/ sábado 20 de febrero de 2021

Del rancho a la ciudad: el matrimonio de la “masa”

Desde hace cuatro años Olivia y don “Primi” Ibarra Osuna se dedican a la venta de empanadas rellenas, oficio que aprendieron desde niños

Mazatlán, Sin. - Originarios de Puerta de Canoas, un poblado al norte de Mazatlán, pero residentes en la ciudad desde hace tres décadas, el matrimonio Ibarra Osuna lleva cuatro años dedicándose a la venta de empanadas rellenas, un antojito muy típico de estas tierras.

Olivia y don "Primi" tienen 45 años de casados y toda su vida han sido comerciantes. Anteriormente, y por muchos años, se dedicaron a la venta de tacos en carreta y aunque les iba muy bien y se hicieron de clientela, nunca se preocuparon por cotizar un seguro para su retiro, por ello decidieron empezar otro pequeño negocio para sustentarse en su adultez.

Desde muy pequeña, viendo y practicando, Olivia aprendió a elaborar las empanadas."Allá en el rancho vendía, yo las hacía y una de mis hijas iba y las vendía", contó.

Empezaron haciendo las típicas gorditas doraditas, luego incorporaron las empanaditas rellenas de cajeta, piña, calabaza, camote y guayaba. Sus productos, dice, son naturales, no llevan conservadores y las mermeladas son caseras, ella misma las prepara.

A pesar de que este antojito es muy comercializado en los mercados y tienditas del puerto, un toque de canela en la masa es lo que las hace diferentes del resto; un aroma a dulce sale de sus comales y atrae a todo aquel que pase por ahí.

Ubicados por la calle Melchor Ocampo, entre Aquiles Serdán y Teniente Azueta, en el Centro, acuden todos los lunes, miércoles, viernes y sábado desde las 6:00 de la mañana hasta las 2:00 de la tarde.

Aproximadamente, venden entre 300 y 350 empanadas cada día. Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

"Desde la cuatro de la mañana empezamos a trabajar y llegamos aquí a las 6:00 de la mañana", dice orgullosa Olivia, comenta que su receta es única, no fue fácil perfeccionarla, es el resultado de años aprendiendo a trabajar la harina y más de uno, sin tener éxito, ha querido comprarle la receta.

Explica que no sólo es la incorporación de los ingredientes, sino que tiene su chiste, desde las cantidades hasta la temperatura de los mismos, todo tiene que ser exacto, algo de más o de menos y la masa podría quedar inservible.

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

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Aproximadamente venden entre 300 y 350 empanadas cada día, el 70% de su producción son del relleno de cajeta, las favoritas de los clientes.

Ya son internacionales, mucha gente lleva para el 'otro lado'. Una vez fui a Mc Allen y un día fuimos al tianguis, mi hija me dijo: '¿por qué no te haces una empanaditas y las vendes?', las hice y de volada se vendieron Olivia

Algo que llama mucho la atención es que don "Primi" trabaja la prensa, algo que no es muy común ver en un hombre, aún siendo comerciante.

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

Asegura que no siente pena por ello y que al principio le batalló para encontrarle el modo, pero con la práctica la empezó a dominar y hoy hace unos círculos casi perfectos.

Con la pandemia del Covid-19 duraron nueve meses sin trabajar y apenas en diciembre retomaron su actividad con todos los cuidados sanitarios. Las empanaditas se venden a tres piezas por 25 pesos; son elaboradas a mano y doradas al comal; artesanales y con un toque de "rancho".






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Mazatlán, Sin. - Originarios de Puerta de Canoas, un poblado al norte de Mazatlán, pero residentes en la ciudad desde hace tres décadas, el matrimonio Ibarra Osuna lleva cuatro años dedicándose a la venta de empanadas rellenas, un antojito muy típico de estas tierras.

Olivia y don "Primi" tienen 45 años de casados y toda su vida han sido comerciantes. Anteriormente, y por muchos años, se dedicaron a la venta de tacos en carreta y aunque les iba muy bien y se hicieron de clientela, nunca se preocuparon por cotizar un seguro para su retiro, por ello decidieron empezar otro pequeño negocio para sustentarse en su adultez.

Desde muy pequeña, viendo y practicando, Olivia aprendió a elaborar las empanadas."Allá en el rancho vendía, yo las hacía y una de mis hijas iba y las vendía", contó.

Empezaron haciendo las típicas gorditas doraditas, luego incorporaron las empanaditas rellenas de cajeta, piña, calabaza, camote y guayaba. Sus productos, dice, son naturales, no llevan conservadores y las mermeladas son caseras, ella misma las prepara.

A pesar de que este antojito es muy comercializado en los mercados y tienditas del puerto, un toque de canela en la masa es lo que las hace diferentes del resto; un aroma a dulce sale de sus comales y atrae a todo aquel que pase por ahí.

Ubicados por la calle Melchor Ocampo, entre Aquiles Serdán y Teniente Azueta, en el Centro, acuden todos los lunes, miércoles, viernes y sábado desde las 6:00 de la mañana hasta las 2:00 de la tarde.

Aproximadamente, venden entre 300 y 350 empanadas cada día. Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

"Desde la cuatro de la mañana empezamos a trabajar y llegamos aquí a las 6:00 de la mañana", dice orgullosa Olivia, comenta que su receta es única, no fue fácil perfeccionarla, es el resultado de años aprendiendo a trabajar la harina y más de uno, sin tener éxito, ha querido comprarle la receta.

Explica que no sólo es la incorporación de los ingredientes, sino que tiene su chiste, desde las cantidades hasta la temperatura de los mismos, todo tiene que ser exacto, algo de más o de menos y la masa podría quedar inservible.

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

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Aproximadamente venden entre 300 y 350 empanadas cada día, el 70% de su producción son del relleno de cajeta, las favoritas de los clientes.

Ya son internacionales, mucha gente lleva para el 'otro lado'. Una vez fui a Mc Allen y un día fuimos al tianguis, mi hija me dijo: '¿por qué no te haces una empanaditas y las vendes?', las hice y de volada se vendieron Olivia

Algo que llama mucho la atención es que don "Primi" trabaja la prensa, algo que no es muy común ver en un hombre, aún siendo comerciante.

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

Asegura que no siente pena por ello y que al principio le batalló para encontrarle el modo, pero con la práctica la empezó a dominar y hoy hace unos círculos casi perfectos.

Con la pandemia del Covid-19 duraron nueve meses sin trabajar y apenas en diciembre retomaron su actividad con todos los cuidados sanitarios. Las empanaditas se venden a tres piezas por 25 pesos; son elaboradas a mano y doradas al comal; artesanales y con un toque de "rancho".






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