/ sábado 12 de diciembre de 2020

Un cuento infantil imprescindible

“Cuidado, porque no tengo miedo y, por tanto, soy poderosa” Mary Shelley

Uno de los temas más difíciles de abordar en la literatura infantil; es la violencia en cualquiera de sus formas o tipología. Son “tabú” no únicamente en los hogares, sino también en los centros escolares e imagino que origina un conflicto a los escritores de Literatura Infantil porque deben encontrar editoriales valientes; que apuesten por ellos para publicarlos con estas temáticas en los contextos literarios de libros dirigidos a niños. Existe una gran censura por parte de los adultos, para que los niños lean sobre estos temas. Recordemos que el padre o profesor es la persona que compra y selecciona el texto bajo su criterio moral e ideológico.

En los hogares es complicado charlar del abuso sexual infantil, pocas veces se toca; esa complejidad se extiende a veces hasta los colectivos escolares. La visión sobre la Literatura Infantil y Juvenil en la mayoría de las escuelas públicas o privadas es muy estrecha, quedó arraigada una visión moralizante o la función social que “según” deberían tener un libro de literatura: “hablar de valores” para que sea útil en la vida de un niño o adolescente.

Como mujer, maestra y mediadora, debemos aventurarnos a compartir lecturas que nos expongan hechos que son encerrados con candado en el baúl de los recuerdos traumáticos; por eso me identifico con un relato escrito por Isabel Olid: “¡Estela, grita muy fuerte!” editado por Fineo, acompañada de ilustraciones de Martina Vanda. Es un texto que ayudaría a los padres, a los maestros a prevenir abusos de los adultos hacia los menores de edad. Una niña y un niño deben de saber desde pequeños que existen partes que son íntimas y que un adulto nunca debería de tocar.

El color menta de la pasta del libro atrapa, sobresale la imagen en bolígrafo negro una niña de algunos seis años, de cabellera negra inmensa, parada completamente recta, utiliza su brazo izquierdo como pivote sosteniendo hombros, cuello y rostro con actitud retadora. Nos muestra el poderío de una palabra. La niña está gritando, no sabemos qué palabra es aquella que logra abrir sus labios con gran fuerza. Hojeas la primera página, la segunda, como lector te detienes en la tercera; es inevitable no leer la dedicatoria de la autora “para mis hijos para que aprendan a gritar cuando lo necesitan, para mi madre para que aprenda a escuchar cuando grito”. En ese momento, te percatas que quizás el relato por deshojarse irrumpirá, que la autora nos hablará un hecho doloroso e ignorado, un secreto que debía ser revelado por más que carcoma la armonía familiar. Ese secreto, considero que quizás la autora se atrevió a compartir porque quizás paso por una situación similar a la de Estela. La dedicatoria, nos hace pensar que está basado en su infancia. Utiliza el cuento infantil para plasmar ese atropello, apoyándose en un lenguaje sencillo, profundo y sublime que nos sacude y nos pone a pensar.

Un narrador omnisciente es quien nos va mostrando cada pasaje de la historia de cómo es la protagonista. Estela, una niña soñadora, con una gran timidez, como cualquier niño de esa edad le gusta jugar con sus amigos; es noble, vulnerable, no sabe defenderse; a veces hasta su mejor amiga abusa de su bondad, pellizcándola infinidad de veces. Aparecerá una figura importante para empoderar a Estela: la maestra Conchita. Asombrada Conchita ante el letargo de Estela frente a una agresión de su mejor amiga; aconseja que debe ser capaz de expresar las cosas que le desagradan y sino la escuchan, entonces; deberá gritar hasta que sea atendida y entendida su petición. Este consejo funciona con la madre, que siempre por las prisas la lastima al momento de cepillar su cabellera, Estela se atreve a confrontar de forma sutil a su mamá, atreviéndose a proponerle que si podría hacerlo menos fuerte. Cada fin de semana visitan a la abuela, donde se encuentra tío Anselmo; -un pederasta encubierto, disfrazado de mejor amigo y tío cariñoso-que es capaz de tocar partes del cuerpo de Estela que ni siquiera sabía que existían, para poder parar esos “juegos perversos” que incomodan y hacen sentir mal a la pequeña; Estela expresa su negativa ante las invasoras manos de Anselmo; pero su tío es un sordo, un depredador que no para ante la petición. Hasta que Estela rompe el silencio. Se atreve a gritar, haciéndolo tan fuerte que los adultos suben a buscarla. Abraza a su madre. Nos otorga al final del cuento la idea que la niña con el consejo de la maestra se empodera; contará a mamá de los juegos sucios de su abusivo tío.

