Mazatlán, Sin.- Hace alrededor de siete meses, Maribel comenzó a tener fiebres que no cedían, lo que empezó a preocupar a su mamá, María, una jornalera agrícola de un pueblo de Oaxaca que trabaja junto con su esposo en un campo en el municipio de Escuinapa, en el sur de Sinaloa.
Durante el día, todo era normal para la pequeña de 10 años, pero llegaba la noche y de la nada le subía la temperatura. Era el mes de enero y ella, junto a sus papás, acababan de llegar a Sinaloa a trabajar, como cada año, en la siembra.
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Después de varios días, empezó a sentir cansancio, debilidad y dificultad para respirar, fue entonces cuando María, de 25 años de edad, se dio cuenta que la salud de su hija no estaba bien.
Al siguiente día la llevó a consulta al Hospital General en Escuinapa, ahí le dijeron que la trajera a Mazatlán con el especialista. Fue entonces que empezó su peregrinar con las consultas y pruebas de laboratorios.
Entre el temor y la angustia por no saber qué le pasaba a su pequeña, también estaba la incertidumbre por no tener un lugar para quedarse en el puerto, ni tampoco recursos para trasladarse de un lugar a otro.
Ahí afuera del hospital permaneció por muchos días, durmiendo bajo los árboles o en algún rinconcito, aunque agradece a las personas de buen corazón que llevan alimento y lo reparten a las personas que como ella están a la espera de algún enfermo.
Luego de varias semanas de ir y venir, de exámenes y de pruebas de laboratorio, la sospecha de los médicos especialistas fue confirmada: Maribel padece cáncer tipo leucemia, por lo que tiene que ir al Hospital Pediátrico de Culiacán a recibir atención médica.
Actualmente, está en tratamiento médico y a la espera de la cita para su primera quimioterapia en la capital del estado.
"Me duele mucho ver a mi hija así, sé que vienen momentos difíciles con el tratamiento, pero le pido a Dios que con esto pronto esté bien”, dice María angustiada.
El cáncer de Maribel está asociado a la exposición que la pequeña ha tenido con los plaguicidas que se utilizan en los campos agrícolas, donde ha estado gran parte de su vida los últimos años, mientras sus padres trabajan. Como ella, se han detectado en el sur de Sinaloa a otros dos menores de edad con la misma sintomatología y diagnóstico.
Uso de plaguicidas
El uso de plaguicidas en el sector agrícola sinaloense es una de las prácticas más comunes en la actividad primaria de la región. La exposición a estos representa un factor de riesgo no solo en cuestión ambiental, sino también en la salud humana, en este caso la de los jornaleros agrícolas, principalmente, además de sus hijos.
El director del Hospital General de Mazatlán "Martiniano Carvajal, Carlos Leonel Verdugo Hernández, aseguró que en lo que va del año se han canalizado a tres menores de 10 años de los municipios de Rosario y Escuinapa sospechosos de cáncer.
Es importante, agregó, que se tomen acciones en estos temas, ya que los principales afectados con estos padecimientos, principalmente de tipo leucémicos, son los hijos de los jornaleros, por su convivencia con agroquímicos con alto contenido en fósforo.
"Recordemos que tenemos población flotante y que son jornaleros agrícolas que viven en áreas donde se utilizan agroquímicos organofosforados; en este caso se puede atribuir que es un factor bastante importante para el desarrollo de este tipo de enfermedades en los seres humanos, en especial los niños", señaló.
"La población más vulnerable la tenemos en el sur de Sinaloa, las condiciones socioeconómicas, socioculturales de nuestros pacientes son terribles, muchos de ellos, son pacientes que emigran del sur del país, que vienen a trabajar en los campos agrícolas con sus familias, y los menores viven en áreas donde se utilizan agroquímicos. Eso es uno de los desencadenantes y detonantes para las enfermedades en los infantes".
La exposición a plaguicidas en jornaleros agrícolas detona un daño genotóxico y ambiental considerable, por lo que se establece que la gobernanza ambiental y las políticas públicas no han sido aplicadas de manera apropiada, por lo que se ha generado una actividad y comportamiento incongruentes para con las necesidades de la sociedad y del medio ambiente por parte de los actores involucrados.
