/ sábado 25 de enero de 2020

Adultos mayores rescatados del abandono por ‘Corazón Eterno’

El albergue es el primer asilo dirigido por un gobierno municipal que rescata a indigentes que no tienen cobijo ni abrigo de familiares

Mazatlán. - Más que un albergue de paso, Corazón Eterno es una casa de asistencia para adultos mayores en estado de abandono, representa el primer asilo dirigido por un gobierno municipal en el Estado de Sinaloa, y forma parte de un programa integral de rescate de adultos mayores que no tienen cobijo ni abrigo de familiares, sino que sobreviven de la caridad.

Desde su inauguración, el pasado 4 de noviembre a la fecha, personal de esta casa de asistencia ha contactado con 75 personas de la tercera edad que viven solos en calles, casas, talleres y bodegas, en la oscuridad de un cuarto sin ventanas ni muebles, en patios de tierra o en la caja de una camioneta abandonada.

De estos, solo 13 han aceptado trasladarse a la casa Corazón Eterno, tras cumplir los requisitos de admisión que incluye no padecer alguna enfermedad infectocontagiosa, esquizofrenia, Parkinson o Alzheimer, de los cuales permanecen cuatro, ya que el resto se ha reintegrado a sus familias.

Al llegar aquí reciben un trato personalizado por especialistas en medicina, enfermería, nutrición, sicología, fisioterapia y trabajo social, las 24 horas del día son vigilados y atendidos.

Verenice Peraza, directora de Corazón Eterno, asegura que el primer requisito para ingresar a esta casa de asistencia es que la persona quiera, y de ser así, se sigue un protocolo que inicia con la valoración de la persona desde si tiene familia o no, hasta un examen sanguíneo para descartar enfermedad como hepatitis, VIH o tuberculosis.

Comenta que las enfermedades propias de la edad, entre ellas las crónico degenerativas como la diabetes, no son obstáculo para que una persona ingrese al albergue, ya que se tiene un consultorio, un doctor de planta y 3 enfermeras que dan atención a los inquilinos, además de contar con el servicio del hospital “Margarita Maza de Juárez”.

Si pasa la evaluación, la persona se queda, lo primero es el baño, corte de cabello y aseo personal, se le da ropa nueva, pasa al comedor y luego se le asigna una cama para que repose; al día siguiente, la nutrióloga le da su dieta, según los resultados clínicos.

El objetivo de esta casa-asilo no solo es rescatar a las personas en estado de abandono, sino de ofrecerles una nueva oportunidad de vida, con un ambiente familiar y hogareño, de ahí que las instalaciones cuentan con antesala, cocina, comedor, baños, recámaras, salas de estar, patio; y a la vez, con consultorio y cuarto para las terapias.

PRIMEROS INQUILINOS

Casos como Martha María Pang Salas, quien tiene 75 años de edad, nunca se casó ni tiene hijos, y la mayor parte de su vida ha sido rodar de un lado para otro, ella nació en Tampico, Tamaulipas, pero fue criada en el Distrito Federal y llegó a Mazatlán desde hace mucho tiempo en busca de sus familiares, que nunca le extendieron la mano.

A pesar de su edad, es una mujer muy lúcida, recuerda que en un accidente por atropellamiento, se le quebró la cadera, pero no permitió que la operaran por miedo, y en ese tiempo fue llevada a un centro de rehabilitación de hombres, donde vivía en el patio entre cartones, de ahí fue rescatada por Corazón Eterno.

Entonces pesaba 21 kilogramos, actualmente su peso es de 26.5 kilos, ella todavía se desplaza en sillas de ruedas, pero los médicos aseguran que muy pronto podrá caminar.

Otro inquilino, es Moisés García Pulido, de 68 años, quien sufrió un derrame cerebral y su pareja se lo llevó a vivir a una bodega, sin ventanas, cuando personal de Corazón Eterno lo encontró debido a un reporte de los vecinos, quienes lo escuchaban gritar pidiendo auxilio, él se encontraba muy sucio, sin comer y deshidratado.

Cada uno de los integrantes lleva un control estricto en cuanto a su estado de salud.