Por la dedicatoria, podemos imaginar que la escritora posiblemente sufrió abuso sexual infantil por parte de un adulto cercano a su entorno. La trama; pone en evidencia una realidad que sucede de manera casi regular en algunas familias: un adulto conocido o cercano al infante que busca la manera de sostener una relación asimétrica, desigual, abusiva con un menor. Cabría preguntarse ¿Cuántas de las mujeres cercanas o conocidas sufrieron en su infancia este tipo de abusos?, ¿cuántos niños y niñas están pasando por una situación similar a la de Estela?, ¿cuántos abusos se podrían prevenir después de leer y mediar el cuento? No lo sabemos. Me agrada pensar que quizás este cuento de Isabel Olid inyecta valor a una niña o un niño para que grite ante cualquier abuso que esté siendo sometido.

Es una temática difícil; Isabel Olid la aborda de una manera honesta, clara y abierta un tema áspero de hablar o de desenterrar en la autobiografía de un niño o de una persona adulta que navegó entre los abusos y el maltrato infantil. El lenguaje de la escritora es simple y directo; el narrador en la secuencia del cuento te lleva perfectamente a entender sobre el abuso sexual infantil; sin ni siquiera mencionar lastres palabras. El lenguaje está accesible e impecable. Las imágenes literarias que utiliza para describir la fuerza del grito “tan fuerte que se escapa por la ventana y viaja mar adentro, resuena por China y Australia” nos habla del poder que tienen las palabras para empoderarnos. La fuerza de expresarnos, de comunicarnos; pero cuando las palabras no son escuchadas; resuena el poderío que pueden tener los gritos frente al peligro.

Entonces, debemos empoderar a los pequeños con lectura, con cuentos de hadas para soñar, de humor para reírnos, de aventuras para pensar que somos piratas o exploradores, de animales tan grandes como los dinosaurios; también deberíamos incluir en la lista; algunos que aborden temas duros como en: “Estela grita muy fuerte”, quizás nos puede ayudar a entablar una acción de prevención o detectar –si fuera el caso- algún abuso sexual infantil.

“Cuidado, porque no tengo miedo y, por tanto, soy poderosa” Mary Shelley

Uno de los temas más difíciles de abordar en la literatura infantil; es la violencia en cualquiera de sus formas o tipología. Son “tabú” no únicamente en los hogares, sino también en los centros escolares e imagino que origina un conflicto a los escritores de Literatura Infantil porque deben encontrar editoriales valientes; que apuesten por ellos para publicarlos con estas temáticas en los contextos literarios de libros dirigidos a niños. Existe una gran censura por parte de los adultos, para que los niños lean sobre estos temas. Recordemos que el padre o profesor es la persona que compra y selecciona el texto bajo su criterio moral e ideológico.

En los hogares es complicado charlar del abuso sexual infantil, pocas veces se toca; esa complejidad se extiende a veces hasta los colectivos escolares. La visión sobre la Literatura Infantil y Juvenil en la mayoría de las escuelas públicas o privadas es muy estrecha, quedó arraigada una visión moralizante o la función social que “según” deberían tener un libro de literatura: “hablar de valores” para que sea útil en la vida de un niño o adolescente.

Como mujer, maestra y mediadora, debemos aventurarnos a compartir lecturas que nos expongan hechos que son encerrados con candado en el baúl de los recuerdos traumáticos; por eso me identifico con un relato escrito por Isabel Olid: “¡Estela, grita muy fuerte!” editado por Fineo, acompañada de ilustraciones de Martina Vanda. Es un texto que ayudaría a los padres, a los maestros a prevenir abusos de los adultos hacia los menores de edad. Una niña y un niño deben de saber desde pequeños que existen partes que son íntimas y que un adulto nunca debería de tocar.

