/ lunes 2 de septiembre de 2019

Octubre Rojo: una historia de sangre y traición.

Estoy sentado en el malecón del Río Tamazula saboreando un raspado de guayaba, mientras Alejandro allá abajo en la lengüeta de tierra entre las aguas, prepara las brasas para la carne que compramos en el Garmendia y pensamos comer con tortillas, aguacate, queso, cebolla, tomate, cilantro, chile jalapeño, limón y sal.

Entre los carros que pasan por el malecón, uno se detiene, se desvía estacionándose junto al nuestro en la isleta lateral del río, se bajan dos hombres robustos con botes de cerveza en la mano y ríen ampliamente mientras saludan:

-Quiuuubo tú...!

-Yo... nada...

-Soy Pancho Serrano mi buen Malayerba...

-Que paso mi amigo...no te conocía carnal... -le digo recordando-...muchos años sin vernos eh?...donde has estado pues...que gusto...

-He estado en muchos lugares pero acabo de llegar de Huitzilac- responde.

-Yo tomé Huitzilac cuando estudiaba en Zacatecas, era un buen mezcal; suave al paladar pero pega fuerte, sobre todo si te da el viento en la cara.

-En este caso Huitzilac está en el estado de Morelos, como Cuernavaca. Pero lo que te voy a contar es otra historia.

Los invité a bajar y nos reunimos con Matías y los otros para disfrutar del relato al calor del fuego en la isla, y los sabrosos tacos salvajes de carne asada con papas y guacamole que mojamos a la cerveza. Recuerdo que Pancho (Chile) Serrano continuó de esta manera.

-En la historia mexicana, nos encontramos con un significativo número de matanzas, que han quedado sin resolver con el paso del tiempo; una de ellas dista 92 años de nuestros días, cumplidos la primera semana de octubre, pues el 3 de octubre de 1927 se masacró en el poblado de Huitzilac, Morelos, al general Francisco R. Serrano y a sus trece amigos, los generales Carlos A. Vidal, Daniel A. Peralta, Carlos V. Ariza, Miguel A. Peralta, Lic. Rafael Martínez Escobar, Lic. Otilio González, Alonso Capetillo Robles, Augusto Peña, Ernesto Noriega Méndez, Antonio Jáuregui, Octavio Almada, José Villa Arce y Enrique Monteverde.

Pancho hace un paréntesis mientras disfruta un taco y termina con una cerveza para destapar otra y continúa...

-Nosotros fuimos al festejo que hace la familia desde hace mucho para no olvidar, pero últimamente nos hemos sentidos burlados...no me preguntes por quienes, es claramente obvio a partir de la siguiente historia...En algunas de las reuniones anuales he tenido la oportunidad de conocer a investigadores que me han sorprendido con sus datos como Juana Olvera de la Universidad Autónoma Metropolitana, que me contó una historia que dijo le fue referida por un testigo presencial de la masacre, ahora ya difunto, el Teniente Coronel de Aviación Francisco Bulnes Rivadeneyra...en esa época era subteniente del 12 Batallón, que se encontraba en Cuernavaca el dos de octubre de ese año, y que fue uno de los militares encargados de escoltar a los prisioneros al siguiente día, para trasladarlos a la ciudad de México...

El entonces Teniente Coronel Bulnes dijo: “...nosotros no tuvimos ninguna orden especial, simplemente mantenerlos vigilados. En la diana del día 3 me tocó recibir la guardia en prevención, del cuartel general de la zona militar donde se encontraban los generales Serrano, Vidal, Peralta y otros. Dichos prisioneros mantenían sus armas, lo cual indica que no se consideraban de peligro ni riesgo. No tenían centinelas, lo que demuestra que no eran reos tenidos por peligrosos, ya que de serlo los habrían tenido desarmados, separados y bajo vigilancia extrema. Inclusive se les dieron catres para dormir, mismos que fueron proporcionados por un amigo del general Serrano, dueño de un hotel. Incluso los detenidos me fueron entregados sin una lista, como era de rigor.”