Cuando llegó a la casa de asistencia, solo podía pronunciar dos frases: “Así es” y “Ándale”. Hoy, Moisés cuenta del 1 al 10, sin titubear, y llama por su nombre a todo el personal de Corazón Eterno, en la última terapia que le dieron pudo dar sus primeros pasos, después del derrame cerebral.

Juan Jesús Zataráin Hernández, de 65 años de edad, perdió una pierna en el 2016 al complicársele un problema de várices que sufría desde hace 40 años, él asegura que fue despojado de sus propiedades por una media hermana, dejándolo en la calle, el 17 de octubre del año pasado fue invitado a formar parte de la familia Corazón Eterno y aceptó con cierta renuencia, ya que según él no podía perder más y ahora está muy agradecido por tanta atención.

Quizás muchos no se animen a venirse por el miedo o el temor a lo desconocido, al trato que nos puedan dar, pero yo los invito a que hagan caso omiso a esos sentimientos, por el contrario que prueben por sí mismos, que vengan, aquí se les dará la atención debida de pies a cabeza, no solo la atención física, moral y espiritual, sino el alimento que es el pan de cada día, el aseo y la atención médica, creo que ni en una casa de familia tenemos eso.

Zatarain Hernández


Parte del personal de Corazón Eterno.

‘NO ME VOY, AUNQUE ME MUERA’

Rosendo Durán Contreras, de 78 años de edad, casi no oye, perdió su audición por completo en uno de sus oídos, y con el otro escucha muy poco, para hablar con él hay que alzar la voz, él fue rescatado de una bodega de laminador de carros, de la colonia Zapata, dormía en la caja de una camioneta abandonada, y se sostenía de lo que la gente le daba.

Él platica que de joven fue un tapicero muy reconocido en Tepic, Nayarit, pero por causa de faldas, lo fue perdiendo todo poco a poco hasta quedarse sin nada, dice que por asuntos de mujeres es que se vino a vivir a Mazatlán, hace más de 40 años, donde tocó fondo.

Asegura que perdió hasta el último cinco, cuando una de las 5 mujeres que tuvo, se enfermó y gastó todo en tratamientos, siguió trabajando hasta que ya no pudo más por la edad.

Aunque abriga la esperanza de que alguno de sus hijos lo recoja y lo asista en familia algún día, don Rosendo dice estar muy a gusto en Corazón Eterno, al grado de que aun si se muere, no se va a ir de este lugar, pues está muy encariñado con todo el personal, a quien agradece sus finas atenciones.

Martha Pang recupera su peso.

“No me arrepiento de estar aquí, ¡Qué va! Al principio la pensaba, pero ahora, aunque me muera no me voy”, expresó entre risas al tiempo que invitó a todos los que están como él estaba para que acepten la ayuda de este programa.

Verenice Peraza recuerda que el primer inquilino de Corazón Eterno fue Panchito de 78 años de edad, a quien describe como un ser humano en toda la extensión de la palabra que no les daba ningún problema, amable y alegre, él fue recogido de su casa porque vivía solo, tenía días sin comer y su diabetes estaba descontrolada.

Él al igual que otros inquilinos que han llegado a la casa-asilo, han sido recogidos por sus familiares, al contactar con ellos e informarles de su situación. En el caso de Panchito, su hijo que es soldado, estaba destacamentado en Torreón, Coahuila, hacía 3 meses, regresó y se enteró que estaba en el albergue, por lo que pasó por él para llevárselo.

Jesús Zataráin invita a las personas al albergue.

Cuando se fue Panchito lloramos un montonal, aunque nos encariñamos con ellos, lo más importante es la integración de la familia, en ningún lugar vas a estar mejor que en tu familia, pero aquí nosotros nos hemos convertido en una familia, para ellos es como una segunda oportunidad de vida, porque siente que por haberse portado mal están en el abandono, y no es así, todos merecemos nuevas oportunidades.

Verenice Peraza

PARA SABER

De 75 personas detectadas en estado de abandono, solo 13 han aceptado ir a la casa de asistencia Corazón Eterno, de las cuales 4 permanecen en él.

