/ lunes 1 de enero de 2024

Invasión de autos chinos en Mazatlán

El año 2023 posicionó a Mazatlán como el segundo con mayor actividad del Pacífico mexicano en importación de automóviles chinos, con un total de 150 mil unidades, lo que representa un incremento del mil por ciento comparado con el mismo periodo del año anterior.

Marcas como Chirey, Changan, MG, Jac y Saic Motors encontraron en el puerto el lugar ideal para desembarcar sus autos y de aquí trasladarlos a otros puntos nacionales e internacionales.

Esto también ha traído mucho beneficio en la ocupación laboral, ya que se emplean alrededor de 600 personas, entre hombres y mujeres, tomando en cuenta que todos los días llegan barcos.

El año que acaba de terminar es en el que más automóviles se han movido en toda la historia del puerto. De acuerdo con los registros en el 2017 llegaron a poco más de 80 mil unidades, pero ahora casi se dobla esa cifra.

Se trata de un negocio que le da trabajo a mucha gente, porque se necesitan choferes, coordinadores, cuidadores, entre otros empleos, por lo que el beneficio es en general.

En México se movilizan aproximadamente un millón 300 mil vehículos al año. El primer puerto al que llegan es a Lázaro Cárdenas, luego Mazatlán y en menor medida a Veracruz, Tuxpan y Manzanillo.

Y con este comportamiento se espera que en 2024 los números podrían duplicarse o incrementarse un 50 por ciento. De esta forma Mazatlán ya no solo dependerá de las actividades turísticas, sino también de la actividad de carga que por muchos años se mantuvo relegada.

La agenda del crimen 2024

Tras la captura de Ovidio Guzmán López en aquel operativo de Jesús María que este viernes 5 de enero cumple un año, la facción criminal liderada por el resto de sus hermanos comenzó a hacer cambios en su organigrama, al establecer una agenda que seguirá en 2024, un cambio de actitud gradual, sin retar al Estado, más bien enviando señales de negociación, de ganar más tiempo, y que posiblemente se explaye durante y después de los comicios presidenciales.

Paralelo a esta nueva forma sutil de operar, el gobierno de Estados Unidos pareció convencer a su par mexicano de apretar el cerco en torno a la organización heredera del poderío de Joaquín Guzmán Loera, sentenciado a cadena perpetua, pues a partir de abril, mientras presionaban para que el entregaran en extradición a “El Ratón”, elevaron los montos de recompensas, colocaban a Los Chapitos como los principales productores y traficantes de fentanilo, exhibían la maquinaria logística y a sus principales perfiles.

Esto sirvió para que desde las sombras, la facción Guzmán comenzara a prohibir el tráfico de fentanilo a sus socios en Sinaloa, a la par que el gobierno de López Obrador e inclusive el de Rubén Rocha Moya, se enfocaron en negar que en nuestro territorio existan laboratorios de este tipo de droga sintética altamente tóxica.

Las cartas del juego geopolítico-criminal, sin embargo, ya estaban echadas, la cacería en contra de Néstor Isidro Pérez Salas, “El Nini”, comenzó desde junio pasado, cuando la Secretaría de la Defensa Nacional lanzó un operativo en la sindicatura de El Tamarindo, que posteriormente fue encubierto como un “operativo contra el robo de vehículos en la región”.

El “toca y daca” también se hizo presente, a mediados de agosto, con la inesperada renuncia del secretario de Seguridad Pública de Sinaloa, Cristóbal Castañeda Camarillo, a quien la delincuencia solía decirle “el de la DEA”; esto fue visto a nivel nacional como una concesión al grupo criminal predominante, pues era público que el teniente coronel había encrespado las relaciones político-criminales en el estado, con operativos sin charola y choques frontales entre policías y delincuentes.

Pero la cuña siguió su curso. En octubre fue liberado el comunicado siniestro, el ultimátum, contra quien trafica el fentanilo, como postrer advertencia, sin medidas ni reparos. El mensaje fue replicado desde Sinaloa hasta Sonora y Baja California, como si fuera un telegrama de urgencia para los grupos pequeños que confeccionan o venden la droga.

En noviembre, la caída de “El Nini” fue el clímax de una crónica ya anunciada sobre las posibles negociaciones de los Guzmán para ganar tiempo, para tratar de revertir la cacería de la DEA y su aparato de Estado gringo que buscan a toda costa ubicarlos como los enemigos públicos, también ocurrió en septiembre la definitiva extradición de Ovidio, quien ahora en febrero comparecerá ante el tribunal federal de Chicago, Illinois.

Por eso, el 2023 se convirtió en el año en que Los Chapitos quizá aprendieron a no pelear de manera frontal contra el Estado. Vienen las campañas y Sinaloa estará en el foco de atención mediática, ya la oposición lanzó un dardo: que no haya violencia, como sí la hubo en 2021, en los próximos comicios. El reloj sigue caminando

El año 2023 posicionó a Mazatlán como el segundo con mayor actividad del Pacífico mexicano en importación de automóviles chinos, con un total de 150 mil unidades, lo que representa un incremento del mil por ciento comparado con el mismo periodo del año anterior.

