/ sábado 6 de febrero de 2021

Trabajo de muerte: De embalsamador a operador de crematorio

Un  singular trabajo que en lugar de traerle satisfacciones le ha traído temores y  sinsabores

Culiacán, Sin.- ¡Mi trabajo es el más terrorífico y el más desesperante…! dice Joel, mientras se limpia el sudor.

Aquí se recibe el último vestigio del Covid-19, porque su trabajo, lo dice quedito: es cremar a los difuntos.

Foto: Jesús Verdugo │ El Sol de Sinaloa

Aclara que hasta este momento debido a su trabajo jamás se ha enfermado ni por los gases, ni por los olores, ni por el calor con el que se enfrenta todos los días en un espacio reducido en el que desempeña su labor.

Joel, a quien se le cambió su verdadero nombre, porque al igual que a las enfermeras o doctores, ha sufrido discriminación, ofensas y hasta amenazas de muerte, además de que tiene que lidiar con los mitos y leyendas que se tejen alrededor de este singular trabajo .

“Una familia que estaba en una funeraria y que por casualidad se enteró que estaba como técnico del crematorio, me gritó Frankenstein, la verdad eso me dolió mucho, aunque mi trabajo desde hace más de diez años ha sido el de estar cerca de cadáveres, antes era embalsamador, pero debido a las circunstancias no se preparan cadáveres, tuve que entrar de emergencia”, señala.

Dice que recibió un curso intensivo de técnico porque su primer oficio, se vino abajo y el que desempeña actualmente se triplicó, un trabajo, señala que es de alto riesgo.

Es un trabajo de alto riesgo y que en lugar de traerte satisfacciones, te trae desasosiego, temores y sinsabores, porque es al personaje que nunca quisieran ver.

Joel

Foto: Archivo │ El Sol de Sinaloa

AUMENTO ALARMANTE

Precisa que en la funeraria donde trabajaba, la cremación aumentó de manera considerable, porque antes se cremaban de dos a tres cadáveres a la semana, ahora, son de cinco para arriba.

Explica que no solamente se preparó para manipular el crematorio, sino que estudió todo lo relacionado a este procedimiento, porque nunca se imaginó que la gente aceptara éste método, ya que las creencias e ideas eran otras hasta antes de que llegara al Covid-19.

“Cuando me dedicaba a embalsamar, a veces tenía contacto con la familia, porque algunos demandaban algo especial y la idea principal era que querían que su pariente se fuera al más allá bien arreglado y tan sólo el saber que había también un crematorio, se santiguaban y decían que sería lo último que le harían a su ser querido”, narra.

La cremación es quizás una de las prácticas religiosas más antiguas, data aproximadamente del año 3000 a.c. y a pesar de que la iglesia Católica hace apenas 60 años, eran pocas las personas que decidían despedir a sus seres queridos a través de este medio, ahora, la religión pasó a segundo término.

“La muerte la veo como algo natural, lo que no tienen otras personas que se resisten al saber que su familiar ha muerto. Hay tanta desinformación que la gente nos ve como verdugos, hace un mes no sé cómo se enteraron de que yo trabajaba en una funeraria, el caso es que un fulano, me habló, sabía mi nombre y número de teléfono, me dijo que le habían informado que yo había cambiado las cenizas de su mamá y que les habían dado otras, me tiene amenazado, dice que cuando me encuentre me va a mandar a un crematorio”.

Foto: Archivo │ El Sol de Sinaloa


MITOS Y VERDADES

Asegura que es imposible que se cambien las cenizas porque el trabajo que realizan es escrupulosamente cuidado, la mayoría de estas creencias están fundadas en el poder de la imaginación y en el desconocimiento de un proceso que cada vez se realiza con mayor rigurosidad.

Hay muchos mitos frente al tema de la cremación. Que si metemos varios en un mismo horno, que si se les quita la ropa…Nada de esto es verdad porque el tamaño de los hornos no lo permite.

Joel

Dice que cuando llega un cadáver al crematorio, traen colgado un papel con un número y nombre y junto con otro ayudante con el que compartía turno saben de los cuerpos que entrarán a los hornos y que el tiempo de exposición del cadáver al fuego es de 1 hora y 45 minutos, a una temperatura de 900° centígrados.