El “chile” serrano dejó de contar pues pasaron tres camionetas oscuras como volando por el malecón, mientras al rato se escucharon sirenas y claxonazos para que luego pasaran siete patrullas camioneta con 28 elementos de las fuerzas especiales, en persecución de las tres primeras camionetas voladoras. El Avecé pelaba los ojos y yo paraba oreja, registrando todo para usarlo en el Malecón de El Sol de Mazatlán. Ya tranquilos y después de otros taquitos y unas ambarinas heladas el Pancho Serrano sigue:

-...luego continuó Bulnes Rivadeneyra contando que en la tarde del mismo día les ordenaron subir a los automóviles para escoltar a los prisioneros a México. “Íbamos 14 oficiales bajo el mando del entonces capitán primero Baltasar García Alcántara y entre ellos también se encontraba el teniente Fernando Pámanes Escobedo (quien más tarde llegó a general y a gobernador del estado de Zacatecas). Un poco antes de llegar a Huitzilac, nos encontramos con un regimiento de artillería con 300 soldados armados de rifles Thompson bajo las órdenes del general Claudio Fox. Al ver al general Fox, el general Serrano sacó su pistola y se la entregó al general García Alcántara diciéndole que... la guardara porque ya no la iba a necesitar...Entregamos a los prisioneros y regresamos a Cuernavaca en la confianza que los llevarían a México. Al día siguiente nos enteramos de la suerte que habían corrido y no entendimos nada.

Cuenta la historia gráfica de la revolución mexicana que ya en poder de las fuerzas del gobierno los detenidos eran conducidos a la capital de la república, pero a la mitad del camino el general Díaz González se encuentra al general Claudio Fox (que venía con una pequeña escolta al mando de los coroneles Nazario Medina, Hilario Marroquín, Carlos S. Valdez, capitanes Gabriel Durán, Salvador Guerrero, teniente José Escamilla y subteniente José Alvarado), y el primero, después de los tramites de rigor entre ambos jefes militares, entrega al general Claudio Fox a los reos para que sean conducidos a la ciudad de México. Pardeaba la tarde cuando la caravana emprendió el regreso, apenas habían caminado unos cuantos kilómetros y la comitiva se detiene en un lugar llamado Huitzilac...

Al parecer el general Claudio Fox en abuso de sus funciones (o en fiel obediencia y apego a órdenes superiores) ordenó que se ataran las manos de los prisioneros, y al no encontrar cordeles, lo hicieron con alambre de púas que arrancaron de las cercas. Todos los cadáveres tenían las marcas en las muñecas.

Las autopsias nunca fueron dadas a conocer pero sus ropas fueron entregadas a sus familiares y estas mostraban no solo las perforaciones y quemaduras causadas por las balas, sino incluso estaban las cortadas causadas por las bayonetas. A mi general Serrano le hundieron la frente y le fracturaron la mandíbula con un objeto contundente (posible culata de fusil). En la mascarilla que le tomaron destacan las lesiones claramente.

Posteriormente alegaron que había sido un juicio sumario y hasta llegó a hablarse de un consejo de guerra, lo cual fue totalmente falso. El país estaba en paz, solo que el grupo de mi general Serrano había creído en los principios base de la revolución: la No Reelección.

El delito de mi abuelo fue haber sido candidato a la presidencia de la República en contra del general Álvaro Obregón. Se le acusó de haber promovido un levantamiento.

-A que mi “chile” Serrano, también tú vives de la historia, nunca imaginé que fueras de la familia revolucionaria.

-Pero soy de los traicionados, soy de los que al final perdimos, en esa bola de todos contra todos.

-¡Pero no hay nada que ilustre ese suceso de tu antepasado?

