/ martes 13 de noviembre de 2018

La Cultura Marismeña-Mazatleca

(Primera de dos partes)

El reto de Raúl Rico como el de Óscar Blancarte ante y para la cultura marismeña-mazatleca, no se renueva ni se innova con la jubilación de Raúl y la activación de Óscar: el valor generacional de los dos no da para uno, por más que se haya espectacularizado el carnaval y se haya dirigido cine.

El nivel sociocultural de la cultura marismeña-mazatleca, ha sido regular porque se ha conformado en una imagen, publipropagandísticamente, en que lo es todo, cuando es casi nada, nadie, alguien con “el turismo cultural” de la plazuela Machado para los gringos viejos y el mundo.

Del prianismo a morena, El Químico, no tuvo ni tiene más que las ganas de balsear-valsear sobre las Olas Altas, demostrarle a la Sociedad Marismeña-Mazatleca que también él siempre quiso pertenecer a ella porque lo de él ha sido y es una lucha de clases-propia para posar en las fotografías donde presidió las convocatorias para El Carnaval, a la vez, quién sabe con Oscar Blancarte, y no, con Raúl, que él era la Sociedad, el Carnaval, el Arte, el Turismo Cultural juntos, no habiendo públicos, sino, un chingamadral de gentes en Olas Altas con hieleras a repletas y desbordantes con botes de cerveza.

Las gentes que son como la gente y los demás, los otros y nosotros, poco o casi nada, nadie y alguien tenemos qué hacer ante la imposición de la inercia burocrática-partidista, porque hasta los mismos artistas y promotores socioculturales tienen un estatus de entretenedores en las mismas actividades artísticas con sus górgoros, sus danzas y sus pintadas con una camerata que dan un soponcio sin remedio, viéndose cómo los gringos se extasían sin éxtasis quedándose estáticos mirando a la luna cómo Penélope enreda-desenreda la bola de hilos en la garganta, llegando después la banda rompeolas en lo que fue El Bandódromo.

Nada, nadie, alguien han estado para lo que la cultura marismeña-mazatleca es una mezcla-mixtura que, cada trienio municipal, se ha ido-venido como un antojo-sabor con el toque, el gusto y placer de lo mismo con lo revuelto y lo dispuesto: hay más un forzado localismo por hacer del arte y la cultura un valor agregado de lo segregado, de lo céntrico a lo periférico, haciendo de la animación sociocultural una reanimación de lo reciclado en los catálogos-muestrarios con los festivales de lo mismo, a nivel nacional, dizque con lo cosmopolita que es doña Polita acompañada por don Cosmo a la plazuela República, porque en la plazuela Machado, los empujan.

Desde que alguien se hizo acompañar por una comparsa, de Bienvenida, al muelle del puerto-la ciudad para los cruceros, la cultura marismeña-mazatleca con el turismo cultural, se ha mostrado con una actitud de recibir-servir al viajero extranjero que viene de Extranjía a la ciudad-el puerto de La Fantasía con los usos y las costumbres de los taxistas, los aurígeros y los pulmoneros que cobran caro los servicios más turisteros que turísticos, yéndole en feria a propios y extraños por mar, tierra y aire desde el turista sandwinchero al turista de tres y cinco estrellas, connotándose para qué recibe y sirve la cultura marismeña-mazatleca.

Más que una cultura marismeña-mazatleca animada, imaginaria y creativa es una cultura prefabricada, programada y recreativa para el consumo del turismo cultural, depredador, voraginador y regurgitador de oropeles y de embelesos, a la carta y a la vista.

Desde que Higuera-El Ecolojete hizo lo que simuló hacer en tres trienios Feltón lo desbarató y lo abandonó en uno trienio y Pucheta lo desmadró en un año, siendo estos los máximos históricos en hechuras-deshechuras urbanistas con Malova-Quirino, exponiendo a Mazatlán a una histórica catástrofe cuando el mar lo reclame.