Relata que el tiempo puede ser mayor. “Si la persona es obesa, puede demorar hasta tres horas”, además advierte que ahora la cremación es total, es decir, que se crema el cuerpo con el cajón.

Foto: Archivo │ El Sol de Sinaloa

PROCESO DE CREMACIÓN

El cadáver ingresa a la cámara con la ropa y los posibles elementos que los familiares consideran que no tienen importancia. También revisan que el difunto no tenga un marcapasos.

“Hay que quitarle el vidrio y las manijas de metal del capón para hacerlo. El cuerpo entra al horno cuando este está a una temperatura de 750 grados centígrados. Después pasa a 900. Nunca más alto y nunca los hornos con la misma temperatura al tiempo. Las chimeneas (por donde se evacúan los gases) están a 250 grados. Tengo que saber jugar con la lumbre, con los tiempos, es de atención total”, cuenta.

Cuando ha terminado, pasan a la etapa de enfriamiento, que demora cerca de 30 minutos. Después se extraen los restos incinerados y se llevan a la sala de cremación y el último paso es llevarlos a un molino, de donde salen las cenizas para ser depositadas en una bolsa marcada con número y nombre.

De ahí en adelante mi trabajo termina.

Joel

Dice que por el momento dejó la funeraria donde trabajaba, pero que tiene algunas ofertas tanto en Culiacán como en otros lugares y que lo está valorando.

Foto: Cortesía │ MOREH

“Primero está la tranquilidad de mi familia, el fulano que me amenazó se ve que es de armas tomar, me cambié de domicilio, de número de teléfono, nunca me permitió explicarle que es imposible que durante la cremación se cambien los cadáveres, así como vienen señalados cuando entran, con esa misma señalización salen”.

Finalmente dijo que lo único que le pide a los jóvenes, es que cuiden a sus familias, que no se expongan a los contagios.

Les pido a los jóvenes que se cuiden y no contagien para que la lumbre como vulgarmente se dice no les llegue a los aparejos.

Joel


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Culiacán, Sin.- ¡Mi trabajo es el más terrorífico y el más desesperante…! dice Joel, mientras se limpia el sudor.

Aquí se recibe el último vestigio del Covid-19, porque su trabajo, lo dice quedito: es cremar a los difuntos.

Foto: Jesús Verdugo │ El Sol de Sinaloa

Aclara que hasta este momento debido a su trabajo jamás se ha enfermado ni por los gases, ni por los olores, ni por el calor con el que se enfrenta todos los días en un espacio reducido en el que desempeña su labor.

Joel, a quien se le cambió su verdadero nombre, porque al igual que a las enfermeras o doctores, ha sufrido discriminación, ofensas y hasta amenazas de muerte, además de que tiene que lidiar con los mitos y leyendas que se tejen alrededor de este singular trabajo .

“Una familia que estaba en una funeraria y que por casualidad se enteró que estaba como técnico del crematorio, me gritó Frankenstein, la verdad eso me dolió mucho, aunque mi trabajo desde hace más de diez años ha sido el de estar cerca de cadáveres, antes era embalsamador, pero debido a las circunstancias no se preparan cadáveres, tuve que entrar de emergencia”, señala.

Dice que recibió un curso intensivo de técnico porque su primer oficio, se vino abajo y el que desempeña actualmente se triplicó, un trabajo, señala que es de alto riesgo.

Es un trabajo de alto riesgo y que en lugar de traerte satisfacciones, te trae desasosiego, temores y sinsabores, porque es al personaje que nunca quisieran ver.

Joel

Foto: Archivo │ El Sol de Sinaloa

AUMENTO ALARMANTE

Precisa que en la funeraria donde trabajaba, la cremación aumentó de manera considerable, porque antes se cremaban de dos a tres cadáveres a la semana, ahora, son de cinco para arriba.

