/ viernes 9 de agosto de 2019

El poder, la religión y la política.

No basta demostrar una cosa, hay que persuadir a los hombres o elevarlos hasta ella. Por eso el iniciado tiene que aprender a decir su sabiduría, y a veces a expresarla de modo que suene a locura. F. Nietzsche.

Todos los que hacen política anhelan llegar al poder. Incluidas las mujeres con su empoderamiento. Se busca llegar al poder como medio para la realización de otros anhelos, ya sea por idealismo o por egoísmo; o al poder por el poder, para disfrutar de una sensación de coraje y valía, que se otorga por el poder.

El estado, como toda entidad política, es un enlace de dominio de individuos sobre individuos, sostenido mediante la legítima violencia; es decir considerada como tal. Para que se sostenga es necesario que los sujetos acaten la autoridad que pretenden tener quienes en su oportunidad la ejercen.

En los elementos de la legitimidad de un dominio, podemos encontrar, en principio, tres tipos de justificación interna:

1. La legitimidad del perdurable ayer, la validez de un hábito cuyos comienzos se pierden en el tiempo, y la orientación del individuo por hábito, hacia su respeto. Corresponde a la legitimidad tradicional similar a la ejercida por patriarcas y príncipes pertenecientes al patrimonio de antiguo cuño.

2. El Carisma o facultad de la gracia personal y extraordinaria, la devoción estrictamente personal, así como la confianza, también personal, en la aptitud tanto para las revelaciones -como para las condiciones heroicas y de otro tipo- del caudillo, inherentes a un individuo. Tal preponderancia carismática es la que tenían los Profetas y también, en términos de política, han sido utilizados por los guerreros elegidos, los gobernantes por razones plebiscitarias, los demagogos sobresalientes o los jefes de los partidos políticos.

3. La legitimidad respaldada por una base legal, que asume la validez de los preceptos legales, debido a su competencia objetiva basada en las normas establecidas de acuerdo con la razón, más bien en la orientación hacia el cumplimiento de las obligaciones establecidas de conformidad con la ley; un dominio inherente al moderno servidor del Estado y a los poseedores del poder en su totalidad, que lo ejercen a su semejanza.

No hay la menor duda de que al final, la obediencia de los sujetos está condicionada a motivos imperiosos de temor al espíritu vengativo de los ricos o de los poderes mágicos, y de la esperanza de un premio aquí en la tierra o en el cielo; al mismo tiempo, hay muchos y muy diversos intereses de por medio.

Ahora, cuando surge la cuestión de las razones de la legitimidad de la obediencia, siempre nos encontramos con el segundo tipo de justificación interna, la facultad de la gracia personal y extraordinaria, el carisma; el dominio meramente personal del caudillo que se resuelve en la subordinación total de los sujetos al carisma.Ese es el concepto de vocación, en su significado más elevado.

De hecho, rendirse al carisma que emana del Profeta, del Caudillo en la guerra, del Líder en la contienda, o del gran Demagogo en la Iglesia o el Parlamento, significa que tal figura está predestinada a ser una guía para los hombres, en quienes la obediencia no se debe, precisamente, a una costumbre o norma legal establecida, sino a la Fe puesta en Él.

Él, quien si no resulta un ser mezquino, efímero y presuntuoso, vive para su trabajo y su obra. ÉL y su persona,con sus cualidades intrínsecas,es lo que atrae al grupo de discípulos, al séquito,al partido.

En todas partes y en todos los tiempos, se ha visto que el liderazgo emerge bajo uno de estos dos aspectos: el de Profeta o Mago; el de Príncipe guerrero, Líder de la banda, Cabecilla o Caudillo.

Los escritores de los evangelios trataron de cambiar el equilibrio de la conciencia del estilo de vida de Jesús, como mesías pacífico, pero su ambigüedad se demuestra en algunos de sus enunciados esenciales, como estos:

Bienaventurados los que hacen obras de paz. (Mateo 5:9)…Noosimaginéis que vine a poner paz sobre la tierra; no vine a poner paz, sino espada. (Mateo 10:34)… Si uno te abofetea la mejilla derecha, vuélvele también la otra. (Mateo 5:39)… Pensáis que vine a traer paz a la tierra?No, os lo aseguro, sino más bien la división. (Lucas 12:51)…Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen. (Lucas 6:27)… Quien no tenga espada, venda su manto y cómprese una. (Lucas 22:36)

Los mesías populares en contextos coloniales siempre son culpables de un crimen político religioso, nunca de un crimen simplemente religioso.

