/ sábado 28 de diciembre de 2019

De la mercería al tianguis: ‘Teje’ su destino en el ambulantaje

Con más de 35 años de experiencia en las actividades mercantiles, Hector Bastidas se vio obligado a salir a vender sus productos en el comercio informal

Entre servilletas para bordar, hilazas de colores, hilos y agujas, Héctor Bastidas atiende su pequeño puesto en el tianguis de la colonia Juárez. Lo distinguen la simpatía, el buen trato y una gran personalidad.

A las 4:00 de la mañana de cada domingo llega en busca de un espacio para instalar su tenderete, le gusta tomar su tiempo para acomodarse, pues dice que desde muy temprano las personas llegan a comprar. Él ofrece artículos de mercería, productos para la costura: hilos, servilletas, hilazas, cintas métricas, entre otros, pero también adornos navideños: pinos, esferas, luces, estrellas.

Cada domingo llega a las 4:00 de la mañana a apartar su espacio en la plazuela Miguel Hidalgo de la colonia Juárez. Rolando Salazar │El Sol de Mazatlán

Es descendiente de una familia de comerciantes, lo fueron sus abuelos y sus padres, desde muy pequeño empezó a trabajar en el negocio familiar, hasta que emprendió su propio negocio.


Yo tenía 13 años y me iba solo a Guadalajara de compras con dinero en efectivo, y yo me traía todo, me iba el viernes, compraba el sábado y el domingo ya estaba de vuelta Héctor Bastidas


Sus padres eran propietarios de una mercería, establecimiento cuya mercancía se relaciona con la confección y la costura, desafortunadamente no pudo sobrevivir a las nuevas tendencias de la moda.


Tenía tres mercerías, una ubicada en la colonia Juárez; otra en el centro, por la Aquiles Serdán, cerca de las Changueras y la tercera por la avenida Ejército Mexicano, próximo a la central vieja. Mi mamá nada más tenía una, yo hice crecer el negocio, pero prácticamente me tocó la colita Héctor Bastidas


Tiene más de 35 años de experiencia en las actividades mercantiles, aunque nunca había experimentado el comercio ambulante; sin embargo, debido a la baja demanda que sufrió el giro de la mercería tuvo que cerrar su negocio y comenzó a salir a vender. Ahí se dio cuenta del volumen que la venta móvil tiene.


No había forma de que sobreviviera, mucha gente me decía:‘oye, ¿por qué no cambiaste?’, yo intenté hacer muchas cosas, puse una academia de corte, daba clases de manualidades, de muñecas, clases de tejido, busqué salidas, intentamos hacer muchas cosas, pero lamentablemente la tecnología nos arrolló. La mercería tuvo su época, como todas las cosas, y pues se acabó Héctor Bastidas


Considera que ya son otros tiempos, que antes los mercantes vendían un artículo por 20 o 30 años y ahora no, un año se vende una cosa y el otro año se vende otra, y es cuestión de irse adaptando.

“En su tiempo la mercería nos dio para vivir bastante bien, estudiábamos en buenos colegios, salíamos de vacaciones, nos dio una buena vida. No sólo el comercio, todas las cosas están cambiando rápidamente y si no te adaptas al cambio rápidamente vas a batallar mucho, entonces tienes que estar preparándote, actualizándote según las tendencias del mercado”.

Infinidad de anécdotas

Ahora, dice que puede escribir un libro con todas las anécdotas que le han pasado en el tianguis, entre ellas recapitula el día que un viejito llegó a su puesto con una máquina de coser.

Era 'del año de la canica', de las que ya no hay, me pidió que le consiguiera algunos carreteles de lanzadera, yo sabía de un lugar en la Ciudad de México y en una ida a la capital le pude conseguir los carreteles, el viejito casi lloraba e incluso me abrazó Héctor Bastidas


No sólo el comercio ambulante le ha dejado gratas experiencias, gracias al negocio de mercería conoció a mucha gente, tuvo buenos clientes, que más que clientes eran amigos.

Entre ellos estuvo el dueño del club nocturno Dragón Rojo, a quien conocía desde niño; trató también a mucha gente de todos los medios, a los que hacían las fiestas, los organizadores de grandes bailes y concursos. El momento que más recuerda es aquel que le sucedió en fechas de Carnaval, cuando hizo la venta de todo un año.


Los que somos de Mazatlán amamos profundamente el Carnaval, como yo vendía cantidad de artículos: la chaquira, lentejuela, pedrería, llegaban muchos personajes que estaban ligados a la organización de la fiesta, y una vez llegó un personaje famoso, tenía una disco muy popular, él tenía una fama oscura, negra. Entró a la tienda y me quedé asombrado, me preguntaba qué estaba haciendo en mi negocio Héctor Bastidas


Narra que el cliente le pidió cosas para un traje y ese día le compró todo, fue la venta del año.La novia de aquel personaje fue la Reina de Carnaval, no sabe si sólo iba a elaborar el traje de la máxima soberana o también los de las princesas, pero asegura que es una experiencia de esas que mucha gente no va a tener en su vida.

Te puede interesar: Karen Aguirre es una entrenadora ‘con ángel’

Y así, por su negocio pasaron muchas personas que marcaron una época muy bonita en su existir. Hasta el día de hoy va de tianguis en tianguis vendiendo sus productos, el ambulantaje lo reinventó y supo adaptarse a las circunstancias. A diferencian de otros vendedores, la buena plática y la amabilidad lo distinguen. Eso le ayuda mucho en las ventas.

