/ jueves 7 de abril de 2022

Carlos Milán fomenta el consumo orgánico de alimentos

Con una Hacienda Agroecológica con la que promueve el consumo de productos naturales, frescos y de buena calidad

Las oportunidades que el confinamiento otorgó a diversas personas, son el vivo ejemplo de que se pueden crear nuevas formas de vida, de emprendimiento y de hacer cosas nuevas. Tal es el caso del cubano Carlos Milán, quien decidió cultivar sus propios insumos, logrando construir una Hacienda Agroecológica que le permitió llevar alimento a otras personas que lo necesitaban.

Carlos Milán regresó a su natal Cuba al inicio de la pandemia, ya que él confía plenamente en el sistema de salud de la isla. Lo que no imaginó, es que sería ese lugar el que le daría la oportunidad de abrirse paso en el mundo agropecuario. “Decidí cultivar mis propios alimentos. Encontré unas tierras, ubicadas en una pequeña finca a lado de una presa, así que a los pocos días ya estaba sembrando boniato y habichuela. A los pocos meses ya estaba recogiendo mis primeras cosechas”, dijo Carlos.

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Los resultados de este proyecto le permitieron compartir con sus vecinos y familiares las primeras recolectas, así como llevar a los hospitales cercanos un poco de ello. Aunque en la finca había mucho por arreglar, Carlos fue adecuando cada espacio. Tiempo más tarde, ya tenía trabajadores en el lugar, incluso remodeló algunos lugares para que pudieran descansar. “En un abrir y cerrar de ojos, estas pequeñas áreas se convirtieron en jardines naturales de una belleza única”, expresó Milán.

No solo pensé en mi beneficio, sino en ayudar a todas las personas a mi alrededor, porque si algo he aprendido es a valorar a mi pueblo que tanto necesita”, expresó. Carlos impulsó esta hacienda con el objetivo de llevar comida para sus hermanos cubanos. La pandemia causó estragos que provocaron desabasto y era necesario actuar para dar un poco de alivio a las familias.

Pero ahora, más allá de una ayuda para su comunidad, Carlos ha perfilado la hacienda como una forma de acercar alimentos orgánicos, ya que considera que es de suma importancia que los jóvenes consuman productos naturales, frescos y de buena calidad. Para ello, consiguió el apoyo del ministerio de agricultura cubano, desde donde lograron colocar en cada municipio a especialistas para que otros jóvenes puedan producir el esquema. “En los últimos años, se han hecho adecuaciones en las leyes cubanas que permiten emprender proyectos como este, los cuales te dan la oportunidad de crecer en tu país y, a su vez, apoyar a una de las prioridades de nuestra isla: la producción y diversificación de alimentos”, declaró Carlos.

Por el momento, Carlos continúa desarrollándose en el mundo de la agricultura con el sueño de hacer crecer esta iniciativa y compartirla con los jóvenes, a fin de crear y fomentar nuevas formas de consumo local orgánico, evitando así los alimentos transgénicos, es decir, aquellos que son modificados genéticamente, que tanto dañan la salud; además de llevar el mensaje por toda Latinoamérica.

Carlos Milán nació en La Habana, Cuba. Se graduó en Contabilidad y Finanzas. En 2011, se mudó a Italia, atraído por la belleza de ese país. Más tarde, se radicó en Suiza, Madrid, Londres y Dubái. El amor por su país y la fe en la medicina cubana, lo hace regresar a la isla, donde ha logrado poner su granito de arena para fomentar la agricultura orgánica y así mejorar las condiciones de vida de muchos cubanos y de toda Latinoamérica.


Las oportunidades que el confinamiento otorgó a diversas personas, son el vivo ejemplo de que se pueden crear nuevas formas de vida, de emprendimiento y de hacer cosas nuevas. Tal es el caso del cubano Carlos Milán, quien decidió cultivar sus propios insumos, logrando construir una Hacienda Agroecológica que le permitió llevar alimento a otras personas que lo necesitaban.

Carlos Milán regresó a su natal Cuba al inicio de la pandemia, ya que él confía plenamente en el sistema de salud de la isla. Lo que no imaginó, es que sería ese lugar el que le daría la oportunidad de abrirse paso en el mundo agropecuario. “Decidí cultivar mis propios alimentos. Encontré unas tierras, ubicadas en una pequeña finca a lado de una presa, así que a los pocos días ya estaba sembrando boniato y habichuela. A los pocos meses ya estaba recogiendo mis primeras cosechas”, dijo Carlos.

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Los resultados de este proyecto le permitieron compartir con sus vecinos y familiares las primeras recolectas, así como llevar a los hospitales cercanos un poco de ello. Aunque en la finca había mucho por arreglar, Carlos fue adecuando cada espacio. Tiempo más tarde, ya tenía trabajadores en el lugar, incluso remodeló algunos lugares para que pudieran descansar. “En un abrir y cerrar de ojos, estas pequeñas áreas se convirtieron en jardines naturales de una belleza única”, expresó Milán.

No solo pensé en mi beneficio, sino en ayudar a todas las personas a mi alrededor, porque si algo he aprendido es a valorar a mi pueblo que tanto necesita”, expresó. Carlos impulsó esta hacienda con el objetivo de llevar comida para sus hermanos cubanos. La pandemia causó estragos que provocaron desabasto y era necesario actuar para dar un poco de alivio a las familias.

Pero ahora, más allá de una ayuda para su comunidad, Carlos ha perfilado la hacienda como una forma de acercar alimentos orgánicos, ya que considera que es de suma importancia que los jóvenes consuman productos naturales, frescos y de buena calidad. Para ello, consiguió el apoyo del ministerio de agricultura cubano, desde donde lograron colocar en cada municipio a especialistas para que otros jóvenes puedan producir el esquema. “En los últimos años, se han hecho adecuaciones en las leyes cubanas que permiten emprender proyectos como este, los cuales te dan la oportunidad de crecer en tu país y, a su vez, apoyar a una de las prioridades de nuestra isla: la producción y diversificación de alimentos”, declaró Carlos.

Por el momento, Carlos continúa desarrollándose en el mundo de la agricultura con el sueño de hacer crecer esta iniciativa y compartirla con los jóvenes, a fin de crear y fomentar nuevas formas de consumo local orgánico, evitando así los alimentos transgénicos, es decir, aquellos que son modificados genéticamente, que tanto dañan la salud; además de llevar el mensaje por toda Latinoamérica.

Carlos Milán nació en La Habana, Cuba. Se graduó en Contabilidad y Finanzas. En 2011, se mudó a Italia, atraído por la belleza de ese país. Más tarde, se radicó en Suiza, Madrid, Londres y Dubái. El amor por su país y la fe en la medicina cubana, lo hace regresar a la isla, donde ha logrado poner su granito de arena para fomentar la agricultura orgánica y así mejorar las condiciones de vida de muchos cubanos y de toda Latinoamérica.


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