Así sucedió desde nuestro pasado con los Aztecas, acusados por los Tlaxcaltecas y sacrificando a Cuauhtémoc, lo mismo con el movimiento político religioso liberador personificado en Hidalgo, con el movimiento territorial del Caudillo Zapata; e igual que con los romanos, a los que no les preocupaba en absoluto la violación de los códigos religiosos de los nativos realizada por Jesús, les inquietaba profundamente su amenaza de destruir el gobierno colonial. “Al César lo que es del César”

Para los Nuevos Amos, un nuevo mesías es solo otro personaje subversivo que merece el mismo destino que todos los demás bandidos y revolucionarios agitadores de masas, que siguen saliendo de los desiertos y las selvas más pobres del mundo.

El Cristianismo ha intentado realizar una revolución mediante la conciencia durante dos mil años…La conciencia cristiana pudo haber cambiado el mundo…pero, fue el mundo quien cambió a la conciencia cristiana…Todavía…si todos adoptaramos un estilo de vida generoso, contrario a la obligación de la ganancia, no competitivo como se nos ordena, lleno de amor solidaridario, en pacífica hermandad…podríamos vivir en ese Reino de Dios que seguimos esperando…y al Nuevo Príncipe que ya viene….viene…quebrándose…sale derecho patroncito…



Aquel que admira, hasta el punto de crucificar

al que no comparte su admiración,

debe ser incluido entre los verdugos de su partido,

y no se le debe dar la mano ni aun siendo de su partido.

F. Nietzsche.


Para mi amigo Sergio, pescador artesanal de la playa norte y la colonia Reforma, que poéticamente muere fulminado por un rayo, entre la mar y el cielo, en una lluviosa madrugada mazatleca… Adios, hombre de mar, tuviste muerte de Vikingo.

No basta demostrar una cosa, hay que persuadir a los hombres o elevarlos hasta ella. Por eso el iniciado tiene que aprender a decir su sabiduría, y a veces a expresarla de modo que suene a locura. F. Nietzsche.

Todos los que hacen política anhelan llegar al poder. Incluidas las mujeres con su empoderamiento. Se busca llegar al poder como medio para la realización de otros anhelos, ya sea por idealismo o por egoísmo; o al poder por el poder, para disfrutar de una sensación de coraje y valía, que se otorga por el poder.

El estado, como toda entidad política, es un enlace de dominio de individuos sobre individuos, sostenido mediante la legítima violencia; es decir considerada como tal. Para que se sostenga es necesario que los sujetos acaten la autoridad que pretenden tener quienes en su oportunidad la ejercen.

En los elementos de la legitimidad de un dominio, podemos encontrar, en principio, tres tipos de justificación interna:

1. La legitimidad del perdurable ayer, la validez de un hábito cuyos comienzos se pierden en el tiempo, y la orientación del individuo por hábito, hacia su respeto. Corresponde a la legitimidad tradicional similar a la ejercida por patriarcas y príncipes pertenecientes al patrimonio de antiguo cuño.

2. El Carisma o facultad de la gracia personal y extraordinaria, la devoción estrictamente personal, así como la confianza, también personal, en la aptitud tanto para las revelaciones -como para las condiciones heroicas y de otro tipo- del caudillo, inherentes a un individuo. Tal preponderancia carismática es la que tenían los Profetas y también, en términos de política, han sido utilizados por los guerreros elegidos, los gobernantes por razones plebiscitarias, los demagogos sobresalientes o los jefes de los partidos políticos.

3. La legitimidad respaldada por una base legal, que asume la validez de los preceptos legales, debido a su competencia objetiva basada en las normas establecidas de acuerdo con la razón, más bien en la orientación hacia el cumplimiento de las obligaciones establecidas de conformidad con la ley; un dominio inherente al moderno servidor del Estado y a los poseedores del poder en su totalidad, que lo ejercen a su semejanza.

