/ miércoles 28 de julio de 2021

Olimpiadas feministas

“Comienza con cosas pequeñas” Alexa Moreno

Fue una ceremonia diferente pero emotiva para unos Juegos Olímpicos “pandémicos”, llenos de polémica e incertidumbre, de los que se esperaba poco en comparación con los años anteriores… especialmente las mujeres: el tener como sede a Japón que, a pesar de ser un país de avanzada, es una de las naciones con mayor brecha de género en el mundo, ocupando el puesto 121, solo por delante de países como Baréin, Qatar, Iraq o Yemen.

Sin embargo, y aún sin finalizar las competencias, nos han sorprendido gratamente a través de pequeños avances en la igualdad: los Juegos Olímpicos son cada vez más feministas, cuantitativa y cualitativamente.

Hay datos concretos para asegurarlo, y se hace historia aun en medio de una crisis sanitaria mundial y con estadios vacíos: el 48.3 por ciento de los y las deportistas clasificados para Tokio son mujeres, siendo la mayor proporción de participantes de la que se tiene registro, y aunque los números no lo son todo, en estos días se han entregado y entregarán medallas a las mujeres en 156 competiciones, comparados con los Juegos de Río de Janeiro de hace cinco años, cuando solo ocurrió en 136 disciplinas. Además, el porcentaje de competiciones mixtas será cuatro veces mayor respecto al 2016.

Pero no es solo su presencia la que deja en manifiesto los cambios y sus resistencias para equilibrar las oportunidades, desnaturalizar los roles sociales y los estereotipos de las mujeres en el deporte, que empezaron con las denuncias de las atletas ante las medidas de seguridad por la covid-19, que impedían asistir a familiares de participantes. Este protocolo invisibilizaba el obstáculo que representaba para las deportistas el ser madres, lo que las obligaba entre decidir entre ser madre lactante o una deportista olímpica, problema que también manifestaron los hombres que ejercen su paternidad corresponsablemente, por lo que las autoridades se vieron obligadas a retractarse.

En los días recientes hemos visto además la denuncia contundente sobre el sexismo en el deporte, y se lo debemos al equipo femenino de balonmano de Noruega, que fue multado por utilizar “shorts” en lugar de bikini durante el partido por la medalla de bronce contra España, sumándose a la protesta el equipo de gimnasia femenino de Alemania, que decidió portar uniformes de cuerpo completo, denunciando con ello también la sexualización de las mujeres en el deporte.

Más allá de los mensajes se encuentra también el protagonismo de las mujeres atletas, que inspiran, feminizan y humanizan estas Olimpiadas: la gimnasta Simone Biles es un ejemplo claro, quien, sobre su retirada de la prueba por equipos el día de ayer, se pronuncia con un gran mensaje que aplica más allá del deporte: “Debemos proteger nuestro cuerpo y nuestras mentes y no solo hacer lo que el mundo espera que hagamos: la salud mental tiene más importancia en el deporte”.

Lo resume bien una frase de la hoy medallista olímpica Alexa Medina: Comienza con cosas pequeñas…

“Comienza con cosas pequeñas” Alexa Moreno

Fue una ceremonia diferente pero emotiva para unos Juegos Olímpicos “pandémicos”, llenos de polémica e incertidumbre, de los que se esperaba poco en comparación con los años anteriores… especialmente las mujeres: el tener como sede a Japón que, a pesar de ser un país de avanzada, es una de las naciones con mayor brecha de género en el mundo, ocupando el puesto 121, solo por delante de países como Baréin, Qatar, Iraq o Yemen.

Sin embargo, y aún sin finalizar las competencias, nos han sorprendido gratamente a través de pequeños avances en la igualdad: los Juegos Olímpicos son cada vez más feministas, cuantitativa y cualitativamente.

Hay datos concretos para asegurarlo, y se hace historia aun en medio de una crisis sanitaria mundial y con estadios vacíos: el 48.3 por ciento de los y las deportistas clasificados para Tokio son mujeres, siendo la mayor proporción de participantes de la que se tiene registro, y aunque los números no lo son todo, en estos días se han entregado y entregarán medallas a las mujeres en 156 competiciones, comparados con los Juegos de Río de Janeiro de hace cinco años, cuando solo ocurrió en 136 disciplinas. Además, el porcentaje de competiciones mixtas será cuatro veces mayor respecto al 2016.

Pero no es solo su presencia la que deja en manifiesto los cambios y sus resistencias para equilibrar las oportunidades, desnaturalizar los roles sociales y los estereotipos de las mujeres en el deporte, que empezaron con las denuncias de las atletas ante las medidas de seguridad por la covid-19, que impedían asistir a familiares de participantes. Este protocolo invisibilizaba el obstáculo que representaba para las deportistas el ser madres, lo que las obligaba entre decidir entre ser madre lactante o una deportista olímpica, problema que también manifestaron los hombres que ejercen su paternidad corresponsablemente, por lo que las autoridades se vieron obligadas a retractarse.

En los días recientes hemos visto además la denuncia contundente sobre el sexismo en el deporte, y se lo debemos al equipo femenino de balonmano de Noruega, que fue multado por utilizar “shorts” en lugar de bikini durante el partido por la medalla de bronce contra España, sumándose a la protesta el equipo de gimnasia femenino de Alemania, que decidió portar uniformes de cuerpo completo, denunciando con ello también la sexualización de las mujeres en el deporte.

Más allá de los mensajes se encuentra también el protagonismo de las mujeres atletas, que inspiran, feminizan y humanizan estas Olimpiadas: la gimnasta Simone Biles es un ejemplo claro, quien, sobre su retirada de la prueba por equipos el día de ayer, se pronuncia con un gran mensaje que aplica más allá del deporte: “Debemos proteger nuestro cuerpo y nuestras mentes y no solo hacer lo que el mundo espera que hagamos: la salud mental tiene más importancia en el deporte”.

Lo resume bien una frase de la hoy medallista olímpica Alexa Medina: Comienza con cosas pequeñas…