/ viernes 21 de febrero de 2020

Malecón: Sinaloa mesoamericano II.

Cuando leo un texto sobre los primeros pobladores sinaloenses, que empieza hablando del paso de los emigrantes a través de un estrecho de Behring congelado, y de la cacería de osos, creo que no se capta una imagen clara de ese paisaje, porque somos producto de una cultura de clima cálido; así que considero mejor emplear un enfoque regional, obviando todo aquello que ya está dicho en la historia universal y nacional, pues como decía don Luis González y González: “…la historia que en realidad uno vive y goza fundamentalmente es la historia regional, creo que si queremos ver después la historia nacional, es mejor hacerlo a través de nuestra historia regional y no al revés.”

Arqueología y etnohistoria

Si las sociedades sedentarias de cualquier condición climática se desarrollaron cerca del agua, debido a la necesidad de manejar este recurso para fines cotidianos, para la agricultura y los animales domesticados; la necesidad del desarrollo de una irrigación no siempre lleva al establecimiento de una organización social jerárquica, pero ayuda a consolidarla. Incluso podría explotarse deliberadamente para ese propósito.

La posesión de agua en abundancia en la región que nos ocupa, nos lleva a la característica fundamental del pueblo de Sinaloa, el de ser un gran productor agrícola, como bien lo señalaba Alvar Núñez cabeza de Vaca, “…la tierra es la mejor de cuantas en estas Indias hay, y más fértil y abundosa de mantenimientos, y siembran tres veces al año. Tienen muchas frutas y muy hermosos ríos, y otras muchas aguas muy buenas. Hay muestras grandes y señales de minas de oro. La gente della es muy bien acondicionada…finalmente, es tierra que ninguna cosa le falta para ser muy buena…”

Las culturas prehispánicas que florecieron en la planicie sinaloense alcanzaron un alto grado de desarrollo, por lo que los arqueólogos las clasifican en el área cultural llamada Meso América, donde se localizaron las más altas y refinadas culturas de América del Norte y América Central. Meso América comprendió los territorios de la costa del Atlántico desde el Río Pánuco, en el Golfo de México, hasta Nicaragua; y por el Pacifico desde Costa Rica, en Centro América, hasta Sinaloa, considerándose a la región de Guasave la frontera norte de Meso América.

También afirman algunos arqueólogos que las culturas prehispánicas de Sinaloa fueron una extensión de las nayaritas, y que la planicie sinaloense fue un corredor de transito continuo, por donde circularon influencias culturales recíprocas entre Meso América y los grupos del norte.

En Culiacán se han llevado a cabo excavaciones y reconocimientos de superficie, con descubrimientos de vestigios de pobladores desde el año 900 de nuestra era hasta el momento del contacto con los españoles. Estos asentamientos que ocuparon el espacio comprendido entre los ríos Mocorito y San Lorenzo, revelan varios periodos de ocupación y una cultura de alto nivel, que se caracteriza por su elaborada cerámica policroma, y que nos arroja datos en los que este complejo cultural está claramente relacionado con el estilo Mixteca-Puebla, de la altiplanicie central, indicándonos que había nexos entre esta región y el noroeste de México, en el llamado periodo Posclásico, desde el año 900 de nuestra era, hasta el momento del contacto con los españoles.

Los indígenas del grupo tahue ocuparon las tierras bajas comprendidas (aproximadamente) entre los ríos Piaxtla y Mocorito. Desde el punto de vista cultural, eran muy semejantes a sus vecinos totorames, pero en algunos aspectos los superaron.


Vivienda

Los tahues vivían agrupados en aldeas cercanas a sus campos de cultivo, y es posible que tuvieran cierta organización interna, ya que algunos testimonios de los españoles indican que había pueblos divididos en barrios. El principal de estos poblados fue Culiacán, que se encontraba en un sitio ubicado al poniente de donde hoy se asienta la capital de nuestro estado. Estos indígenas construían sus casas con varas trenzadas recubiertas de lodo y techos de palmas, muy adecuadas al riguroso calor de su tierra y, quizá parecidas a las casas rusticas llamadas chinames, que podemos ver en algunas rancherías sinaloenses del presente.

