/ sábado 4 de junio de 2022

Cortando aluminio, Francisco logró salir de las drogas y el crimen

Francisco Javier le da una segunda vida a las latas que recolecta en el Malecón y las convierte en flores, corazones y motocicletas

Mazatlán, Sin.-Francisco Javier pasó una década viviendo entre las calles y la cárcel; fue alcohólico, también consumió varias sustancias adictivas que no lo llevaron a nada bueno.

El originario del estado de Jalisco inició desde los 14 años en el mundo de la drogadicción y hace 10 que no ha vuelto a consumir. Estuvo en un centro de rehabilitación y cayó tres veces en el Centro de Readaptación Social, donde estuvo casi cinco años.

Puedes leer: Mazatlán va por el tricampeonato turístico

"Ahí batalle, sufrí y más que nada ahí aprendí a vivir, lo malo y lo bueno. horita gracias a Dios, me levanto con una sonrisa, no ando enojado, no ando corajudo, ya no es igual a como cuando andaba con el vicio" expresó.

Cuenta que estando ahí sintió lo que es valorar la libertad y lo que vale cada cosa; tocó fondo. Recuerda que cuando lo tenía todo, era muy consentido por su abuela, pero mal influenciado por amistades, e incluso por familiares; entonces tomó otro rumbo su vida.

"A veces me da vergüenza y pena decirlo, pero yo le batallé mucho, entonces yo digo: 'oye Dios, ¿por qué al rico le das todo, el dinero y la posición, y a mí, por qué me haces batallar? Luego digo entre mí: 'oye, ¿pero cómo te has portado cuando estabas joven, desde los 14, 15 años?' Me porté mal con la sociedad, también haciendo desmadre", reconoció.

Sus estudios los dejó hasta cuarto año de primaria; enfrentó una crisis familiar y económica cuando sus padres se separaron.

"No había para la mochila, ni para los lápices ni para los zapatos, agarré la escuela de la vagancia, ya no quise ir a estudiar preferí trabajar, según yo", contó.

En la calle vende sus creaciones. Foto: Fausto Mcconegly | El Sol de Mazatlán

UNA NUEVA VIDA

A Mazatlán viene desde hace 10 años, lo hace por temporadas, luego se va a otros estados como Veracruz y Baja California Norte. Se mueve en el tren porque viaja con su perro "Vikingo", su mejor amigo y única compañía.

Cuenta que viajar en "la bestia" es muy peligroso, pero es una opción barata que le permite ir en compañía de su mascota, aunque también es muy riesgoso; cada curva o frenada es un peligro, se expone a las inclemencias del tiempo y a ser atacado por algún animal.

Menciona que por su edad y por ser ex convicto, es muy difícil conseguir un empleo, además de que tampoco tiene estudios; ha trabajado en un restaurante, se ha dedicado al comercio, a la construcción y al campo, actualmente hace artesanías con latas de aluminio y las vende en el malecón y cruceros del puerto.

Francisco Javier le da una segunda vida a las latas que recolecta en el Malecón y las convierte en flores, corazones y motocicletas. Foto: Fausto Mcconegly | El Sol de Mazatlán

"Me voy a la playa, allá la gente toma mucho, entonces junto mis botes, los corto, los lavo con jabón, para darle una presentación bonita".

No necesita más que tijeras y pegamento para dar forma a corazones, flores y motocicletas; estas artesanías las elabora desde hace cinco años.

"Se ve muy fácil, pero tiene su chiste, cualquier movimiento y ya te cortaste. Más que nada esto lo hago para sobrevivir y que salga para las croquetas del perro", comentó.

Cuando sale a trabajar se encmienda a San Judas Tadeo, para que le ayude a ganarse la moneda, dice que su trabajo lo malbarata porque no pone un precio fijo, sino que recibe lo que sea la voluntad de la gente, así sea un peso.

"Le busca uno la manera, ya tengo 40 años, pero a lo mejor por el vicio me veo de 50, 60 años".

Cuando alguien se arrepiente es porque ya no volverá a cometer las mismas acciones, manifiesta, y hoy con su conciencia tranquila asegura que aunque pobre, se puede dirigir a cualquier persona con educación y respeto.

"Ya le hice mucho a los vicios, ya me arrepentí, ya pedí perdón y ya me perdoné yo también. No le debo nada a nadie ya; vivo al día, yo solo le pido a Dios que me dé salud", dijo.

En el aluminio encontró su renacer y una esperanza de vida. Le gusta viajar por la República Mexicana, en especial en los estados donde hay puerto, para ofertar sus creaciones al turismo, que valora mucho lo que él hace.

