A las 15:15 horas del 25 de agosto de 2011, un comando de hombres armados irrumpió en el Casino Royale de esta Ciudad e incendió el lugar con el saldo de 52 muertos; se cumple una década de los trágicos sucesos.
Familiares y amigos de Sonia, la recuerdan, ese día ella había acudido al casino a entregar una cotización de paquetes funerarios.
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Una potencial cliente le había citado a la entrada del lugar. En el preciso momento que entregaba la cotización entraron los hombres con amenazas y palabras altisonantes, la compradora corrió hacia la calle y Sonia al interior.
Mientras tanto, el carcomido y deteriorado edificio del casino ha iniciado un proceso de demolición que durará al menos seis meses.
Se cumplen 10 años de los hechos y los familiares de los fallecidos, claman justicia tras una década de que las víctimas murieron asfixiadas por intoxicación de monóxido de carbono, algunas escondidas en los baños y oficinas cuando trataban de huir de los agresores.
Fueron entre 12 y 14 hombres armados que viajaban en cuatro vehículos, los que irrumpieron en el casino ubicado en la avenida San Jerónimo al poniente de la ciudad.
Al ingresar golpearon a la recepcionista, robaron pertenencias de los clientes, destruyeron máquinas y rociaron con gasolina una amplia área del bingo para enseguida prender fuego.
Inclusive hubo quien habló de la explosión de una granada, pero nadie supo, todos corrían, gritaban y buscaban salir del inmueble; algunos lo hicieron por la puerta principal, otros por la azotea, pero 52 no tuvieron esa suerte.
En la estampida decenas de personas resultaron lesionadas al ser pisoteadas, cuando buscaban las salidas de emergencia, que permanecían cerradas con llave.
Por la noche se desplomó el segundo piso del inmueble que estuvo en llamas por horas.
Tras las investigaciones, de 15 presuntos participantes en el ataque armado e incendio, tres están con sentencia y todos los demás con procesos abiertos y obstruidos por amparos; alegan supuestas violaciones a sus derechos sobre cómo fueron arrestados y argumentan que fueron torturados.
"Que manera de querer destruirme y callarme. Sin dejar que me viera quebrada tomé con dignidad las prendas de mi hijo, salí de ahí con la fuerza que me quedaba, pero una cuadra después me tiré a llorar en el piso. Desde entonces no hay día que no tenga presente la imagen de sus cabellos que no podré volver a acariciar", recuerda la madre de una de las víctimas que acudió a la Fiscalía por la ropa de su hijo.
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"Sonia era una mujer emprendedora, a mi me vendía vestidos, ese día acudió a dejar una cotización de un paquete funerario", solloza Guadalupe, amiga de la víctima que es recordada por su familia y amistades.