/ martes 21 de abril de 2020

Respeto a los trabajadores del sector salud: médicos, enfermeras, camilleros, limpieza y administrativos

Como héroes de blanco se ha definido al personal del sector salud que está enfrentando la pandemia del COVID-19 en los hospitales del país, más cuando dichos espacios carecen de lo indispensable para brindar una adecuada atención a los miles de pacientes que atienden a diario.

Cuando se presenta una crisis, la sociedad toma medidas extraordinarias que le hacen reinventar las relaciones personales. Casi siempre mostramos solidaridad con las personas que menos tienen y reconocemos a quienes las apoyan, pero también exhibe a los que no están preparados para enfrentar estas dificultades, y en ese sentido, la pandemia ha sacado lo peor de algunas personas.

En diferentes partes del país el personal de salud ha recibido malos tratos, amenazas y hasta ataques por circunstancias relacionadas con su trabajo, poniendo en riesgo su integridad física y hasta su vida por parte de quienes creen que ellos son una fuente de contagio. Este es un grave error que se está cometiendo, pero estamos a tiempo de detener alguna desgracia contra estos valientes trabajadores.

Las primeras agresiones ocurrieron cuando un grupo de cuatro enfermeras solicitó el servicio de un taxi para trasladarse a su hogar después de una larga jornada laboral; este transporte les fue negado por miedo al contagio del coronavirus. Después se reportó que a una enfermera le arrojaron una bolsa con agua y cloro al llegar a su casa; asimismo, un paciente escupió al personal de una clínica porque supuestamente no recibió atención inmediata, a una enfermera le prohibieron entrar a un supermercado en Mexicali, y a otros les han lanzado huevos por portar un uniforme blanco; en Axochiapan, en el estado de Morelos, se amenazó con quemar un hospital si recibía a pacientes con coronavirus, pero en Sabinas Hidalgo, Nuevo León, incendiaron una parte de uno.

Tras estas agresiones, en muchos estados se les pidió a los trabajadores de salud que no porten su uniforme después de su jornada laboral para evitar incidentes. Sabemos que la situación que vivimos es muy preocupante y que en la población hay una gran incertidumbre sobre lo que está pasando, pero para mí es fundamental resaltar la labor que desempeñan los médicos, las enfermeras, los camilleros, los choferes de ambulancia y todo el personal de salud que, con profesionalismo y ética, anteponen el bienestar de los pacientes al de sus propias familias.

Precisamente, este último punto quisiera destacarlo mucho, porque hasta el 10 de abril se tenían registrados en el país 329 trabajadores de salud, solo del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), contagiados de COVID-19, pero fue el 18 de abril cuando se dio a conocer que un empleado en la farmacia del ISSSTE, en Culiacán, falleció y hace uno días otra víctima fue un trabajador de cocina en un hospital de Aguascalientes. Desgraciadamente el día de ayer falleció una doctora de esta misma institución.

En muchas ocasiones he solicitado que al personal de salud se le dote de las herramientas indispensables para evitar su contagio, al ser quienes están en la primera línea de combate. Desde enero, cuando se dio a conocer lo letal de este virus, las autoridades federales afirmaron que ya estaban preparadas, pero no ha sido así y ahí tenemos los resultados.

Este es el momento para que las autoridades implementen una estrategia para reforzar las medidas de seguridad en favor del personal de salud; no solo se debe poner vigilancia policiaca o algún medio de transporte exclusivo —como ha sucedido en diferentes hospitales del país—, sino también de garantizar, a ellos y su familia, que la labor que desempeñan es segura.

Además, muchos trabajadores de servicios públicos han sacrificado sus ingresos para brindar servicio de transporte a personal de los hospitales; es digno de reconocer y resaltar en los medios de comunicación cada una de estas acciones.

Desde aquí hago un llamado a los ciudadanos sinaloenses para que reconozcamos a los héroes anónimos que en cualquier contingencia están preparados para servir a la sociedad, que sacrifican la estancia familiar por atender a pacientes y que en cada atención muestran su profesionalismo sin importar que tan grave sea el escenario.

Aunque nunca lo dicen o demuestran, ellos también tienen miedo; al contrario, lo que transmiten es calma y seguridad a los enfermos. Recordemos que ellos también son hijas, mamás o esposas, o son padres o hermanos, y que también tiene la responsabilidad de cuidarse y protegerse; de hecho, muchos no vuelven a sus casas ni abrazan a sus hijos por temor a contagiarlos.

Por eso, cada vez que en la calle veamos a una persona que dignamente porta un uniforme blanco, reconozcamos su importante labor y ayudémosle a llegar a su destino con seguridad.

Al personal de salud, gracias por todas sus atenciones y su trabajo esencial en esta pandemia; recuerden que tienen en la sociedad un apoyo incondicional.

