/ viernes 4 de febrero de 2022

¿Y Nuestros Actores Políticos?

¡También Merecen su Oscar!

¡Cómo que nada más hay Oscar para la gente de Hollywood! ¿Y nuestros actores políticos no merecen ser reconocidos por sus palabras y sus obras? Creemos que nada sería más justo. Por eso desde este humilde espacio les entregamos su Oscar, aunque sea sólo de una manera simbólica. Dicho eso y habiendo tanta competencia en el vasto escenario de la polaca mexicana, sólo queda agregar que ha sido un arduo trabajo escoger a los triunfadores. Hay algunos que podrían haber ganado en varias categorías.

Talento sobra.

Sin hacer mucho caso del orden que suele seguir la ceremonia de premiación de la Academia de Artes Cinematográficas gringa, iremos nombrando a nuestros ganadores como se nos vengan a la memoria. Ciertamente no están todos los que son, pero es que había mucha tela de dónde cortar.

Mejores efectos especiales: mentiríamos si dijéramos que la selección fue fácil. No obstante, por su depurado uso del efectismo para desaparecer parte de los salarios de sus colaboradores, cuando era la presidenta municipal de Texcoco, este Oscar va directo para la maestra Delfina Gómez. Gracias, maestra, por tanta magia.

Mejor fotografía: reñida decisión y no menos controversial. Aun así nuestro docto jurado decidió que Mariana Rodríguez, esposa del gobernador de Nuevo León, tiene bien ganado el Oscar por las bonitas fotografías (selfies incluidas) que se tomó con el bebé Emilio en sus brazos, tras sacarlo del DIF y llevárselo a su casa todo un fin de semana, como si fuera un juguete. Ternurita.

Mejor maquillaje y peluquería: este Oscar va directo y sin escalas para el nuevo galán de México y azote de las colegialas, sobre todo de las fifís del ITAM, el historiador Pedro Salmerón, recientemente rechazado por el gobierno Panamá como embajador de México en ese país. No le hagas caso a esas feministas ardidas y montoneras que te andan acosando, Pedro. Eres pura coraza.

Mejor actor de reparto: y cómo no se iba a llevar la codiciada estatuilla nuestro canciller Marcelo Ebrard, si en eso de andar repartiendo embajadas para sus cuates ha sido más que generoso. Le dio las gracias a la embajadora de México en Rusia (tenía más de veinte años de experiencia en cargos en el exterior) y la sustituyó por un filósofo.

Mejor edición: en esta categoría Ricardo Anaya (canallín) no encontró rival. Gracias a su dominio de la edición de imagen, un día los vimos en México y al siguiente ya andaba de incógnito en alguna ciudad gringa. Que es que ya lo traen entre ojos por lo de Odebrecht.

Mejor actriz de reparto: ¿Que sería del escenario de las mañaneras si no hubiese actores secundarios que con sus puntadas apoyaran al protagonista? Por eso la labor de Elizabeth García Vilchis es tan apreciable y merece un Oscar a todas luces. Desde aquí nuestro reconocimiento para la reina del pinochometro, cuya filosofía de “no es falso pero no es verdadero” es todo un enigma.

Mejor vestuario: aunque Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE, es más pesado que una pared, no por eso podemos pasar por alto que le gusta vestirse a lo mi rey. Y como gana más que el presidente, tiene con qué querer. Así de elegante como es, hace unos días Córdova se vistió de aspiracionista y se fue a la plenaria del PAN en la Cámara de Diputados. A ver si sale algo para el 2024.

Mejor película extranjera: en esta categoría hubo una terna de aspirantes. Tuvimos al presidente nicaragüense, Daniel Ortega. Estuvo también el siempre locuaz Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, y no podía faltar Pedro Castillo, presidente de Perú. Adivinaron. El Oscar va Pedro Castillo por esa entrevista entrañable que el peruano le concedió a Fernando del Rincón, periodista de CNN. Dicha entrevista podría equipararse con una auténtica película de culto, una joya del entretenimiento latinoamericano en la que se mezclan por igual la comedia, el realismo mágico y la esquizofrenia del entrevistado.