Pacientes en Sinaloa
El director del Hospital Pediátrico de Sinaloa, Carlos Mijaíl Suárez Arredondo, señaló que actualmente atienden en el centro médico a 216 pacientes, entre leucemias y tumores de sistema nervioso central; los cuales son provocados por factores ambientales contaminantes de muchos tipos o por la genética.
Gracias a los avances de la tecnología es que se ha logrado tener una detección oportuna en muchos de esos casos, cuando anteriormente no se lograban definir los padecimientos de forma precisa y eso llevaba a que no se iniciaran a tiempo los tratamientos.
“El cáncer infantil es una enfermedad catastrófica por el alto impacto que implica en todos los ámbitos para una familia, y el económico es muy elevado”, dijo.
La incidencia es de un 200 a 300 por ciento al año, y representa un gasto para los pacientes desde los 200 mil al millón de pesos.
Desde que comenzó con sus malestares, Maribel ya no fue a los campos agrícolas, ahora deberá someterse a un fuerte tratamiento de quimioterapias. María, su mamá, no pierde las esperanzas, el que le hayan detectado a tiempo la enfermedad a su pequeña es un aliciente de que todo saldrá bien.
Población flotante
Según datos del DIF municipal, cada año llegan al sur de Sinaloa entre 10 mil y 13 mil jornaleros agrícolas originarios de Oaxaca, Guerrero y Chiapas para emplearse en los campos de producción de hortalizas, sin embargo el 40 por ciento de esta población (5 mil) la conforman menores de edad, los cuales terminan junto a sus padres en la labor campesina.
La gran mayoría llega a la zona del valle, en Escuinapa, aunque también se quedan en la sindicatura de Villa Unión; algunas familias arriban al municipio hasta con 13 niños, inclusive hay niñas de 14 o 16 años que tienen ya dos hijos.
Permanecen en el sur de Sinaloa por un lapso de siete meses, de septiembre a marzo, que es cuando se lleva a cabo la temporada de producción.
Las estadísticas
De acuerdo a las estadísticas del Registro de Cáncer en Niños y Adolescentes (RCNA), Sinaloa ocupa el cuarto lugar en incidencias, con 163.44 por cada millón de habitantes.
En el Hospital Pediátrico de Sinaloa se realizan más de 18 mil consultas al año, ingresan 80 pacientes y mueren 7 de cada 10 de ellos, con causas de mortalidad como la falta de diagnóstico oportuno, nulo acceso a tratamientos, abandono de este por falta de recursos económicos de la familia, defunciones por toxicidad y exceso de recidivas, es decir, el regreso de la enfermedad.
El 85% son leucemias, el 12% linfomas, el 9% tumores del Sistema Nervioso Central y el monto promedio del tratamiento anual es de dos millones 670 mil pesos.
Los estados con mayor tasa de incidencia de cáncer de 0 a 9 años son Durango, con 189.53 por cada millón de habitantes; Colima, con 187.42; Aguascalientes, con 167.36; Sinaloa, con 163.44 y Tabasco, con 158.94.
A nivel mundial, cada año se pronostican unos 18 millones de casos nuevos de cáncer y más de 200 mil son niños o adolescentes, lo que se traduce en que cada 4 horas se confirma un caso nuevo.
Ley para la detección de cáncer en la infancia
Sinaloa es el primer estado en el país que cuenta con una Ley para la Detección de Cáncer en la Infancia y Adolescencia, que si bien ya se encuentra aprobada, aún falta que se publique para comenzar con las gestiones necesarias para el etiquetado de recursos para el equipamiento del Hospital Pediátrico de Culiacán.
La diputada Celia Jauregui Ibarra, impulsora de esta ley, mencionó que con esta iniciativa se garantiza la gratuidad en los diagnósticos y tratamientos para los menores con cáncer en Sinaloa y la adquisición de equipamiento, lo que ayudará a ganarle tiempo importante a esta enfermedad.
“Los niños y las niñas tienen derecho a la satisfacción de sus necesidades de alimentación, salud, educación, y sano esparcimiento para su desarrollo integral, así como recibir el diagnóstico y tratamiento oportuno de cáncer en cualquiera de sus tipos o modalidades”, dijo.
Son 100 millones de pesos los que se necesitan para la adquisición de equipamiento, esto beneficiaría en la prontitud de los resultados de los estudios, ya que actualmente se envían hasta la Ciudad de México y tardan hasta dos meses en llegar.
