/ sábado 2 de febrero de 2019

El proyecto de lectura y la cuarta transformación

Lo he afirmado en otros espacios: el concepto de “Cuarta Transformación” es un concepto que requiere definición. Hasta el momento, ese ejercicio no se ha llevado a cabo, y ello ha repercutido en términos políticos contra el presidente, luego de que cualquier consideración -por banal que sea- se asocia a este término, y se termina minimizando un concepto que tiene la pretensión de ser eje de un proyecto de gobierno.

Para el presente escrito es necesario recurrir al concepto. Y en ausencia de una definición científica del mismo, utilizaremos -como vía de acercamiento- un documento institucional que presentó el Presidente de la República a propósito de la iniciativa con la cual se pretende derogar la actual reforma educativa. Nos referimos a la “Iniciativa de reforma” de los artículos 3° y 31° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

En ese documento se afirma que la “Cuarta Transformación” se inspira en el valorde Equidad, el cual consiste, de acuerdo con el Diccionario de la RAE, “en dar a cada uno lo que merece”; por lo tanto, el concepto tiene una vinculación directa con otro concepto más abarcante: el concepto de “justicia social”. Bajo esta perspectiva, la Cuarta Transformación tiene que ver con un estado donde se generen las condiciones para hacer efectiva la justicia social a los mexicanos. Justicia traducida en el acceso a la educación -desde preescolar hasta universidad-, el acceso a la salud, la vivienda; es decir; abatir las desigualdades. En ese sentido, “La Cuarta Transformación de la Vida Pública Nacional -se afirma-, debe llevarnos a alcanzar el pleno desarrollo nacional con justicia y equidad (p. 2).

Esa transformación que se pretende, no ha resultado para nada sencilla. Enfrenta a un conjunto de intereses que se habían enquistado con la política neoliberal, y que habían hecho de este país una Sociedad Anónima de Capital Variable. Hay intereses muy fuertes -abiertos y ocultos- y se resisten férreamente al proyecto de gobierno del presidente. Pero al mismo tiempo, enfrenta la resistencia de un sector de la sociedad que observa con reticencia los cambios que empujaLópez Obrador en distintos frentes. Lo cual nos lleva a lo siguiente: la transformación del país pasa por la transformación cultural de la sociedad. No se puede ganar esta batalla si no se gana antes la batalla en el terreno de las ideas. Y ahí es donde se instala, desde mi perspectiva, el proyecto de lectura de López Obrador.

En la presentación del proyecto en Mocorito, el Presidente López Obrador afirmó que:

“Estamos promoviendo la lectura, porque necesitamos fortalecer valores culturales, morales, espirituales. No sólo de pan vive el hombre… la felicidad no es sólo acumular bienes materiales, dinero, fama, títulos. La verdadera felicidad es estar bien con uno mismo, estar bien con nuestra consciencia y estar bien con el prójimo, esa es la verdadera felicidad. No el lujo barato, la ropa de marca, las alhajas, la troca, eso es efímero. Por eso es muy importante el fortalecimiento de los valores” (Animal Político, 27 de enero del 2019).

La pieza discursiva del presidente es clave. Y señalamos el porqué: se enuncia que el fin institucional del proyecto es el fortalecimiento de los valores. Y es correcto; pero el fin contiene una crítica al statu quo ideológico que impera todavía en nuestro país. Me explico: el Neoliberalismo vino a instalar en la sociedad mexicana el principio “económico” como única vía para concebir la vida. El neoliberalismo moldeó la mentalidad de los mexicanos. Y hoy se tiene a una sociedad con un pragmatismo económico metido hasta el tuétano; que concibe la vida bajo las fronteras que marca la economía de mercado (neoliberal). Un modelo económico donde el ser humano se concibe como una pieza que puede ser desechable si no es de utilidad. En ese sentido, es un modelo necrofílico.

Así, en todo este período que lleva el neoliberalismo en México, nos perdimos como sociedad. No hay lazos de comunidad que nos una, puesto que cada uno está enfocado en procurar su propia sobrevivencia. No hay comunidad, ni solidaridad, sólo intereses. Nadie se mueve si no hay un “incentivo económico” de por medio.

