/ sábado 11 de septiembre de 2021

Naufragar en medio del desempleo pesquero

Con 57 años de edad, Jesús Ortiz sigue en busca de trabajo, pero fuera de la actividad a la que se ha dedicado toda su vida

Mazatlán, Sin.- Jesús de la Cruz Ortiz Guerra es licenciado en Administración de Recursos Marinos y tiene una maestría en Tecnología Marina, actualmente cuenta con 57 años de edad, de los cuales 29 los dedicó a la actividad pesquera, pero desde la temporada pasada se sumó a la lista de desempleados, al cerrar puertas la empresa en la que trabajó por 29 años, donde se desempeñaba como administrador en tiempos de veda y jefe de flota durante la zafra.

Él es originario de Manzanillo, Colima, pero por necesidad tuvo que emigrar a Mazatlán en el año1991, cuando la empresa para la que trabajaba de nombre Pescamar se trasladó con su flota camaronera a este puerto para operar desde aquí.

Su trabajo era multifacético como el de todos los que se incorporan a la actividad pesquera, desde el papeleo o “arrastrar lápiz” en las oficinas hasta de fungir de proveedor o “alistador” de embarcaciones, en el muelle.

En sus últimas temporadas de pesca fue el encargado de preparar, dar mantenimiento y avituallamiento a 13 embarcaciones de 43 con las que contaba la empresa.

Además del trabajo preparativo para la zafra, Ortiz Guerra también atendía las necesidades de los barcos que regresaban a puerto o se quedaban “ponchados” en altamar con problemas mecánicos o de cualquier tipo, acudiendo por mar y tierra con personal especializado para reparar las fallas.

Durante 29 años, tuvo que sacrificar a la familia para no quedarse sin empleo y llevar un ingreso a su casa, ya que su esposa e hijos se quedaron en Manzanillo, a quienes visitaba cada vez que podía, pues la actividad pesquera es muy absorbente, sobre todo durante la temporada de pesca.

Jesús de la Cruz Ortiz Guerra trabajó durante 29 años como administrador y jefe de flota en una cooperativa que cerró el año pasado. Foto: Fausto McConegly | El Sol de Mazatlán

También puedes leer: Impacta pandemia en empleo juvenil Sinaloa

Y al terminar la zafra pasada y con la entrada en vigor del embargo de camarón de altamar por parte de Estados Unidos, fue despedido con el argumento de que la actividad ya no da más para seguir sosteniendo a tantos trabajadores y barcos, incluso el edifico de la empresa se vendió ese mismo año.

Jesús de la Cruz regresó al puerto de Manzanillo en donde la situación está igual o peor, ya que allá no existe ninguna flota camaronera y entre las opciones se encuentra una empresa atunera de nombre Marindustrias, pero por su edad, considera que las probabilidades son mínimas.

He estado batallando porque la cosa está difícil, acá es puerto, pero no hay camaroneros, hay como 10 atuneros de una empresa que se llama Marindustrias, parecida a la de Pinsa, pero Pinsa es más grande, Pinsa tiene como 30 atuneros. Y sí, está saturado ahorita, si alguien quisiera entrar, a lo mejor por los años me van a decir, espérame tantito”, expresó.

Desde que se quedó sin trabajo, Jesús ha sobrevivido con “chambitas” que obtiene de manera personal y de forma esporádica. Recientemente le ofrecieron dar clases en una escuela, pero con un sueldo mínimo que no le alcanzaría para sostener a su familia, así que seguirá tocando puertas, sin embargo, la mejor opción que ve a corto plazo es la de su cuñado, quien tiene una pequeña empresa de construcción.

Foto: Fausto McConegly | El Sol de Mazatlán

Hasta ahorita no he podido encontrar trabajo, sigo tocando puertas, me ofrecían dar clases, pero vi que pagaban muy poco, y me decidí buscar al cuñado para ver si me paga un poco más y ahí estaría con más confianza”, apuntó.

‘DE MAL EN PEOR’

Ortiz Guerra asegura que por la situación que vive la actividad pesquera a nivel nacional, no planea regresar a la pesca, ya que además del embargo camaronero por parte de EUA, se suma la situación de la pandemia del coronavirus con sus nuevas variantes y la baja producción en las últimas temporadas, como consecuencia de la sobreexplotación del producto.

A él le tocó ver cómo la pesca fue en decadencia y sin rumbo fijo en los últimos años, que se recrudeció con la suspensión de apoyos para el diésel durante este gobierno y las secuelas del Covid-19, a partir del 2020.