Explica que no solamente se preparó para manipular el crematorio, sino que estudió todo lo relacionado a este procedimiento, porque nunca se imaginó que la gente aceptara éste método, ya que las creencias e ideas eran otras hasta antes de que llegara al Covid-19.

“Cuando me dedicaba a embalsamar, a veces tenía contacto con la familia, porque algunos demandaban algo especial y la idea principal era que querían que su pariente se fuera al más allá bien arreglado y tan sólo el saber que había también un crematorio, se santiguaban y decían que sería lo último que le harían a su ser querido”, narra.

La cremación es quizás una de las prácticas religiosas más antiguas, data aproximadamente del año 3000 a.c. y a pesar de que la iglesia Católica hace apenas 60 años, eran pocas las personas que decidían despedir a sus seres queridos a través de este medio, ahora, la religión pasó a segundo término.

“La muerte la veo como algo natural, lo que no tienen otras personas que se resisten al saber que su familiar ha muerto. Hay tanta desinformación que la gente nos ve como verdugos, hace un mes no sé cómo se enteraron de que yo trabajaba en una funeraria, el caso es que un fulano, me habló, sabía mi nombre y número de teléfono, me dijo que le habían informado que yo había cambiado las cenizas de su mamá y que les habían dado otras, me tiene amenazado, dice que cuando me encuentre me va a mandar a un crematorio”.

Foto: Archivo │ El Sol de Sinaloa


MITOS Y VERDADES

Asegura que es imposible que se cambien las cenizas porque el trabajo que realizan es escrupulosamente cuidado, la mayoría de estas creencias están fundadas en el poder de la imaginación y en el desconocimiento de un proceso que cada vez se realiza con mayor rigurosidad.

Hay muchos mitos frente al tema de la cremación. Que si metemos varios en un mismo horno, que si se les quita la ropa…Nada de esto es verdad porque el tamaño de los hornos no lo permite.

Joel

Dice que cuando llega un cadáver al crematorio, traen colgado un papel con un número y nombre y junto con otro ayudante con el que compartía turno saben de los cuerpos que entrarán a los hornos y que el tiempo de exposición del cadáver al fuego es de 1 hora y 45 minutos, a una temperatura de 900° centígrados.

Relata que el tiempo puede ser mayor. “Si la persona es obesa, puede demorar hasta tres horas”, además advierte que ahora la cremación es total, es decir, que se crema el cuerpo con el cajón.

Foto: Archivo │ El Sol de Sinaloa

PROCESO DE CREMACIÓN

El cadáver ingresa a la cámara con la ropa y los posibles elementos que los familiares consideran que no tienen importancia. También revisan que el difunto no tenga un marcapasos.

“Hay que quitarle el vidrio y las manijas de metal del capón para hacerlo. El cuerpo entra al horno cuando este está a una temperatura de 750 grados centígrados. Después pasa a 900. Nunca más alto y nunca los hornos con la misma temperatura al tiempo. Las chimeneas (por donde se evacúan los gases) están a 250 grados. Tengo que saber jugar con la lumbre, con los tiempos, es de atención total”, cuenta.

Cuando ha terminado, pasan a la etapa de enfriamiento, que demora cerca de 30 minutos. Después se extraen los restos incinerados y se llevan a la sala de cremación y el último paso es llevarlos a un molino, de donde salen las cenizas para ser depositadas en una bolsa marcada con número y nombre.

De ahí en adelante mi trabajo termina.

Joel

Dice que por el momento dejó la funeraria donde trabajaba, pero que tiene algunas ofertas tanto en Culiacán como en otros lugares y que lo está valorando.

Foto: Cortesía │ MOREH

“Primero está la tranquilidad de mi familia, el fulano que me amenazó se ve que es de armas tomar, me cambié de domicilio, de número de teléfono, nunca me permitió explicarle que es imposible que durante la cremación se cambien los cadáveres, así como vienen señalados cuando entran, con esa misma señalización salen”.

Finalmente dijo que lo único que le pide a los jóvenes, es que cuiden a sus familias, que no se expongan a los contagios.

Les pido a los jóvenes que se cuiden y no contagien para que la lumbre como vulgarmente se dice no les llegue a los aparejos.

Joel


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