/ lunes 29 de abril de 2024

Cruz Roja lejos de la meta esperanza

Si una institución lleva en su marca el carácter humanista y no política, ésa es la Cruz Roja Mexicana, la cual cada año lanza una campaña de colecta entre la población para allegarse de recursos para continuar con su operatividad.

Es cierto que el Estado puede proveer recursos públicos para garantizar los servicios de esta noble institución de salvamento, pero también tiene que ser la misma sociedad, a quien va dirigida la atención, quien aporte de buena voluntad para que tenga continuidad.

En Mazatlán resulta contradictorio que mientras los servicios de emergencia se han incrementado un 30 por ciento en el último año, lo que se traduce en más trabajo para el personal que labora remunerado o de manera voluntaria, la colecta apenas está llegando a la mitad de la meta, de 4.4 millones de pesos.

Para que los lectores tengan información. La Cruz Roja en el puerto otorgó más de 2 mil servicios de emergencia nada más en los primeros tres meses de 2024, muchos de ellos tienen relación con atenciones a personas accidentadas o con lesiones producto de situaciones dolosas, como heridos de bala, golpes o arma blanca.

Mucho se dice que los paramédicos y quienes apoyan a esta esta estructura son héroes sin capa, y es que la verdad, hace falta asomarse a todo este titánico trabajo que día a día realizan, para darse cuenta que la Benemérita, como se le dice de cariño por su antigüedad, es más que eso cuando se trata de salvar vidas de manera desinteresada.

Sobre todo, las donaciones que recibe se deben a que justamente ese es su carácter para operar: que las sociedades aporten para dar sustento, y que no sea un botín político de grupos de intereses.

De ahí que donar a Cruz Roja es parte de la conciencia ciudadana para tener en buen estado una institución que, en cualquier momento, durante una emergencia, podemos llegar a necesitar. No se trata de dinero tirado a la basura, sino uno que servirá para que vidas en riesgo, sigan adelante.

La última esperanza

Justo en el cierre de abril, el estiaje en Sinaloa impacta ya de manera directa a las comunidades serranas, que por lo regular se abastecen de pozos que ya en estos meses se desecan.

Desde luego que la lluvia no es responsabilidad del Estado, pero sí la gestión del agua, que poco se ha hecho por mejorar, desde los sistemas de riego, como la que llega al consumo humano y a la industria, sector que suele desperdiciar mucho recurso hídrico sin que la ciudadanía cuente con números sobre esto.

Y es que como cada temporada de lluvias Sinaloa suele tener buena captación, hay que tomar en cuenta que llevamos tres años de sequía, el 2023 fue un mal año en tema de precipitaciones; una tormenta tropical tardía, de hecho, salvo mucho en las siembras, pero sabíamos que para estos días de primavera, las cosas se iban a poner como para pensar en verdaderas políticas públicas de gestión del agua.

Ya comenzaron las trillas, ya viene el tiempo de cierre de las presas, pero los estragos comienzan a ser evidentes. Claro, la apuesta siempre es que llueva lo suficiente como para dejar las preocupaciones atrás, esa es la esperanza, pero es hora de que desde el Estado mexicano se genere un esquema para proteger al vital líquido, que pareciera que en la era del cambio climático, comienza a ser escaso.

No podemos adelantar vísperas en el camino hacia el verano caluroso, pero por lo pronto, la agricultura ya resiente los efectos, las comunidades de la sierra tienen sed mientras que esperamos que, en lugar de que nuestros políticos se peleen por cosas fútiles, se unan para lograr sacar mejores políticas públicas que generen mejores condiciones para todo el entramado social.

Si una institución lleva en su marca el carácter humanista y no política, ésa es la Cruz Roja Mexicana, la cual cada año lanza una campaña de colecta entre la población para allegarse de recursos para continuar con su operatividad.

Es cierto que el Estado puede proveer recursos públicos para garantizar los servicios de esta noble institución de salvamento, pero también tiene que ser la misma sociedad, a quien va dirigida la atención, quien aporte de buena voluntad para que tenga continuidad.

En Mazatlán resulta contradictorio que mientras los servicios de emergencia se han incrementado un 30 por ciento en el último año, lo que se traduce en más trabajo para el personal que labora remunerado o de manera voluntaria, la colecta apenas está llegando a la mitad de la meta, de 4.4 millones de pesos.

Para que los lectores tengan información. La Cruz Roja en el puerto otorgó más de 2 mil servicios de emergencia nada más en los primeros tres meses de 2024, muchos de ellos tienen relación con atenciones a personas accidentadas o con lesiones producto de situaciones dolosas, como heridos de bala, golpes o arma blanca.

Mucho se dice que los paramédicos y quienes apoyan a esta esta estructura son héroes sin capa, y es que la verdad, hace falta asomarse a todo este titánico trabajo que día a día realizan, para darse cuenta que la Benemérita, como se le dice de cariño por su antigüedad, es más que eso cuando se trata de salvar vidas de manera desinteresada.

Sobre todo, las donaciones que recibe se deben a que justamente ese es su carácter para operar: que las sociedades aporten para dar sustento, y que no sea un botín político de grupos de intereses.

De ahí que donar a Cruz Roja es parte de la conciencia ciudadana para tener en buen estado una institución que, en cualquier momento, durante una emergencia, podemos llegar a necesitar. No se trata de dinero tirado a la basura, sino uno que servirá para que vidas en riesgo, sigan adelante.

La última esperanza

Justo en el cierre de abril, el estiaje en Sinaloa impacta ya de manera directa a las comunidades serranas, que por lo regular se abastecen de pozos que ya en estos meses se desecan.

Desde luego que la lluvia no es responsabilidad del Estado, pero sí la gestión del agua, que poco se ha hecho por mejorar, desde los sistemas de riego, como la que llega al consumo humano y a la industria, sector que suele desperdiciar mucho recurso hídrico sin que la ciudadanía cuente con números sobre esto.

Y es que como cada temporada de lluvias Sinaloa suele tener buena captación, hay que tomar en cuenta que llevamos tres años de sequía, el 2023 fue un mal año en tema de precipitaciones; una tormenta tropical tardía, de hecho, salvo mucho en las siembras, pero sabíamos que para estos días de primavera, las cosas se iban a poner como para pensar en verdaderas políticas públicas de gestión del agua.

Ya comenzaron las trillas, ya viene el tiempo de cierre de las presas, pero los estragos comienzan a ser evidentes. Claro, la apuesta siempre es que llueva lo suficiente como para dejar las preocupaciones atrás, esa es la esperanza, pero es hora de que desde el Estado mexicano se genere un esquema para proteger al vital líquido, que pareciera que en la era del cambio climático, comienza a ser escaso.

No podemos adelantar vísperas en el camino hacia el verano caluroso, pero por lo pronto, la agricultura ya resiente los efectos, las comunidades de la sierra tienen sed mientras que esperamos que, en lugar de que nuestros políticos se peleen por cosas fútiles, se unan para lograr sacar mejores políticas públicas que generen mejores condiciones para todo el entramado social.