Marcas como Chirey, Changan, MG, Jac y Saic Motors encontraron en el puerto el lugar ideal para desembarcar sus autos y de aquí trasladarlos a otros puntos nacionales e internacionales.

Esto también ha traído mucho beneficio en la ocupación laboral, ya que se emplean alrededor de 600 personas, entre hombres y mujeres, tomando en cuenta que todos los días llegan barcos.

El año que acaba de terminar es en el que más automóviles se han movido en toda la historia del puerto. De acuerdo con los registros en el 2017 llegaron a poco más de 80 mil unidades, pero ahora casi se dobla esa cifra.

Se trata de un negocio que le da trabajo a mucha gente, porque se necesitan choferes, coordinadores, cuidadores, entre otros empleos, por lo que el beneficio es en general.

En México se movilizan aproximadamente un millón 300 mil vehículos al año. El primer puerto al que llegan es a Lázaro Cárdenas, luego Mazatlán y en menor medida a Veracruz, Tuxpan y Manzanillo.

Y con este comportamiento se espera que en 2024 los números podrían duplicarse o incrementarse un 50 por ciento. De esta forma Mazatlán ya no solo dependerá de las actividades turísticas, sino también de la actividad de carga que por muchos años se mantuvo relegada.

La agenda del crimen 2024

Tras la captura de Ovidio Guzmán López en aquel operativo de Jesús María que este viernes 5 de enero cumple un año, la facción criminal liderada por el resto de sus hermanos comenzó a hacer cambios en su organigrama, al establecer una agenda que seguirá en 2024, un cambio de actitud gradual, sin retar al Estado, más bien enviando señales de negociación, de ganar más tiempo, y que posiblemente se explaye durante y después de los comicios presidenciales.

Paralelo a esta nueva forma sutil de operar, el gobierno de Estados Unidos pareció convencer a su par mexicano de apretar el cerco en torno a la organización heredera del poderío de Joaquín Guzmán Loera, sentenciado a cadena perpetua, pues a partir de abril, mientras presionaban para que el entregaran en extradición a “El Ratón”, elevaron los montos de recompensas, colocaban a Los Chapitos como los principales productores y traficantes de fentanilo, exhibían la maquinaria logística y a sus principales perfiles.

Esto sirvió para que desde las sombras, la facción Guzmán comenzara a prohibir el tráfico de fentanilo a sus socios en Sinaloa, a la par que el gobierno de López Obrador e inclusive el de Rubén Rocha Moya, se enfocaron en negar que en nuestro territorio existan laboratorios de este tipo de droga sintética altamente tóxica.

Las cartas del juego geopolítico-criminal, sin embargo, ya estaban echadas, la cacería en contra de Néstor Isidro Pérez Salas, “El Nini”, comenzó desde junio pasado, cuando la Secretaría de la Defensa Nacional lanzó un operativo en la sindicatura de El Tamarindo, que posteriormente fue encubierto como un “operativo contra el robo de vehículos en la región”.

El “toca y daca” también se hizo presente, a mediados de agosto, con la inesperada renuncia del secretario de Seguridad Pública de Sinaloa, Cristóbal Castañeda Camarillo, a quien la delincuencia solía decirle “el de la DEA”; esto fue visto a nivel nacional como una concesión al grupo criminal predominante, pues era público que el teniente coronel había encrespado las relaciones político-criminales en el estado, con operativos sin charola y choques frontales entre policías y delincuentes.

Pero la cuña siguió su curso. En octubre fue liberado el comunicado siniestro, el ultimátum, contra quien trafica el fentanilo, como postrer advertencia, sin medidas ni reparos. El mensaje fue replicado desde Sinaloa hasta Sonora y Baja California, como si fuera un telegrama de urgencia para los grupos pequeños que confeccionan o venden la droga.

En noviembre, la caída de “El Nini” fue el clímax de una crónica ya anunciada sobre las posibles negociaciones de los Guzmán para ganar tiempo, para tratar de revertir la cacería de la DEA y su aparato de Estado gringo que buscan a toda costa ubicarlos como los enemigos públicos, también ocurrió en septiembre la definitiva extradición de Ovidio, quien ahora en febrero comparecerá ante el tribunal federal de Chicago, Illinois.

Por eso, el 2023 se convirtió en el año en que Los Chapitos quizá aprendieron a no pelear de manera frontal contra el Estado. Vienen las campañas y Sinaloa estará en el foco de atención mediática, ya la oposición lanzó un dardo: que no haya violencia, como sí la hubo en 2021, en los próximos comicios. El reloj sigue caminando