Los pobladores vivían en aldeas construidas con materiales perecederos como varas, lodo y paja; dice el cronista que “.…tienen buenas casas grandes con unas ramadas grandes delante, donde tejen las mujeres su ropa y los cercos de las casas son de esteras (petates) muy grandes por respeto al mucho calor…en Aquinola (Quilá) y en el Valle de Culiacán hay casas muy largas e muy bien hechas e cubiertas de paja por muy gran arte; tenían encima de sus caballetes de los tejados sus invisiones…de barro muy pintadas…”


Agricultura, caza y pesca

Los tahues eran agricultores, cultivaron maíz, frijol, calabaza, chile, algodón, guayaba y ciruela. Recolectaban frutos silvestres como la tuna, la pitahaya y la semilla de mezquite. Pescaban en los ríos y en el mar donde obtenían gran variedad de pescados y mariscos que constituían una parte importante de su alimentación. Cosechaban miel de colmenas silvestres y también la cultivaban. Recolectaban sal de los numerosos depósitos naturales que se forman en el litoral.

Los tahues hilaban y tejían el algodón para confeccionar mantas y otras prendas de vestir, que estampaban con vivos colores obtenidos de plantas silvestres, como el índigo que abunda en la región. Labraban la concha y trabajaban el cuero de venado, fueron diestros artesanos que fabricaron adornos de plumas, conchas, perlas y caracoles. Estos indígenas se caracterizaron por ser diestros alfareros, que producían piezas de cerámica bellamente decoradas y de gran resistencia para el uso doméstico.

Obtenían su alimento de la agricultura, la caza y la pesca. La tierra era muy rica en la producción de maíz, frijol, calabaza, chile, algodón, guayaba, ciruela, guamúchil y zapote. Cuando cesaban las lluvias se tumbaba el monte, y una vez que los restos estaban secos los quemaban; en la entrada de las aguas, los agricultores hacían agujeros en el suelo y depositaban el grano o semilla, luego con el dedo gordo del pie lo tapaban con tierra, y como esta era muy fértil y húmeda se lograban cosechas abundantes, que eran suficiente para alimentar a la numerosa población, conservando los excedentes para los malos tiempos.

En los valles y sobre todo en las riberas de los ríos la tierra era fértil, ordinariamente se recogían hasta dos cosechas al año, pero hay datos que informan que hasta tres en algunos lugares. Había agua en abundancia, lo que hace que al momento del contacto se reporte una gran población, pues los ríos estaban bordeados de muchos pueblos y de tamaño grande.

La pesca era muy abundante en los ríos y la costa de Culiacán, y así se habla en las relaciones sobre la pesca en esta región, “...atajanse allí en el río con un cerco de cañas (otates) y hacen un ingenio para tomar pescado, que aunque fuese allí otra Sevilla, bastaría abastecerse de lo que allí se toma de lizas y otros géneros de pescados muy buenos…”


Vestido y adorno

Usaban vestidos de gamuza y algodón con adornos de metal, de turquesa y concha. Las plumas de aves eran muy usadas para el arreglo personal y especialmente para confeccionar tocados y penachos; también usaban oro, plata, cascabeles de cobre, conchas y perlas.

Los cronistas lo describen así,“…visten las mujeres unas camisas muy grandes que les llegan hasta el suelo, sin otra parte ninguna, y algunas de ellas traen pampanillas, los hombres traen mantas y algunos de ellos escapularios, como frailes dominicos…los naturales della sobremanera bien dispuestos, especial las mujeres, que en toda la tierra del mar océano no he visto otras máshermosas y tan bien dispuestas. Su vestido es una camiza hasta los pies como sobrepelliz, y unas pampanillas debajo. Los varones se cobijan con unas mantas, no tapan sus vergüenzas, los más de los varones muy labrados (tatuados)...” malecon@live.com.mx


