/ miércoles 28 de octubre de 2020

Moderado el estado, la violencia feminicida no

Cada día veinticinco del mes es un recordatorio para generar conciencia, actuar y prevenir la violencia contra las mujeres y niñas, por su parte el secretariado ejecutivo del sistema nacional de seguridad pública desde 2018 nos permite visibilizar el tamaño de este problema con la información de las treinta y dos entidades federativas, de este tiempo a la fecha pareciera que la pregunta que se hace el gobierno actual es ¿Qué hacemos con los números?

Escuchaba con atención –y asombro- entre las declaraciones de la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, en la Conferencia del Grupo Interinstitucional de Estrategias contra las Violencias hacia las mujeres, niñas y adolescentes (GIEV) que el aumento en este año del 5% de la violencia contra las mujeres, en comparación del 40% del año 2014 al 2015, no es el año de mayor violencia ni de mayor cifra de feminicidios, el 2020 presenta un “repunte moderado”.

Este pronunciamiento, como muchos otros respecto a la falla del Estado para asegurar una vida libre de violencias de las mujeres y niñas coloca a las cifras por encima de las personas, de la falta de sensibilidad y empatía sobre la incertidumbre de vivir en un país donde ser mujer es un peligro.

Detrás de cada cifra hay una persona que le duele a nuestro país, hace falta recordar que los homicidios dolosos hasta septiembre de este año las muertes violentas contra las mujeres, es decir homicidios dolosos y feminicidios se contabilizan en 2,854, es decir, todos los días en México les quitan salvajemente la vida a 11 mujeres.

Al interior de las familias mexicanas hay otra realidad que nos lastima y ofende, la violencia intrafamiliar de enero a septiembre asciende a un total de 163,868 presuntos delitos, y los llamados de emergencia sobre violencia al 911 del 26 de agosto al 25 de septiembre suman 21,934, 415 de abuso sexual, 782 de acoso y hostigamiento sexual, 301 violaciones.

La garantía del Estado, el compromiso con el cambio social, la certeza de que se puede vivir libre de violencias resulta preocupante cuando parte de estas llamadas de emergencia corresponden también a 20,519 incidentes de violencia de pareja y 57,265 de violencia familiar, ¿cómo garantizamos a las mujeres sus derechos en casa?

El presupuesto, las medidas cautelares, la revictimización y el compromiso del gobierno debe verse reflejado, asumiendo la responsabilidad de velar por la seguridad de las niñas y mujeres, dotando de mecanismos y leyes que garanticen sus derechos, por ello el Estado no debe ser moderado minimizando el tamaño del problema.

El reto más grande de este momento, donde el Estado colapsa y la verdadera política se pone a prueba es mantener a salvo la humanidad que nos habita, por eso lamento estas declaraciones de quienes tienen la mayor responsabilidad y en la que sus voces tienen hoy ecos, porque la indiferencia del gobierno y violencia del silencio carcome nuestra humanidad día a día ante la violencia feminicida.


Cada día veinticinco del mes es un recordatorio para generar conciencia, actuar y prevenir la violencia contra las mujeres y niñas, por su parte el secretariado ejecutivo del sistema nacional de seguridad pública desde 2018 nos permite visibilizar el tamaño de este problema con la información de las treinta y dos entidades federativas, de este tiempo a la fecha pareciera que la pregunta que se hace el gobierno actual es ¿Qué hacemos con los números?

Escuchaba con atención –y asombro- entre las declaraciones de la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, en la Conferencia del Grupo Interinstitucional de Estrategias contra las Violencias hacia las mujeres, niñas y adolescentes (GIEV) que el aumento en este año del 5% de la violencia contra las mujeres, en comparación del 40% del año 2014 al 2015, no es el año de mayor violencia ni de mayor cifra de feminicidios, el 2020 presenta un “repunte moderado”.

Este pronunciamiento, como muchos otros respecto a la falla del Estado para asegurar una vida libre de violencias de las mujeres y niñas coloca a las cifras por encima de las personas, de la falta de sensibilidad y empatía sobre la incertidumbre de vivir en un país donde ser mujer es un peligro.

Detrás de cada cifra hay una persona que le duele a nuestro país, hace falta recordar que los homicidios dolosos hasta septiembre de este año las muertes violentas contra las mujeres, es decir homicidios dolosos y feminicidios se contabilizan en 2,854, es decir, todos los días en México les quitan salvajemente la vida a 11 mujeres.

Al interior de las familias mexicanas hay otra realidad que nos lastima y ofende, la violencia intrafamiliar de enero a septiembre asciende a un total de 163,868 presuntos delitos, y los llamados de emergencia sobre violencia al 911 del 26 de agosto al 25 de septiembre suman 21,934, 415 de abuso sexual, 782 de acoso y hostigamiento sexual, 301 violaciones.

La garantía del Estado, el compromiso con el cambio social, la certeza de que se puede vivir libre de violencias resulta preocupante cuando parte de estas llamadas de emergencia corresponden también a 20,519 incidentes de violencia de pareja y 57,265 de violencia familiar, ¿cómo garantizamos a las mujeres sus derechos en casa?

El presupuesto, las medidas cautelares, la revictimización y el compromiso del gobierno debe verse reflejado, asumiendo la responsabilidad de velar por la seguridad de las niñas y mujeres, dotando de mecanismos y leyes que garanticen sus derechos, por ello el Estado no debe ser moderado minimizando el tamaño del problema.

El reto más grande de este momento, donde el Estado colapsa y la verdadera política se pone a prueba es mantener a salvo la humanidad que nos habita, por eso lamento estas declaraciones de quienes tienen la mayor responsabilidad y en la que sus voces tienen hoy ecos, porque la indiferencia del gobierno y violencia del silencio carcome nuestra humanidad día a día ante la violencia feminicida.