El color menta de la pasta del libro atrapa, sobresale la imagen en bolígrafo negro una niña de algunos seis años, de cabellera negra inmensa, parada completamente recta, utiliza su brazo izquierdo como pivote sosteniendo hombros, cuello y rostro con actitud retadora. Nos muestra el poderío de una palabra. La niña está gritando, no sabemos qué palabra es aquella que logra abrir sus labios con gran fuerza. Hojeas la primera página, la segunda, como lector te detienes en la tercera; es inevitable no leer la dedicatoria de la autora “para mis hijos para que aprendan a gritar cuando lo necesitan, para mi madre para que aprenda a escuchar cuando grito”. En ese momento, te percatas que quizás el relato por deshojarse irrumpirá, que la autora nos hablará un hecho doloroso e ignorado, un secreto que debía ser revelado por más que carcoma la armonía familiar. Ese secreto, considero que quizás la autora se atrevió a compartir porque quizás paso por una situación similar a la de Estela. La dedicatoria, nos hace pensar que está basado en su infancia. Utiliza el cuento infantil para plasmar ese atropello, apoyándose en un lenguaje sencillo, profundo y sublime que nos sacude y nos pone a pensar.

Un narrador omnisciente es quien nos va mostrando cada pasaje de la historia de cómo es la protagonista. Estela, una niña soñadora, con una gran timidez, como cualquier niño de esa edad le gusta jugar con sus amigos; es noble, vulnerable, no sabe defenderse; a veces hasta su mejor amiga abusa de su bondad, pellizcándola infinidad de veces. Aparecerá una figura importante para empoderar a Estela: la maestra Conchita. Asombrada Conchita ante el letargo de Estela frente a una agresión de su mejor amiga; aconseja que debe ser capaz de expresar las cosas que le desagradan y sino la escuchan, entonces; deberá gritar hasta que sea atendida y entendida su petición. Este consejo funciona con la madre, que siempre por las prisas la lastima al momento de cepillar su cabellera, Estela se atreve a confrontar de forma sutil a su mamá, atreviéndose a proponerle que si podría hacerlo menos fuerte. Cada fin de semana visitan a la abuela, donde se encuentra tío Anselmo; -un pederasta encubierto, disfrazado de mejor amigo y tío cariñoso-que es capaz de tocar partes del cuerpo de Estela que ni siquiera sabía que existían, para poder parar esos “juegos perversos” que incomodan y hacen sentir mal a la pequeña; Estela expresa su negativa ante las invasoras manos de Anselmo; pero su tío es un sordo, un depredador que no para ante la petición. Hasta que Estela rompe el silencio. Se atreve a gritar, haciéndolo tan fuerte que los adultos suben a buscarla. Abraza a su madre. Nos otorga al final del cuento la idea que la niña con el consejo de la maestra se empodera; contará a mamá de los juegos sucios de su abusivo tío.

Por la dedicatoria, podemos imaginar que la escritora posiblemente sufrió abuso sexual infantil por parte de un adulto cercano a su entorno. La trama; pone en evidencia una realidad que sucede de manera casi regular en algunas familias: un adulto conocido o cercano al infante que busca la manera de sostener una relación asimétrica, desigual, abusiva con un menor. Cabría preguntarse ¿Cuántas de las mujeres cercanas o conocidas sufrieron en su infancia este tipo de abusos?, ¿cuántos niños y niñas están pasando por una situación similar a la de Estela?, ¿cuántos abusos se podrían prevenir después de leer y mediar el cuento? No lo sabemos. Me agrada pensar que quizás este cuento de Isabel Olid inyecta valor a una niña o un niño para que grite ante cualquier abuso que esté siendo sometido.

Es una temática difícil; Isabel Olid la aborda de una manera honesta, clara y abierta un tema áspero de hablar o de desenterrar en la autobiografía de un niño o de una persona adulta que navegó entre los abusos y el maltrato infantil. El lenguaje de la escritora es simple y directo; el narrador en la secuencia del cuento te lleva perfectamente a entender sobre el abuso sexual infantil; sin ni siquiera mencionar lastres palabras. El lenguaje está accesible e impecable. Las imágenes literarias que utiliza para describir la fuerza del grito “tan fuerte que se escapa por la ventana y viaja mar adentro, resuena por China y Australia” nos habla del poder que tienen las palabras para empoderarnos. La fuerza de expresarnos, de comunicarnos; pero cuando las palabras no son escuchadas; resuena el poderío que pueden tener los gritos frente al peligro.

Entonces, debemos empoderar a los pequeños con lectura, con cuentos de hadas para soñar, de humor para reírnos, de aventuras para pensar que somos piratas o exploradores, de animales tan grandes como los dinosaurios; también deberíamos incluir en la lista; algunos que aborden temas duros como en: “Estela grita muy fuerte”, quizás nos puede ayudar a entablar una acción de prevención o detectar –si fuera el caso- algún abuso sexual infantil.

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