/ domingo 22 de mayo de 2022

Carta a mi padre

Es posible padre que, con tu ausencia de 45 años, en algún hueso de tus huesos cardios, en algún latido de tu corazón y en algún recuerdo de tu memoria, recuerdes que en mayo 20 cumpliré 65 años, cuando en abril de 1977 te moriste y en mayo cumplí 20 años que, para los años pasados y presentes, la vida sigue en y para la vida, haciéndote abuelo de Andrea Heloisa.

Con sincera humanidad, cuando no estás, te aparezco, porque te necesito como la leña al fuego para prendernos como el pedernal a la yesca, el sombrero de ala ancha en tu cabeza como el sombrero de ala corta en y con mi cabeza a pájaros, entre la costa y la sierra, sobre un camino vallado de helechos y de begonias en un claro de sol/en un claro del bosque, reencontrándonos:

Apreciable y entrañable hijo, ¿qué para la vida cuando tú estás en ella con la orfandad de la poesía?

Estamos que es vivir, sobrevivir y morir con ella en el país de las sombras espectrales.

Hijo, para el tiempo que viví, sobreviví y morí había algo mejor para seguir viviendo en el país, y algo que es hereditario de gobierno en gobierno y que es la corrupción, no ha sido más que mejor para los gobiernos y más que peor para los gobernados, porque si antes fue a cañonazos y balazos, ahora es con abrazos y balazos.

Padre, ¿es lo que tú alcanzas a ver en el país de las sombras espectrales?

Desgraciadamente, hijo, también lo siento, porque lo que viene gobierno tras gobierno es la corrupción de los huesos cardios, del corazón y de la memoria.

¿Qué hay que hacer, padre?

Nada que le ofenda a nadie y a alguien, porque ofendido se va a sentir el gobierno que es lo es todo para casi todos, menos para los pobres que se hacen por el pasado y que se rehacen por el presente, porque los gobiernos siempre lo han dicho porque lo hacen: no hay peor lucha o revolución la que no se hace. De lo sacrificado, lo matado. De lo corrupto, lo robado, por simulado. Eso sí, a los gobernantes, no les agrada que se diga de ellos que son los principales corruptos y criminales, pues para ellos está la constitución, la ley y la justicia que se las pasan gobierno tras sexenio, diciendo que ahora sí viene el cambio con el cambio del mismo y del diferente gobierno.

Y así, hijo, hasta tus 65 años, por siempre, tu padre Heraclio, porque después de 45 años de no vernos con los ojos y de no hablarnos con las bocas, acaso nomás escucharnos con los huesos cardios, el corazón y la memoria que, en esta muerte mía en tu vida tuya, sea, por siempre, la poesía.

Recuerdo, Nino, que cuando me dijiste que ibas estudiar filosofía o periodismo, te pregunté: ¿Y de qué vas a vivir?, contestándome: de y para la vida y la poesía. Entonces, no dejes de serle a la vida en hacerle con la poesía para Andrea Heloisa, aunque no viva de ella, tiene y tendrá que vivir para ella.

Padre, con el tiempo de la orfandad, la soledad de la poesía es una presencia a tu ausencia solamente posible y realizable en que los huesos cardios son el corazón y la memoria en que nos hundimos para salvarnos -como dice Cioran en: “Esos momentos en que una negatividad esencial dirige nuestros actos y nuestros pensamientos, en que el porvenir ha quedado anticuado antes de nacer, en que una sangre devastada nos inflige la certidumbre de un universo de misterios despoetizados, loco de anemia, desplomado sobre sí mismo, y en el que todo acaba en un suspiro espectral”, es lo que a diario-cotidiano uno es sometido por lo que en una Razón de Estado es el aplastamiento del ser humano sobre la condición humana como de la condición de la naturaleza en que todos estamos parados y que se está abriendo en un profundo pozo negro del tamaño como el hoyo negro que no alcanzamos a dimensionar humana, terrenal y cosmo(a)gónicamente, abrazándote, por siempre, tu hijo.