(Primera de dos partes)

El reto de Raúl Rico como el de Óscar Blancarte ante y para la cultura marismeña-mazatleca, no se renueva ni se innova con la jubilación de Raúl y la activación de Óscar: el valor generacional de los dos no da para uno, por más que se haya espectacularizado el carnaval y se haya dirigido cine.

El nivel sociocultural de la cultura marismeña-mazatleca, ha sido regular porque se ha conformado en una imagen, publipropagandísticamente, en que lo es todo, cuando es casi nada, nadie, alguien con “el turismo cultural” de la plazuela Machado para los gringos viejos y el mundo.

Del prianismo a morena, El Químico, no tuvo ni tiene más que las ganas de balsear-valsear sobre las Olas Altas, demostrarle a la Sociedad Marismeña-Mazatleca que también él siempre quiso pertenecer a ella porque lo de él ha sido y es una lucha de clases-propia para posar en las fotografías donde presidió las convocatorias para El Carnaval, a la vez, quién sabe con Oscar Blancarte, y no, con Raúl, que él era la Sociedad, el Carnaval, el Arte, el Turismo Cultural juntos, no habiendo públicos, sino, un chingamadral de gentes en Olas Altas con hieleras a repletas y desbordantes con botes de cerveza.

Las gentes que son como la gente y los demás, los otros y nosotros, poco o casi nada, nadie y alguien tenemos qué hacer ante la imposición de la inercia burocrática-partidista, porque hasta los mismos artistas y promotores socioculturales tienen un estatus de entretenedores en las mismas actividades artísticas con sus górgoros, sus danzas y sus pintadas con una camerata que dan un soponcio sin remedio, viéndose cómo los gringos se extasían sin éxtasis quedándose estáticos mirando a la luna cómo Penélope enreda-desenreda la bola de hilos en la garganta, llegando después la banda rompeolas en lo que fue El Bandódromo.

Nada, nadie, alguien han estado para lo que la cultura marismeña-mazatleca es una mezcla-mixtura que, cada trienio municipal, se ha ido-venido como un antojo-sabor con el toque, el gusto y placer de lo mismo con lo revuelto y lo dispuesto: hay más un forzado localismo por hacer del arte y la cultura un valor agregado de lo segregado, de lo céntrico a lo periférico, haciendo de la animación sociocultural una reanimación de lo reciclado en los catálogos-muestrarios con los festivales de lo mismo, a nivel nacional, dizque con lo cosmopolita que es doña Polita acompañada por don Cosmo a la plazuela República, porque en la plazuela Machado, los empujan.

Desde que alguien se hizo acompañar por una comparsa, de Bienvenida, al muelle del puerto-la ciudad para los cruceros, la cultura marismeña-mazatleca con el turismo cultural, se ha mostrado con una actitud de recibir-servir al viajero extranjero que viene de Extranjía a la ciudad-el puerto de La Fantasía con los usos y las costumbres de los taxistas, los aurígeros y los pulmoneros que cobran caro los servicios más turisteros que turísticos, yéndole en feria a propios y extraños por mar, tierra y aire desde el turista sandwinchero al turista de tres y cinco estrellas, connotándose para qué recibe y sirve la cultura marismeña-mazatleca.

Más que una cultura marismeña-mazatleca animada, imaginaria y creativa es una cultura prefabricada, programada y recreativa para el consumo del turismo cultural, depredador, voraginador y regurgitador de oropeles y de embelesos, a la carta y a la vista.

Desde que Higuera-El Ecolojete hizo lo que simuló hacer en tres trienios Feltón lo desbarató y lo abandonó en uno trienio y Pucheta lo desmadró en un año, siendo estos los máximos históricos en hechuras-deshechuras urbanistas con Malova-Quirino, exponiendo a Mazatlán a una histórica catástrofe cuando el mar lo reclame.


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