/ sábado 28 de noviembre de 2020

El “dragón" que lanza fuego por las calles

A los 16 años, Roberto incursionó en el oficio que ha sido su sustento por más de 35 años; hoy por hoy se considera el número uno del puerto para lanzar los “flamazos”

Mazatlán, Sin.- En Mazatlán hay un hombre que se hace llamar "el dragón". Dice haberse ganado este apodo por la gran similitud que tiene con ese ser mitológico conocido por lograr grandes llamaradas con su boca. Desde los 16 años, Roberto Quiroz se dedica al oficio de lanza fuego y con más de 35 años de trayectoria, se considera el número uno en el puerto.

Dice que no ha perdido el sentido del gusto, sino por el contrario, así como en las comidas, puede identificar muy bien el sabor del diesel y darse cuenta cuando “sale rancio”.

Con valentía y destreza, desafía al peligro en las calles del puerto. Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán


Él es originario de León, Guanajuato, pero llegó al puerto cuando era muy pequeño. A los 9 años se salió de su casa y se convirtió en “niño de la calle” y cuando tenía 14 incursionó en el mundo de los payasos. Cuando en una ocasión vio a un lanza fuegos, su labor le llamó tanto la atención que entonces se propuso intentarlo.

"Empecé como payaso, pero miré a un muchacho que hacía esto. Cuando inicié lo hice por diversión, no por dinero, dije: 'voy a hacer eso y lo voy a hacer mucho mejor' y hasta hoy me considero el número uno, no he visto a alguien que aviente los flamazos como yo", expresó.

Inició en el crucero de la Juan Carrasco, luego anduvo en el Monumento al Pescador, también en el crucero de la Insurgentes, en el semáforo del Club de Leones y de momento trabaja en el cruce de la carretera Internacional México 15 y la Tepic-Mazatlán, a la altura de la Pepsi.

EL ACTO

Antes de que el semáforo se ponga en rojo, "el dragón" rocía con diesel su antorcha y luego le "pega" a un trago al envase, conteniendo la sustancia por algunos segundos en su boca. En el momento en que la señal de control de tráfico marca el alto se dirige al centro de la vialidad, donde todos puedan observarlo, y colocando la antorcha frente a su rostro, sopla contra ella provocando grandes llamaradas de fuego.

Lo hace una, dos y hasta tres veces. Cuando ha expulsado todo el combustible de su cavidad bucal, camina entre los autos en busca de unas monedas. Este acto lo repite hasta que los 50 pesos de diesel que ha comprado se agotan.

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

La primera vez que aventé un flamazo, lo aventé contra el aire y el fuego hizo una curva y lo regresó hacia mí, nada más me agaché, si no me hubiese quemado todo.

Roberto Quiroz

De lo que le invierte, se lleva tres veces más, hasta 200 pesos, si bien le va, pero a veces ni los 100 pesos saca.

Una vez me dijeron: 'tú eres como un artista' y dije: 'sí, soy un artista, pero sin dinero, pobre.

Roberto Quiroz

LA TÉCNICA

Lanzar fuego tiene su chiste, no es cualquier cosa, no es sólo soplar y ya. En su mano derecha porta su antorcha, la cual está fabricada con una agarradera de cubeta de pintura amarrada en su parte superior con un trapo, y con los dedos anular y medio de su mano izquierda, haciendo la señal de "amor y paz", los presiona contra sus labios, de esta manera puede controlar la salida del líquido.

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán


Es soplar y que salga pura brisa, porque si aviento el chorro directo es más probable que, en vez de que salga un flamazo, se apague.

Roberto Quiroz

Al diesel, afirma, ya hasta le agarró sabor. Para el “dragón" es como darle un sorbo a un refresco. Nuca se ha tragado la sustancia, aunque en ocasiones sí se le ha pasado una gota. La clave está en mantenerla en la boca, que no pase de la garganta.

"Como el aire se lleva la brisita (de combustible), se sopla hacia dónde va la dirección del viento, tiene su chiste soplarle, si lo avientas así nomás, sale desparramado", detalló.

LOS PELIGROS

Ser lanza fuegos es un oficio peligroso, diariamente se expone a sufrir alguna quemadura, ser atropellado o padecer de alguna intoxicación. Además, estar expuesto a constantes cambios de temperatura le ha dejado secuelas en las articulaciones de las manos, a veces los dedos se le “retuercen”.

Puedes leer: Por la pandemia, el Ejército de Salvación no hará su colecta navideña

"Ya me he prendido aquí, una vez eché la flama y un señor me hacía señas en la cabeza, y como no sentía caliente nomás me pasé la mano por encima, se me estaba quemando el pelo. También una vez traía un chaleco de 'pelusita' y yo tenía que pasar por la bola de lumbre, esa vez se apagó la antorcha y como el aire venía hacia mí se prendió de nuevo, como la antorcha nada más necesita una chispa para encender, se me prendió todo el chaleco", rememoró.

Los accidente viales están a la orden del día y más de una vez se ha salvado de ser atropellado. Cuenta que los camiones le han pasado a escasos centímetros, pero a pesar del temor trata de no realizar ningún gesto de susto o de asombro, pues su público lo está observando y como todo buen artista, asegura, “el show debe continuar”.

"He tenido mucho cuidado, antes de tirar un flamazo me fijo hacia los lados, hay veces que el semáforo está en rojo y a los conductores les 'vale queso' y se pasan de todas formas".

Comenta que nunca aprendió a hacer otra cosa, este oficio ha sido su único sustento y aunque no se ha cansado de realizarlo, algún día le gustaría trabajar en otra cosa, tener un empleo formal, reivindicar su vida después de dejar los vicios y pasar el mayor tiempo posible con sus nietos.

