Mazatlán Sin.- Transitar por el Centro de Mazatlán hace retroceder el tiempo a quienes lo conocieron a través de sus calles, construcciones y la vendimia que se ofrece ahí. Y es que entre ese “mar de gente” que todos los días recorre sus calles, se puede percibir un dulce olor a piloncillo que llama a la nostalgia de muchos adultos.
Ese aroma que en la década de los 80’s era muy peculiar en la casa de los mazatlecos, no es otro que el de los inolvidables cocoyoles.
Este dulce persiste al paso del tiempo en un puesto ubicado entre las calles Aquiles Serdán y Melchor Ocampo; ahí está Juana Ruiz, una mujer de 50 años de edad que ofrece los cocoyoles a quienes detienen su transitar, motivados por el olor que despiden.
Tengo más de 20 años elaborándolos, y 15 de ellos vendiéndolos a la gente, una parte en la colonia Benito Juárez y otra aquí en el Centro, donde la gente se detiene a comprarlos
Juana Ruiz
El precio, de 10 pesos por tres coquitos, logra que las personas no duden mucho en darse el gusto de probarlos. Sobre todo aquellas a quienes su sabor ya conquistó.
Doña Juana comenta que el cocoyol es un fruto que nace en una palmera, similar al coco de agua, pero que se distingue por su tamaño pequeño.
El producto que se vende en Mazatlán es traído de Nayarit, donde se desarrolla, para posteriormente ser distribuido a diferentes puntos del país, sobre todo a estados del sur de la República Mexicana, donde es muy demandado.
Precisamente, este mes de noviembre acaba de iniciar la temporada de cosecha de la diminuta fruta, que se deja ver por los comercios después de 10 meses de producción.
En el puerto, el cocoyol llega a pocos locales de frutas y verduras que hay en los mercados Pino Suárez, en el primer cuadro de la ciudad, y Miguel Hidalgo, en la colonia Juárez.
Un poco de historia
El cocoyol no es exclusivo de México, pues hay países de América central y del sur donde existen árboles que dan dicha fruta, como Costa Rica, Colombia, Paraguay y Brasil.
En México, son los estados del sur donde se presenta una mayor afluencia de este producto, que era muy consumido por la población maya que habitó Quintana Roo y Yucatán.
Especialistas en biología señalan que la semilla de ese tipo de fruta tarda en germinar entre 4 y 5 años, por lo que de igual manera es lento su desarrollo para poder empezar a producir.
Aunque en la parte norte de México no se tiene un registro de cosechas de cocoyol, en el sur los árboles empiezan a dar frutos precisamente casi en el tiempo que tardan en nacer.
Una planta puede tener hasta 12 racimos, cantidad que le generará un promedio de 700 coquitos por rama, lo cual es productivo para quienes se dedican a ese tipo de siembra.
Según productores, un árbol de cocoyol al año puede originar un máximo de 100 kilos de fruta y un mínimo de 50, cantidades que son consideradas como buenas dentro de una temporada.
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Además de consumirse como un dulce, el fruto es buscado para contrarrestar la aparición de lombrices a través del simple mascado de su semilla. Además, en algunos estados del sur es utilizado para combatir la diabetes.
Todo un proceso
Cuando va al mercado, doña Juana compra hasta 200 coquitos, y una vez que llega a su casa lleva a cabo uno de los procesos más difíciles para la elaboración de los cocoyoles en dulce, la limpieza.
Hay que limpiarlos, la cáscara está muy dura, mi hija me ayuda, al igual que mi yerno, porque es una lata hacerlo, pues ha habido ocasiones que si no tenemos cuidado, llegamos hasta a cortarnos
Juana Ruiz
Una vez limpio, agrega, la fruta es colocada dentro de ollas y se le coloca piloncillo, para que agarre una dulce consistencia a través de su cocimiento.
El cocoyol está listo al momento que deja de percibirse su rico olor. Es entonces cuando doña Juana está lista para la vendimia.
En un día llega a vender hasta 200 cocos, aunque hay ocasiones que le quedan entre 50 y 100, sobre todo cuando por alguna razón en las calles del Centro no hubo tanta afluencia de personas. Sin embargo, los que le quedan los vende en su colonia.
Y no sólo los mazatlecos llegan a buscarla por sus cocoyoles, pues
Los visitantes se sorprenden al comprar el coquito enmielado, pues aseguran que ese tipo de fruta los hace recordar su niñez, pues en ese entonces no había tanto dulces como en la actualidad
Juana Ruiz
Ella dice sentirse contenta al saber que su producto es llevado por los turistas a otros puntos del país, e inclusive a Estados Unidos.
Su máximo reto es que las nuevas generaciones conozcan y se enamoren de los cocoyoles, para que así el dulce siga vivo, no sólo en la memoria de quienes los han probado, sino también en sus paladares.
LOS COCOYOLES
Son coquitos enmielados que en su interior tienen pulpa de coco, a la cual se llega luego de estar saboreando en el paladar el peculiar sabor que le da el piloncillo cocido.
EN FACEBOOK
Doña Juana tiene una página de Facebook (Cocoyoles Mazatlán), en la cual comparte con las nuevas generaciones la tradición del dulce que en los años 80’s era una sensación entre los mazatlecos.
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