas de México en la OCDE

El pasado 21 de febrero, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) presentó un estudio muy completo, serio y profesional sobre las expectativas económicas para nuestro país en el 2022, sus debilidades, fortalezas y “áreas de oportunidad”, como se acostumbra decir en los trabajos de diagnóstico y prospectiva.

Este prestigiado think tank internacional, consecuencia indirecta de los organismos surgidos en la Posguerra para velar por la recuperación económica de los estados de Europa subvencionados por el Plan Marshall, es hoy un organismo internacional compuesto por 38 estados (20 fueron los miembros fundadores en 1961), cuyo principal objetivo es compartir sus políticas económicas y sociales para hacer sinergia y potencializar sus expectativas de desarrollo.

Desde su fundación hace 60 años, tiene su sede en París y los representantes (o embajadores) de los países miembros se reúnen periódicamente para intercambiar información y armonizar políticas públicas con el objetivo de maximizar su crecimiento económico, contribuir a su recíproco desarrollo y al de los países no miembros.

Nuestro país se incorporó a la OCDE hace 27 años, el 18 de mayo de 1994, siendo el país número 25 en adherirse al organismos y el único latinoamericano hasta ese momento. En la actualidad sólo han seguido sus pasos Chile (2010), Colombia (2020) y Costa Rica (2021), y por cierto durante 15 años del 2006 a 2021 estuvo al frente de la OCDE un economista mexicano, el ex secretario de Hacienda y de Relaciones Exteriores, el doctor José Angel Gurría.

Hago esta breve reseña histórica para poner en perspectiva la relevancia de las recomendaciones de un organismo como la OCDE, que por cierto durante mucho tiempo fue llamado “el club de los países ricos” por su membresía originaria constituida por economías sobresalientes, pero que en los ultimos años ha ido abriendose para integrar también a los países de mediano desarrollo como es el caso de nuestro país.

A grosso modo, las principales consideraciones de la OCDE para México en 2022 serían los siguientes:

- Las políticas macroeconómicas sólidas ayudaron a México a superar la recesión inducida por la pandemia y a encarrilar su economía, pero aún quedan desafíos para garantizar que la recuperación en curso sea sostenible y ofrezca la oportunidad de beneficiar a todos.


- Una agenda integral de reformas sería esencial para impulsar la inversión y revertir el bajo crecimiento de la productividad, mientras que un crecimiento más fuerte y más empleos, combinados con un mayor gasto social, ayudarían a reducir la pobreza y mejorar la cohesión social.


- Reactivar la inversión privada y revertir el bajo crecimiento de la productividad son prioridades fundamentales para mejorar el potencial de crecimiento a mediano plazo de México. Esto requeriría reformas integrales para mejorar las regulaciones comerciales, impulsar la competencia, reducir la informalidad y la corrupción e intensificar los esfuerzos para cumplir con los objetivos de emisión de gases de efecto invernadero.


- Continuar impulsando el gasto social, incluyendo en educación y en salud, y la inversión pública sería importante para apoyar la recuperación en curso y mejorar las oportunidades de todos los mexicanos. Ampliar el acceso a las finanzas y fortalecer la digitalización dará más igualdad de oportunidades y ayudará a fomentar el crecimiento.


Si bien es común escuchar que los problemas de México están sobrediagnosticados, también es cierto que tenemos tres décadas con niveles de crecimiento puramente inerciales, y análisis como el de la OCDE nos aportan una hoja de ruta muy valiosa e interesante que debemos estudiar, pues tiene siempre como sustento la evidencia empírica, el sustento técnico, la experiencia comparada y el análisis histórico.



El pasado 21 de febrero, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) presentó un estudio muy completo, serio y profesional sobre las expectativas económicas para nuestro país en el 2022, sus debilidades, fortalezas y “áreas de oportunidad”, como se acostumbra decir en los trabajos de diagnóstico y prospectiva.

Este prestigiado think tank internacional, consecuencia indirecta de los organismos surgidos en la Posguerra para velar por la recuperación económica de los estados de Europa subvencionados por el Plan Marshall, es hoy un organismo internacional compuesto por 38 estados (20 fueron los miembros fundadores en 1961), cuyo principal objetivo es compartir sus políticas económicas y sociales para hacer sinergia y potencializar sus expectativas de desarrollo.

Desde su fundación hace 60 años, tiene su sede en París y los representantes (o embajadores) de los países miembros se reúnen periódicamente para intercambiar información y armonizar políticas públicas con el objetivo de maximizar su crecimiento económico, contribuir a su recíproco desarrollo y al de los países no miembros.

Nuestro país se incorporó a la OCDE hace 27 años, el 18 de mayo de 1994, siendo el país número 25 en adherirse al organismos y el único latinoamericano hasta ese momento. En la actualidad sólo han seguido sus pasos Chile (2010), Colombia (2020) y Costa Rica (2021), y por cierto durante 15 años del 2006 a 2021 estuvo al frente de la OCDE un economista mexicano, el ex secretario de Hacienda y de Relaciones Exteriores, el doctor José Angel Gurría.

Hago esta breve reseña histórica para poner en perspectiva la relevancia de las recomendaciones de un organismo como la OCDE, que por cierto durante mucho tiempo fue llamado “el club de los países ricos” por su membresía originaria constituida por economías sobresalientes, pero que en los ultimos años ha ido abriendose para integrar también a los países de mediano desarrollo como es el caso de nuestro país.

A grosso modo, las principales consideraciones de la OCDE para México en 2022 serían los siguientes:

- Las políticas macroeconómicas sólidas ayudaron a México a superar la recesión inducida por la pandemia y a encarrilar su economía, pero aún quedan desafíos para garantizar que la recuperación en curso sea sostenible y ofrezca la oportunidad de beneficiar a todos.


- Una agenda integral de reformas sería esencial para impulsar la inversión y revertir el bajo crecimiento de la productividad, mientras que un crecimiento más fuerte y más empleos, combinados con un mayor gasto social, ayudarían a reducir la pobreza y mejorar la cohesión social.


- Reactivar la inversión privada y revertir el bajo crecimiento de la productividad son prioridades fundamentales para mejorar el potencial de crecimiento a mediano plazo de México. Esto requeriría reformas integrales para mejorar las regulaciones comerciales, impulsar la competencia, reducir la informalidad y la corrupción e intensificar los esfuerzos para cumplir con los objetivos de emisión de gases de efecto invernadero.


- Continuar impulsando el gasto social, incluyendo en educación y en salud, y la inversión pública sería importante para apoyar la recuperación en curso y mejorar las oportunidades de todos los mexicanos. Ampliar el acceso a las finanzas y fortalecer la digitalización dará más igualdad de oportunidades y ayudará a fomentar el crecimiento.


Si bien es común escuchar que los problemas de México están sobrediagnosticados, también es cierto que tenemos tres décadas con niveles de crecimiento puramente inerciales, y análisis como el de la OCDE nos aportan una hoja de ruta muy valiosa e interesante que debemos estudiar, pues tiene siempre como sustento la evidencia empírica, el sustento técnico, la experiencia comparada y el análisis histórico.