Mazatlán, Sin.- Algunos con alegría y entusiasmo, otros entre el llanto, así llegan los niños cada mañana a su guardería, la que se convierte en su “segundo” hogar, donde por ocho horas juegan, comen, aprenden y conviven con otros pequeños de su edad.
Hasta hace cinco meses podían hacer todo eso con cierta libertad, ahora, con la pandemia del Covid-19, la manera de llevar a cabo las actividades en la estancia infantil está apegada a los protocolos sanitarios establecidos en lo que se hace llamar la nueva normalidad.
La Estancia Infantil "Corazones" abrió sus puertas al público en el año 2008, bajo la dirección de la psicóloga Aracely Alvarado Arellano.
Por precaución y cuidado, cerró sus puertas, por primera vez en 12 años, el pasado mes de marzo y después de cinco meses de inactividad, el primer día de reapertura sólo asistió un niño, luego otro y después otro. Fue como “volver a empezar” en la educación.
"El gobierno nunca nos dijo ‘cierren’, nos dejaron abiertos porque el padre de familia tiene la necesidad de dejar a sus hijos en estancias; sin embargo, por ciertas precauciones nosotros tomamos tal decisión, había que conocer primero el virus para poder seguir trabajando y reabrir con los protocolos establecidos por las autoridades de salud".
Poco a poco, y por necesidad en plena pandemia, los padres fueron retomando la confianza de dejar a sus hijos en una estancia nuevamente.
Los papás no se animaban, yo lo sentía, pero nosotros hacemos todo lo que esté en nuestras manos para mejorar cada vez más y tener todo bajo control. Iniciamos con un niño, actualmente tenemos 11.
Aracely
Con el visto bueno de Protección Civil y después de tomar cursos en línea por parte del Instituto Mexicano del Seguro Social, Aracely y su personal están capacitadas para ofrecer, más que un servicio, seguridad y certidumbre, tanto a los niños como a los papás.
"Siempre cuidamos la integridad y salud del niño, pero ahora la cuidamos más. Antes nos pedían tener 16 niños por maestra y por sala, ahora sólo nos permiten tener máximo ocho".
A su llegada a la estancia, el pequeño pasa primero por un tapete que contiene una solución sanitizante, para desinfectar el calzado, después pasa a un segundo tapete de secado, mientras está ahí se le toma la temperatura y se le aplica gel antibacterial en sus manos.
Enseguida es mandado a lavarse las manos con agua y jabón, sus pertenencias son sanitizadas y colocadas debidamente en su lugar.
Después, entra a su sala a realizar algunas actividades lúdicas y recreativas. Antes de ingerir el desayuno vuelven a lavar sus manos, se ponen su delantal y se sientan en las mesitas, al terminar de comer se cepillan los dientes.
A los padres de familia se les realiza un cuestionario en el que se le pregunta el estado general de niño, si durmió bien o sufrió algún accidente, además de saber si ha presentado algún síntoma relacionado con el Covid-19.
Entre las medidas establecidas para las estancias se pidió que todos los utensilios de cocina, así como la colchoneta, entre otros artículos que existen dentro de las instalaciones, fueran individualizados, marcados y señalizados.
Los juguetes, que son usados por todos, son rociados con una solución especial constantemente y al final de la jornada toda la instalación se somete a una sanitización general.
Estando dentro, los pequeños pueden andar sin cubrebocas, esto porque se les puede dificultar la respiración y aumentar el riesgo de asfixia.
No es recomendable, aparte de que ya está establecido, se intentó y ¿qué pasa?, se lo quitan, lo tiran al piso y ahí es más contaminación.
Aracely Alvarado Arellano
Es difícil trabajar con niños de esta edad, pero reconoce que son inteligentes por naturaleza y sabiendo explicar las cosas, ellos lo llegan a entender.
De momento sólo tres personas laboran en la estancia, pues como a todos los comercios, la crisis económica les dio un duro “golpe”.
"Gracias a la reapertura de negocios, el papá tiene la necesidad de dejar a su hijo en una estancia y eso a nosotros también nos da trabajo. Anteriormente estaba pensando en impartir cursos en línea, porque yo veía esto muy despacio. De hecho era un proyecto que tenía antes de la pandemia, impartir talleres presenciales donde estuvieran presentes los padres de familia y los niños".
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Si la situación mejora y las condiciones lo permiten, Aracely no descarta llevar a cabo dichos talleres, aunque, tanto para ella como para los padres y los niños, la mejor forma sería desarrollarlos presencialmente, pues es la forma que se domina.
"El mensaje a los padres sería que nos conozcan, que vengan, que nos pregunten, que tengan la confianza de conocer los protocolos, al final la mejor carta de presentación va a ser el niño".
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