/ lunes 13 de noviembre de 2023

Desde el parlamento | Quinto año, no hay quinto malo

Se han cumplido cinco años desde que el pueblo mexicano acudió a las urnas para convertir en gobierno el movimiento lopezobradorista. Hoy decimos, sin ninguna duda, que estamos en la ruta correcta, realizando una transformación profunda de la vida pública. Los resultados están a la vista, siendo el más relevante haber sacado de la pobreza a casi seis millones de mexicanas y mexicanos y, en el caso de Sinaloa, a poco más de 200 mil personas. Este es un dato duro irrebatible.

Por primera vez en la historia se ha conformado una mayoría legislativa que ha traducido las demandas y anhelos de los más de 30 millones de mexicanos que decidieron el actual rumbo del país. Esta nueva generación de legisladores y gobernantes se han echado a cuestas esta nueva etapa: la Cuarta Transformación de México. Una generación de políticos que cada día asume una mayor responsabilidad, cuando en cada elección que ha habido después de 2018, la ciudadanía ratifica dicho rumbo de la nación.

En materia legislativa, es la hora de hacer el balance. Es necesario destacar que a pesar de que ni en la actual, ni en la anterior legislatura se han logrado mayorías legislativas en las elecciones para lograr cambios constitucionales, de 2018 a la fecha se han modificado 61 artículos de la Constitución, en materias como la educativa, en derecho a la movilidad segura e inclusiva; se han convertido los programas sociales en derechos, también el acceso a la salud universal, la erradicación de privilegios al prohibir la condonación de impuestos y la extinción de dominio.

En materia de democracia directa, se ha reconocido el derecho de la ciudadanía a participar en la consulta popular de temas relevantes y de revocación de mandato; también se eliminó el fuero del presidente y las partidas secretas en el Presupuesto de Egresos.

Las reformas constitucionales incluyen una reforma al Poder Judicial, la seguridad pública, la aplicación de la prisión preventiva oficiosa en los delitos de corrupción y electorales, así como en materia de Guardia Nacional y fuerzas armadas.

También en materia de reconocimiento de derechos a pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas, para su libre determinación, autonomía, desarrollo e inclusión. Igual en el caso del desarrollo integral de las personas jóvenes para su inclusión en el ámbito político, económico, social y cultural. No digamos en materia de igualdad de género y paridad, ámbito en el cual se está viviendo una revolución legislativa.

También se han hecho reformas constitucionales para ampliar el tiempo por el que el Ejecutivo federal podrá disponer de la Fuerza Armada Permanente en tareas de seguridad pública, igualmente, para suspender derechos para ocupar cargos de elección y de gobierno a quienes tengan sentencia firme en materia de violencia y deudores alimenticios; así como en materia de protección y desarrollo sostenible del medio ambiente.

Y, una muy relevante reforma a los artículos 55 y 91 de nuestra Constitución, para reducir la edad de 21 a 18 años para ser diputado o diputada federal y de 30 a 25 años para ser integrantes del gabinete federal. Con ello se abren oportunidades para millones de jóvenes con aspiraciones legítimas de encabezar el relevo generacional en la política y la administración pública.

Quedará pendiente hacer un recuento de los cientos de cambios realizados a las leyes secundarias. Junto con las constitucionales arriba comentadas, México tiene una nueva configuración jurídica y política. Podemos denominar a los actuales legisladores como la generación del nuevo constituyente.

No es cosa menor lo que se ha realizado: vamos a tardar tiempo para que tengamos clara idea del profundo impacto de estas transformaciones en el devenir de México y Sinaloa. La vorágine de estos cambios impide ver cómo ese gran bosque crece y florece. Nunca hay que olvidar que el trabajo legislativo es la génesis de donde nace toda política pública y el acceso a los derechos de todas las personas.

Definitivamente, uno de los grandes retos que tienen los estudiosos de la ciencia política es revalorar el papel del Poder Legislativo en México. Estudiar, cómo los cambios legislativos impactan en la vida cotidiana de las personas. El impulso a una nueva cultura política, que acabe con el estigma del “legislador de los moches”, del “legislador gestor”. Es la hora de hacer justicia a la nueva generación de legisladores, los y las legisladoras de la transformación.