En términos axiológicos, el neoliberalismo convirtió a nuestra sociedad en un desierto. Y lo más grave, es que ha sido altamente efectivo. Hoy toda idea de felicidad, como señala Bauman, termina en una tienda. Si la felicidad se vincula con la propiedad, con el consumo, entonces la vida no es otra cosa que un código de barras.

Agregamos otra condicionante: el neoliberalismo ha producido, por un lado, una fábrica de pobres en el país; y, por otro lado, ha concentrado la riqueza en unas cuantas manos. Y ello es caldo de cultivo para desestabilizar a cualquier sociedad. No es casualidad, entonces, el nivel de violencia que se tiene en el país. No hay códigos morales en la consecución de los fines. Todo es válido.

La batalla pues, es también una batalla en el terreno de las ideas. Y Obrador lo entiende muy bien. Por ello, desde mi perspectiva, el proyecto educativo, la Cartilla Moral y el Programa de Lectura van en ese sentido. Si algo le puede aportar la Cuarta Transformación a la sociedad mexicana es la posibilidad de que nos reencontremos como pueblo.

No es una empresa fácil. Es sumamente compleja. Lo más difícil para los seres humanos es cambiar de ideas. No por nada en la teoría del poder, se integra como factor determinante a la Cultura. Y tampoco es casual que desde la lucha revolucionaria se integre el concepto de “emancipación del ser humano” como elemento sine qua non, para enfrentar al poder del sistema capitalista. La Cultura es poder, y hasta el momento el neoliberalismo tiene ganada la batalla. Ha moldeado la mentalidad de los mexicanos.

Por lo tanto, en los próximos años el rol de los maestros -con el proyecto educativo-, el de los adultos mayores -con la Cartilla Moral-; y el de los promotores de lectura -con el Proyecto de Lectura-, van a ser claves. En esos actores está la responsabilidad histórica de transformar el marco ideológico de las actuales y futuras generaciones.

Nunca como hoy, la enseñanza y la promoción de lectura representan una actividad capital para el futuro del país.

Hay que construir lectores para hacerle frente al statu quo ideológico que impera en el país.

*Investigador Titular del Centro de Investigación e Innovación Educativa del Sistema Educativo Valladolid (Ciinsev)

Lo he afirmado en otros espacios: el concepto de “Cuarta Transformación” es un concepto que requiere definición. Hasta el momento, ese ejercicio no se ha llevado a cabo, y ello ha repercutido en términos políticos contra el presidente, luego de que cualquier consideración -por banal que sea- se asocia a este término, y se termina minimizando un concepto que tiene la pretensión de ser eje de un proyecto de gobierno.

Para el presente escrito es necesario recurrir al concepto. Y en ausencia de una definición científica del mismo, utilizaremos -como vía de acercamiento- un documento institucional que presentó el Presidente de la República a propósito de la iniciativa con la cual se pretende derogar la actual reforma educativa. Nos referimos a la “Iniciativa de reforma” de los artículos 3° y 31° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

En ese documento se afirma que la “Cuarta Transformación” se inspira en el valorde Equidad, el cual consiste, de acuerdo con el Diccionario de la RAE, “en dar a cada uno lo que merece”; por lo tanto, el concepto tiene una vinculación directa con otro concepto más abarcante: el concepto de “justicia social”. Bajo esta perspectiva, la Cuarta Transformación tiene que ver con un estado donde se generen las condiciones para hacer efectiva la justicia social a los mexicanos. Justicia traducida en el acceso a la educación -desde preescolar hasta universidad-, el acceso a la salud, la vivienda; es decir; abatir las desigualdades. En ese sentido, “La Cuarta Transformación de la Vida Pública Nacional -se afirma-, debe llevarnos a alcanzar el pleno desarrollo nacional con justicia y equidad (p. 2).

Esa transformación que se pretende, no ha resultado para nada sencilla. Enfrenta a un conjunto de intereses que se habían enquistado con la política neoliberal, y que habían hecho de este país una Sociedad Anónima de Capital Variable. Hay intereses muy fuertes -abiertos y ocultos- y se resisten férreamente al proyecto de gobierno del presidente. Pero al mismo tiempo, enfrenta la resistencia de un sector de la sociedad que observa con reticencia los cambios que empujaLópez Obrador en distintos frentes. Lo cual nos lleva a lo siguiente: la transformación del país pasa por la transformación cultural de la sociedad. No se puede ganar esta batalla si no se gana antes la batalla en el terreno de las ideas. Y ahí es donde se instala, desde mi perspectiva, el proyecto de lectura de López Obrador.

