Mazatlán, Sinaloa.- Noviembre está por terminar y el otoño por despedirse, para dar cabida al invierno el próximo 21 de diciembre. Sin embargo, las calles de la ciudad comienzan a vestirse de ese cautivador olor que llegó para quedarse, como toda una tradición.
Y es que, aun cuando la venta en cada esquina de gorditas, acompañadas de atole de pinole, los churros y hasta el ponche, iniciaron como antojitos de invierno, para inhibir un poco el clima frío, son sabores que se volvieron tradicionales, no sólo en el puerto, sino en la región.
Recorrer las calles, en temporada invernal, no es igual sin el cautivador olor que a más de uno llama a consumir más de un aperitivo, donde de acuerdo con las expertas la clave para mejor sazón, es el amor que imprimen en la elaboración.
HISTORIA
Tal es el caso de Rosa Marina, a quien hace 25 años, la necesidad la llevó a encontrar en la venta de gorditas y atole, una vía para llevar el sustento al hogar y en la actualidad, entre las bondades de su dedicación, le ha permitido presumir cuatro profesionistas.
El amor que le pone uno, el sazón de uno, porque no cualquier gente que lo hace le sale igual. Rosa Marina.
A sus 65 años, Rosa Marina aún disfruta de vender un aperitivo, que está segura, se quedará en la preferencia de los paladares, pues manifiesta cada uno de sus clientes afirma que son el mejor atole y las mejores gorditas del puerto.
Aunque también, hay quienes tienen más de 40 años en el oficio, que han logrado marcar toda una tradición por generaciones.
LOS CHURROS
Los tradicionales churros, también conquistaron el paladar de los mazatlecos, tanto, que algunos incluso se quedan todo el año en la vía pública, para ofertar una deliciosa tradición que ha pasado de generación en generación.
María Isabel García, se ha dedicado desde hace 28 años, a la venta de los típicos churros con canela y azúcar, en un negocio que tiene 30 años y ya pasa por la cuarta generación y aunque dijo que al principio fue difícil, el aprendizaje heredado de sus padres y la experiencia, hacen que hoy en día sea de mucha facilidad.
Ya se me hace fácil, tengo 28 años aquí, pero el negocio tiene 30, aprendí ayudándoles a mis papás, es un negocio familiar. María Isabel García.
FUERTE DEMANDA
La demanda del noble oficio, que deja a todo comensal con una sonrisa, se eleva conforme desciende la temperatura y los vendedores elaboran diariamente, hasta ocho kilos de masa; y de atole, hasta cuatro cubetas para una venta menor de cinco horas.
De acuerdo con Rafael Vinicio Parra Alanís, subdirector de Comercio del municipio, en la temporada invernal se tramitan entre 25 y 30 permisos, en promedio de puestos semifijos de este giro.
Y aunque la mayor actividad se presenta entre diciembre y febrero, dijo, también hay solicitud de permisos anuales en cantidad mínima. Empero, desde noviembre la oferta se encuentra en casi toda la ciudad y cuyos vendedores dicen retirarse hasta marzo.
No obstante, se autorizan puestos tolerados como en la zona Centro, que por su ubicación no requieren de permiso, pero sí de la obligación de pagar derecho de piso.
EL SABOR
Por su parte, los comensales confesaron acudir continuamente en busca de su antojito, donde la preferencia es la combinación de gordita con atole, aunque también hay quienes los prefieren por separado y no pueden quedarse sin disfrutar del placentero sabor.
"Se me antoja por el olor y por el clima, de hecho casi en cada esquina hay, pero vengo y me encanta la combinación del atole y las gorditas", expresó una de las clientas.
La recomendación para que no dejen de probar las delicias del invierno, no pudo faltar.