/ miércoles 18 de septiembre de 2019

Empoderamiento en rosa mexicano: mujeres indígenas al ataque


Soy la mujer que sólo nací, Soy la mujer que sola caí, Soy la mujer que espera, Soy la mujer que examina, Soy la mujer que mira hacia adentro

María Sabina


Pensar en México, es imaginar una construcción emanada de los insurgentes quienes lograron la independencia y concepción de un nuevo país. En nuestra república existen otros territorios donde ni la guerra de independencia, la reforma, la revolución los incluyó, los dejó de lado. Afortunadamente, nunca fueron altamente conquistados por el castellano. Es la resistencia más antigua: son nuestros pueblos originarios. Nuestros indígenas, han buscado desde la colonia: sobrevivir. Algunos preservaron su lengua materna volviéndose un distintivo que define su territorialidad; porque ellos y ellas más que mexicanos, se sienten mayas, seris, yoremes, mixtecos, zapotecos, waráxika.

La identidad y pertenencia esta denominada por su lengua, por su habla. Las lenguas originarias se volvieron un salvavidas en el trascurrir de los siglos; una manera de sobrevivir en la consolidación de un México que los olvidaba, sobrellevando a este mundo tan tecnificado, una forma de determinar su origen, de sentirse orgullosos, de resistir ante las imposiciones, de atesorar costumbres y tradiciones, de elevar su voz en protestas, en luchas sociales y armadas muy emblemáticas abanderadas por los zapatistas, de compartir la visión distinta del universo y las cosas por medio de la palabra oral y escrita frente a este colonialismo exacerbado.

Desde hace más de 19 años he estado trabajando en la educación, la preocupación de la política educativa sobre los hablantes de alguna lengua originaria ha sido colonizarlos por medio del español, se les enseña inglés para insertar a los niños en la “aldea global”. Aclaro que jamás veré mal que aprendamos diversos idiomas porque nos sirve para relacionarnos, para conocernos, lo único malo; es la falta de interés por acercarnos a nuestras sesenta y ocho lenguas originarias. Nosotros, las inmensas mayorías, no somos hablantes de una lengua originaria. La escuela que debería ser el universo o el vivero de esa curiosidad; no nos ha sembrado la semilla para acercarnos a nuestros pueblos indígenas.

Sin embargo; no somos culpables del todo. No se han determinado lineamientos políticos educativos para no hablantes de las lenguas originarias. Nosotros, esa mayoría arrolladora y abrumante; deberían orientarnos para entender qué es ser indígena, qué es ser hablante de una lengua distinta frente a una lengua hegemónica y las dificultades que enfrenta para que seamos más empáticos, solidarios con nuestros pueblos originarios y la diversidad lingüística. Un ejemplo; es el plan curricular del “Nuevo Modelo Educativo” encabezado por Aurelio Nuño en su tiempo. En un discurso general se habla de las relevancias de reconocer y determinar el español en el caso de las comunidades indígenas como segunda lengua, pero el resto de nuestros estudiantes y profesores de educación básica nos perdemos de esta gran riqueza.

¿Cómo generar consciencia? En educación secundaria en “Lengua materna (Español) 2017” En primer grado, sólo se tiene un proyecto didáctico enfocado a este rubro, consiste en “Investigar sobre la diversidad lingüística y cultural de los pueblos indígenas”, un proyecto que se verá probablemente en 10 sesiones; dentro de las prácticas sociales del lenguaje en el ámbito de la literatura no existe un contenido que nos acerque a la literatura prehispánica o a la literatura en lenguas originarias, sólo está en segundo grado el siguiente contenido “Recopila leyendas populares para representarlas en escenas” y párenle de contar, no hay más. Entonces el maestro y los centros escolares deberán determinar estrategias para acercarnos a su literatura, cosmogonía, a su poesía a la artesanía.

Sería muy complejo el aprender todas las lenguas y su diversidad. Considero que sí deberíamos de acceder a las lenguas originarias; sobre todo aquellas que están más a la mano o más cercana a nuestra geografía, en este caso al yoreme o al tarahumara. Ni los profesores que trabajamos en zona urbana, ni en zona rural recibimos capacitación por parte de secretaría, apenas este ciclo la SEFOC está ofertando un curso llamado “Estrategias para el desarrollo del lenguaje oral y escrito bilingüe para valorar la riqueza de la lengua mayo yoreme”, convocatoria que me pareció genial, sólo que viene dirigida a maestros de prescolar y primaria. Pregunté si podía acceder al curso y la respuesta fue no, porque los cursos vienen etiquetados por niveles y al ser profesora de secundaria en automático quedo fuera.

Entonces entran muchas dudas, del cómo aprovechar al máximo la cultura de los estudiantes que hablan una lengua originaria, conozco maestros y escuelas que hacen un gran trabajo para tratar de integrarlos e incluirlos, pero en su mayoría pasan desapercibidos. Los esfuerzos en algunos casos han sido en hacerlos hablar y escribir español a como dé lugar. Algunos jóvenes y los niños que eran alfabetizados poco a poco escondían su verdadera lengua materna como un gran secreto que no debían de compartir por temor a ser discriminados por aquellos que nacimos hablando español.