10 personas atienden la casa de asistencia para adultos mayores en estado de abandono Corazón Eterno.



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Mazatlán. - Más que un albergue de paso, Corazón Eterno es una casa de asistencia para adultos mayores en estado de abandono, representa el primer asilo dirigido por un gobierno municipal en el Estado de Sinaloa, y forma parte de un programa integral de rescate de adultos mayores que no tienen cobijo ni abrigo de familiares, sino que sobreviven de la caridad.

Desde su inauguración, el pasado 4 de noviembre a la fecha, personal de esta casa de asistencia ha contactado con 75 personas de la tercera edad que viven solos en calles, casas, talleres y bodegas, en la oscuridad de un cuarto sin ventanas ni muebles, en patios de tierra o en la caja de una camioneta abandonada.

De estos, solo 13 han aceptado trasladarse a la casa Corazón Eterno, tras cumplir los requisitos de admisión que incluye no padecer alguna enfermedad infectocontagiosa, esquizofrenia, Parkinson o Alzheimer, de los cuales permanecen cuatro, ya que el resto se ha reintegrado a sus familias.

Al llegar aquí reciben un trato personalizado por especialistas en medicina, enfermería, nutrición, sicología, fisioterapia y trabajo social, las 24 horas del día son vigilados y atendidos.

Verenice Peraza, directora de Corazón Eterno, asegura que el primer requisito para ingresar a esta casa de asistencia es que la persona quiera, y de ser así, se sigue un protocolo que inicia con la valoración de la persona desde si tiene familia o no, hasta un examen sanguíneo para descartar enfermedad como hepatitis, VIH o tuberculosis.

Comenta que las enfermedades propias de la edad, entre ellas las crónico degenerativas como la diabetes, no son obstáculo para que una persona ingrese al albergue, ya que se tiene un consultorio, un doctor de planta y 3 enfermeras que dan atención a los inquilinos, además de contar con el servicio del hospital “Margarita Maza de Juárez”.

Si pasa la evaluación, la persona se queda, lo primero es el baño, corte de cabello y aseo personal, se le da ropa nueva, pasa al comedor y luego se le asigna una cama para que repose; al día siguiente, la nutrióloga le da su dieta, según los resultados clínicos.

El objetivo de esta casa-asilo no solo es rescatar a las personas en estado de abandono, sino de ofrecerles una nueva oportunidad de vida, con un ambiente familiar y hogareño, de ahí que las instalaciones cuentan con antesala, cocina, comedor, baños, recámaras, salas de estar, patio; y a la vez, con consultorio y cuarto para las terapias.

PRIMEROS INQUILINOS

Casos como Martha María Pang Salas, quien tiene 75 años de edad, nunca se casó ni tiene hijos, y la mayor parte de su vida ha sido rodar de un lado para otro, ella nació en Tampico, Tamaulipas, pero fue criada en el Distrito Federal y llegó a Mazatlán desde hace mucho tiempo en busca de sus familiares, que nunca le extendieron la mano.

A pesar de su edad, es una mujer muy lúcida, recuerda que en un accidente por atropellamiento, se le quebró la cadera, pero no permitió que la operaran por miedo, y en ese tiempo fue llevada a un centro de rehabilitación de hombres, donde vivía en el patio entre cartones, de ahí fue rescatada por Corazón Eterno.

Entonces pesaba 21 kilogramos, actualmente su peso es de 26.5 kilos, ella todavía se desplaza en sillas de ruedas, pero los médicos aseguran que muy pronto podrá caminar.

Otro inquilino, es Moisés García Pulido, de 68 años, quien sufrió un derrame cerebral y su pareja se lo llevó a vivir a una bodega, sin ventanas, cuando personal de Corazón Eterno lo encontró debido a un reporte de los vecinos, quienes lo escuchaban gritar pidiendo auxilio, él se encontraba muy sucio, sin comer y deshidratado.

Cada uno de los integrantes lleva un control estricto en cuanto a su estado de salud.

