Mazatlán, Sin. - En el viejo Mazatlán, un edificio conserva entre sus paredes historias que le han dado vida a la ciudad, hace tres siglos fue albergue de delincuentes, hoy es una bodega de carpintería.
El historiador y cronista, Joaquín López Hernández, asegura que al crearse cualquier pueblo es imprescindible que cuente con una iglesia, un mercado y una cárcel.
Precisamente, los indicios de lo que fue el primer presidio mazatleco aún existen y se encuentran a escasos metros de la primera parroquia del municipio, San José, y el mercado que alguna vez estuvo en lo que hoy es la biblioteca “Ingeniero Manuel Bonilla”.
De estos tres inmuebles sólo el recinto religioso se halla de pie, mientras que del penal quedan unas partes originales del predio, que muestran cómo fue una prisión de hace tres siglos.
López Hernández comenta que la cárcel pudo haber sido construida a principios del siglo XIX, e inclusive es considerada más antigua que el edificio de la Aduana, que hoy alberga al Servicio de Administración Tributaria.
Reconoce que no hay muchos escritos sobre las cárceles que ha habido en Mazatlán, pero la poca información precisa que la que se encuentra entre las calles Primera Peñuelas, 21 de Marzo, Compañía y Campana, es la primera en el municipio.
“Todos esos edificios datan de 1820, 1821 para acá, aunque hubo otros mucho más viejos, pero actualmente ya no queda nada, no queda ningún rastro de ellos en la ciudad”.
La ubicación donde se encontraban anteriormente las tres edificaciones tiene mucho sentido, pues fueron construidas donde normalmente se hallaba la masa de la población.
Nace en la Independencia
Por información recabada, asegura el historiador, la galera del Viejo Mazatlán podrían haber sido construida en la época de la Independencia, donde el puerto al igual que otros tenía una vigilancia, cuya administración se hallaba en el punto conocido como El Presidio, a 45 kilómetros del pueblo.
“Casi todos los puertos se manejaban así, como San Blas, donde toda la administración se encontraba en Tepic, mientras que Mazatlán la tenía en El Presidio y Altata en Culiacán”.
Por lo anterior, indicó, todos esos asentamientos desde muy temprano quedaban inseguros, porque los piratas llegaban y saqueaban a la escasa población que vivía en la llamada Perla del Pacífico y el ahora municipio de El Rosario.
Tras figurarse Mazatlán como ciudad, señaló, es como las autoridades de hace tres siglos inician con la construcción de un espacio, que permitiría mantener y alojar a todas aquellas personas que cometían un delito.
El historiador menciona que la también conocida como “Tierra de Venados”, tuvo otros puntos que tuvieron que ver con la primera cárcel, como lo fue el fuerte que se hallaba a escasas 6 cuadras al oriente.
Actualmente, este lugar alberga la primaria “General Antonio Rosales”, que fue creada hace 80 años, y que en su momento fue escenario de batallas donde los detenidos pasaban a la prisión del centro del municipio.
El inmueble, señala, contaba con cañones, que, de acuerdo a evidencias, habían sido utilizados en un enfrentamiento de una persona, que se había revelado a las autoridades.
Dicho espacio, asegura, está relacionado con la prisión y la iglesia, que fueron construidos en la misma época, tras conformarse la ciudad de Mazatlán, que originalmente fue fundada en 1531, la cual se hallaba en lo que es hoy la sindicatura de Villa Unión.
Reos de madera
Hace poco más de 10 años, un predio ubicado por la calle Primera Peñuelas fue adquirido para albergar una carpintería, que hoy en día es sólo utilizado como bodega de madera.
Por fuera permanecen aún los vestigios de lo que fue parte de la fachada de la cárcel, que a decir de los vecinos, albergaba a mujeres que habían cometido algún delito.
Este pequeño espacio corresponde a un 25% de la manzana en que se hallaba el inmueble carcelario, que, al dejar de funcionar, fue vendido en partes por la autoridad a la población.
Mientras que la mayoría de los predios fueron reconstruidos, el negocio de maderas conserva aún los enjarres, ventanales, rejas y los detalles de lo que fue el edificio en su época.
Sobrevive a los años
En el interior, la situación cambia, pues pese al amontonamiento de maderas, puede apreciarse lo que pudieron ser las carracas, los baños e inclusive hasta una pequeña explanada.
El historiador, asegura, la herrería que hay en ese lugar es la misma que ocupó la cárcel, cuyo grosor imposibilitaba a los reos a que trataran de escapar al intentar cortarla.
“Ahí están los vestigios en la carpintería, del área que se halla de espalda, la que pasa por la escuela, y corresponde a una parte donde había carracas, mientras que en la esquina hay lo que fue una especie de caseta de vigilancia”.
El material que ha sobrevivido, aseguró, se debe a las aleaciones con los que fueron construidos, principalmente la herrería que se halla en los ventanales del inmueble.
Lo que la gente cuenta
Son muchas las historias que se cuenta de este lugar, relatos que han sido pasados de generación en generación, en los que aseguran la aparición de ánimas o ruidos extraños.
Personal de la carpintería, asegura que lo que escuchan entre las paredes de la antigua cárcel se debe al mismo ruido que queda atrapado en los rincones, como si fueran burbujas que de repente revientan.
No obstante, hay quienes señalan que de pronto sienten como si alguien les tocara la espalda, pero al voltear no ven nada, sólo la madera amontonada a los lados del vetusto predio.
Inclusive, ex trabajadores comentan que en ese mismo lugar han encontrado indicios relacionados con la vida que ahí se llevaba, como es el hallazgo de una pistola de la época, que, al ser sacada a la luz, se desmoronó como si fuera polvo.
Historia incompleta
Las investigaciones para saber un poco más de la historia de la primera cárcel de Mazatlán, señala, se ha visto frenada por los daños que ha presentado el archivo municipal.
Dijo que en su momento el recinto que guarda la documentación del puerto fue cambiado de lugar, por lo que el traslado de un punto a otro hizo que mucha información se dañara.
Hasta el momento, reconoce, no se sabe cuál es el daño que presenta el archivo municipal, así como la posible desaparición de papeles que tienen que ver con la historia de Mazatlán, entre ellas las del presidio del primer cuadro de la ciudad.
Por lo pronto, señaló, los pocos datos que ha recabado le han permitido armar el rompecabezas de un inmueble, que forma parte del crecimiento del municipio y que hoy en día se encuentra desarmado, al ser vendido en partes, que ahora dan un aspecto distinto a la época de hace tres siglos.
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