No hay la menor duda de que al final, la obediencia de los sujetos está condicionada a motivos imperiosos de temor al espíritu vengativo de los ricos o de los poderes mágicos, y de la esperanza de un premio aquí en la tierra o en el cielo; al mismo tiempo, hay muchos y muy diversos intereses de por medio.

Ahora, cuando surge la cuestión de las razones de la legitimidad de la obediencia, siempre nos encontramos con el segundo tipo de justificación interna, la facultad de la gracia personal y extraordinaria, el carisma; el dominio meramente personal del caudillo que se resuelve en la subordinación total de los sujetos al carisma.Ese es el concepto de vocación, en su significado más elevado.

De hecho, rendirse al carisma que emana del Profeta, del Caudillo en la guerra, del Líder en la contienda, o del gran Demagogo en la Iglesia o el Parlamento, significa que tal figura está predestinada a ser una guía para los hombres, en quienes la obediencia no se debe, precisamente, a una costumbre o norma legal establecida, sino a la Fe puesta en Él.

Él, quien si no resulta un ser mezquino, efímero y presuntuoso, vive para su trabajo y su obra. ÉL y su persona,con sus cualidades intrínsecas,es lo que atrae al grupo de discípulos, al séquito,al partido.

En todas partes y en todos los tiempos, se ha visto que el liderazgo emerge bajo uno de estos dos aspectos: el de Profeta o Mago; el de Príncipe guerrero, Líder de la banda, Cabecilla o Caudillo.

Los escritores de los evangelios trataron de cambiar el equilibrio de la conciencia del estilo de vida de Jesús, como mesías pacífico, pero su ambigüedad se demuestra en algunos de sus enunciados esenciales, como estos:

Bienaventurados los que hacen obras de paz. (Mateo 5:9)…Noosimaginéis que vine a poner paz sobre la tierra; no vine a poner paz, sino espada. (Mateo 10:34)… Si uno te abofetea la mejilla derecha, vuélvele también la otra. (Mateo 5:39)… Pensáis que vine a traer paz a la tierra?No, os lo aseguro, sino más bien la división. (Lucas 12:51)…Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen. (Lucas 6:27)… Quien no tenga espada, venda su manto y cómprese una. (Lucas 22:36)

Los mesías populares en contextos coloniales siempre son culpables de un crimen político religioso, nunca de un crimen simplemente religioso.

Así sucedió desde nuestro pasado con los Aztecas, acusados por los Tlaxcaltecas y sacrificando a Cuauhtémoc, lo mismo con el movimiento político religioso liberador personificado en Hidalgo, con el movimiento territorial del Caudillo Zapata; e igual que con los romanos, a los que no les preocupaba en absoluto la violación de los códigos religiosos de los nativos realizada por Jesús, les inquietaba profundamente su amenaza de destruir el gobierno colonial. “Al César lo que es del César”

Para los Nuevos Amos, un nuevo mesías es solo otro personaje subversivo que merece el mismo destino que todos los demás bandidos y revolucionarios agitadores de masas, que siguen saliendo de los desiertos y las selvas más pobres del mundo.

El Cristianismo ha intentado realizar una revolución mediante la conciencia durante dos mil años…La conciencia cristiana pudo haber cambiado el mundo…pero, fue el mundo quien cambió a la conciencia cristiana…Todavía…si todos adoptaramos un estilo de vida generoso, contrario a la obligación de la ganancia, no competitivo como se nos ordena, lleno de amor solidaridario, en pacífica hermandad…podríamos vivir en ese Reino de Dios que seguimos esperando…y al Nuevo Príncipe que ya viene….viene…quebrándose…sale derecho patroncito…



Aquel que admira, hasta el punto de crucificar

al que no comparte su admiración,

debe ser incluido entre los verdugos de su partido,

y no se le debe dar la mano ni aun siendo de su partido.

F. Nietzsche.


Para mi amigo Sergio, pescador artesanal de la playa norte y la colonia Reforma, que poéticamente muere fulminado por un rayo, entre la mar y el cielo, en una lluviosa madrugada mazatleca… Adios, hombre de mar, tuviste muerte de Vikingo.

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