Ya he salido en cuatro Carnavales, ya todos me conocen aquí, y hasta ahorita soy el número uno todavía, gracias a Dios.

Roberto Quiroz



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Mazatlán, Sin.- En Mazatlán hay un hombre que se hace llamar "el dragón". Dice haberse ganado este apodo por la gran similitud que tiene con ese ser mitológico conocido por lograr grandes llamaradas con su boca. Desde los 16 años, Roberto Quiroz se dedica al oficio de lanza fuego y con más de 35 años de trayectoria, se considera el número uno en el puerto.

Dice que no ha perdido el sentido del gusto, sino por el contrario, así como en las comidas, puede identificar muy bien el sabor del diesel y darse cuenta cuando “sale rancio”.

Con valentía y destreza, desafía al peligro en las calles del puerto. Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán


Él es originario de León, Guanajuato, pero llegó al puerto cuando era muy pequeño. A los 9 años se salió de su casa y se convirtió en “niño de la calle” y cuando tenía 14 incursionó en el mundo de los payasos. Cuando en una ocasión vio a un lanza fuegos, su labor le llamó tanto la atención que entonces se propuso intentarlo.

"Empecé como payaso, pero miré a un muchacho que hacía esto. Cuando inicié lo hice por diversión, no por dinero, dije: 'voy a hacer eso y lo voy a hacer mucho mejor' y hasta hoy me considero el número uno, no he visto a alguien que aviente los flamazos como yo", expresó.

Inició en el crucero de la Juan Carrasco, luego anduvo en el Monumento al Pescador, también en el crucero de la Insurgentes, en el semáforo del Club de Leones y de momento trabaja en el cruce de la carretera Internacional México 15 y la Tepic-Mazatlán, a la altura de la Pepsi.

EL ACTO

Antes de que el semáforo se ponga en rojo, "el dragón" rocía con diesel su antorcha y luego le "pega" a un trago al envase, conteniendo la sustancia por algunos segundos en su boca. En el momento en que la señal de control de tráfico marca el alto se dirige al centro de la vialidad, donde todos puedan observarlo, y colocando la antorcha frente a su rostro, sopla contra ella provocando grandes llamaradas de fuego.

Lo hace una, dos y hasta tres veces. Cuando ha expulsado todo el combustible de su cavidad bucal, camina entre los autos en busca de unas monedas. Este acto lo repite hasta que los 50 pesos de diesel que ha comprado se agotan.

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

La primera vez que aventé un flamazo, lo aventé contra el aire y el fuego hizo una curva y lo regresó hacia mí, nada más me agaché, si no me hubiese quemado todo.

Roberto Quiroz

De lo que le invierte, se lleva tres veces más, hasta 200 pesos, si bien le va, pero a veces ni los 100 pesos saca.

Una vez me dijeron: 'tú eres como un artista' y dije: 'sí, soy un artista, pero sin dinero, pobre.

Roberto Quiroz

LA TÉCNICA

Lanzar fuego tiene su chiste, no es cualquier cosa, no es sólo soplar y ya. En su mano derecha porta su antorcha, la cual está fabricada con una agarradera de cubeta de pintura amarrada en su parte superior con un trapo, y con los dedos anular y medio de su mano izquierda, haciendo la señal de "amor y paz", los presiona contra sus labios, de esta manera puede controlar la salida del líquido.

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán


Es soplar y que salga pura brisa, porque si aviento el chorro directo es más probable que, en vez de que salga un flamazo, se apague.

Roberto Quiroz

Al diesel, afirma, ya hasta le agarró sabor. Para el “dragón" es como darle un sorbo a un refresco. Nuca se ha tragado la sustancia, aunque en ocasiones sí se le ha pasado una gota. La clave está en mantenerla en la boca, que no pase de la garganta.

"Como el aire se lleva la brisita (de combustible), se sopla hacia dónde va la dirección del viento, tiene su chiste soplarle, si lo avientas así nomás, sale desparramado", detalló.

LOS PELIGROS

Ser lanza fuegos es un oficio peligroso, diariamente se expone a sufrir alguna quemadura, ser atropellado o padecer de alguna intoxicación. Además, estar expuesto a constantes cambios de temperatura le ha dejado secuelas en las articulaciones de las manos, a veces los dedos se le “retuercen”.

Puedes leer: Por la pandemia, el Ejército de Salvación no hará su colecta navideña

"Ya me he prendido aquí, una vez eché la flama y un señor me hacía señas en la cabeza, y como no sentía caliente nomás me pasé la mano por encima, se me estaba quemando el pelo. También una vez traía un chaleco de 'pelusita' y yo tenía que pasar por la bola de lumbre, esa vez se apagó la antorcha y como el aire venía hacia mí se prendió de nuevo, como la antorcha nada más necesita una chispa para encender, se me prendió todo el chaleco", rememoró.

Los accidente viales están a la orden del día y más de una vez se ha salvado de ser atropellado. Cuenta que los camiones le han pasado a escasos centímetros, pero a pesar del temor trata de no realizar ningún gesto de susto o de asombro, pues su público lo está observando y como todo buen artista, asegura, “el show debe continuar”.

"He tenido mucho cuidado, antes de tirar un flamazo me fijo hacia los lados, hay veces que el semáforo está en rojo y a los conductores les 'vale queso' y se pasan de todas formas".

Comenta que nunca aprendió a hacer otra cosa, este oficio ha sido su único sustento y aunque no se ha cansado de realizarlo, algún día le gustaría trabajar en otra cosa, tener un empleo formal, reivindicar su vida después de dejar los vicios y pasar el mayor tiempo posible con sus nietos.

Ya he salido en cuatro Carnavales, ya todos me conocen aquí, y hasta ahorita soy el número uno todavía, gracias a Dios.

Roberto Quiroz



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