-La ya fallecida periodista Helia D’Acosta llevó a cabo una investigación cuyos resultados publicó en forma de libro en 1976, en donde que concluye que el general Plutarco Elías Calles, al saberse presionado por un supuesto movimiento subversivo auspiciado por el general Francisco Serrano, lo mandó detener. Álvaro Obregón, valiéndose del entonces gobernador de Morelos, Ambrosio Puente, de José Álvarez, jefe del Estado Mayor Presidencial y del fundador del ejército, general Joaquín Amaro en ese entonces Secretario de Guerra y Marina, llevaron a efecto la matanza.

-El General Amaro designó a Claudio Fox, que en esa época desempeñaba el cargo de jefe de operaciones en el estado de Guerrero, donde cometió diversos actos criminales, a decir del Lic. Emilio Portes Gil, quien lo dio de baja durante su mandato.

Mientras, sobre el río y la isla va cayendo la noche, las brasas parpadean, sopla un viento fresco y no hay mosquitos molestos... sobre el malecón los coches van despacio y son muy pocos...y como la vida es movimiento y aquí se nos estanca el tiempo nos movemos... Serrano me entrega un disco con unas fotos y se despide, -tengo el original puedes usarlas-, se va con su acompañante y nosotros apagamos el fuego, hacemos limpia del lugar y nos marchamos meditativos sobre las vueltas de la historia: es como un río, tapa las cosas con el tiempo, más luego las descubre; es una página llena de acciones de los hombres y sin embargo día con día sigue siendo escrita. Con razón, ahora entiendo por qué los Serrano y los Fox no se quieren. Creo que las palabras en la isla bien valen un ensayo. Llegando al periódico lo escribo.


Fotos 1.-El general de Francisco serrano en Cuernavaca el fatídico día por la mañana. 2.-General Claudio Fox. 3.- Panteón de Huitzilac donde fueron masacrados el Sinaloense Francisco Serrano y los 13 amigos. 4.-Mascarilla del general Serrano mostrando los golpes y las fracturas de los huesos de rostro y cabeza.


Estoy sentado en el malecón del Río Tamazula saboreando un raspado de guayaba, mientras Alejandro allá abajo en la lengüeta de tierra entre las aguas, prepara las brasas para la carne que compramos en el Garmendia y pensamos comer con tortillas, aguacate, queso, cebolla, tomate, cilantro, chile jalapeño, limón y sal.

Entre los carros que pasan por el malecón, uno se detiene, se desvía estacionándose junto al nuestro en la isleta lateral del río, se bajan dos hombres robustos con botes de cerveza en la mano y ríen ampliamente mientras saludan:

-Quiuuubo tú...!

-Yo... nada...

-Soy Pancho Serrano mi buen Malayerba...

-Que paso mi amigo...no te conocía carnal... -le digo recordando-...muchos años sin vernos eh?...donde has estado pues...que gusto...

-He estado en muchos lugares pero acabo de llegar de Huitzilac- responde.

-Yo tomé Huitzilac cuando estudiaba en Zacatecas, era un buen mezcal; suave al paladar pero pega fuerte, sobre todo si te da el viento en la cara.

-En este caso Huitzilac está en el estado de Morelos, como Cuernavaca. Pero lo que te voy a contar es otra historia.

Los invité a bajar y nos reunimos con Matías y los otros para disfrutar del relato al calor del fuego en la isla, y los sabrosos tacos salvajes de carne asada con papas y guacamole que mojamos a la cerveza. Recuerdo que Pancho (Chile) Serrano continuó de esta manera.

-En la historia mexicana, nos encontramos con un significativo número de matanzas, que han quedado sin resolver con el paso del tiempo; una de ellas dista 92 años de nuestros días, cumplidos la primera semana de octubre, pues el 3 de octubre de 1927 se masacró en el poblado de Huitzilac, Morelos, al general Francisco R. Serrano y a sus trece amigos, los generales Carlos A. Vidal, Daniel A. Peralta, Carlos V. Ariza, Miguel A. Peralta, Lic. Rafael Martínez Escobar, Lic. Otilio González, Alonso Capetillo Robles, Augusto Peña, Ernesto Noriega Méndez, Antonio Jáuregui, Octavio Almada, José Villa Arce y Enrique Monteverde.

