/ miércoles 2 de diciembre de 2020

Partidos políticos igualitarios

Imposible pensar en los grandes desafíos de la agenda político-electoral de los últimos tiempos sin la consideración de la inserción legal de las mujeres en los espacios públicos y en la toma de decisiones; sin embargo, aún no deja de ser eso: una obligación que especialmente al interior de los partidos políticos genera la mayor de las resistencias.

La clase política aún no se ha repuesto del asombro sobre el avance de la democracia paritaria, la visibilización y tipificación de la violencia de género contra las mujeres, pero especialmente de la violencia política contra ellas: estos cambios legales delinean las nuevas reglas del juego político de cara a las elecciones 2021.

Desde la reforma constitucional de 2019, llamada paridad en todo, el marco legal fue preparando terreno para generar las condiciones de participación igualitaria para los procesos electorales venideros en el 2020 y 2021. Así, la armonización legislativa fue planeada y mandatada a realizarse en el transcurso de un año, pero en eso la historia muestras de sobra que, cuando se trata de derechos de las mujeres, hay que insistir y persistir.

Fue así que el 13 de abril de este año se publicó en el Diario Oficial de la Federación la reforma sobre Violencia Política, que en tan solo en unos meses ha generado resultados palpables, como la reciente sanción en pasados días del Diputado Federal Gerardo Fernández Noroña, así como por la visibilización de las distintas violencias y la probidad en el ejercicio público con la aprobación el pasado 28 de octubre de los lineamientos 3x3 contra la violencia de género, filtro necesario para el registro de las candidaturas.

Otra histórica sesión fue la del 6 de noviembre pasado en el Instituto Nacional Electoral y los lineamientos de paridad en las gubernaturas de la elección 2021, que mandatan hasta al menos 7 mujeres en el registro de candidaturas; y qué decir de los lineamientos de registros de candidaturas federales por ambos principios, donde se estipula que 3 de las 5 circunscripciones serán encabezadas por mujeres.

Desde la mirada de las mujeres con vocación política, estos cambios son el autoperfeccionamiento de la democracia que abre su vista al contexto social, a la necesidad de hacer valer la representación y la verdadera inclusión; cambios que impulsan la justicia social, que fueron alcanzándose de manera gradual y que han tenido una agenda clara en su implementación.

Es esta realidad, de resistencia y persistencia al interior de los partidos políticos, la que es objeto de preocupación, puesto que ¿cuál es el hábitat natural de las y los demócratas? Si la respuesta no incluye a los propios partidos, la preocupación es más seria entonces es ¿dónde están las y los demócratas, y si tienen cabida en los partidos políticos?

La distancia entre el avance democrático y la adaptación de los partidos a generar espacios de garantía de igualdad, especialmente para las mujeres, es notorio, y no pasa solo por registrar candidaturas o mandatar y reclutar: implica además que sus voces estén incluidas en su proyecto, la visión de las mujeres en su interior: es aprender a vivir en una democracia interna que las vea de frente y que las defienda, para que ocupen verdaderamente los espacios en la toma de decisiones. Mujeres empoderándose desde el interior de los partidos más allá de la vía legal que mandata y obliga.

Este proceso electoral nos dejará una necesaria institucionalización de protocolos e instancias que sancionen desde el interior la violencia política en razón de género, también dejar de postergar la vivencia de la democracia con las mujeres, insertas a plenitud, para redignificar con su presencia y experiencias a los partidos políticos y, con ello, a la política misma.

En este sentido en Sinaloa, tenemos tarea para rato…

Imposible pensar en los grandes desafíos de la agenda político-electoral de los últimos tiempos sin la consideración de la inserción legal de las mujeres en los espacios públicos y en la toma de decisiones; sin embargo, aún no deja de ser eso: una obligación que especialmente al interior de los partidos políticos genera la mayor de las resistencias.

La clase política aún no se ha repuesto del asombro sobre el avance de la democracia paritaria, la visibilización y tipificación de la violencia de género contra las mujeres, pero especialmente de la violencia política contra ellas: estos cambios legales delinean las nuevas reglas del juego político de cara a las elecciones 2021.

Desde la reforma constitucional de 2019, llamada paridad en todo, el marco legal fue preparando terreno para generar las condiciones de participación igualitaria para los procesos electorales venideros en el 2020 y 2021. Así, la armonización legislativa fue planeada y mandatada a realizarse en el transcurso de un año, pero en eso la historia muestras de sobra que, cuando se trata de derechos de las mujeres, hay que insistir y persistir.

Fue así que el 13 de abril de este año se publicó en el Diario Oficial de la Federación la reforma sobre Violencia Política, que en tan solo en unos meses ha generado resultados palpables, como la reciente sanción en pasados días del Diputado Federal Gerardo Fernández Noroña, así como por la visibilización de las distintas violencias y la probidad en el ejercicio público con la aprobación el pasado 28 de octubre de los lineamientos 3x3 contra la violencia de género, filtro necesario para el registro de las candidaturas.

Otra histórica sesión fue la del 6 de noviembre pasado en el Instituto Nacional Electoral y los lineamientos de paridad en las gubernaturas de la elección 2021, que mandatan hasta al menos 7 mujeres en el registro de candidaturas; y qué decir de los lineamientos de registros de candidaturas federales por ambos principios, donde se estipula que 3 de las 5 circunscripciones serán encabezadas por mujeres.

Desde la mirada de las mujeres con vocación política, estos cambios son el autoperfeccionamiento de la democracia que abre su vista al contexto social, a la necesidad de hacer valer la representación y la verdadera inclusión; cambios que impulsan la justicia social, que fueron alcanzándose de manera gradual y que han tenido una agenda clara en su implementación.

Es esta realidad, de resistencia y persistencia al interior de los partidos políticos, la que es objeto de preocupación, puesto que ¿cuál es el hábitat natural de las y los demócratas? Si la respuesta no incluye a los propios partidos, la preocupación es más seria entonces es ¿dónde están las y los demócratas, y si tienen cabida en los partidos políticos?

La distancia entre el avance democrático y la adaptación de los partidos a generar espacios de garantía de igualdad, especialmente para las mujeres, es notorio, y no pasa solo por registrar candidaturas o mandatar y reclutar: implica además que sus voces estén incluidas en su proyecto, la visión de las mujeres en su interior: es aprender a vivir en una democracia interna que las vea de frente y que las defienda, para que ocupen verdaderamente los espacios en la toma de decisiones. Mujeres empoderándose desde el interior de los partidos más allá de la vía legal que mandata y obliga.

Este proceso electoral nos dejará una necesaria institucionalización de protocolos e instancias que sancionen desde el interior la violencia política en razón de género, también dejar de postergar la vivencia de la democracia con las mujeres, insertas a plenitud, para redignificar con su presencia y experiencias a los partidos políticos y, con ello, a la política misma.

En este sentido en Sinaloa, tenemos tarea para rato…