/ sábado 28 de noviembre de 2020

Trópicos Subterráneos

La sociedad y la solidaridad con los medios (Al Noroeste de Adrián y Alejandro)

Para la tonificación de la robustez en la cínica de la sociedad y en la egoísta de la solidaridad, la verdad y la justicia, a la mexicana, en el país de las sombras espectrales, están de más como están de menos en la cuarta transformación, principalmente, cuando el protagonismo en los medios es la personificación y la representación de lo que se informa y se comunica desde la centralización a la amplificación de una verdad y de una justicia que no están como una necesidad, y sí, como una necedad supuestamente necesaria para la sociedad y la solidaridad.

La retención y la liberación de Carlos Zatarain, fotoperiodista de Noroeste, en la emergencia y en la urgencia, generó una movilidad de denuncia y demanda que pudo liberar de la retención a Carlos Zatarain, lo cual fue efectiva y afectiva en una sociedad cínica y en una solidaridad egoísta, pero que Adrián Ortiz (empresario periodístico) y Alejandro Sicairos (empleado periodístico) asumieran el liderazgo (de y en) la situación del fotoperiodista, pareciera que lo hicieron más por la empresa periodística que por el empleado fotoperiodista, teniendo que hacer del periódico tirajes en papel que en digital que no duró más que en las notas informativas en el diario devenir de la nueva normalidad,porque Carlos Zatarain era regresado con los suyos en casa, mientras Adrián y Alejandro en lo empresarial-periodísticoprotagonizabanpor su intervención en lo de Carlos, del cual no hemos sabido qué fue lo que pasó en su retención-liberación, no por la morbosidad y sí por la claridad de los hechos a los que estuvo sometido, y no nada más por lo que Adrián y Alejandro expresaron después de lo que pasó con un empleado del Noroeste.

La sociedad y la solidaridad con los medios marismeños-mazatlecos, nomás porque Adrián y Alejandro lo expresan en lo correcto y en lo convencional en una situación personal del periodista y en una condición colectiva del gremio periodístico, nomás porque se manifiestan, denuncian y demandan seguridad en el país de las sombras espectrales, cuando en el Puro Sinaloa y en La Perla del Pacífico pareciera que a Quirino y El Químico ni les va, ni les viene y ni les puede importar quién diablos son el fotoperiodista Carlos y la enfermera Glorimar, nomás porque los doctores Arturo Santamaría, Ernesto Hernández y Alfonso Mejía y el escritor Juan José Rodríguez con otr@s colaboradores(as)le dan “credibilidad e independencia” a una empresa periodística que ha pasado de lo impreso a lo digital, vendiéndole al consumidor las notas informativas con la persuasión-percepción de que se está en el mejor periódico-periodismo, único e histórico, a la misma altura y bajura de El Químico y El Quirino.

Lo del reportero gráfico, un empleado de Noroeste, Carlos Zatarain, fue un caso, más en la inercia convencional que en la movilidadde la convicción, porque la relación con la sociedad, la solidaridad y los medios es más de intereses privados para que la información y la comunicación se consuman con la cínica de la sociedad y con la egoísta de la solidaridad en el país de las sombras espectrales con los muertos, los desaparecidos y los desplazados del narcosicariato, los desconocidos del coronavirus y los inundados de las aguas en primero los pobres, en segundo con el pueblo bueno y sabio, en tercero la cuarta transformación, en cuarto el cuarto poder, en quinto y al último los periodistas chairos y fifís con los liberales y los conservadores en una sociedad y en una solidaridad con los medios-mediáticos y las redes sociales estúpidamente virtuales y digitales.

Cuando nada es constitutivo porque todo es prostitutivo, dando lo mismo y dando lo diferente en el país de las sombras espectrales, siempre y cuando existan protocolos de seguridad para los muertos, los desaparecidos, los desplazados, los desconocidos y los inundados porque los protocolos son la simulación de la información y de la comunicación entre la sociedad y la solidaridad con los medios que consiguen sus fines: pasar de prensa vendida a prensa subsidiada, venderle al consumidor, y no, al lector, una suscripción digital para el analfabetismo digital porque la suscripción impresa sigue siendo analfabeta funcional, y lo que verdaderamente no importa es el ser humano y la condición humana porque la realidad virtual real sobre lo real sociales y debe serse y hacerse proclive a la pos(t)verdad metaconstitucional presidencial con el inmundo pasquín que es el mundode arriba, el cielo de en medio y la tierra de abajo, donde Carlos Zatarain debe -por derecho y por deber propios- contarnos qué fue lo que paso con él, y no, con Adrián y Alejandro (de y en) el Noroeste.

Adrián Ortiz, director del Noroeste:

“Y aunque todo indica que el hecho no tuvo que ver con la actividad periodística de nuestro reportero gráfico, nosotros lo tratamos como un ataque a Noroeste y, como tal, seguimos protocolos establecidos, los cuales, afortunadamente, en esta ocasión funcionaron.”