Es posible padre que, con tu ausencia de 45 años, en algún hueso de tus huesos cardios, en algún latido de tu corazón y en algún recuerdo de tu memoria, recuerdes que en mayo 20 cumpliré 65 años, cuando en abril de 1977 te moriste y en mayo cumplí 20 años que, para los años pasados y presentes, la vida sigue en y para la vida, haciéndote abuelo de Andrea Heloisa.

Con sincera humanidad, cuando no estás, te aparezco, porque te necesito como la leña al fuego para prendernos como el pedernal a la yesca, el sombrero de ala ancha en tu cabeza como el sombrero de ala corta en y con mi cabeza a pájaros, entre la costa y la sierra, sobre un camino vallado de helechos y de begonias en un claro de sol/en un claro del bosque, reencontrándonos:

Apreciable y entrañable hijo, ¿qué para la vida cuando tú estás en ella con la orfandad de la poesía?

Estamos que es vivir, sobrevivir y morir con ella en el país de las sombras espectrales.

Hijo, para el tiempo que viví, sobreviví y morí había algo mejor para seguir viviendo en el país, y algo que es hereditario de gobierno en gobierno y que es la corrupción, no ha sido más que mejor para los gobiernos y más que peor para los gobernados, porque si antes fue a cañonazos y balazos, ahora es con abrazos y balazos.

Padre, ¿es lo que tú alcanzas a ver en el país de las sombras espectrales?

Desgraciadamente, hijo, también lo siento, porque lo que viene gobierno tras gobierno es la corrupción de los huesos cardios, del corazón y de la memoria.

¿Qué hay que hacer, padre?

Nada que le ofenda a nadie y a alguien, porque ofendido se va a sentir el gobierno que es lo es todo para casi todos, menos para los pobres que se hacen por el pasado y que se rehacen por el presente, porque los gobiernos siempre lo han dicho porque lo hacen: no hay peor lucha o revolución la que no se hace. De lo sacrificado, lo matado. De lo corrupto, lo robado, por simulado. Eso sí, a los gobernantes, no les agrada que se diga de ellos que son los principales corruptos y criminales, pues para ellos está la constitución, la ley y la justicia que se las pasan gobierno tras sexenio, diciendo que ahora sí viene el cambio con el cambio del mismo y del diferente gobierno.

Y así, hijo, hasta tus 65 años, por siempre, tu padre Heraclio, porque después de 45 años de no vernos con los ojos y de no hablarnos con las bocas, acaso nomás escucharnos con los huesos cardios, el corazón y la memoria que, en esta muerte mía en tu vida tuya, sea, por siempre, la poesía.

Recuerdo, Nino, que cuando me dijiste que ibas estudiar filosofía o periodismo, te pregunté: ¿Y de qué vas a vivir?, contestándome: de y para la vida y la poesía. Entonces, no dejes de serle a la vida en hacerle con la poesía para Andrea Heloisa, aunque no viva de ella, tiene y tendrá que vivir para ella.

Padre, con el tiempo de la orfandad, la soledad de la poesía es una presencia a tu ausencia solamente posible y realizable en que los huesos cardios son el corazón y la memoria en que nos hundimos para salvarnos -como dice Cioran en: “Esos momentos en que una negatividad esencial dirige nuestros actos y nuestros pensamientos, en que el porvenir ha quedado anticuado antes de nacer, en que una sangre devastada nos inflige la certidumbre de un universo de misterios despoetizados, loco de anemia, desplomado sobre sí mismo, y en el que todo acaba en un suspiro espectral”, es lo que a diario-cotidiano uno es sometido por lo que en una Razón de Estado es el aplastamiento del ser humano sobre la condición humana como de la condición de la naturaleza en que todos estamos parados y que se está abriendo en un profundo pozo negro del tamaño como el hoyo negro que no alcanzamos a dimensionar humana, terrenal y cosmo(a)gónicamente, abrazándote, por siempre, tu hijo.

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