DATOS

35 años tiene en el negocio de la mercería.

3 negocios de mercería llegó a tener en Mazatlán



Lee mas aquí:



Entre servilletas para bordar, hilazas de colores, hilos y agujas, Héctor Bastidas atiende su pequeño puesto en el tianguis de la colonia Juárez. Lo distinguen la simpatía, el buen trato y una gran personalidad.

A las 4:00 de la mañana de cada domingo llega en busca de un espacio para instalar su tenderete, le gusta tomar su tiempo para acomodarse, pues dice que desde muy temprano las personas llegan a comprar. Él ofrece artículos de mercería, productos para la costura: hilos, servilletas, hilazas, cintas métricas, entre otros, pero también adornos navideños: pinos, esferas, luces, estrellas.

Cada domingo llega a las 4:00 de la mañana a apartar su espacio en la plazuela Miguel Hidalgo de la colonia Juárez. Rolando Salazar │El Sol de Mazatlán

Es descendiente de una familia de comerciantes, lo fueron sus abuelos y sus padres, desde muy pequeño empezó a trabajar en el negocio familiar, hasta que emprendió su propio negocio.


Yo tenía 13 años y me iba solo a Guadalajara de compras con dinero en efectivo, y yo me traía todo, me iba el viernes, compraba el sábado y el domingo ya estaba de vuelta Héctor Bastidas


Sus padres eran propietarios de una mercería, establecimiento cuya mercancía se relaciona con la confección y la costura, desafortunadamente no pudo sobrevivir a las nuevas tendencias de la moda.


Tenía tres mercerías, una ubicada en la colonia Juárez; otra en el centro, por la Aquiles Serdán, cerca de las Changueras y la tercera por la avenida Ejército Mexicano, próximo a la central vieja. Mi mamá nada más tenía una, yo hice crecer el negocio, pero prácticamente me tocó la colita Héctor Bastidas


Tiene más de 35 años de experiencia en las actividades mercantiles, aunque nunca había experimentado el comercio ambulante; sin embargo, debido a la baja demanda que sufrió el giro de la mercería tuvo que cerrar su negocio y comenzó a salir a vender. Ahí se dio cuenta del volumen que la venta móvil tiene.


No había forma de que sobreviviera, mucha gente me decía:‘oye, ¿por qué no cambiaste?’, yo intenté hacer muchas cosas, puse una academia de corte, daba clases de manualidades, de muñecas, clases de tejido, busqué salidas, intentamos hacer muchas cosas, pero lamentablemente la tecnología nos arrolló. La mercería tuvo su época, como todas las cosas, y pues se acabó Héctor Bastidas


Considera que ya son otros tiempos, que antes los mercantes vendían un artículo por 20 o 30 años y ahora no, un año se vende una cosa y el otro año se vende otra, y es cuestión de irse adaptando.

“En su tiempo la mercería nos dio para vivir bastante bien, estudiábamos en buenos colegios, salíamos de vacaciones, nos dio una buena vida. No sólo el comercio, todas las cosas están cambiando rápidamente y si no te adaptas al cambio rápidamente vas a batallar mucho, entonces tienes que estar preparándote, actualizándote según las tendencias del mercado”.

Infinidad de anécdotas

Ahora, dice que puede escribir un libro con todas las anécdotas que le han pasado en el tianguis, entre ellas recapitula el día que un viejito llegó a su puesto con una máquina de coser.

Era 'del año de la canica', de las que ya no hay, me pidió que le consiguiera algunos carreteles de lanzadera, yo sabía de un lugar en la Ciudad de México y en una ida a la capital le pude conseguir los carreteles, el viejito casi lloraba e incluso me abrazó Héctor Bastidas


No sólo el comercio ambulante le ha dejado gratas experiencias, gracias al negocio de mercería conoció a mucha gente, tuvo buenos clientes, que más que clientes eran amigos.

Entre ellos estuvo el dueño del club nocturno Dragón Rojo, a quien conocía desde niño; trató también a mucha gente de todos los medios, a los que hacían las fiestas, los organizadores de grandes bailes y concursos. El momento que más recuerda es aquel que le sucedió en fechas de Carnaval, cuando hizo la venta de todo un año.


Los que somos de Mazatlán amamos profundamente el Carnaval, como yo vendía cantidad de artículos: la chaquira, lentejuela, pedrería, llegaban muchos personajes que estaban ligados a la organización de la fiesta, y una vez llegó un personaje famoso, tenía una disco muy popular, él tenía una fama oscura, negra. Entró a la tienda y me quedé asombrado, me preguntaba qué estaba haciendo en mi negocio Héctor Bastidas


Narra que el cliente le pidió cosas para un traje y ese día le compró todo, fue la venta del año.La novia de aquel personaje fue la Reina de Carnaval, no sabe si sólo iba a elaborar el traje de la máxima soberana o también los de las princesas, pero asegura que es una experiencia de esas que mucha gente no va a tener en su vida.

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Y así, por su negocio pasaron muchas personas que marcaron una época muy bonita en su existir. Hasta el día de hoy va de tianguis en tianguis vendiendo sus productos, el ambulantaje lo reinventó y supo adaptarse a las circunstancias. A diferencian de otros vendedores, la buena plática y la amabilidad lo distinguen. Eso le ayuda mucho en las ventas.

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