Siendo así el origen y las causas con los efectos y las consecuencias de Carlos Zatarain en lo real social de su situación, el Noroeste hace de la situación la condición propiciatoria y apropiatoria para protocolizar la realidad virtual real con la información y la comunicación que Adrián informa y comunica:

“Por fortuna, el respaldo que recibimos de la sociedad, de los organismos y colectivos de periodistas, así como de medios nacionales y las propias autoridades fue enorme,” sin más recato que lo expuesto como una verdad y una justicia, mediatizada(s) y virtualizada(s), por la aplicación y la protocolización desde el código de ética periodísticoque,sanciona internamente y libera externamente,al empleado, en horas libres y en una actividad particular, víctima de un plagio con el re-cuento de una situación con copia al plagiado que, el fotoperiodista, no pudo fotografiary menos revelar porque la realidad virtual real se hizo digital, y no, análoga.

El caso de Carlos Zatarain, ha sido un exceso de protagonismo y una demediación mediática de lo real social a la realidad virtual real con la información y la comunicación de una empresa periodística que hace del código de ética periodístico -un protocolo-una simulación- que se puede interpretar como algo que navega, a la deriva, en el Noroeste Pacífico, y que para no naufragar necesita, bules o salvavidas, para nadar.

La publipropaganda y la infomercial en un medio de información y de comunicación, de lo impreso a lo digital, siempre utiliza una redacción-narrativa para justificarse en el uso de la libertad de expresión y de presión, de acción y de omisión en el código de ética periodístico, más a conveniencia que a convicción en el periodismo informativo y opinativo, y no, en el periodismo de investigación, puesto lo que hoy es un hecho, mañana será noticia, no habiendo más transcendencia que esa redacción-narrativa tan limitada y tan exagerada que es el periodismo-diario en el diario vivir y en el diario morir en el país de las sombras espectrales, a reserva de que ese periodismo-diario sea para el consumidor-diario un producto que tenga la extensión corta de lo impreso a lo digital, desapareciendo lo real social y apareciendo la realidad virtual real en que la sociedad, la solidaridad y los medios se prodigan la información y la comunicación con el victimario de la verdad y con la víctima de la justicia, no habiendo, finalmente, victimarios y víctimas, acaso: cómplices, pero no El Malecón de Adrián, ni El Centinela de Alejandro, ni tampoco Carlos mirando hacia Las Tres Islas, mientras la víctima es el Presidente y el victimario es el Estado.

La sociedad y la solidaridad con los medios (Al Noroeste de Adrián y Alejandro)

Para la tonificación de la robustez en la cínica de la sociedad y en la egoísta de la solidaridad, la verdad y la justicia, a la mexicana, en el país de las sombras espectrales, están de más como están de menos en la cuarta transformación, principalmente, cuando el protagonismo en los medios es la personificación y la representación de lo que se informa y se comunica desde la centralización a la amplificación de una verdad y de una justicia que no están como una necesidad, y sí, como una necedad supuestamente necesaria para la sociedad y la solidaridad.

La retención y la liberación de Carlos Zatarain, fotoperiodista de Noroeste, en la emergencia y en la urgencia, generó una movilidad de denuncia y demanda que pudo liberar de la retención a Carlos Zatarain, lo cual fue efectiva y afectiva en una sociedad cínica y en una solidaridad egoísta, pero que Adrián Ortiz (empresario periodístico) y Alejandro Sicairos (empleado periodístico) asumieran el liderazgo (de y en) la situación del fotoperiodista, pareciera que lo hicieron más por la empresa periodística que por el empleado fotoperiodista, teniendo que hacer del periódico tirajes en papel que en digital que no duró más que en las notas informativas en el diario devenir de la nueva normalidad,porque Carlos Zatarain era regresado con los suyos en casa, mientras Adrián y Alejandro en lo empresarial-periodísticoprotagonizabanpor su intervención en lo de Carlos, del cual no hemos sabido qué fue lo que pasó en su retención-liberación, no por la morbosidad y sí por la claridad de los hechos a los que estuvo sometido, y no nada más por lo que Adrián y Alejandro expresaron después de lo que pasó con un empleado del Noroeste.

La sociedad y la solidaridad con los medios marismeños-mazatlecos, nomás porque Adrián y Alejandro lo expresan en lo correcto y en lo convencional en una situación personal del periodista y en una condición colectiva del gremio periodístico, nomás porque se manifiestan, denuncian y demandan seguridad en el país de las sombras espectrales, cuando en el Puro Sinaloa y en La Perla del Pacífico pareciera que a Quirino y El Químico ni les va, ni les viene y ni les puede importar quién diablos son el fotoperiodista Carlos y la enfermera Glorimar, nomás porque los doctores Arturo Santamaría, Ernesto Hernández y Alfonso Mejía y el escritor Juan José Rodríguez con otr@s colaboradores(as)le dan “credibilidad e independencia” a una empresa periodística que ha pasado de lo impreso a lo digital, vendiéndole al consumidor las notas informativas con la persuasión-percepción de que se está en el mejor periódico-periodismo, único e histórico, a la misma altura y bajura de El Químico y El Quirino.