Mejor guión original: sin temor a equivocarnos este Oscar es para nuestro presidente. Cómo negar su originalidad en eso de inventarse una historia fantástica cada mañana. Cómo ser indiferentes ante su talento para entretejer la realidad con la ficción. Cómo no creerle cuando nos dice que él tiene otros datos. Enemigo acérrimo de los corruptos; terror de la clase fifí aspiracionista; creador del famoso: “Si ya tenemos zapatos, ¿para qué más…?” Sólo esperamos que ese ímpetu creativo nunca decaiga.

Mejor película: otro creativo genial es Alejandro Moreno, presidente nacional de PRI. Aunque su más reciente película (imaginaria claro), titulada provisionalmente como “El PRI Volverá a Gobernar México en 2024”, ha sido un auténtico fracaso entre la crítica especializada, no podemos negar que su propuesta es inspiradora, al menos para los priistas que aún no se han ido a Morena.

Mejor actor: en esa categoría el ganador incuestionable es el ex candidato a diputado federal, nuestro vapuleado Alfredo Adame. Vaya papelón que protagonizó ante las cámaras. En el fragor de la batalla contra los tres malandrines que lo atacaron (incluida la niña que le pellizcaba el trasero), vimos de qué está hecho. Fue tal el compromiso de Adame por entregarnos una actuación sincera y convincente, que decidió olvidarse por un momento de su dominio del taekwondo, y en vez de eso prefirió lanzarse al piso para recibir varios patines por parte de sus agresores. El resultado es un protagónico sufrido, pero imborrable.

Así concluimos esta entrega de premios Oscar a lo mejor de la polaca nacional. Aunque el Oscar a mejor director quedó desierto en esta ocasión, estamos seguros que nuestros actores políticos seguirán dándonos motivos para sonreír. Ojalá nunca olviden la regla de oro de todo buen político, la cual aplica en cualquier época y en cualquier nación. Y que dicta: “Cuando estés en el poder nunca digas lo que decías cuando estabas en la oposición”.

¡También Merecen su Oscar!

¡Cómo que nada más hay Oscar para la gente de Hollywood! ¿Y nuestros actores políticos no merecen ser reconocidos por sus palabras y sus obras? Creemos que nada sería más justo. Por eso desde este humilde espacio les entregamos su Oscar, aunque sea sólo de una manera simbólica. Dicho eso y habiendo tanta competencia en el vasto escenario de la polaca mexicana, sólo queda agregar que ha sido un arduo trabajo escoger a los triunfadores. Hay algunos que podrían haber ganado en varias categorías.

Talento sobra.

Sin hacer mucho caso del orden que suele seguir la ceremonia de premiación de la Academia de Artes Cinematográficas gringa, iremos nombrando a nuestros ganadores como se nos vengan a la memoria. Ciertamente no están todos los que son, pero es que había mucha tela de dónde cortar.

Mejores efectos especiales: mentiríamos si dijéramos que la selección fue fácil. No obstante, por su depurado uso del efectismo para desaparecer parte de los salarios de sus colaboradores, cuando era la presidenta municipal de Texcoco, este Oscar va directo para la maestra Delfina Gómez. Gracias, maestra, por tanta magia.

Mejor fotografía: reñida decisión y no menos controversial. Aun así nuestro docto jurado decidió que Mariana Rodríguez, esposa del gobernador de Nuevo León, tiene bien ganado el Oscar por las bonitas fotografías (selfies incluidas) que se tomó con el bebé Emilio en sus brazos, tras sacarlo del DIF y llevárselo a su casa todo un fin de semana, como si fuera un juguete. Ternurita.

Mejor maquillaje y peluquería: este Oscar va directo y sin escalas para el nuevo galán de México y azote de las colegialas, sobre todo de las fifís del ITAM, el historiador Pedro Salmerón, recientemente rechazado por el gobierno Panamá como embajador de México en ese país. No le hagas caso a esas feministas ardidas y montoneras que te andan acosando, Pedro. Eres pura coraza.

