/ miércoles 30 de septiembre de 2020

¿Qué hay detrás del Feministómetro?

Cada día mueren 11 mujeres en México con presunción de homicidio, de acuerdo a los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, por su parte, cada día 25 del mes nos hace ver la escalofriante cuenta del aumento de la violencia contra las mujeres: en los últimos 5 años los feminicidios han aumentado en un 127.25%, y solo en este año y hasta el mes de agosto han ocurrido 626 de ellos, así como 1,906 presuntas víctimas de homicidio doloso.

INEGI (2020) revela que el 66% de las mujeres de 15 años o más sufrió algún incidente de violencia por parte de su pareja o expareja, y que el 47% de mujeres de 15 años y más sufrió algún incidente de violencia por parte de su pareja durante su última relación.

Parecen solo cifras y sin embargo esta tragedia toca nuestros hogares, exaltando movimientos sociales y llenando los portales de periódicos, organizaciones y medios de comunicación.

La seguridad no es el único tema. El derecho a la salud, a la seguridad social, a la participación política; la responsabilidad en las actividades domésticas y de cuidados, la necesidad de políticas económicas que integren a las mujeres como iguales y un lenguaje que las nombre son, entre muchos otros, los debates más grandes de nuestro tiempo.

Pero ninguno tiene mayor polarización entre las propias mujeres como la legalización del aborto, y la marcha del 28 de septiembre en varias ciudades de México lo deja al descubierto: cada vez más la reducción de un debate a favor o en contra, entre radicalismos y dogmas que dan poco espacio para el análisis serio de la complejidad del tema y de las voces que terminan convirtiendo al feminismo en un monotema.

Aquí cabe señalar a quienes pretenden secuestrar al feminismo a través de una lista de requisitos para ser feminista e implementando algo así como un “feministómetro”: habrá que recordarles que feminismo nunca ha sido una sola voz, que las acciones siempre han sido distintas ya sea desde el feminismo de la diferencia o el de la igualdad, del radical o del liberal. Lo que no podemos perder de vista es que el feminismo siempre ha sido un punto de encuentro para las mujeres y que no podemos dejar de escuchar las distintas voces y adentrarnos también en sus realidades.

El feminismo deja de ser una teoría de pensamiento especializada para convertirse en una básica y transversal, en un movimiento vivo, crítico, que necesita a una sociedad denunciante y correctora del sistema patriarcal para volverse uno integrador de derechos humanos.

Las mujeres unidas han hecho temblar este sistema, han hecho efecto dominó en gran parte de las prácticas que se consideraban tradiciones y que hoy sabemos eran opresiones y discriminaciones. No podemos perder de vista que la violencia es lo que combatimos, y que debemos buscar nuestras propias armas e incorporar nuestra propia visión para deconstruir este país, dando paso a uno que sea en verdad incluyente.

Cada día mueren 11 mujeres en México con presunción de homicidio, de acuerdo a los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, por su parte, cada día 25 del mes nos hace ver la escalofriante cuenta del aumento de la violencia contra las mujeres: en los últimos 5 años los feminicidios han aumentado en un 127.25%, y solo en este año y hasta el mes de agosto han ocurrido 626 de ellos, así como 1,906 presuntas víctimas de homicidio doloso.

INEGI (2020) revela que el 66% de las mujeres de 15 años o más sufrió algún incidente de violencia por parte de su pareja o expareja, y que el 47% de mujeres de 15 años y más sufrió algún incidente de violencia por parte de su pareja durante su última relación.

Parecen solo cifras y sin embargo esta tragedia toca nuestros hogares, exaltando movimientos sociales y llenando los portales de periódicos, organizaciones y medios de comunicación.

La seguridad no es el único tema. El derecho a la salud, a la seguridad social, a la participación política; la responsabilidad en las actividades domésticas y de cuidados, la necesidad de políticas económicas que integren a las mujeres como iguales y un lenguaje que las nombre son, entre muchos otros, los debates más grandes de nuestro tiempo.

Pero ninguno tiene mayor polarización entre las propias mujeres como la legalización del aborto, y la marcha del 28 de septiembre en varias ciudades de México lo deja al descubierto: cada vez más la reducción de un debate a favor o en contra, entre radicalismos y dogmas que dan poco espacio para el análisis serio de la complejidad del tema y de las voces que terminan convirtiendo al feminismo en un monotema.

Aquí cabe señalar a quienes pretenden secuestrar al feminismo a través de una lista de requisitos para ser feminista e implementando algo así como un “feministómetro”: habrá que recordarles que feminismo nunca ha sido una sola voz, que las acciones siempre han sido distintas ya sea desde el feminismo de la diferencia o el de la igualdad, del radical o del liberal. Lo que no podemos perder de vista es que el feminismo siempre ha sido un punto de encuentro para las mujeres y que no podemos dejar de escuchar las distintas voces y adentrarnos también en sus realidades.

El feminismo deja de ser una teoría de pensamiento especializada para convertirse en una básica y transversal, en un movimiento vivo, crítico, que necesita a una sociedad denunciante y correctora del sistema patriarcal para volverse uno integrador de derechos humanos.

Las mujeres unidas han hecho temblar este sistema, han hecho efecto dominó en gran parte de las prácticas que se consideraban tradiciones y que hoy sabemos eran opresiones y discriminaciones. No podemos perder de vista que la violencia es lo que combatimos, y que debemos buscar nuestras propias armas e incorporar nuestra propia visión para deconstruir este país, dando paso a uno que sea en verdad incluyente.