Recuerda que en la última temporada, sólo salió el 50% de la flota camaronera de Mazatlán por falta de financiamiento y subsidios para costear el gasto de un millón de pesos por embarcación, en el que el combustible absorbe el 70 o 75% del costo.

Años atrás, asegura, la pesca de camarón tenía capturas de 35 a 40 toneladas por barco en cada temporada, y en la última zafra fue de 10 a 20 toneladas por embarcación.

A esto se sumó el impacto negativo de la pandemia del coronavirus que dio al traste con la actividad, al paralizar el principal mercado del camarón de exportación: la industria restaurantera de Estados Unidos, por los riesgos de contagio. Y el tiro de gracia: el embargo camaronero por parte de EUA.

Para Jesús Ortiz, este asunto del embargo se debió a que el gobierno federal en turno decidió desde un principio cortar todo el presupuesto a infraestructura pesquera y de inspección, sin importar las consecuencias.

Perdieron de vista las atenciones que Estados Unidos tiene para con la actividad y la protección de la tortuga, y se le vino el mundo encima y ahora andan queriendo salir del fango, a como sea, tirando a lo falso para todos lados, y esas cosas no se hacen de la noche a la mañana, lleva tiempo y tienen un protocolo y un proceso que seguir”, indicó.

Señala que la solución al embargo camaronero no se dará con pláticas entre las cabezas de los dos países, pues se trata de una investigación de la organización Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) que tiene un protocolo y un proceso a seguir que dura tiempo.

SALDRÁN PARA PAGAR DEUDAS

Y aunque ya no ha vuelto a Mazatlán, Jesús ha platicado con algunos de sus ex compañeros y homólogos, vía telefónica, quienes le han dicho que en la próxima temporada saldrá solamente alrededor el 40% de la flota camaronera, alrededor de 200 de 500 barcos, mientras que el año pasado fueron poco más de 300.

La mayoría de los tripulantes que saldrán en esta temporada, agregó, será para cubrir parte de la deuda que arrastran desde hace año con los dueños de los barcos.

Quieren recuperar lo que ya prestaron, esas deudas son de años, hay patrones que deben a los dueños de barcos 300 mil, 400 mil, 500 mil y hasta 600 mil pesos, y llega la temporada y nomás abonan 100 mil, no abonan mucho, pero ahora las cosas cambiaron porque se está parando la actividad y buscan cobrar cuando menos la mitad”.

Por otra parte, está la falta de crédito para avituallar o dar mantenimiento a las embarcaciones, quienes lo hacen es porque solicitaron préstamos a nombre de un corporativo o de varias empresas con giros diferentes a la pesca.

Con 29 años de experiencia en la actividad, Ortiz Guerra refiere que las expectativas de salir a la pesca en esta temporada son muy inciertas, porque nadie sabe qué va a pasar después del primer viaje. La diferencia para él, es que ya no estará para ver si la pesca sobrevive o llega a su fin, como la mayoría de los pescadores y armadores temen.




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Él es originario de Manzanillo, Colima, pero por necesidad tuvo que emigrar a Mazatlán en el año1991, cuando la empresa para la que trabajaba de nombre Pescamar se trasladó con su flota camaronera a este puerto para operar desde aquí.

Su trabajo era multifacético como el de todos los que se incorporan a la actividad pesquera, desde el papeleo o “arrastrar lápiz” en las oficinas hasta de fungir de proveedor o “alistador” de embarcaciones, en el muelle.

En sus últimas temporadas de pesca fue el encargado de preparar, dar mantenimiento y avituallamiento a 13 embarcaciones de 43 con las que contaba la empresa.

Además del trabajo preparativo para la zafra, Ortiz Guerra también atendía las necesidades de los barcos que regresaban a puerto o se quedaban “ponchados” en altamar con problemas mecánicos o de cualquier tipo, acudiendo por mar y tierra con personal especializado para reparar las fallas.

Durante 29 años, tuvo que sacrificar a la familia para no quedarse sin empleo y llevar un ingreso a su casa, ya que su esposa e hijos se quedaron en Manzanillo, a quienes visitaba cada vez que podía, pues la actividad pesquera es muy absorbente, sobre todo durante la temporada de pesca.

Jesús de la Cruz Ortiz Guerra trabajó durante 29 años como administrador y jefe de flota en una cooperativa que cerró el año pasado. Foto: Fausto McConegly | El Sol de Mazatlán

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Jesús de la Cruz regresó al puerto de Manzanillo en donde la situación está igual o peor, ya que allá no existe ninguna flota camaronera y entre las opciones se encuentra una empresa atunera de nombre Marindustrias, pero por su edad, considera que las probabilidades son mínimas.

