/ sábado 21 de diciembre de 2019

Se mueve Raúl al ritmo del acordeón en Mazatlán

Entre el ruido de los camiones y automóviles que “ensordecen” el transitar por el Centro de la ciudad, la música de Raúl se vuelve un remanso en los transeúntes

Mazatlán Sin.- Entre el ir y venir de miles de personas que en esta época del año recorren el Centro de la ciudad, donde los camiones y automóviles ensordecen el diario transitar, sobresale la voz de Raúl, un joven originario de Puebla que con su viejo acordeón busca obtener el sustento que le permita salir adelante.



Las notas musicales que emanan sus dedos al aplastar las teclas del instrumento, pueden oírse entre el murmullo de las personas, muchas ni siquiera lo perciben a su paso, pero la entonación de aquella melodía navideña logra atrapar a más de alguna,que detiene su andar para ofrecerle una moneda al “artista de la ciudad”.

El dinero que recibe el joven músico le sirve para comprar comida y ahorrar para poder regresarse a su ciudad de origen. Llegó al puerto a probar suerte, pero las cosas no le salieron como esperaba, a pesar de que muchos de sus conocidos le dijeron que “por estos rumbos” sobraban las oportunidades para tener un mejor futuro.

Con boleto en mano, cuyo costo no pasaba de los 700 pesos, el joven poblanoabordó el autobús que lo trajo a un lugar que hoy le presenta un destino incierto.

Al llegar al puerto, con el acordeón en el hombro, Raúl logró distinguir hacia el poniente un paisaje azul que poderosamente atrajo su atención, pues nunca había estado tan de cerca de una playa.

Por unos instantes, el choque de las olas hizo que olvidara la difícil situación económica por la atraviesa en su tierra natal, lo cual hizo que buscara un mejor porvenir.

“En Puebla trabajé en el campo, pero la verdad no alcanza con lo que se gana, pagan muy poco y pues me dijeron que estaba bien aquí y por eso decidía venirme para acá”.

En el corte de legumbres, comenta, llega a ganar hasta 60 pesos diarios, dinero que normalmente le da a su mamá para apoyarla en los gastos que hay en la casa.

Son muchas las compras que tiene que realizar su progenitora, quien lo saca adelante a él y 2 de sus hermanos, al darles diariamente alimentación, cobijo y vestimenta.

Antes de dirigirse a Mazatlán, señala, su atracción por la música hizo que le pidiera a un amigo un viejo acordeón, con el que se ha ensayado a tocar algunas melodías.

Su admiración por artistas como Edén Muñoz, de Calibre 50, o Ramón Ayala, ha hecho que sus dedos conozcan las notas musicales de sus canciones.

“Me gusta cómo cantan, tocan bien chingón y por eso me gusta tocar este acordeón que me prestó un camarada, para saber lo que se siente cada vez que lo uso”.

No hay una melodía en especial de su preferencia, pues tanto la banda como el norteño le fascinan.

A su llegada al municipio, unos familiares le brindaran cobijo en un pequeño cuarto de un domicilio que se ubica en el Infonavit El Conchi. El lugar donde se encuentra la vivienda, reconoce, se encuentra muy alejado de la zona donde busca el sustento que le permita subsistir durante su estancia en el puerto.

Es casi una hora la que hace el camión de pasaje urbano, servicio por el que tiene que pagar entre 9.50 y 11 pesos para poder llegar hasta al primer cuadro de la ciudad, ida y vuelta.

Y es que es en el sector comercial del municipio donde el joven músico busca una banqueta, en la que se mantiene siempre con el singular sonido que emana su viejo acordeón.

Recuerda que el primer día que llegó a la Perla del Pacífico, inmediatamente se dirigió a un lugar donde había muchas personas, tanto turistas como locales, que no perdían la oportunidad de brindarle una moneda al momento de escuchar sus melodías.

Sin embargo, poco le duró el gusto al muchacho, pues fue removido por un elemento de la Policía Municipal, quien le comentó que no podía estar ahí si no contaba con algún permiso.

Tras las indicaciones del agente preventivo, Raúl decidió retirarse. Luego se percató que estaba en la Plazuela República, justo frente al Palacio Municipal. Así que mejor se fue a ofrecer sus “tocadas” a la calle Melchor Ocampo.

Ese rato que estuvo frente al Ayuntamiento ganó 50 pesos, dinero que otro día recabó en el transcurso de casi 8 horas de permanecer parado.

El músico reconoce que no todos los días son buenos y más cuando la ayuda es a cuenta gotas, lo cual lo desespera, pues en ocasiones solamente junta 20 pesos en casi todo un día.

Triste retiro

La inconsistencia en el “negocio” ha provocado que Raúl no la piense dos veces para regresarse a su hogar. Y lo hará la próxima semana, antes de la Navidad.

El no tener buenos resultados, así como le habían dicho quienes le recomendaron que se viniera a trabajar a Mazatlán, es el factor primordial de su regreso a Puebla.

Volver a la tierra de los camotes es ir a continuar en la búsqueda de un mejor empleo, que no descarta encontrar, aunque tenga que regresar a las labores en el campo.


Te puede interesar: La Familia Delfín traen la música en ‘las venas’ y la comparten a los escuinapenses


Mientras llega el día de regreso, el joven continúa con sus labores en el primer cuadro de la ciudad. Con su música atrae la atención de las personas y las monedas que le regalan son muy importantes para él, porque le permitirán regresar con los suyos, a buscar la suerte que en Mazatlán no encontró.

DATOS

19 años de edad tiene Raúl.

CAMPESINO

En Puebla, su ciudad de origen, Raúl trabajó en el campo, donde llegaba a ganar hasta 60 pesos diarios.


