El ambulantaje es su estilo de vida

Para compensar la disminución en las ventas por el coronavirus, Silvia prepara empanadas y las promociona por las redes sociales

Marimar Toledo │ El Sol de Mazatlán

  · sábado 19 de septiembre de 2020

Silvia Huerta vende nopales, tamales colorados, empanadas, gorditas, pan, coricos y jamaica afuera del mercado de la colonia Benito Juárez. Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

Mazatlán, Sin.- Afuera de los mercados municipales de Mazatlán se pueden encontrar a decenas de comerciantes que diariamente ofrecen diferentes productos regionales. En su mayoría son mujeres que vienen de comunidades rurales y que se levantan en la madrugada para llegar a temprana hora a ofrecer lo que traen.

Tal es el caso de Silvia Huerta, quien desde hace 15 años llega diariamente de El Tablón I, El Rosario, a vender nopales, tamales colorados, empanadas, gorditas, pan, coricos y jamaica afuera del mercado municipal Miguel Hidalgo en la colonia Benito Juárez.

Desde que tenía 8 años, acompañaba a su mamá a vender en esta misma zona. Fue de ella de quien aprendió del negocio, así como a preparar los diferentes productos que vende con precios de 5, 10, 15 y 20 pesos.

Ni la pandemia del coronavirus ha impedido que la mujer de 48 años llegue todos los días colocar su puesto por la calle 13 de abril, frente a una de las entradas al mercado.

“Nunca dejé de venir, cuando empezó la cuarentena no dejaban ponernos los sábados y domingo y trabajaba de lunes a viernes y a partir de julio empezaron a dejarnos y ya estoy aquí todos los días, a pesar de que las ventas están bajas”.


Comenta que hay momentos en los que le da miedo contagiarse, por lo que toma muy bien sus precauciones con el cubrebocas y gel antibacterial, pues tiene que trabajar para ayudar a su esposo con los gastos de la casa y los estudios de sus dos hijos.

Comparte que con las bajas ventas por la pandemia tuvo que buscar la manera de ganar más dinero y optó por preparar empandas, para vender en su pueblo y las promociona por redes sociales.

Desde hace 15 años, llega diariamente al mercado de la Juárez desde El Tablón I, El Rosario. Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

“Hago como 100 piezas de pan y empanadas de calabaza, no me las traigo todas porque las vendo en el rancho, pongo el aviso en el Facebook y la gente va la casa. Antes no lo hacía, pero ahora sí, me ayuda para vender y ya sólo me traigo 40”.

Su día comienza a las 4:30 de la mañana, pero en la noche deja todo listo para salir de su pueblo en el autobús a las 5:15 y llegar Mazatlán a las 6:15, instalar su mesa con un paraguas que guarda en un puesto del mercado y colocar los productos para iniciar con la vendimia, hasta las 2:30 de la tarde.

Después regresa a su casa, su viaje dura alrededor de una hora, donde continúa con su trabajo, pues tiene que preparar nuevamente la mercancía que ofrecerá al día siguiente.

“Tengo una persona que me ayuda en la casa y cuando llego ya tiene el nopal pelado, los tamales y ya llego con mi hermana y nos podemos a preparar las harinas para hornear, para terminar mi día a más tardar a las 10:30 de la noche, pues otro día hay que madrugar”.

Para la comerciante lo días de mayor venta son los domingos y lunes, donde puede llegar a vender hasta mil pesos. Lo que más buscan sus clientes son los nopales, cocidos, crudos, picados y en penca.

Sentada, limpiando nopales, recuerda que desde jovencita aprendió a hacerlo, y a cocerlos, pues diariamente vende una cubeta cocida y otra cantidad importante de crudos.

“Los nopales los compro, de hecho, tengo en la casa, pero no me alcanzan, mi hermana y yo compramos de 20 a 22 cartones para una semana, los llevan de Villa Unión”.

Silvia trabaja largas jornadas para ganar 500 pesos diarios. La distinguen sus manos inmunes a las espinas, al igual que las de sus hermanos, que han encontrado el sustento en el nopal.

Comenta que su mama le enseñó el caminito y cuando se casó, en repetidas ocasiones la invitaba a trabajar y se resistía, prefería ayudarle en casa, pero poco a poco empezó a acompañarla, vendía sus propios productos en su puesto hasta que logro independizarse.


Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

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“Una señora que ya falleció me dijo que me pusiera en este lugar, yo no quería y me daba permiso que me pusiera unos días, ella dejó de venir y le dejó el puesto a su hija y aquí sigo, pero desde diciembre ya cuento con mi permiso”.

La pandemia del Covid-19 ha dejado grandes afectaciones económicas, sociales, psicológicas, pero confía en que pronto pase todo esto y todo vuelva a la normalidad

“No todo el tiempo vamos a estar así, con el temor, esto tiene que pasar, se nos han ido personas de los familiares, otros han enfermado, pero los que quedamos tenemos que seguir”.






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