Cuando leo un texto sobre los primeros pobladores sinaloenses, que empieza hablando del paso de los emigrantes a través de un estrecho de Behring congelado, y de la cacería de osos, creo que no se capta una imagen clara de ese paisaje, porque somos producto de una cultura de clima cálido; así que considero mejor emplear un enfoque regional, obviando todo aquello que ya está dicho en la historia universal y nacional, pues como decía don Luis González y González: “…la historia que en realidad uno vive y goza fundamentalmente es la historia regional, creo que si queremos ver después la historia nacional, es mejor hacerlo a través de nuestra historia regional y no al revés.”

Arqueología y etnohistoria

Si las sociedades sedentarias de cualquier condición climática se desarrollaron cerca del agua, debido a la necesidad de manejar este recurso para fines cotidianos, para la agricultura y los animales domesticados; la necesidad del desarrollo de una irrigación no siempre lleva al establecimiento de una organización social jerárquica, pero ayuda a consolidarla. Incluso podría explotarse deliberadamente para ese propósito.

La posesión de agua en abundancia en la región que nos ocupa, nos lleva a la característica fundamental del pueblo de Sinaloa, el de ser un gran productor agrícola, como bien lo señalaba Alvar Núñez cabeza de Vaca, “…la tierra es la mejor de cuantas en estas Indias hay, y más fértil y abundosa de mantenimientos, y siembran tres veces al año. Tienen muchas frutas y muy hermosos ríos, y otras muchas aguas muy buenas. Hay muestras grandes y señales de minas de oro. La gente della es muy bien acondicionada…finalmente, es tierra que ninguna cosa le falta para ser muy buena…”

Las culturas prehispánicas que florecieron en la planicie sinaloense alcanzaron un alto grado de desarrollo, por lo que los arqueólogos las clasifican en el área cultural llamada Meso América, donde se localizaron las más altas y refinadas culturas de América del Norte y América Central. Meso América comprendió los territorios de la costa del Atlántico desde el Río Pánuco, en el Golfo de México, hasta Nicaragua; y por el Pacifico desde Costa Rica, en Centro América, hasta Sinaloa, considerándose a la región de Guasave la frontera norte de Meso América.

También afirman algunos arqueólogos que las culturas prehispánicas de Sinaloa fueron una extensión de las nayaritas, y que la planicie sinaloense fue un corredor de transito continuo, por donde circularon influencias culturales recíprocas entre Meso América y los grupos del norte.

En Culiacán se han llevado a cabo excavaciones y reconocimientos de superficie, con descubrimientos de vestigios de pobladores desde el año 900 de nuestra era hasta el momento del contacto con los españoles. Estos asentamientos que ocuparon el espacio comprendido entre los ríos Mocorito y San Lorenzo, revelan varios periodos de ocupación y una cultura de alto nivel, que se caracteriza por su elaborada cerámica policroma, y que nos arroja datos en los que este complejo cultural está claramente relacionado con el estilo Mixteca-Puebla, de la altiplanicie central, indicándonos que había nexos entre esta región y el noroeste de México, en el llamado periodo Posclásico, desde el año 900 de nuestra era, hasta el momento del contacto con los españoles.

Los indígenas del grupo tahue ocuparon las tierras bajas comprendidas (aproximadamente) entre los ríos Piaxtla y Mocorito. Desde el punto de vista cultural, eran muy semejantes a sus vecinos totorames, pero en algunos aspectos los superaron.


Vivienda

Los tahues vivían agrupados en aldeas cercanas a sus campos de cultivo, y es posible que tuvieran cierta organización interna, ya que algunos testimonios de los españoles indican que había pueblos divididos en barrios. El principal de estos poblados fue Culiacán, que se encontraba en un sitio ubicado al poniente de donde hoy se asienta la capital de nuestro estado. Estos indígenas construían sus casas con varas trenzadas recubiertas de lodo y techos de palmas, muy adecuadas al riguroso calor de su tierra y, quizá parecidas a las casas rusticas llamadas chinames, que podemos ver en algunas rancherías sinaloenses del presente.

