/ viernes 9 de febrero de 2024

Trópicos Subterráneos | Destino de sol y playa

En el mar del conocimiento, las playas de la ignorancia contaminadas por el consumismo, Michel Foucault, al final del libro, finaliza en “Las palabras y las cosas, una arqueología de las ciencias humanas”, escribiendo, a la letra:

“Entonces podría apostarse a que el hombre se borraría, como en los límites del mar, un rostro de arena”.

Más que una profecía es una advertencia-evidencia que está a la vista con los pensamientos y las palabras de la publipropaganda y con los actos y los hechos del consumismo de lujo y funeral en el turismo cultural, el turismo como conocimiento mercadotécnico y la cultura como ignorancia en el destino de sol y playa como en el puerto y la ciudad de Mazatlán, centro marismeño-mazatleco y periférico sinaloense, porque cuando existen porque se inventan pueblos mágicos de pueblos fantasmas y 20 carnavales en Sinaloa, Estrella de los Palacios, se ha de sentir única e histórica, nomás porque así es la inteligencia del conocimiento y la belleza de la ignorancia que nunca aprenderá a ser bella por más que ella sea en el humanismo social de la gobernanza de derRocha Moya, la socioestética de la política cultural es más la simulación y el simulacro del arte político de gobernar con la pobreza de la cultura oficial y la cultura de la pobreza popular, porque hasta un pobre se siente millonario donde lo incluyan y lo excluyan en el campo agrícola y pesquero y le paguen su inactividad productiva con la alegría del Bienestar Social que es la alegoría de la tristeza después de la fiesta, todavía ebrio con la cruda realidad de la frustración que de la realización en el estatus económico, social y cultural sinaloense.

Se quiera o no, el destino de sol y playa, más por la pulsión comercial que el turismo cultural proyecta como turismo familiar, la individuación es una elección porque se tiene solvencia económica para el consumo -medianero- de lujo, aunque la categoría está en los hoteles de una a cinco estrellas la Estrella de los Palacios, y si no, pues allí están los hoteles CamArena al descampado, los departamentos y casas de renta playera, no habiendo limitaciones algunas ni siquiera con los malestares visuales y nasales bajo las luminarias, entre las basuras y sobre las aguas negras, la socioestética cultural está recompensada hasta con el eclipse solar, único e histórico, en Mazatlán, apostándose a que el turismo cultural se sentará, como en los límites del mar un rostro turístico de arena, contemplando no nada más el rayo verde con el crepúsculo del atardecer, puesto que estando apostado en el lugar y en el momento exacto y no equivocado, las luminarias no alumbran a las basuras cuando navegan en las aguas negras mar adentro, haciéndose los del turismo cultural de la vista gorda con el eclipse solar.

Desde la perspectiva turística marismeña-mazatleca sinaloense, la geografía es carnavalera y la historia es carnavalesca, lo que para el negocio de las tradiciones y las costumbres, los sucedáneos y las apropiaciones artístic@s y culturales (de y para) el turismo cultural son la carnavalización de los desfiles, la música, el ruido y la cohetería en los 20 carnavales-carnavalescos espectacularmente vendibles y comprables a esa alegría de quemar en el malhumor la frustración por la decepción de las autoridades municipales con la gobernanza estatal, derRocha Moya con la Estrella de los Palacios en la frente de Edgar Augusto 11, sustituyendo al ReyMemo.

En el mar del conocimiento, las playas de la ignorancia contaminadas por el consumismo, Michel Foucault, al final del libro, finaliza en “Las palabras y las cosas, una arqueología de las ciencias humanas”, escribiendo, a la letra:

“Entonces podría apostarse a que el hombre se borraría, como en los límites del mar, un rostro de arena”.

Más que una profecía es una advertencia-evidencia que está a la vista con los pensamientos y las palabras de la publipropaganda y con los actos y los hechos del consumismo de lujo y funeral en el turismo cultural, el turismo como conocimiento mercadotécnico y la cultura como ignorancia en el destino de sol y playa como en el puerto y la ciudad de Mazatlán, centro marismeño-mazatleco y periférico sinaloense, porque cuando existen porque se inventan pueblos mágicos de pueblos fantasmas y 20 carnavales en Sinaloa, Estrella de los Palacios, se ha de sentir única e histórica, nomás porque así es la inteligencia del conocimiento y la belleza de la ignorancia que nunca aprenderá a ser bella por más que ella sea en el humanismo social de la gobernanza de derRocha Moya, la socioestética de la política cultural es más la simulación y el simulacro del arte político de gobernar con la pobreza de la cultura oficial y la cultura de la pobreza popular, porque hasta un pobre se siente millonario donde lo incluyan y lo excluyan en el campo agrícola y pesquero y le paguen su inactividad productiva con la alegría del Bienestar Social que es la alegoría de la tristeza después de la fiesta, todavía ebrio con la cruda realidad de la frustración que de la realización en el estatus económico, social y cultural sinaloense.

Se quiera o no, el destino de sol y playa, más por la pulsión comercial que el turismo cultural proyecta como turismo familiar, la individuación es una elección porque se tiene solvencia económica para el consumo -medianero- de lujo, aunque la categoría está en los hoteles de una a cinco estrellas la Estrella de los Palacios, y si no, pues allí están los hoteles CamArena al descampado, los departamentos y casas de renta playera, no habiendo limitaciones algunas ni siquiera con los malestares visuales y nasales bajo las luminarias, entre las basuras y sobre las aguas negras, la socioestética cultural está recompensada hasta con el eclipse solar, único e histórico, en Mazatlán, apostándose a que el turismo cultural se sentará, como en los límites del mar un rostro turístico de arena, contemplando no nada más el rayo verde con el crepúsculo del atardecer, puesto que estando apostado en el lugar y en el momento exacto y no equivocado, las luminarias no alumbran a las basuras cuando navegan en las aguas negras mar adentro, haciéndose los del turismo cultural de la vista gorda con el eclipse solar.

Desde la perspectiva turística marismeña-mazatleca sinaloense, la geografía es carnavalera y la historia es carnavalesca, lo que para el negocio de las tradiciones y las costumbres, los sucedáneos y las apropiaciones artístic@s y culturales (de y para) el turismo cultural son la carnavalización de los desfiles, la música, el ruido y la cohetería en los 20 carnavales-carnavalescos espectacularmente vendibles y comprables a esa alegría de quemar en el malhumor la frustración por la decepción de las autoridades municipales con la gobernanza estatal, derRocha Moya con la Estrella de los Palacios en la frente de Edgar Augusto 11, sustituyendo al ReyMemo.

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