Escuinapa, Sin.- "El diablo si existe", es la expresión de Loreto, un hombre a quien en su etapa de juventud, junto con un hermano, le tocó ver al diablo junto al arroyo Buñigas.
Él y Mateo son dos hombres que provienen de una familia que toda su vida ha vivido junto al cauce de este arroyo, justo donde vivieron esta experiencia aterradora.
Loreto señala que fue hace aproximadamente 40 años, en su etapa de juventud, cuando a él y a su hermano se toparon de frente con el mismísimo Lucifer.
Dice que en ese entonces él tenía entre 17 y 18 años de edad y su hermano Mateo, dos o tres años menos que él.
"Ya estábamos grandes, bien recuerdo porque en esos años ya nos escapábamos al baile, ya no éramos niños".
Recuerda que era una noche en la cual la luna estaba grande y resplandeciente.
"Se veía bonita la luna, ahí donde vivíamos no había luz, pero con la luna se miraba claro, era una luna hermosa, jamás en mi vida he vuelto a ver una luna igual".
Esa noche se fueron él y su hermano a dormir a la casa de un tío, era una casa que se encontraba al otro lado del arroyo. Nunca imaginaron lo que les pasaría.
"Ahí estábamos en la casa de mi tío, ya eran como la 1:00 o 2:00 de la mañana, por alguna razón no podía dormir, no conciliaba el sueño, nada más me daba de vueltas en la cama, no sabía que me pasaba", recordó.
Después de un rato, se le ocurre voltear a ver a la calle, que estaba iluminada con la luz de la luna.
"De pronto miro que un hombre viene caminando, era un hombre vestido de charro, con un sombrero grande y botas, las espuelas sonaban en las piedras, el hombre se paró frente a la casa, atravesó el cerco de alambre como si no hubiera nada, fue ahí cuando ya me entró el miedo".
Luego, el hombre vestido de charro llegó hasta donde Loreto se encontraba acostado.
"Cuando se me puso por un lado, lo miré de arriba abajo y ya no traía botas, eran pezuñas como de vaca y traía cola".
Al verlo, dice que quedó inconsciente y ya no supo nada de su persona, hasta que despertó al día siguiente.
Esto lo platicó a su tío y hermano, pero no le creyeron y le decían que estaba loco, pero asegura que fue algo real lo que vivió y que ya les ha tocado vivir a más personas en el mismo lugar.
Cuatro décadas después, aún recuerda esa experiencia con mucho miedo y aunque nadie se lo crea, él de una cosa está seguro: “el diablo sí existe”.
TIEMPO
Hace 40 años, a Loreto y Mateo se les apreció el diablo junto al arroyo Buñigas, en Escuinapa, experiencia que aún no olvidan.
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