Mejor actor de reparto: y cómo no se iba a llevar la codiciada estatuilla nuestro canciller Marcelo Ebrard, si en eso de andar repartiendo embajadas para sus cuates ha sido más que generoso. Le dio las gracias a la embajadora de México en Rusia (tenía más de veinte años de experiencia en cargos en el exterior) y la sustituyó por un filósofo.

Mejor edición: en esta categoría Ricardo Anaya (canallín) no encontró rival. Gracias a su dominio de la edición de imagen, un día los vimos en México y al siguiente ya andaba de incógnito en alguna ciudad gringa. Que es que ya lo traen entre ojos por lo de Odebrecht.

Mejor actriz de reparto: ¿Que sería del escenario de las mañaneras si no hubiese actores secundarios que con sus puntadas apoyaran al protagonista? Por eso la labor de Elizabeth García Vilchis es tan apreciable y merece un Oscar a todas luces. Desde aquí nuestro reconocimiento para la reina del pinochometro, cuya filosofía de “no es falso pero no es verdadero” es todo un enigma.

Mejor vestuario: aunque Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE, es más pesado que una pared, no por eso podemos pasar por alto que le gusta vestirse a lo mi rey. Y como gana más que el presidente, tiene con qué querer. Así de elegante como es, hace unos días Córdova se vistió de aspiracionista y se fue a la plenaria del PAN en la Cámara de Diputados. A ver si sale algo para el 2024.

Mejor película extranjera: en esta categoría hubo una terna de aspirantes. Tuvimos al presidente nicaragüense, Daniel Ortega. Estuvo también el siempre locuaz Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, y no podía faltar Pedro Castillo, presidente de Perú. Adivinaron. El Oscar va Pedro Castillo por esa entrevista entrañable que el peruano le concedió a Fernando del Rincón, periodista de CNN. Dicha entrevista podría equipararse con una auténtica película de culto, una joya del entretenimiento latinoamericano en la que se mezclan por igual la comedia, el realismo mágico y la esquizofrenia del entrevistado.

Mejor guión original: sin temor a equivocarnos este Oscar es para nuestro presidente. Cómo negar su originalidad en eso de inventarse una historia fantástica cada mañana. Cómo ser indiferentes ante su talento para entretejer la realidad con la ficción. Cómo no creerle cuando nos dice que él tiene otros datos. Enemigo acérrimo de los corruptos; terror de la clase fifí aspiracionista; creador del famoso: “Si ya tenemos zapatos, ¿para qué más…?” Sólo esperamos que ese ímpetu creativo nunca decaiga.

Mejor película: otro creativo genial es Alejandro Moreno, presidente nacional de PRI. Aunque su más reciente película (imaginaria claro), titulada provisionalmente como “El PRI Volverá a Gobernar México en 2024”, ha sido un auténtico fracaso entre la crítica especializada, no podemos negar que su propuesta es inspiradora, al menos para los priistas que aún no se han ido a Morena.

Mejor actor: en esa categoría el ganador incuestionable es el ex candidato a diputado federal, nuestro vapuleado Alfredo Adame. Vaya papelón que protagonizó ante las cámaras. En el fragor de la batalla contra los tres malandrines que lo atacaron (incluida la niña que le pellizcaba el trasero), vimos de qué está hecho. Fue tal el compromiso de Adame por entregarnos una actuación sincera y convincente, que decidió olvidarse por un momento de su dominio del taekwondo, y en vez de eso prefirió lanzarse al piso para recibir varios patines por parte de sus agresores. El resultado es un protagónico sufrido, pero imborrable.

Así concluimos esta entrega de premios Oscar a lo mejor de la polaca nacional. Aunque el Oscar a mejor director quedó desierto en esta ocasión, estamos seguros que nuestros actores políticos seguirán dándonos motivos para sonreír. Ojalá nunca olviden la regla de oro de todo buen político, la cual aplica en cualquier época y en cualquier nación. Y que dicta: “Cuando estés en el poder nunca digas lo que decías cuando estabas en la oposición”.