En la presentación del proyecto en Mocorito, el Presidente López Obrador afirmó que:

“Estamos promoviendo la lectura, porque necesitamos fortalecer valores culturales, morales, espirituales. No sólo de pan vive el hombre… la felicidad no es sólo acumular bienes materiales, dinero, fama, títulos. La verdadera felicidad es estar bien con uno mismo, estar bien con nuestra consciencia y estar bien con el prójimo, esa es la verdadera felicidad. No el lujo barato, la ropa de marca, las alhajas, la troca, eso es efímero. Por eso es muy importante el fortalecimiento de los valores” (Animal Político, 27 de enero del 2019).

La pieza discursiva del presidente es clave. Y señalamos el porqué: se enuncia que el fin institucional del proyecto es el fortalecimiento de los valores. Y es correcto; pero el fin contiene una crítica al statu quo ideológico que impera todavía en nuestro país. Me explico: el Neoliberalismo vino a instalar en la sociedad mexicana el principio “económico” como única vía para concebir la vida. El neoliberalismo moldeó la mentalidad de los mexicanos. Y hoy se tiene a una sociedad con un pragmatismo económico metido hasta el tuétano; que concibe la vida bajo las fronteras que marca la economía de mercado (neoliberal). Un modelo económico donde el ser humano se concibe como una pieza que puede ser desechable si no es de utilidad. En ese sentido, es un modelo necrofílico.

Así, en todo este período que lleva el neoliberalismo en México, nos perdimos como sociedad. No hay lazos de comunidad que nos una, puesto que cada uno está enfocado en procurar su propia sobrevivencia. No hay comunidad, ni solidaridad, sólo intereses. Nadie se mueve si no hay un “incentivo económico” de por medio.

En términos axiológicos, el neoliberalismo convirtió a nuestra sociedad en un desierto. Y lo más grave, es que ha sido altamente efectivo. Hoy toda idea de felicidad, como señala Bauman, termina en una tienda. Si la felicidad se vincula con la propiedad, con el consumo, entonces la vida no es otra cosa que un código de barras.

Agregamos otra condicionante: el neoliberalismo ha producido, por un lado, una fábrica de pobres en el país; y, por otro lado, ha concentrado la riqueza en unas cuantas manos. Y ello es caldo de cultivo para desestabilizar a cualquier sociedad. No es casualidad, entonces, el nivel de violencia que se tiene en el país. No hay códigos morales en la consecución de los fines. Todo es válido.

La batalla pues, es también una batalla en el terreno de las ideas. Y Obrador lo entiende muy bien. Por ello, desde mi perspectiva, el proyecto educativo, la Cartilla Moral y el Programa de Lectura van en ese sentido. Si algo le puede aportar la Cuarta Transformación a la sociedad mexicana es la posibilidad de que nos reencontremos como pueblo.

No es una empresa fácil. Es sumamente compleja. Lo más difícil para los seres humanos es cambiar de ideas. No por nada en la teoría del poder, se integra como factor determinante a la Cultura. Y tampoco es casual que desde la lucha revolucionaria se integre el concepto de “emancipación del ser humano” como elemento sine qua non, para enfrentar al poder del sistema capitalista. La Cultura es poder, y hasta el momento el neoliberalismo tiene ganada la batalla. Ha moldeado la mentalidad de los mexicanos.

Por lo tanto, en los próximos años el rol de los maestros -con el proyecto educativo-, el de los adultos mayores -con la Cartilla Moral-; y el de los promotores de lectura -con el Proyecto de Lectura-, van a ser claves. En esos actores está la responsabilidad histórica de transformar el marco ideológico de las actuales y futuras generaciones.

Nunca como hoy, la enseñanza y la promoción de lectura representan una actividad capital para el futuro del país.

Hay que construir lectores para hacerle frente al statu quo ideológico que impera en el país.

*Investigador Titular del Centro de Investigación e Innovación Educativa del Sistema Educativo Valladolid (Ciinsev)

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