Como héroes de blanco se ha definido al personal del sector salud que está enfrentando la pandemia del COVID-19 en los hospitales del país, más cuando dichos espacios carecen de lo indispensable para brindar una adecuada atención a los miles de pacientes que atienden a diario.

Cuando se presenta una crisis, la sociedad toma medidas extraordinarias que le hacen reinventar las relaciones personales. Casi siempre mostramos solidaridad con las personas que menos tienen y reconocemos a quienes las apoyan, pero también exhibe a los que no están preparados para enfrentar estas dificultades, y en ese sentido, la pandemia ha sacado lo peor de algunas personas.

En diferentes partes del país el personal de salud ha recibido malos tratos, amenazas y hasta ataques por circunstancias relacionadas con su trabajo, poniendo en riesgo su integridad física y hasta su vida por parte de quienes creen que ellos son una fuente de contagio. Este es un grave error que se está cometiendo, pero estamos a tiempo de detener alguna desgracia contra estos valientes trabajadores.

Las primeras agresiones ocurrieron cuando un grupo de cuatro enfermeras solicitó el servicio de un taxi para trasladarse a su hogar después de una larga jornada laboral; este transporte les fue negado por miedo al contagio del coronavirus. Después se reportó que a una enfermera le arrojaron una bolsa con agua y cloro al llegar a su casa; asimismo, un paciente escupió al personal de una clínica porque supuestamente no recibió atención inmediata, a una enfermera le prohibieron entrar a un supermercado en Mexicali, y a otros les han lanzado huevos por portar un uniforme blanco; en Axochiapan, en el estado de Morelos, se amenazó con quemar un hospital si recibía a pacientes con coronavirus, pero en Sabinas Hidalgo, Nuevo León, incendiaron una parte de uno.

Tras estas agresiones, en muchos estados se les pidió a los trabajadores de salud que no porten su uniforme después de su jornada laboral para evitar incidentes. Sabemos que la situación que vivimos es muy preocupante y que en la población hay una gran incertidumbre sobre lo que está pasando, pero para mí es fundamental resaltar la labor que desempeñan los médicos, las enfermeras, los camilleros, los choferes de ambulancia y todo el personal de salud que, con profesionalismo y ética, anteponen el bienestar de los pacientes al de sus propias familias.

Precisamente, este último punto quisiera destacarlo mucho, porque hasta el 10 de abril se tenían registrados en el país 329 trabajadores de salud, solo del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), contagiados de COVID-19, pero fue el 18 de abril cuando se dio a conocer que un empleado en la farmacia del ISSSTE, en Culiacán, falleció y hace uno días otra víctima fue un trabajador de cocina en un hospital de Aguascalientes. Desgraciadamente el día de ayer falleció una doctora de esta misma institución.

En muchas ocasiones he solicitado que al personal de salud se le dote de las herramientas indispensables para evitar su contagio, al ser quienes están en la primera línea de combate. Desde enero, cuando se dio a conocer lo letal de este virus, las autoridades federales afirmaron que ya estaban preparadas, pero no ha sido así y ahí tenemos los resultados.

Este es el momento para que las autoridades implementen una estrategia para reforzar las medidas de seguridad en favor del personal de salud; no solo se debe poner vigilancia policiaca o algún medio de transporte exclusivo —como ha sucedido en diferentes hospitales del país—, sino también de garantizar, a ellos y su familia, que la labor que desempeñan es segura.

Además, muchos trabajadores de servicios públicos han sacrificado sus ingresos para brindar servicio de transporte a personal de los hospitales; es digno de reconocer y resaltar en los medios de comunicación cada una de estas acciones.

Desde aquí hago un llamado a los ciudadanos sinaloenses para que reconozcamos a los héroes anónimos que en cualquier contingencia están preparados para servir a la sociedad, que sacrifican la estancia familiar por atender a pacientes y que en cada atención muestran su profesionalismo sin importar que tan grave sea el escenario.

Aunque nunca lo dicen o demuestran, ellos también tienen miedo; al contrario, lo que transmiten es calma y seguridad a los enfermos. Recordemos que ellos también son hijas, mamás o esposas, o son padres o hermanos, y que también tiene la responsabilidad de cuidarse y protegerse; de hecho, muchos no vuelven a sus casas ni abrazan a sus hijos por temor a contagiarlos.

Por eso, cada vez que en la calle veamos a una persona que dignamente porta un uniforme blanco, reconozcamos su importante labor y ayudémosle a llegar a su destino con seguridad.

Al personal de salud, gracias por todas sus atenciones y su trabajo esencial en esta pandemia; recuerden que tienen en la sociedad un apoyo incondicional.