Mazatlán, Sin.- La primera vez Guadalupe "N" probó una sustancia psicoactiva fue a los 15 años de edad y fue la mariguana. No quería que nadie le contara, quería experimentar en carne propia cómo se sentía estar bajo los influjos de la droga y siguiendo el ejemplo de sus amigos comenzó a consumirla.
Recuerda que cuando cursaba la primaria ya se juntaba con amistades mucho más grandes que ella, estaba apenas en sexto grado cuando conoció los antros y desde los 12 comenzó a vivir la vida como si fuera una joven de 18 años.
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Abandonó los estudios al graduarse de la primaria, dice que prefirió la escuela de la calle; se iba con amigas a casas de consumo donde no había ni papá ni mamá, no había reglas, no había nada, sólo fumar, escuchar música y andar en la calle viendo qué hacer para conseguir dinero y comprar más droga.
En su casa lo tenía todo económicamente y no fue suficiente. Vivía con su abuelita, nadie de su familia sabía de su adicción, pero cuando le entró al cristal ya no pudo parar. Al poco tiempo comenzó a tener delirios de persecución y fue ahí donde sus padres se enteraron de la verdad.
Guadalupe fue anexada desde los 15 años
Fue a los 15 años cuando la ingresaron a un centro de rehabilitación por primera vez; no le gustó y se salió, dos años después entró a otra agrupación y sucedió lo mismo. A los 19 años, cuenta, decidió parar e ingresar a Interser, un centro de rehabilitación para mujeres.
En ese lapso de cuatro años sumergida en el consumo, pasó por situaciones muy fuertes, de dormir en una cómoda cama con sus padres, pasó a dormir hasta en lotes baldíos, de tener lujos a tener carencias, de tener comodidades a padecer hambre.
"A mí no me importaba qué hacer para conseguir dinero, lo único que me importaba era estar enfocada en estarme drogando y estar en la calle haciendo cosas ilícitas. Tenía que robar, prostituirme, robarle a mi familia, a mi abuela para conseguir eso", recuerda.
Su familia la buscaba pero ella siempre se echaba a perder para que no la encontraran. Su madre la llevó a otro centro de rehabilitación y a pesar de que iba molesta porque la iban a "encerrar" otra vez, muy en el fondo quería un cambio en su vida.
"Antes de yo entrar aquí (Interser) fue cuando empecé a tener un poquito de ganas de querer cambiar mi vida, ya no quería estar en la calle, ya no quería estar sufriendo, ya no quería dormir en los baldíos, ya no quería estar vestida con ropa que me encontraba tirada, ya no quiero traer piojos".
Hace cinco años que ya no ha vuelto a consumir ninguna sustancia, ha podido reivindicar su camino, culminó sus estudios básicos, actualmente estudia una carrera universitaria y es consejera en adicciones de otras jóvenes que aún están en la lucha.
"Yo el día de hoy tengo más de lo que algún día decía, porque mi mayor sueño era poder cumplir tan siquiera unos días, unos meses sin poder drogarme. El ver ahora a mi familia contenta, orgullosa, el terminar la secundaria, la preparatoria es un gran logro y hoy estoy estudiando Psicología", expresa.
Factores de riesgo
La adicción es una enfermedad progresiva que no discriminan de edad, género ni estatus social, señalan los psicólogos del Instituto Terapéutico del Ser, Juan Carlos Escudero y Kevin Adolfo Chavira García, historias como las de Guadalupe se cuentan diariamente en el centro de rehabilitación, aunque cada una con sus particularidades, al final tienen algo en común: la codependencia a una sustancia, en su mayoría al cristal.
Las causas de consumo son variadas, los factores de riesgo van desde lo social, familiar hasta lo económico. Por curiosidad, por diversión y por sentido de pertenencia a un grupo social, son las causas más comunes para inmiscuirse en el mundo de las drogas.
"Las mismas usuarias admiten que no necesariamente había una mala situación en casa para que ellas cayeran en una adicción, simplemente que estuvieron en el momento equivocado, o indicado, y empezaron con el consumo", señalan.
Algunas iniciaron en casa al ver el ejemplo de los padres, otras con su pareja; hubo quienes vieron las drogas como una solución rápida a sus problemas o ante una negligencia familiar.
"En lo económico no siempre es pobreza, pero si lo hay o por el contrario, tienen todo y se les permite todo, hay gente que tiene un poder adquisitivo altísimo y de todas formas consume drogas", agregan.
Conductas muy destructivas, agresivas, autolesivas como suicidio, cortes, codependencia a una persona, conductas antisociales, estados psicóticos, situación de pleito a más no poder, de no aceptar la situación del por qué están ahí, son parte del perfil de las mujeres que llegan al centro de rehabilitación. Lo que inicia como un problema de la sustancia se convierte en un problema emocional.
Interser y su labor para ayudar a las mujeres
El Instituto Terapéutico del Ser, es un centro de rehabilitación contra las drogas exclusivo para mujeres; abrió sus puertas hace cinco años, el 17 de enero del 2017, fundado por las hermanas, y también psicólogas, Patricia y Mónica Capaceta Emus.
En estos cinco años se han ayudado alrededor de 500 mujeres que van desde los 12 hasta los 58 años de edad. El servicio que ofrece es de modo residencial, es decir, las usuarias se internan por un tiempo para la desintoxicación natural y recibir terapia.
"Nosotros manejamos un filtro de ingreso para ver si la persona que solicita el servicio es apta para recibirlo, se hace una valoración médica, psicológica, una química sanguínea, lo que podemos atender lo atendemos y lo que no lo canalizamos", precisa.
El ingreso puede ser voluntario, involuntario u obligatorio, estos últimos se presentan en el caso de las usuarias que requieren atención urgente, que representan un peligro grave e inmediato para sí mismas o para los demás, o cuando son mujeres canalizadas por alguna institución o dependencia gubernamental.
El tratamiento que se ofrece es multidisciplinario, psicológico, psiquiátrico, médico y el más importante, el apoyo mutuo, ya que, a través de las experiencias personales compartidas, las usuarias se sienten identificadas, comprendidas e inspiradas a rehacer su vida.
"La ayuda mutua está basada en el programa de los 12 pasos, de corazón a corazón, de igual a igual, las historias se parecen, una compañera que ha vivido una historia muy parecida a la otra le puede ayudar hombro con hombro y levantarla, porque se van entendiendo, van hablando un mismo idioma que no es fácil de entender, incluso ni por la misma familia", revela.
Al igual que otras enfermedades crónicas, el tratamiento de la drogadicción por lo general no constituye una cura, pero si es posible contrarrestar los efectos perjudiciales. Cuando una mujer sale del centro de rehabilitación tiene grandes posibilidades de reincorporarse a la sociedad, siempre y cuando siga el plan de seguimiento, para evitar recaídas, las cuales también son muy frecuentes.
PARA SABER
El centro se sostiene de las cuotas que otorgan los familiares de las usuarias, pero hay quienes llegan solas, sin la compañía de un tutor, incluso hay chicas que han sido abandonadas ahí por sus seres queridos y pese a los altos costos de mantenimiento se les brinda el apoyo.