Los pobladores vivían en aldeas construidas con materiales perecederos como varas, lodo y paja; dice el cronista que “.…tienen buenas casas grandes con unas ramadas grandes delante, donde tejen las mujeres su ropa y los cercos de las casas son de esteras (petates) muy grandes por respeto al mucho calor…en Aquinola (Quilá) y en el Valle de Culiacán hay casas muy largas e muy bien hechas e cubiertas de paja por muy gran arte; tenían encima de sus caballetes de los tejados sus invisiones…de barro muy pintadas…”


Agricultura, caza y pesca

Los tahues eran agricultores, cultivaron maíz, frijol, calabaza, chile, algodón, guayaba y ciruela. Recolectaban frutos silvestres como la tuna, la pitahaya y la semilla de mezquite. Pescaban en los ríos y en el mar donde obtenían gran variedad de pescados y mariscos que constituían una parte importante de su alimentación. Cosechaban miel de colmenas silvestres y también la cultivaban. Recolectaban sal de los numerosos depósitos naturales que se forman en el litoral.

Los tahues hilaban y tejían el algodón para confeccionar mantas y otras prendas de vestir, que estampaban con vivos colores obtenidos de plantas silvestres, como el índigo que abunda en la región. Labraban la concha y trabajaban el cuero de venado, fueron diestros artesanos que fabricaron adornos de plumas, conchas, perlas y caracoles. Estos indígenas se caracterizaron por ser diestros alfareros, que producían piezas de cerámica bellamente decoradas y de gran resistencia para el uso doméstico.

Obtenían su alimento de la agricultura, la caza y la pesca. La tierra era muy rica en la producción de maíz, frijol, calabaza, chile, algodón, guayaba, ciruela, guamúchil y zapote. Cuando cesaban las lluvias se tumbaba el monte, y una vez que los restos estaban secos los quemaban; en la entrada de las aguas, los agricultores hacían agujeros en el suelo y depositaban el grano o semilla, luego con el dedo gordo del pie lo tapaban con tierra, y como esta era muy fértil y húmeda se lograban cosechas abundantes, que eran suficiente para alimentar a la numerosa población, conservando los excedentes para los malos tiempos.

En los valles y sobre todo en las riberas de los ríos la tierra era fértil, ordinariamente se recogían hasta dos cosechas al año, pero hay datos que informan que hasta tres en algunos lugares. Había agua en abundancia, lo que hace que al momento del contacto se reporte una gran población, pues los ríos estaban bordeados de muchos pueblos y de tamaño grande.

La pesca era muy abundante en los ríos y la costa de Culiacán, y así se habla en las relaciones sobre la pesca en esta región, “...atajanse allí en el río con un cerco de cañas (otates) y hacen un ingenio para tomar pescado, que aunque fuese allí otra Sevilla, bastaría abastecerse de lo que allí se toma de lizas y otros géneros de pescados muy buenos…”


Vestido y adorno

Usaban vestidos de gamuza y algodón con adornos de metal, de turquesa y concha. Las plumas de aves eran muy usadas para el arreglo personal y especialmente para confeccionar tocados y penachos; también usaban oro, plata, cascabeles de cobre, conchas y perlas.

Los cronistas lo describen así,“…visten las mujeres unas camisas muy grandes que les llegan hasta el suelo, sin otra parte ninguna, y algunas de ellas traen pampanillas, los hombres traen mantas y algunos de ellos escapularios, como frailes dominicos…los naturales della sobremanera bien dispuestos, especial las mujeres, que en toda la tierra del mar océano no he visto otras máshermosas y tan bien dispuestas. Su vestido es una camiza hasta los pies como sobrepelliz, y unas pampanillas debajo. Los varones se cobijan con unas mantas, no tapan sus vergüenzas, los más de los varones muy labrados (tatuados)...” malecon@live.com.mx


ÚLTIMASCOLUMNAS