Culiacán, Sin.- Alejandro López, voluntario de la Cruz Roja, recuerda un servicio de guardia nocturna; cuenta que, aunque no es un hecho de impacto es una emergencia que nunca olvidará.
Esa noche Guamúchil estaba tranquilo, según menciona el socorrista, pero pasada la medianoche cuando desde la radio recibe un llamado, un “choque” les dicen; en la oscuridad el paramédico toma su equipo y rápido salen hacia el sitio.
Entre la penumbra de la madrugada la ambulancia en la que se transportaban se dirigía hacia Terreros, un pueblo perteneciente a Salvador Alvarado, en aquel tiempo Alejandro tenía 18 años, eran los primeros servicios de emergencia que atendía en la ambulancia.
Transcurrieron 20 minutos para su llegada al lugar del accidente, al descender de la camioneta los paramédicos observaron el siniestro, dos vehículos se habían impactado de frente; de inmediato se acercaron a las unidades para verificar el número de lesionados, la sorpresa fue que uno de los autos se hallaba vacío.
LA AYUDA
En el otro vehículo se trasladaba una familia, de la cual el chofer se encontraba grave, pues quedó en medio de la carrocería tras recibir el golpe, presentando posibles fracturas en ambas piernas.
En la orilla de la carretera sentada sobre el asfalto una mujer sostenía en su regazo el cuerpo de su hijo y con una mano la cabeza pequeña y frágil del infante, a paso veloz Alejandro se aproxima a la escena donde se percata que este llegaba a los escasos tres años. Al cuestionar a la madre sobre su estado físico ésta respondió que se encontraba bien, pues lo que le importaba era su bebé; estaba inconsciente.
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La mujer tenía algunas heridas en el tórax, mientras que, el infante presentaba diversas lesiones, de las cuales a simple vista Alejandro notó una fractura de fémur significativa y al llevar a cabo la exploración detectó otra fractura en su brazo derecho, así como moretes y hematomas visibles por el impacto. Cuenta, el niño viajaba en la parte delantera del coche en los brazos de su progenitora lo cual lo puso en mayor peligro.
Al realizar las intervenciones a los heridos, y practicar primeros auxilios al menor, este entró en paro por lo cual los socorristas decidieron ejecutar el triage, identificando así al paciente pediátrico grave, de manera inmediata subieron al menor a la ambulancia para trasladarlo al municipio.
10 MINUTOS
En el sitio estuvieron no más de 10 minutos, en los cuales brindaron atención a la familia, era pasada la una de la madrugada cuando la ambulancia resonaba de regreso a la cabecera municipal, en los 20 minutos del traslado el socorrista realizaba maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP), logrando sacar del paro al menor.
La madre siempre se mantuvo atenta a las maniobras que los paramédicos realizaban al menor, aún con sus lesiones permaneció de pie al lado de su hijo, cinco ciclos de RCP duraron en el viaje, mismos en los que entre el retumbar de las sirenas Alejandro se repetía una y otra vez que no se le fuera a morir.
Desde el sitio llamaron al hospital y les dieron el reporte de la situación, por lo cual al llegar los doctores los esperaban en el área de urgencias, cuenta, al esperar el equipo de ambulancia el infante cayó de nuevo en paro, fue ahí donde los médicos ya con su especialidad lo atendieron, logrando estabilizarlo.
Alejandro se integró a las filas de la institución hace ya 13 años, en los cuales apoyaba desde Juventud Cruz Roja, cuando sucedió el accidente que recuerda con detalle él apenas y era mayor de edad, dice que aún con la experiencia con la que cuenta el día de hoy sabe que lo que hizo para salvar la vida del menor fue lo correcto, ya que siguió los protocolos marcados por la institución.
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