Lo del reportero gráfico, un empleado de Noroeste, Carlos Zatarain, fue un caso, más en la inercia convencional que en la movilidadde la convicción, porque la relación con la sociedad, la solidaridad y los medios es más de intereses privados para que la información y la comunicación se consuman con la cínica de la sociedad y con la egoísta de la solidaridad en el país de las sombras espectrales con los muertos, los desaparecidos y los desplazados del narcosicariato, los desconocidos del coronavirus y los inundados de las aguas en primero los pobres, en segundo con el pueblo bueno y sabio, en tercero la cuarta transformación, en cuarto el cuarto poder, en quinto y al último los periodistas chairos y fifís con los liberales y los conservadores en una sociedad y en una solidaridad con los medios-mediáticos y las redes sociales estúpidamente virtuales y digitales.

Cuando nada es constitutivo porque todo es prostitutivo, dando lo mismo y dando lo diferente en el país de las sombras espectrales, siempre y cuando existan protocolos de seguridad para los muertos, los desaparecidos, los desplazados, los desconocidos y los inundados porque los protocolos son la simulación de la información y de la comunicación entre la sociedad y la solidaridad con los medios que consiguen sus fines: pasar de prensa vendida a prensa subsidiada, venderle al consumidor, y no, al lector, una suscripción digital para el analfabetismo digital porque la suscripción impresa sigue siendo analfabeta funcional, y lo que verdaderamente no importa es el ser humano y la condición humana porque la realidad virtual real sobre lo real sociales y debe serse y hacerse proclive a la pos(t)verdad metaconstitucional presidencial con el inmundo pasquín que es el mundode arriba, el cielo de en medio y la tierra de abajo, donde Carlos Zatarain debe -por derecho y por deber propios- contarnos qué fue lo que paso con él, y no, con Adrián y Alejandro (de y en) el Noroeste.

Adrián Ortiz, director del Noroeste:

“Y aunque todo indica que el hecho no tuvo que ver con la actividad periodística de nuestro reportero gráfico, nosotros lo tratamos como un ataque a Noroeste y, como tal, seguimos protocolos establecidos, los cuales, afortunadamente, en esta ocasión funcionaron.”

Siendo así el origen y las causas con los efectos y las consecuencias de Carlos Zatarain en lo real social de su situación, el Noroeste hace de la situación la condición propiciatoria y apropiatoria para protocolizar la realidad virtual real con la información y la comunicación que Adrián informa y comunica:

“Por fortuna, el respaldo que recibimos de la sociedad, de los organismos y colectivos de periodistas, así como de medios nacionales y las propias autoridades fue enorme,” sin más recato que lo expuesto como una verdad y una justicia, mediatizada(s) y virtualizada(s), por la aplicación y la protocolización desde el código de ética periodísticoque,sanciona internamente y libera externamente,al empleado, en horas libres y en una actividad particular, víctima de un plagio con el re-cuento de una situación con copia al plagiado que, el fotoperiodista, no pudo fotografiary menos revelar porque la realidad virtual real se hizo digital, y no, análoga.

El caso de Carlos Zatarain, ha sido un exceso de protagonismo y una demediación mediática de lo real social a la realidad virtual real con la información y la comunicación de una empresa periodística que hace del código de ética periodístico -un protocolo-una simulación- que se puede interpretar como algo que navega, a la deriva, en el Noroeste Pacífico, y que para no naufragar necesita, bules o salvavidas, para nadar.

La publipropaganda y la infomercial en un medio de información y de comunicación, de lo impreso a lo digital, siempre utiliza una redacción-narrativa para justificarse en el uso de la libertad de expresión y de presión, de acción y de omisión en el código de ética periodístico, más a conveniencia que a convicción en el periodismo informativo y opinativo, y no, en el periodismo de investigación, puesto lo que hoy es un hecho, mañana será noticia, no habiendo más transcendencia que esa redacción-narrativa tan limitada y tan exagerada que es el periodismo-diario en el diario vivir y en el diario morir en el país de las sombras espectrales, a reserva de que ese periodismo-diario sea para el consumidor-diario un producto que tenga la extensión corta de lo impreso a lo digital, desapareciendo lo real social y apareciendo la realidad virtual real en que la sociedad, la solidaridad y los medios se prodigan la información y la comunicación con el victimario de la verdad y con la víctima de la justicia, no habiendo, finalmente, victimarios y víctimas, acaso: cómplices, pero no El Malecón de Adrián, ni El Centinela de Alejandro, ni tampoco Carlos mirando hacia Las Tres Islas, mientras la víctima es el Presidente y el victimario es el Estado.

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