Cuando llegó a la casa de asistencia, solo podía pronunciar dos frases: “Así es” y “Ándale”. Hoy, Moisés cuenta del 1 al 10, sin titubear, y llama por su nombre a todo el personal de Corazón Eterno, en la última terapia que le dieron pudo dar sus primeros pasos, después del derrame cerebral.

Juan Jesús Zataráin Hernández, de 65 años de edad, perdió una pierna en el 2016 al complicársele un problema de várices que sufría desde hace 40 años, él asegura que fue despojado de sus propiedades por una media hermana, dejándolo en la calle, el 17 de octubre del año pasado fue invitado a formar parte de la familia Corazón Eterno y aceptó con cierta renuencia, ya que según él no podía perder más y ahora está muy agradecido por tanta atención.

Quizás muchos no se animen a venirse por el miedo o el temor a lo desconocido, al trato que nos puedan dar, pero yo los invito a que hagan caso omiso a esos sentimientos, por el contrario que prueben por sí mismos, que vengan, aquí se les dará la atención debida de pies a cabeza, no solo la atención física, moral y espiritual, sino el alimento que es el pan de cada día, el aseo y la atención médica, creo que ni en una casa de familia tenemos eso.

Zatarain Hernández


Parte del personal de Corazón Eterno.

‘NO ME VOY, AUNQUE ME MUERA’

Rosendo Durán Contreras, de 78 años de edad, casi no oye, perdió su audición por completo en uno de sus oídos, y con el otro escucha muy poco, para hablar con él hay que alzar la voz, él fue rescatado de una bodega de laminador de carros, de la colonia Zapata, dormía en la caja de una camioneta abandonada, y se sostenía de lo que la gente le daba.

Él platica que de joven fue un tapicero muy reconocido en Tepic, Nayarit, pero por causa de faldas, lo fue perdiendo todo poco a poco hasta quedarse sin nada, dice que por asuntos de mujeres es que se vino a vivir a Mazatlán, hace más de 40 años, donde tocó fondo.

Asegura que perdió hasta el último cinco, cuando una de las 5 mujeres que tuvo, se enfermó y gastó todo en tratamientos, siguió trabajando hasta que ya no pudo más por la edad.

Aunque abriga la esperanza de que alguno de sus hijos lo recoja y lo asista en familia algún día, don Rosendo dice estar muy a gusto en Corazón Eterno, al grado de que aun si se muere, no se va a ir de este lugar, pues está muy encariñado con todo el personal, a quien agradece sus finas atenciones.

Martha Pang recupera su peso.

“No me arrepiento de estar aquí, ¡Qué va! Al principio la pensaba, pero ahora, aunque me muera no me voy”, expresó entre risas al tiempo que invitó a todos los que están como él estaba para que acepten la ayuda de este programa.

Verenice Peraza recuerda que el primer inquilino de Corazón Eterno fue Panchito de 78 años de edad, a quien describe como un ser humano en toda la extensión de la palabra que no les daba ningún problema, amable y alegre, él fue recogido de su casa porque vivía solo, tenía días sin comer y su diabetes estaba descontrolada.

Él al igual que otros inquilinos que han llegado a la casa-asilo, han sido recogidos por sus familiares, al contactar con ellos e informarles de su situación. En el caso de Panchito, su hijo que es soldado, estaba destacamentado en Torreón, Coahuila, hacía 3 meses, regresó y se enteró que estaba en el albergue, por lo que pasó por él para llevárselo.

Jesús Zataráin invita a las personas al albergue.

Cuando se fue Panchito lloramos un montonal, aunque nos encariñamos con ellos, lo más importante es la integración de la familia, en ningún lugar vas a estar mejor que en tu familia, pero aquí nosotros nos hemos convertido en una familia, para ellos es como una segunda oportunidad de vida, porque siente que por haberse portado mal están en el abandono, y no es así, todos merecemos nuevas oportunidades.

Verenice Peraza

PARA SABER

De 75 personas detectadas en estado de abandono, solo 13 han aceptado ir a la casa de asistencia Corazón Eterno, de las cuales 4 permanecen en él.

10 personas atienden la casa de asistencia para adultos mayores en estado de abandono Corazón Eterno.



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