El acordeón lo acompaña en su caminar por Mazatlán. Fotos: Cortesía | El Sol de Mazatlán


Lee más aquí de El Sol de Mazatlán


Mazatlán Sin.- Entre el ir y venir de miles de personas que en esta época del año recorren el Centro de la ciudad, donde los camiones y automóviles ensordecen el diario transitar, sobresale la voz de Raúl, un joven originario de Puebla que con su viejo acordeón busca obtener el sustento que le permita salir adelante.



Las notas musicales que emanan sus dedos al aplastar las teclas del instrumento, pueden oírse entre el murmullo de las personas, muchas ni siquiera lo perciben a su paso, pero la entonación de aquella melodía navideña logra atrapar a más de alguna,que detiene su andar para ofrecerle una moneda al “artista de la ciudad”.

El dinero que recibe el joven músico le sirve para comprar comida y ahorrar para poder regresarse a su ciudad de origen. Llegó al puerto a probar suerte, pero las cosas no le salieron como esperaba, a pesar de que muchos de sus conocidos le dijeron que “por estos rumbos” sobraban las oportunidades para tener un mejor futuro.

Con boleto en mano, cuyo costo no pasaba de los 700 pesos, el joven poblanoabordó el autobús que lo trajo a un lugar que hoy le presenta un destino incierto.

Al llegar al puerto, con el acordeón en el hombro, Raúl logró distinguir hacia el poniente un paisaje azul que poderosamente atrajo su atención, pues nunca había estado tan de cerca de una playa.

Por unos instantes, el choque de las olas hizo que olvidara la difícil situación económica por la atraviesa en su tierra natal, lo cual hizo que buscara un mejor porvenir.

“En Puebla trabajé en el campo, pero la verdad no alcanza con lo que se gana, pagan muy poco y pues me dijeron que estaba bien aquí y por eso decidía venirme para acá”.

En el corte de legumbres, comenta, llega a ganar hasta 60 pesos diarios, dinero que normalmente le da a su mamá para apoyarla en los gastos que hay en la casa.

Son muchas las compras que tiene que realizar su progenitora, quien lo saca adelante a él y 2 de sus hermanos, al darles diariamente alimentación, cobijo y vestimenta.

Antes de dirigirse a Mazatlán, señala, su atracción por la música hizo que le pidiera a un amigo un viejo acordeón, con el que se ha ensayado a tocar algunas melodías.

Su admiración por artistas como Edén Muñoz, de Calibre 50, o Ramón Ayala, ha hecho que sus dedos conozcan las notas musicales de sus canciones.

“Me gusta cómo cantan, tocan bien chingón y por eso me gusta tocar este acordeón que me prestó un camarada, para saber lo que se siente cada vez que lo uso”.

No hay una melodía en especial de su preferencia, pues tanto la banda como el norteño le fascinan.

A su llegada al municipio, unos familiares le brindaran cobijo en un pequeño cuarto de un domicilio que se ubica en el Infonavit El Conchi. El lugar donde se encuentra la vivienda, reconoce, se encuentra muy alejado de la zona donde busca el sustento que le permita subsistir durante su estancia en el puerto.

Es casi una hora la que hace el camión de pasaje urbano, servicio por el que tiene que pagar entre 9.50 y 11 pesos para poder llegar hasta al primer cuadro de la ciudad, ida y vuelta.

Y es que es en el sector comercial del municipio donde el joven músico busca una banqueta, en la que se mantiene siempre con el singular sonido que emana su viejo acordeón.

Recuerda que el primer día que llegó a la Perla del Pacífico, inmediatamente se dirigió a un lugar donde había muchas personas, tanto turistas como locales, que no perdían la oportunidad de brindarle una moneda al momento de escuchar sus melodías.

Sin embargo, poco le duró el gusto al muchacho, pues fue removido por un elemento de la Policía Municipal, quien le comentó que no podía estar ahí si no contaba con algún permiso.

Tras las indicaciones del agente preventivo, Raúl decidió retirarse. Luego se percató que estaba en la Plazuela República, justo frente al Palacio Municipal. Así que mejor se fue a ofrecer sus “tocadas” a la calle Melchor Ocampo.

Ese rato que estuvo frente al Ayuntamiento ganó 50 pesos, dinero que otro día recabó en el transcurso de casi 8 horas de permanecer parado.

El músico reconoce que no todos los días son buenos y más cuando la ayuda es a cuenta gotas, lo cual lo desespera, pues en ocasiones solamente junta 20 pesos en casi todo un día.

Triste retiro

La inconsistencia en el “negocio” ha provocado que Raúl no la piense dos veces para regresarse a su hogar. Y lo hará la próxima semana, antes de la Navidad.

El no tener buenos resultados, así como le habían dicho quienes le recomendaron que se viniera a trabajar a Mazatlán, es el factor primordial de su regreso a Puebla.

Volver a la tierra de los camotes es ir a continuar en la búsqueda de un mejor empleo, que no descarta encontrar, aunque tenga que regresar a las labores en el campo.


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Mientras llega el día de regreso, el joven continúa con sus labores en el primer cuadro de la ciudad. Con su música atrae la atención de las personas y las monedas que le regalan son muy importantes para él, porque le permitirán regresar con los suyos, a buscar la suerte que en Mazatlán no encontró.

DATOS

19 años de edad tiene Raúl.

CAMPESINO

En Puebla, su ciudad de origen, Raúl trabajó en el campo, donde llegaba a ganar hasta 60 pesos diarios.


El acordeón lo acompaña en su caminar por Mazatlán. Fotos: Cortesía | El Sol de Mazatlán


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