He estado batallando porque la cosa está difícil, acá es puerto, pero no hay camaroneros, hay como 10 atuneros de una empresa que se llama Marindustrias, parecida a la de Pinsa, pero Pinsa es más grande, Pinsa tiene como 30 atuneros. Y sí, está saturado ahorita, si alguien quisiera entrar, a lo mejor por los años me van a decir, espérame tantito”, expresó.

Desde que se quedó sin trabajo, Jesús ha sobrevivido con “chambitas” que obtiene de manera personal y de forma esporádica. Recientemente le ofrecieron dar clases en una escuela, pero con un sueldo mínimo que no le alcanzaría para sostener a su familia, así que seguirá tocando puertas, sin embargo, la mejor opción que ve a corto plazo es la de su cuñado, quien tiene una pequeña empresa de construcción.

Foto: Fausto McConegly | El Sol de Mazatlán

Hasta ahorita no he podido encontrar trabajo, sigo tocando puertas, me ofrecían dar clases, pero vi que pagaban muy poco, y me decidí buscar al cuñado para ver si me paga un poco más y ahí estaría con más confianza”, apuntó.

‘DE MAL EN PEOR’

Ortiz Guerra asegura que por la situación que vive la actividad pesquera a nivel nacional, no planea regresar a la pesca, ya que además del embargo camaronero por parte de EUA, se suma la situación de la pandemia del coronavirus con sus nuevas variantes y la baja producción en las últimas temporadas, como consecuencia de la sobreexplotación del producto.

A él le tocó ver cómo la pesca fue en decadencia y sin rumbo fijo en los últimos años, que se recrudeció con la suspensión de apoyos para el diésel durante este gobierno y las secuelas del Covid-19, a partir del 2020.

Recuerda que en la última temporada, sólo salió el 50% de la flota camaronera de Mazatlán por falta de financiamiento y subsidios para costear el gasto de un millón de pesos por embarcación, en el que el combustible absorbe el 70 o 75% del costo.

Años atrás, asegura, la pesca de camarón tenía capturas de 35 a 40 toneladas por barco en cada temporada, y en la última zafra fue de 10 a 20 toneladas por embarcación.

A esto se sumó el impacto negativo de la pandemia del coronavirus que dio al traste con la actividad, al paralizar el principal mercado del camarón de exportación: la industria restaurantera de Estados Unidos, por los riesgos de contagio. Y el tiro de gracia: el embargo camaronero por parte de EUA.

Para Jesús Ortiz, este asunto del embargo se debió a que el gobierno federal en turno decidió desde un principio cortar todo el presupuesto a infraestructura pesquera y de inspección, sin importar las consecuencias.

Perdieron de vista las atenciones que Estados Unidos tiene para con la actividad y la protección de la tortuga, y se le vino el mundo encima y ahora andan queriendo salir del fango, a como sea, tirando a lo falso para todos lados, y esas cosas no se hacen de la noche a la mañana, lleva tiempo y tienen un protocolo y un proceso que seguir”, indicó.

Señala que la solución al embargo camaronero no se dará con pláticas entre las cabezas de los dos países, pues se trata de una investigación de la organización Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) que tiene un protocolo y un proceso a seguir que dura tiempo.

SALDRÁN PARA PAGAR DEUDAS

Y aunque ya no ha vuelto a Mazatlán, Jesús ha platicado con algunos de sus ex compañeros y homólogos, vía telefónica, quienes le han dicho que en la próxima temporada saldrá solamente alrededor el 40% de la flota camaronera, alrededor de 200 de 500 barcos, mientras que el año pasado fueron poco más de 300.

La mayoría de los tripulantes que saldrán en esta temporada, agregó, será para cubrir parte de la deuda que arrastran desde hace año con los dueños de los barcos.

Quieren recuperar lo que ya prestaron, esas deudas son de años, hay patrones que deben a los dueños de barcos 300 mil, 400 mil, 500 mil y hasta 600 mil pesos, y llega la temporada y nomás abonan 100 mil, no abonan mucho, pero ahora las cosas cambiaron porque se está parando la actividad y buscan cobrar cuando menos la mitad”.

Por otra parte, está la falta de crédito para avituallar o dar mantenimiento a las embarcaciones, quienes lo hacen es porque solicitaron préstamos a nombre de un corporativo o de varias empresas con giros diferentes a la pesca.

Con 29 años de experiencia en la actividad, Ortiz Guerra refiere que las expectativas de salir a la pesca en esta temporada son muy inciertas, porque nadie sabe qué va a pasar después del primer viaje. La diferencia para él, es que ya no estará para ver si la pesca sobrevive o llega a su fin, como la mayoría de los pescadores y armadores temen.




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