Aplaudo el esfuerzo que realizó el Instituto Nacional de Bellas Artes por medio del INBAL y la oferta más reciente del diplomado de Literaturas Mexicanas en Lenguas Indígenas, somos alguna veintena de personas que nos inscribimos al curso impartido desde mayo de este año y ha sido una grata sorpresa. Sus creencias han fracturado mi manera de pensar el mundo. Nos hemos acercado a lo femenino, al pensar también de sus mujeres.

Evocar a nuestros pueblos es hablar de expresiones y manifestaciones, desde una cerámica, un tejido, una choza, la vestimenta, la comida, sus artesanías. Cuando mis ojos se inundan del color rosa mexicano, mi mente hace recorrido por cada montaña, selva, playa, desierto de México, pienso en los rostros de las niñas y mujeres indígenas en el bordado de su ropa, en sus moños y trenzas, chaquiras, en la diversidad cromática que cada pueblo nos regala.

El pasado 5 de septiembre se celebró el día de la mujer indígena, realizo una remembranza de nuestros pueblos. Se conmemora la muerte y esfuerzos de reivindicación de estos pueblos a manos de una mujer quechua Bartilona Sisa. Las preguntas comenzaron a inundar mi cabecita; qué significará ser mujer de un pueblo originario, qué retos enfrentan en sus comunidades, qué significará, de qué manera se expresan frente a un mundo que intenta ignorarlas.

Nuestras mujeres indígenas nos han aportado una visión desde su poesía, narraciones, rescate de cuentos, cantos, oralidad, la utilización de medios digitales para preservar aquello que la comunidad les ha ofrecido. Tenemos a: Irma Pineda, Natalia Toledo, Nadia López, Briceida Cuevas, Celerina Patrian, Ateri Miyawatl. Entre muchas que están poniendo su ingenio y fuerza. Nos acercan a sus retos, a sus conflictos, a sus sueños, al erotismo. En Sinaloa, tenemos mujeres que representan esta maravillosa estirpe a: Iris Villalpando usando el lenguaje visual para conocer más a nuestros yoremes, a Perla Estefanía una chica que decidió representar al venado en la danza yoreme luchando contra estereotipos donde la danza según debería de ser representada por hombres y la ganadora del Premio Nacional en Cerámica 2018: Petra Leyva de raíces rarámuri. De seguro existen más, muchas en Sinaloa buscando defender y atesorar el legado de sus pueblos. Hoy sólo puedo pensar en que debemos empoderar a nuestras niñas, a nuestras jóvenes con la vida y obra de estas mujeres que siguen en pie de lucha, en el ataque.



Soy la mujer que sólo nací, Soy la mujer que sola caí, Soy la mujer que espera, Soy la mujer que examina, Soy la mujer que mira hacia adentro

María Sabina


Pensar en México, es imaginar una construcción emanada de los insurgentes quienes lograron la independencia y concepción de un nuevo país. En nuestra república existen otros territorios donde ni la guerra de independencia, la reforma, la revolución los incluyó, los dejó de lado. Afortunadamente, nunca fueron altamente conquistados por el castellano. Es la resistencia más antigua: son nuestros pueblos originarios. Nuestros indígenas, han buscado desde la colonia: sobrevivir. Algunos preservaron su lengua materna volviéndose un distintivo que define su territorialidad; porque ellos y ellas más que mexicanos, se sienten mayas, seris, yoremes, mixtecos, zapotecos, waráxika.

La identidad y pertenencia esta denominada por su lengua, por su habla. Las lenguas originarias se volvieron un salvavidas en el trascurrir de los siglos; una manera de sobrevivir en la consolidación de un México que los olvidaba, sobrellevando a este mundo tan tecnificado, una forma de determinar su origen, de sentirse orgullosos, de resistir ante las imposiciones, de atesorar costumbres y tradiciones, de elevar su voz en protestas, en luchas sociales y armadas muy emblemáticas abanderadas por los zapatistas, de compartir la visión distinta del universo y las cosas por medio de la palabra oral y escrita frente a este colonialismo exacerbado.

Desde hace más de 19 años he estado trabajando en la educación, la preocupación de la política educativa sobre los hablantes de alguna lengua originaria ha sido colonizarlos por medio del español, se les enseña inglés para insertar a los niños en la “aldea global”. Aclaro que jamás veré mal que aprendamos diversos idiomas porque nos sirve para relacionarnos, para conocernos, lo único malo; es la falta de interés por acercarnos a nuestras sesenta y ocho lenguas originarias. Nosotros, las inmensas mayorías, no somos hablantes de una lengua originaria. La escuela que debería ser el universo o el vivero de esa curiosidad; no nos ha sembrado la semilla para acercarnos a nuestros pueblos indígenas.