Pancho hace un paréntesis mientras disfruta un taco y termina con una cerveza para destapar otra y continúa...

-Nosotros fuimos al festejo que hace la familia desde hace mucho para no olvidar, pero últimamente nos hemos sentidos burlados...no me preguntes por quienes, es claramente obvio a partir de la siguiente historia...En algunas de las reuniones anuales he tenido la oportunidad de conocer a investigadores que me han sorprendido con sus datos como Juana Olvera de la Universidad Autónoma Metropolitana, que me contó una historia que dijo le fue referida por un testigo presencial de la masacre, ahora ya difunto, el Teniente Coronel de Aviación Francisco Bulnes Rivadeneyra...en esa época era subteniente del 12 Batallón, que se encontraba en Cuernavaca el dos de octubre de ese año, y que fue uno de los militares encargados de escoltar a los prisioneros al siguiente día, para trasladarlos a la ciudad de México...

El entonces Teniente Coronel Bulnes dijo: “...nosotros no tuvimos ninguna orden especial, simplemente mantenerlos vigilados. En la diana del día 3 me tocó recibir la guardia en prevención, del cuartel general de la zona militar donde se encontraban los generales Serrano, Vidal, Peralta y otros. Dichos prisioneros mantenían sus armas, lo cual indica que no se consideraban de peligro ni riesgo. No tenían centinelas, lo que demuestra que no eran reos tenidos por peligrosos, ya que de serlo los habrían tenido desarmados, separados y bajo vigilancia extrema. Inclusive se les dieron catres para dormir, mismos que fueron proporcionados por un amigo del general Serrano, dueño de un hotel. Incluso los detenidos me fueron entregados sin una lista, como era de rigor.”


El “chile” serrano dejó de contar pues pasaron tres camionetas oscuras como volando por el malecón, mientras al rato se escucharon sirenas y claxonazos para que luego pasaran siete patrullas camioneta con 28 elementos de las fuerzas especiales, en persecución de las tres primeras camionetas voladoras. El Avecé pelaba los ojos y yo paraba oreja, registrando todo para usarlo en el Malecón de El Sol de Mazatlán. Ya tranquilos y después de otros taquitos y unas ambarinas heladas el Pancho Serrano sigue:

-...luego continuó Bulnes Rivadeneyra contando que en la tarde del mismo día les ordenaron subir a los automóviles para escoltar a los prisioneros a México. “Íbamos 14 oficiales bajo el mando del entonces capitán primero Baltasar García Alcántara y entre ellos también se encontraba el teniente Fernando Pámanes Escobedo (quien más tarde llegó a general y a gobernador del estado de Zacatecas). Un poco antes de llegar a Huitzilac, nos encontramos con un regimiento de artillería con 300 soldados armados de rifles Thompson bajo las órdenes del general Claudio Fox. Al ver al general Fox, el general Serrano sacó su pistola y se la entregó al general García Alcántara diciéndole que... la guardara porque ya no la iba a necesitar...Entregamos a los prisioneros y regresamos a Cuernavaca en la confianza que los llevarían a México. Al día siguiente nos enteramos de la suerte que habían corrido y no entendimos nada.

Cuenta la historia gráfica de la revolución mexicana que ya en poder de las fuerzas del gobierno los detenidos eran conducidos a la capital de la república, pero a la mitad del camino el general Díaz González se encuentra al general Claudio Fox (que venía con una pequeña escolta al mando de los coroneles Nazario Medina, Hilario Marroquín, Carlos S. Valdez, capitanes Gabriel Durán, Salvador Guerrero, teniente José Escamilla y subteniente José Alvarado), y el primero, después de los tramites de rigor entre ambos jefes militares, entrega al general Claudio Fox a los reos para que sean conducidos a la ciudad de México. Pardeaba la tarde cuando la caravana emprendió el regreso, apenas habían caminado unos cuantos kilómetros y la comitiva se detiene en un lugar llamado Huitzilac...