PARA SABER

A Francisco Javier se le puede ver por el Malecón, en Zona Dorada y en la avenida Rafael Buelna vendiendo sus artesanías.

Mazatlán, Sin.-Francisco Javier pasó una década viviendo entre las calles y la cárcel; fue alcohólico, también consumió varias sustancias adictivas que no lo llevaron a nada bueno.

El originario del estado de Jalisco inició desde los 14 años en el mundo de la drogadicción y hace 10 que no ha vuelto a consumir. Estuvo en un centro de rehabilitación y cayó tres veces en el Centro de Readaptación Social, donde estuvo casi cinco años.

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"Ahí batalle, sufrí y más que nada ahí aprendí a vivir, lo malo y lo bueno. horita gracias a Dios, me levanto con una sonrisa, no ando enojado, no ando corajudo, ya no es igual a como cuando andaba con el vicio" expresó.

Cuenta que estando ahí sintió lo que es valorar la libertad y lo que vale cada cosa; tocó fondo. Recuerda que cuando lo tenía todo, era muy consentido por su abuela, pero mal influenciado por amistades, e incluso por familiares; entonces tomó otro rumbo su vida.

"A veces me da vergüenza y pena decirlo, pero yo le batallé mucho, entonces yo digo: 'oye Dios, ¿por qué al rico le das todo, el dinero y la posición, y a mí, por qué me haces batallar? Luego digo entre mí: 'oye, ¿pero cómo te has portado cuando estabas joven, desde los 14, 15 años?' Me porté mal con la sociedad, también haciendo desmadre", reconoció.

Sus estudios los dejó hasta cuarto año de primaria; enfrentó una crisis familiar y económica cuando sus padres se separaron.

"No había para la mochila, ni para los lápices ni para los zapatos, agarré la escuela de la vagancia, ya no quise ir a estudiar preferí trabajar, según yo", contó.

En la calle vende sus creaciones. Foto: Fausto Mcconegly | El Sol de Mazatlán

UNA NUEVA VIDA

A Mazatlán viene desde hace 10 años, lo hace por temporadas, luego se va a otros estados como Veracruz y Baja California Norte. Se mueve en el tren porque viaja con su perro "Vikingo", su mejor amigo y única compañía.

Cuenta que viajar en "la bestia" es muy peligroso, pero es una opción barata que le permite ir en compañía de su mascota, aunque también es muy riesgoso; cada curva o frenada es un peligro, se expone a las inclemencias del tiempo y a ser atacado por algún animal.

Menciona que por su edad y por ser ex convicto, es muy difícil conseguir un empleo, además de que tampoco tiene estudios; ha trabajado en un restaurante, se ha dedicado al comercio, a la construcción y al campo, actualmente hace artesanías con latas de aluminio y las vende en el malecón y cruceros del puerto.

Francisco Javier le da una segunda vida a las latas que recolecta en el Malecón y las convierte en flores, corazones y motocicletas. Foto: Fausto Mcconegly | El Sol de Mazatlán

"Me voy a la playa, allá la gente toma mucho, entonces junto mis botes, los corto, los lavo con jabón, para darle una presentación bonita".

No necesita más que tijeras y pegamento para dar forma a corazones, flores y motocicletas; estas artesanías las elabora desde hace cinco años.

"Se ve muy fácil, pero tiene su chiste, cualquier movimiento y ya te cortaste. Más que nada esto lo hago para sobrevivir y que salga para las croquetas del perro", comentó.

Cuando sale a trabajar se encmienda a San Judas Tadeo, para que le ayude a ganarse la moneda, dice que su trabajo lo malbarata porque no pone un precio fijo, sino que recibe lo que sea la voluntad de la gente, así sea un peso.

"Le busca uno la manera, ya tengo 40 años, pero a lo mejor por el vicio me veo de 50, 60 años".

Cuando alguien se arrepiente es porque ya no volverá a cometer las mismas acciones, manifiesta, y hoy con su conciencia tranquila asegura que aunque pobre, se puede dirigir a cualquier persona con educación y respeto.

"Ya le hice mucho a los vicios, ya me arrepentí, ya pedí perdón y ya me perdoné yo también. No le debo nada a nadie ya; vivo al día, yo solo le pido a Dios que me dé salud", dijo.

En el aluminio encontró su renacer y una esperanza de vida. Le gusta viajar por la República Mexicana, en especial en los estados donde hay puerto, para ofertar sus creaciones al turismo, que valora mucho lo que él hace.

PARA SABER

A Francisco Javier se le puede ver por el Malecón, en Zona Dorada y en la avenida Rafael Buelna vendiendo sus artesanías.

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