Luego le seguimos por esta línea de reflexión e invitamos al lector a asumir la tarea.

Se han cumplido cinco años desde que el pueblo mexicano acudió a las urnas para convertir en gobierno el movimiento lopezobradorista. Hoy decimos, sin ninguna duda, que estamos en la ruta correcta, realizando una transformación profunda de la vida pública. Los resultados están a la vista, siendo el más relevante haber sacado de la pobreza a casi seis millones de mexicanas y mexicanos y, en el caso de Sinaloa, a poco más de 200 mil personas. Este es un dato duro irrebatible.

Por primera vez en la historia se ha conformado una mayoría legislativa que ha traducido las demandas y anhelos de los más de 30 millones de mexicanos que decidieron el actual rumbo del país. Esta nueva generación de legisladores y gobernantes se han echado a cuestas esta nueva etapa: la Cuarta Transformación de México. Una generación de políticos que cada día asume una mayor responsabilidad, cuando en cada elección que ha habido después de 2018, la ciudadanía ratifica dicho rumbo de la nación.

En materia legislativa, es la hora de hacer el balance. Es necesario destacar que a pesar de que ni en la actual, ni en la anterior legislatura se han logrado mayorías legislativas en las elecciones para lograr cambios constitucionales, de 2018 a la fecha se han modificado 61 artículos de la Constitución, en materias como la educativa, en derecho a la movilidad segura e inclusiva; se han convertido los programas sociales en derechos, también el acceso a la salud universal, la erradicación de privilegios al prohibir la condonación de impuestos y la extinción de dominio.

En materia de democracia directa, se ha reconocido el derecho de la ciudadanía a participar en la consulta popular de temas relevantes y de revocación de mandato; también se eliminó el fuero del presidente y las partidas secretas en el Presupuesto de Egresos.

Las reformas constitucionales incluyen una reforma al Poder Judicial, la seguridad pública, la aplicación de la prisión preventiva oficiosa en los delitos de corrupción y electorales, así como en materia de Guardia Nacional y fuerzas armadas.

También en materia de reconocimiento de derechos a pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas, para su libre determinación, autonomía, desarrollo e inclusión. Igual en el caso del desarrollo integral de las personas jóvenes para su inclusión en el ámbito político, económico, social y cultural. No digamos en materia de igualdad de género y paridad, ámbito en el cual se está viviendo una revolución legislativa.

También se han hecho reformas constitucionales para ampliar el tiempo por el que el Ejecutivo federal podrá disponer de la Fuerza Armada Permanente en tareas de seguridad pública, igualmente, para suspender derechos para ocupar cargos de elección y de gobierno a quienes tengan sentencia firme en materia de violencia y deudores alimenticios; así como en materia de protección y desarrollo sostenible del medio ambiente.

Y, una muy relevante reforma a los artículos 55 y 91 de nuestra Constitución, para reducir la edad de 21 a 18 años para ser diputado o diputada federal y de 30 a 25 años para ser integrantes del gabinete federal. Con ello se abren oportunidades para millones de jóvenes con aspiraciones legítimas de encabezar el relevo generacional en la política y la administración pública.

Quedará pendiente hacer un recuento de los cientos de cambios realizados a las leyes secundarias. Junto con las constitucionales arriba comentadas, México tiene una nueva configuración jurídica y política. Podemos denominar a los actuales legisladores como la generación del nuevo constituyente.

No es cosa menor lo que se ha realizado: vamos a tardar tiempo para que tengamos clara idea del profundo impacto de estas transformaciones en el devenir de México y Sinaloa. La vorágine de estos cambios impide ver cómo ese gran bosque crece y florece. Nunca hay que olvidar que el trabajo legislativo es la génesis de donde nace toda política pública y el acceso a los derechos de todas las personas.

Definitivamente, uno de los grandes retos que tienen los estudiosos de la ciencia política es revalorar el papel del Poder Legislativo en México. Estudiar, cómo los cambios legislativos impactan en la vida cotidiana de las personas. El impulso a una nueva cultura política, que acabe con el estigma del “legislador de los moches”, del “legislador gestor”. Es la hora de hacer justicia a la nueva generación de legisladores, los y las legisladoras de la transformación.

Luego le seguimos por esta línea de reflexión e invitamos al lector a asumir la tarea.