Al parecer el general Claudio Fox en abuso de sus funciones (o en fiel obediencia y apego a órdenes superiores) ordenó que se ataran las manos de los prisioneros, y al no encontrar cordeles, lo hicieron con alambre de púas que arrancaron de las cercas. Todos los cadáveres tenían las marcas en las muñecas.

Las autopsias nunca fueron dadas a conocer pero sus ropas fueron entregadas a sus familiares y estas mostraban no solo las perforaciones y quemaduras causadas por las balas, sino incluso estaban las cortadas causadas por las bayonetas. A mi general Serrano le hundieron la frente y le fracturaron la mandíbula con un objeto contundente (posible culata de fusil). En la mascarilla que le tomaron destacan las lesiones claramente.

Posteriormente alegaron que había sido un juicio sumario y hasta llegó a hablarse de un consejo de guerra, lo cual fue totalmente falso. El país estaba en paz, solo que el grupo de mi general Serrano había creído en los principios base de la revolución: la No Reelección.

El delito de mi abuelo fue haber sido candidato a la presidencia de la República en contra del general Álvaro Obregón. Se le acusó de haber promovido un levantamiento.

-A que mi “chile” Serrano, también tú vives de la historia, nunca imaginé que fueras de la familia revolucionaria.

-Pero soy de los traicionados, soy de los que al final perdimos, en esa bola de todos contra todos.

-¡Pero no hay nada que ilustre ese suceso de tu antepasado?

-La ya fallecida periodista Helia D’Acosta llevó a cabo una investigación cuyos resultados publicó en forma de libro en 1976, en donde que concluye que el general Plutarco Elías Calles, al saberse presionado por un supuesto movimiento subversivo auspiciado por el general Francisco Serrano, lo mandó detener. Álvaro Obregón, valiéndose del entonces gobernador de Morelos, Ambrosio Puente, de José Álvarez, jefe del Estado Mayor Presidencial y del fundador del ejército, general Joaquín Amaro en ese entonces Secretario de Guerra y Marina, llevaron a efecto la matanza.

-El General Amaro designó a Claudio Fox, que en esa época desempeñaba el cargo de jefe de operaciones en el estado de Guerrero, donde cometió diversos actos criminales, a decir del Lic. Emilio Portes Gil, quien lo dio de baja durante su mandato.

Mientras, sobre el río y la isla va cayendo la noche, las brasas parpadean, sopla un viento fresco y no hay mosquitos molestos... sobre el malecón los coches van despacio y son muy pocos...y como la vida es movimiento y aquí se nos estanca el tiempo nos movemos... Serrano me entrega un disco con unas fotos y se despide, -tengo el original puedes usarlas-, se va con su acompañante y nosotros apagamos el fuego, hacemos limpia del lugar y nos marchamos meditativos sobre las vueltas de la historia: es como un río, tapa las cosas con el tiempo, más luego las descubre; es una página llena de acciones de los hombres y sin embargo día con día sigue siendo escrita. Con razón, ahora entiendo por qué los Serrano y los Fox no se quieren. Creo que las palabras en la isla bien valen un ensayo. Llegando al periódico lo escribo.


Fotos 1.-El general de Francisco serrano en Cuernavaca el fatídico día por la mañana. 2.-General Claudio Fox. 3.- Panteón de Huitzilac donde fueron masacrados el Sinaloense Francisco Serrano y los 13 amigos. 4.-Mascarilla del general Serrano mostrando los golpes y las fracturas de los huesos de rostro y cabeza.


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