Mazatlán, Sin.- Mazatlán es reconocido en el país por tener los mejores mariscos y el ostión se ha convertido en el molusco preferido de turistas y locales, el cual puede ser degustado en un restaurante o a la orilla de la playa, recién sacado del mar, con limón y sal.
A Valentín Martínez Ontiveros, de 78 años de edad, el mar le ha dado todo, ya que desde hace ya más de seis décadas se dedica a la pesca de ostión.
Llegó a los 8 años a Mazatlán, con sus papás y hermanos, de Tayoltita, Durango, y nunca imaginó que se iba a ganar la vida aguantando la respiración bajo el mar.
En su familia no había pescadores y desde que llegó al puerto se enamoró del mar, desde jovencito empezó a pescar tirando la piola, y sacaba chigüiles y botetes, producto que muchas personas tiraban porque nadie lo quería, pero que él gustoso llevaba a su casa para comer con su familia.
Tenía 15 años de edad cuando aprendió a nadar y bucear para sacar callo de hacha desde Playa Sur hasta Urías, pues se acompañaba con un señor que se dedicaba eso. En esa época había mucho en esa zona.
Ese producto, al igual que el ostión, se tiene que bucear a pulmón para sacarlo, ya que sólo se utiliza un visor y unas aletas. Era tanta la abundancia que había que sacaba hasta mil 500 callos diarios, que les compraban a cuatro pesos el ciento, ganaba 100 pesos al día.
“El callo lo trabajé más de 20 años, era una chulada ese manjar, es muy bien pagado, pero lamentablemente se acabaron los 'bancos' que había en la región, por eso fue que luego me dediqué al ostión”.
Desde hace 40 años, don Valentín empezó a sacar ostión en Mazatlán, desde el puerto hasta Dimas, Mármol, incluso hasta Los Cabos fue a sacar el producto.
Con la piel quemada y gastada por el sol, relata que para sacarlo tiene que bucear, porque está pegado en las piedras, se pone en unas redes que llevan en un salvavidas y en cada sumergida se saca de uno a tres ostiones.
La extracción es manual, mediante buceo libre con barra de acero de 50 centímetros de longitud terminada en una o dos puntas, para desprenderlos de las rocas y depositarlos en cámaras inflables o costales. La captura se realiza hasta los 10 metros de profundidad.
“Hay ocasiones en que no encuentras nada y en otras te encuentras una machita y la haces, sacas una arpilla o dos, depende de cómo le busques, que es alrededor de 20 kilos”.
“El Charro”, como lo apodan, comenta que lo más que ha durado en el agua es un minuto, que es mucho, pues es la práctica y la experiencia lo que va dando la resistencia.
Para pescar el ostión no hay hora, lo más común es en la mañana, pero igual hay quienes lo hacen al mediodía, sólo que esté calmado el mar, para no tener problemas.
Dice que ha tenido suerte en tantos años buceando, ya que afortunadamente no le ha pasado nada. Sólo se aleja hasta donde hay piedra, porque ahí es donde está el ostión.
En más de 60 años en la actividad, le ha tocado ver y vivir muchas cosas, el mar le ha "dado vida", si no fuera por el mar no estuviera a gusto, "conservado". Tiene dos hijos y de la actividad que él hace salió para darles estudios.
“La actividad es peligrosa cuando andas abajo en el agua, porque se te para el corazón y ahí quedas, una vez me tocó auxiliar a un compañero que se golpeó con la barra, en otra ocasión me tocó ir para el lado de La Reforma a sacar callo de hacha y a un señor que se metió a bucear le dio un ataque y ahí murió, lo tuvimos que sacar del mar”.
Desde hace algunos años empezó a combinar la actividad con la pesca, sobre todo en la época de veda, que es del 1 de junio al 31 de agosto de cada año.
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“Tengo 78 años y todavía de vez en cuando me sigo metiendo al mar, no le voy a decir que lo hago diario, cuando está calmadito el mar, ya no lo hago como antes, ya estoy viejo, ahora me dedico más a vender aquí para la gente que pasa y de eso me mantengo”.
Todos los días llega con su triciclo a playa El Camarón, pone un paraguas, con el que se protege del sol, mientras prepara los ostiones recién pescados con limón y un poco de sal, a turistas y locales.
“Aquí tengo como 12 años, aquí disfruto mucho, mire qué chulada de vista, mucha gente que viene de Durango y Zacatecas, gozan mucho el rato que están aquí comiendo, yo junto con ellos”.
Hace algunos años el pescador quedó solo, murió su compañera y sus hijos ya están grandes. Asegura que seguirá trabajando mientras resista, ya que de ahí saca para comer, ya cuando no pueda hacerlo entonces verá a qué dedicarse para ganar dinero.
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