Sin embargo; no somos culpables del todo. No se han determinado lineamientos políticos educativos para no hablantes de las lenguas originarias. Nosotros, esa mayoría arrolladora y abrumante; deberían orientarnos para entender qué es ser indígena, qué es ser hablante de una lengua distinta frente a una lengua hegemónica y las dificultades que enfrenta para que seamos más empáticos, solidarios con nuestros pueblos originarios y la diversidad lingüística. Un ejemplo; es el plan curricular del “Nuevo Modelo Educativo” encabezado por Aurelio Nuño en su tiempo. En un discurso general se habla de las relevancias de reconocer y determinar el español en el caso de las comunidades indígenas como segunda lengua, pero el resto de nuestros estudiantes y profesores de educación básica nos perdemos de esta gran riqueza.

¿Cómo generar consciencia? En educación secundaria en “Lengua materna (Español) 2017” En primer grado, sólo se tiene un proyecto didáctico enfocado a este rubro, consiste en “Investigar sobre la diversidad lingüística y cultural de los pueblos indígenas”, un proyecto que se verá probablemente en 10 sesiones; dentro de las prácticas sociales del lenguaje en el ámbito de la literatura no existe un contenido que nos acerque a la literatura prehispánica o a la literatura en lenguas originarias, sólo está en segundo grado el siguiente contenido “Recopila leyendas populares para representarlas en escenas” y párenle de contar, no hay más. Entonces el maestro y los centros escolares deberán determinar estrategias para acercarnos a su literatura, cosmogonía, a su poesía a la artesanía.

Sería muy complejo el aprender todas las lenguas y su diversidad. Considero que sí deberíamos de acceder a las lenguas originarias; sobre todo aquellas que están más a la mano o más cercana a nuestra geografía, en este caso al yoreme o al tarahumara. Ni los profesores que trabajamos en zona urbana, ni en zona rural recibimos capacitación por parte de secretaría, apenas este ciclo la SEFOC está ofertando un curso llamado “Estrategias para el desarrollo del lenguaje oral y escrito bilingüe para valorar la riqueza de la lengua mayo yoreme”, convocatoria que me pareció genial, sólo que viene dirigida a maestros de prescolar y primaria. Pregunté si podía acceder al curso y la respuesta fue no, porque los cursos vienen etiquetados por niveles y al ser profesora de secundaria en automático quedo fuera.

Entonces entran muchas dudas, del cómo aprovechar al máximo la cultura de los estudiantes que hablan una lengua originaria, conozco maestros y escuelas que hacen un gran trabajo para tratar de integrarlos e incluirlos, pero en su mayoría pasan desapercibidos. Los esfuerzos en algunos casos han sido en hacerlos hablar y escribir español a como dé lugar. Algunos jóvenes y los niños que eran alfabetizados poco a poco escondían su verdadera lengua materna como un gran secreto que no debían de compartir por temor a ser discriminados por aquellos que nacimos hablando español.

Aplaudo el esfuerzo que realizó el Instituto Nacional de Bellas Artes por medio del INBAL y la oferta más reciente del diplomado de Literaturas Mexicanas en Lenguas Indígenas, somos alguna veintena de personas que nos inscribimos al curso impartido desde mayo de este año y ha sido una grata sorpresa. Sus creencias han fracturado mi manera de pensar el mundo. Nos hemos acercado a lo femenino, al pensar también de sus mujeres.

Evocar a nuestros pueblos es hablar de expresiones y manifestaciones, desde una cerámica, un tejido, una choza, la vestimenta, la comida, sus artesanías. Cuando mis ojos se inundan del color rosa mexicano, mi mente hace recorrido por cada montaña, selva, playa, desierto de México, pienso en los rostros de las niñas y mujeres indígenas en el bordado de su ropa, en sus moños y trenzas, chaquiras, en la diversidad cromática que cada pueblo nos regala.

El pasado 5 de septiembre se celebró el día de la mujer indígena, realizo una remembranza de nuestros pueblos. Se conmemora la muerte y esfuerzos de reivindicación de estos pueblos a manos de una mujer quechua Bartilona Sisa. Las preguntas comenzaron a inundar mi cabecita; qué significará ser mujer de un pueblo originario, qué retos enfrentan en sus comunidades, qué significará, de qué manera se expresan frente a un mundo que intenta ignorarlas.

Nuestras mujeres indígenas nos han aportado una visión desde su poesía, narraciones, rescate de cuentos, cantos, oralidad, la utilización de medios digitales para preservar aquello que la comunidad les ha ofrecido. Tenemos a: Irma Pineda, Natalia Toledo, Nadia López, Briceida Cuevas, Celerina Patrian, Ateri Miyawatl. Entre muchas que están poniendo su ingenio y fuerza. Nos acercan a sus retos, a sus conflictos, a sus sueños, al erotismo. En Sinaloa, tenemos mujeres que representan esta maravillosa estirpe a: Iris Villalpando usando el lenguaje visual para conocer más a nuestros yoremes, a Perla Estefanía una chica que decidió representar al venado en la danza yoreme luchando contra estereotipos donde la danza según debería de ser representada por hombres y la ganadora del Premio Nacional en Cerámica 2018: Petra Leyva de raíces rarámuri. De seguro existen más, muchas en Sinaloa buscando defender y atesorar el legado de sus pueblos. Hoy sólo puedo pensar en que debemos empoderar a nuestras niñas, a nuestras jóvenes con la vida y obra de estas mujeres que siguen en pie de lucha, en el ataque.


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